jueves, 22 de agosto de 2019

Aceptar Lo Adverso


Aceptación con paciencia y conformidad de una adversidad o de cualquier estado o situación perjudicial.
"ya no podemos hacer nada más, solo nos queda la resignación"

“Creemos aceptar una situación cuando conseguimos “sobrevivir” a ella, cuando la olvidamos…sin embargo, estamos resignados a ella… cuando no nos movemos en la dirección que deseo en mi vida, sino que quedo atrapado/a en la situación de la que me resigno, compadeciéndome de mí mismo/a, sintiéndome víctima de la situación, y no haciendo nada al respecto, ya que en contadas ocasiones me digo a mi mismo/a “esto es lo que hay, no puedo hacer nada

De esta forma, me esclavizo a la situación, me ato a ella, me bloqueo en mi vida, ya que creo que esto es lo que me ha tocado vivir y no busco más opciones. Me resigno.”

Por el contrario, cuando acepto una situación, a pesar de que me disgusta, significa que sigo buscando otro camino para mi felicidad, he descubierto que éste no es mi camino, que esto no me hace feliz, sin embargo, en ésta ocasión o situación, ha ocurrido así.

No por ello me bloqueo, no por ello pienso que siempre será así, sino que aprendo de ésta experiencia y sigo mi camino. La aceptación es algo así, como no ir contra-corriente, sino aprovechando las situaciones para aprender en la vida.

Siempre existe la posibilidad de re-dirigir mi vida.

La aceptación también es respeto, ya que, cuando acepto a una persona tal y como es, desaparece el deseo de cambiarla, la respeto profundamente, y posteriormente decido si me conviene o no, la relación con esa persona, si me siento o no respetada también por ella.

Por ejemplo, cuando me resigno ante el fallecimiento de una persona querida, sufro por ello, me siento enfadado/a con la vida y con el mundo, no lo admito, quiero cambiar esa situación… Y esto es una etapa normal del duelo, pero puede convertirse en un proceso duradero y presente en la vida de aquella persona que realmente no llegue a aceptarlo nunca.

Aceptar el fallecimiento significa haber superado el duelo. Aceptar el fallecimiento, supone dejar de sufrir, no sentir enfado, y poner rumbo a tu vida de nuevo, que sigue y que tiene mucho más que ofrecerte, en éste caso, la aceptación es la etapa final de un duelo sano.

Aceptar o Resignar, se convierten en dos caras de la misma moneda, porque necesitamos “pasar página y olvidar” lo sucedido, necesitamos seguir viviendo.

Si en mi vida aparece la Aceptación de todo lo que me ocurre, seré el dueño de la misma, superando los obstáculos y encontrando la felicidad en el camino de lo aprendido.
Si por el contrario, me resigno, permanecerá conmigo siempre el dolor y el sufrimiento.



Escrito Para Mí Y Para Todos



 Nunca está demás que reiteremos tantas veces como creamos necesario que el contenido de los artículos que compartimos a través de enlaces en Facebook no tiene un destinatario específico en particular, ninguna de nuestras reflexiones es consecuencia de alguna respuesta que por la vía indirecta estemos formulando  a nuestros amigos lectores.

Cierto es que el contenido de todos nuestros artículos tiene como finalidad el compartir aquello que es el fruto de nuestro pensamiento y que éste, nuestro pensamiento no surge como consecuencia de una mera improvisación sino que se convierte en una lectura intelectualmente elaborada por la expresa voluntad de lo que el corazón y nuestra mente  consideran necesario manifestar.

Lo que exponemos no debe ser considerado como meros consejos esparcidos al azar, como quien siembra al voleo, la criatura humana posee la capacidad intelectual y está provista de tales sentimientos que seguramente podrá encontrar en nuestra lectura ciertas afinidades que nos resulten comunes, algunas semejanzas  a  vivencias ya experimentadas que puedan oficiar de un bálsamo que alivie y mitigue las heridas recibidas.

Es por eso que escribimos y publicamos, lo que exponemos lo manifestamos a los cuatro vientos para todos y cada uno, reiteramos son el contenido de todo aquello que sentimos y albergamos en la inquietud de nuestra mente, una mente humana libre e independiente como lo debe ser la tuya y la de todo aquel a quien le lleguen mis ideas.


Ficción Y Realidad


En muchas ocasiones es factible la observación de que algunas personas suelen confundir la ficción con la realidad sustancial, aquello que sucede a nuestro alrededor y forma parte de la cotidianidad de la vida diaria, aquella en la que vemos su ocurrencia dentro de los parámetros normales del devenir social en el cual nos encontremos insertos.

