La vida es el conjunto de cosas que nos pasan. Así expresado
puede dar la sensación de que podemos ejercer poco control sobre esas cosas y
sin embargo ese control puede ser extremadamente grande, pues podemos en gran
parte elegir nuestro destino cada instante de nuestra vida. Ahora, puede el
lector elegir entre seguir leyendo o no, entre hacer una cosa u otra. La vida
está llena de decisiones.
Pero además de controlar esas múltiples decisiones, también
podemos modificar nuestra percepción de esas “cosas que nos pasan”. Decía el
filósofo estoico que llegó a ser emperador romano Marco
Aurelio (121-180), en su obra “Pensamientos”, que “si te sientes
dolido por las cosas externas, no son éstas las que te molestan, sino tu propio
juicio acerca de ellas. Y está en tu poder el cambiar este juicio ahora mismo”.
Por tanto, podemos modificar la primera frase para adaptarla
más a la realidad: la vida es nuestro personal sentimiento de las cosas que nos
pasan, estando éstas supeditadas a nuestras actitudes y decisiones. Esas
actitudes, esas decisiones y esos sentimientos hacia las cosas que nos pasan
forjarán nuestro éxito en la vida Pero este éxito no sólo es medido desde el
punto de vista social o profesional, sino también y principalmente desde el
punto de vista personal.
En este artículo se proponen un elenco de actitudes que son
una guía para alcanzar el éxito personal y la felicidad y disfrutar de nuestra
breve existencia en este Mundo. También se hablaremos sobre la llamada “Inteligencia
Emocional”, su importancia y cómo aplicarla para resolver problemas de carácter
general, y unas reflexiones sobre la felicidad,
máximo exponente del éxito en la vida. Como conclusión de esto se enumeran un
conjunto de reglas prácticas de actuación a nivel global.
La importancia del optimismo ha sido demostrada, por
ejemplo, a partir de pruebas efectuadas por el psicólogo C.R. Snyder de
la Universidad de Kansas, entre alumnos universitarios de Estados Unidos. En
ese estudio se concluyó que el rendimiento
académico universitario de un alumno depende más de la actitud de
éste que de su Coeficiente Intelectual (C.I.). Así, vieron que unos buenos
resultados académicos eran obtenidos más por alumnos con una actitud positiva y
optimista (evaluados a través de test especiales) que por alumnos con una buena
nota en el S.A.T., un test con una elevada correlación con el Coeficiente Intelectual.
El S.A.T. (Scholastic Aptitude Test) es el examen de aptitud escolar que
realizan los estudiantes estadounidenses que acceden a la Universidad (el
equivalente a la prueba de Selectividad en España).
Según Snyder, “los estudiantes con un alto nivel de
expectativas se proponen objetivos elevados y saben lo que deben hacer para
alcanzarlos. El único factor responsable del distinto rendimiento académico de
estudiantes con similar aptitud intelectual parece ser su nivel de
expectativas”.
Goleman añade que el optimismo y la esperanza impiden caer
en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. Los
pesimistas consideran que los contratiempos constituyen algo irremediable y
reaccionan ante la adversidad asumiendo que no hay nada que ellos puedan hacer
para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada para cambiar el
problema.
Los pesimistas y pusilánimes deberían tener en cuenta que esa actitud
no es algo con lo que se nace y por lo que no se puede hacer nada, sino que es
una actitud que podemos cambiar a cualquier edad. Uno mismo es responsable
de sus propias actitudes y, aunque puede no ser fácil, pueden cambiarse. Uno
debe estar siempre dispuesto a mejorarse a sí mismo.