Lo que ocurre en el imaginario mundo de la ficción llega a ser percibido como aquello que no solamente es algo que puede llegar a ocurrir sino que salvando las distancias de todo aquello que anhelamos y lo que en realidad pudiera suceder en la monótona “línea horizontal” de los sucesos grises de cada día se convierte en un refugio dentro del cual compartimos nuestras poco probables expectativas con lo que sucede en la ficción con aquellos personajes que vamos incorporando y con los cuales nos sentimos copartícipes de la aventura.

Lo que sucede en aquellos espectáculos que se nos dosifica para nuestro periódico consumo, especialmente las telenovelas, es que los personajes en cuestión pasan a integrar nuestro entorno son los héroes y los villanos, las buenas y las malas, personas que trascienden al personaje en cuestión e integran el conjunto de sucesos que acaparan todas las preocupaciones sobre lo que les pueda suceder en el próximo episodio.

“La ilusión mental, también llamada mentalismo, es, por su parte, aquella ciencia o arte que hace que quien la desarrolla use la sugestión, la agilidad mental o la magia escénica para poder acometer control mental, psicoquinesis, clarividencia o precognición. Podemos establecer además que aquel es una rama dentro del mismo conocido como ilusionismo.

Para la psicología, la ilusión es una esperanza que no tiene fundamentos.

En sentido simbólico, puede decirse que una ilusión es un espejismo (algo que parece real pero que no lo es): “Tenía la ilusión de solucionar las cosas con ella pero me di cuenta que es imposible”“Pensé que podía ganar la carrera, aunque era sólo una ilusión”.

Cabe destacar que la acepción positiva de ilusión (“Mi ilusión más grande es viajar a Europa para reencontrarme con mi abuelo”) sólo existe en el idioma español.

En otras lenguas, el término siempre está relacionado a aquello que carece de sostén.

Se conoce como ilusionismo, por último, al arte escénico que consiste en utilizar diversos medios para crear la ilusión de que ocurre algo imposible desde el punto de vista lógico: “Anoche vi en la televisión a un ilusionista que cortó a la mitad a una muchacha”.

Muchos son los personajes que a lo largo de la historia se han convertido en un referente dentro del ilusionismo. Sin embargo, entre todos ellos adquiere especial relevancia el francés Jean Eugène Robert-Houdin, que ha sido calificado como el padre de la magia moderna. Entre los trucos que realizó a lo largo de su carrera y que luego se generalizaron destaca aquel en el que una persona del público le disparaba y él no sólo no caía herido sino que aparecía con la bala entre los dientes”.


miércoles, 21 de agosto de 2019

Días Sin Tiempo




Hay veces en los que un día te levantas, parece que es un día más en el que piensas que será muy fugaz. Te miras al espejo, observas una mirada, una mirada mezclada por un sinfín de emociones que inexplicablemente sientes que han partido muy veloz. Te ahogas en un mar de recuerdos que habías creído estaban muertos y es entonces que a partir de aquel reflejo, que sientes una gran necesidad de volar, de salir e intentar perderte aunque sea un día más

Tomas un par de suspiros como si cada uno de ellos contuviera lo indomable que se ha vuelto darle a la vida un sentido, intentando comprender lo que sientes dentro.

La tristeza te saluda nuevamente, como señalando que siempre está presente. Tienes una sensación de desolación, te cuestionas sobre qué es lo que te ocurre y que duele en tu interior.

Quieres encontrar y no dejas de buscar, extrañas aquel sentimiento de no sentir nada, no entiendes a dónde se ha marchado cuando tanto lo has necesitado. 

Entonces miras al cielo esperando que te regale un poco de consuelo y es ahí cuando la soledad aparece de nuevo, manifestando que en realidad nunca ha muerto, sólo se había hecho a un lado, pues sabía que estabas contento.

La soledad te mira con un veneno disfrazado de ternura, recuerdas como te aconsejaba, pues ella era más que tu amiga. Te sientas a su lado y de nuevo vuelves a tomar su mano, platican como si su amistad fuera la de dos hermanos. La miras a los ojos y descubres que siempre has tenido miedo de estar en solitario, sin embargo, no es tan mala lo haz notado. Hablan y hablan, poniéndose al tanto luego de estar un tiempo cada quien por su lado. Recuerdas como eras hace apenas un año, memorizas aquel dolor que te llevó hasta una clínica y es ahí cuando reflexionas que de no haber sido insoportable, no te hubieras transformado en lo que eres, pues eres tú el responsable.

El dolor está presente, incrustado en nuevas lecciones, apareciendo nuevamente, tomando cascadas de tus lágrimas, imprimiendo recuerdos  de palabras, alejándote del odio y convenciéndote de que el recuerdo es sobrio.

Abres tu conciencia, miras las paredes, ahí están resanando, limpiando, acomodando cada incierto en el caos y el orden. Sabes que eres ese rayo que alcanzó tu cambio y que te convirtió en un mejor ser humano. Los silencios a veces queman, a veces envenenan, provocando que los sentimientos se ahoguen en mares de dolor cuando ellos te des-balancean.

Efectos encadenados son los que te lastimaron después de haber roto la armadura que protegía lo que tanto escondía.

Perdiendo la fe, aquella  arma que se activa persuadiendo para controlar la rabia seca cada vez que un sueño o una expectativa no se cumple.

Tú miras, tú naces, tú creces, la esencia que te hace brillar son los triunfos que conseguiste atándote al ardor de tus venas cada que saliste de esas aguas negras, pues te conoces como un valiente. Sintiendo todo no diciendo nada, fingiendo algo que no es del todo cierto, buscando complacer a los demás aunque sea sólo un momento, cuando en realidad buscas no mirarte; suena raro, pero es cierto.

Tu pensamiento es eterno, es el arma que atraviesa el tiempo, por eso los acontecimientos te atan, pero los sentimientos son libres, te lo confieso.


El Ser Optimista


El sentido común y la mayoría de la gente, siempre nos ha dicho que ser optimistas nos ayuda a ser más exitosos en nuestra vida. Sin embargo, es posible que no tengamos muchas respuestas lógicas al por qué debe ser así, o no tengamos claro exactamente cómo podemos ser optimistas para experimentar sus ventajas.

En los últimos años, la investigación en psicología, se ha esforzado por conocer mejor cuáles fortalezas y competencias pueden favorecer a una mayor satisfacción personal que nos ayude a tener una vida plena 

Aparentemente, esta cualidad ayuda a protegernos de la visión desesperanzada que caracteriza a este problema y “amortigua” el impacto de las dificultades. A su vez, ayuda a vernos con más capacidad para enfrentar los conflictos y sobrellevar mejor el sufrimiento.

Además, se ha demostrado que el optimismo, también parece ayudar a presentar menos enfermedades físicas. Aparentemente, éste es un ingrediente fabuloso a la hora de enfrentar situaciones estresantes, lo que nos ayuda a compensar sus efectos nocivos sobre la salud.

Asimismo, el optimismo puede favorecer un mejor rendimiento académico, deportivo y una mejor adaptación profesional. Su presencia, nos ayuda a superar las dificultades, a la vez que nos permite construir metas y sueños ambiciosos, que nos mantienen motivados y orientados hacia su logro.

¿Cómo actúa el Optimismo?
El secreto parece estar en que las personas pesimistas y optimistas utilizan estrategias diferentes a la hora de afrontar situaciones estresantes
En el caso del optimismo, favorece que se empleen mecanismos mucho más eficientes y constructivos al enfrentarnos a los conflictos.

Esta potente herramienta promueve que se activen respuestas orientadas directamente a resolver el problema, lo que impide, por ejemplo, caer en el típico error de tratar de “olvidar” o de “huir” de ese elemento doloroso o angustiante, lo cual definitivamente no nos ayuda a buscarle una solución al conflicto.

Los optimistas, parecen moverse más fácilmente a resolver lo que les preocupa, se sienten más capaces, con más control y probabilidad de éxito. Por lo cual, hacen más para mejorar y piensan menos en su malestar, buscan más y mejores soluciones, y lo intentan muchas más veces. Por el contrario, los pesimistas tienden a enfocarse en las emociones negativas que les suscita el problema, quedan “encerrados” en un bucle del que es difícil salir y no les conduce a la solución.

Pero… ¿Cómo ser realmente optimista?

Parece tener mucho que ver con las expectativas. Los optimistas, tienen una predisposición a esperar resultados positivos en sus vidas, con una creencia general de que “las cosas van a salir bien” aunque pasen por momentos difíciles. Esta virtud parece desarrollarse en función de la explicación que hemos dado a los eventos en el pasado, es decir, cómo interpretamos nuestras experiencias.
Según se ha encontrado, las personas con un estilo optimista, suelen atribuir los acontecimientos positivos, a causas permanentes, globales y que tienden a deberse a sí mismos. 

Por ejemplo, cuando son ascendidos en el trabajo, lo atribuyen a que la vida es justa y que ellos son realmente competentes. Esto ayuda a tener creencias positivas que invitan a aproximarnos al mundo, a la gente, a experimentar sin miedo, y a confiar en nuestras capacidades, sobre las que tenemos control y son estables en el tiempo.

A su vez, los eventos negativos suelen atribuirlos a factores externos, temporales y específicos. 

Por ejemplo, una actitud hostil de su pareja o un amigo, la atribuyen a que posiblemente ha tenido un mal día y lo ha hecho sin pensar.

Este tipo de explicación nos invita a darle una segunda oportunidad, protege la relación con el otro y a nosotros mismos.

Esto es mucho menos doloroso y más fácil de manejar, que pensar que todas las personas son crueles y que hay algo malo en nosotros que no nos permite tener buenas relaciones. Por lo tanto, el optimista, pone la causa de este evento negativo en algo pasajero y puntual, ¡mañana será otro día!

Aunque el éxito de las cosas que hacemos depende de muchos factores, parece que puede resultarnos mucho más útil aprender a cambiar las explicaciones que damos a nuestras experiencias. 

Mantener la esperanza de que las cosas vayan a mejorar definitivamente nos puede hacer la vida un poco más fácil y ¡más exitosa!


Caminos Intrincados


Abarca con tu mirada todos los caminos para que puedas elegir el tuyo, pero no lo escojas entre los que parecen fáciles y floridos porque no llevan lejos.

Elígelo entre los que se confunden con el infinito,
es decir, entre aquellos a los que tu ojo no alcanza a verles fin.
Y cuando lo hayas elegido, transita por él con alegría, con decisión, con fe.

La alegría te llenará de gozo,
la decisión te dará todo el valor que es necesario para las luchas que te aguardan,
la fe te hará invencible.

Piensa pues, antes de que elijas tu camino,
Cuál te conviene seguir si deseas ir lejos.
Quienes solo trabajan para hoy nada más viven,
quienes trabajan para hoy y para mañana, viven y progresan,
pero los que trabajan para hoy, para mañana y para siempre, elevan y magnifican su vida.

En la medida de nuestras fuerzas, trabajemos para lograr un buen fin.

Cada día hagamos parte de la obra, si no es posible acabarla, pero es necesario que renovemos esperanza, fe y caridad porque en el camino de nuestras ilusiones hay siempre obstáculos, dificultades, lágrimas, decepciones y hasta fracasos.

Lentamente, pero siempre se realizan los sueños.

No te importe fracasar una y otra vez,
los más grandes de entre los hombres fracasaron muchas veces.

Levántate pues cuando tropieces, levántate pues cuando caigas, levántate siempre,
porque quizá un poco más allá de donde tropezaste,
un poco más allá de donde caíste,
Alguien te espera para repetir en nombre de la vida,
la esperanza y el amor:

¡Todo es posible para el que cree!

El Beneficio Mutuo



En momentos como los actuales donde pareciera que imperan la violencia y la desconfianza, en que las personas se interrelacionan entre sí “con los dientes apretados” partiendo de la base de que “aquel que tenemos enfrente” es un potencial enemigo que en el menor descuido nos podría “sacar ventaja” en cualquier asunto en cuestión.

Se nos hace bastante “cuesta arriba” aceptar de que estos acontecimientos que son parte de este relato ocurren dentro de “nuestro propio mundo” que nos estamos refiriendo a una actitud que hoy impera dentro de nosotros mismos, no hablamos de seres extraños provenientes de “otras galaxias” hablamos de nuestros semejantes, los que deberíamos convivir integrados y protegidos por esa inmensa red que conformamos entre todos en esta sociedad de humanos.

Las excepciones que encontramos afortunadamente nos evitan aplicar con dureza una regla que nos califique a todos por igual, como bien dicen nuestros viejos paisanos “todavía está dando buenos criollos el tiempo”  en una manifestación de confianza de que todavía priman en nuestro colectivo un conjunto de valores que nos identifican con “nuestra razón de ser” y que bien vale la pena el fomentar la puesta en práctica de esto tan especial que hemos sabido construir con el aporte de todos, incluyendo a aquellos que sólo se manifiestan con sus ruidos estridentes con el resto, una muy amplia mayoría, que continúa en silencio compartiendo lo mejor de sí en el beneficio mutuo. 
“La palabra bondadoso la empleamos con recurrencia en nuestro idioma para referirnos a aquel individuo que dispone de un carácter tranquilo, apacible y se destaca por su caridad y bondad en la manera de actuar y comportarse, especialmente para con su prójimo.

La Bondad permite referir la cualidad de bueno, la cortesía en el obrar y la inclinación natural que alguien dispone para hacer el bien a los demás.

Filosóficamente hablando, el bien es el valor que le atribuimos a la acción de una persona y que básicamente hace que ésta se incline de modo natural, espontáneo, a la realización del bien y a promover todo aquello deseable y bueno para las personas que lo rodean porque precisamente se dispone de una visión y comprensión del contexto que facilita el obrar de ese modo.

El bien siempre implicará algo correcto, bueno y que producirá en la otra persona satisfacción, en cambio, el mal, lo malo, desencadenará el dolor y el sufrimiento. Jamás, un individuo bondadoso provocará en otro o en la comunidad el padecimiento”.


Cosas De Nuestra Edad


Una de las cosas que muy pocos se detienen a pensar es en la paradójica situación que vivimos los que con el pasar del tiempo (antes de eso nadie te lo contaba ni uno mismo era capaz de entenderlo) nos enteramos de que somos los hijos mayores, al principio parece nada pero todo lo que viene sucediendo desde entonces, para nosotros, los mayores sucede antes, eso sin ponernos a considerar que con mis hermanos menores la diferencia suele estar muy cercana a los treinta años (digo esto para dejar contentas a las damas que suman todas juntas a diez)

Todo esto viene al caso porque cuando llega la hora de evocar los días de nuestra niñez nos damos cuenta de que estamos solos en el recuerdo, los primeros años de nuestra vida prácticamente carecen de testigos vivos y cuando recurrimos a la memoria los personajes que han estado con nosotros se  asemejan mucho a los que pueden conocer los niños en algún cuento de hadas.

El tema en cuestión es que he estado recordando una experiencia que mi padre solía contar relacionada con una visita que realizó conmigo cuando yo tendría algo así como unos tres años al jardín zoológico que en aquel entonces era el único del país y una referencia obligada para todo aquel que quisiera conocer especies animales de los más diversas latitudes del mundo.

Cuenta mi padre que él pensaba en la impresión que tal experiencia significaría en mi tan tierna infancia y que de alguna manera se había preparado para poder darme las explicaciones del caso, siguiendo con su relato dice que en un momento determinado notó mi ausencia y salió rápidamente a buscarme sabía que no podría andar muy lejos y en realidad estaba  cerquita, muy cerquita, le costó un poco identificarme porque pensó que andaría entre las fieras salvajes, pero no fue así, mi silueta se confundía con la de otros animales pero éstos no eran fieras, eran aves de corral especialmente patos por los cuales he sentido siempre una particular inclinación.

Este verdadero privilegio de compartir nuestra vida con estas aves, son tiempos de nuestra existencia en que nos sentimos en comunión con las maravillas de la creación y nos congratulamos por tan singular experiencia.


Conoce A Tu Genio



 “Vivir en tu zona de Genialidad, es muy simple. Solo requieres conocerte a ti mismo e identificar tus Talentos, tus Valores Fundamentales y tu Estilo Natural de hacer las cosas. Vivir todo el tiempo de acuerdo a esto y estarás viviendo siempre en tu zona de Genialidad

Hace un buen tiempo que me he percatado de que convivo desde siempre, es decir desde que me reconozco como una persona humana, que desde entonces convivo con un genio con el cual compartimos una misma estampa que con el paso del tiempo se ha ido transformando en esta imagen con la cual se nos reconoce ahora.

Convivir con un genio tiene sus particularidades pues entre ambos, genio y persona se va construyendo una especie de simbiosis que llega a un punto tal de que uno sinceramente no puede decir que es un humano que tiene un genio o si por el contrario es este genio el que convive y tiene una persona humana junto a él.

Así las cosas los años de convivencia, digamos de fructífera convivencia, nos ha permitido a ambos un desarrollo armónico de nuestras potencialidades, reconozco su ayuda en mis etapas formativas y su absoluta imparcialidad en los temas afectivos o atinentes a los dictados del corazón, especialmente en los conocidos “asuntos femeninos” que me han caracterizado de alguna manera.

Ahora bien, este genio siempre se ha expresado en absoluta prescindencia de lo que pudiera ser mi opinión personal, la que considerando “ciertas circunstancias” hubiera quizás interpuesto alguna objeción a sus tan inquietantes “genialidades”, pero lo concreto es que ambos pensamos de “que la vida es así” y continuaremos las cosas como hasta ahora, lo que equivale a decir que “genio y figura hasta la sepultura”


martes, 20 de agosto de 2019

El Gran Bonete



“Se puede saber más de una persona por lo que dice de los demás, que por lo que los demás dicen de ella.”       LEO AIKMAN.

Existen muchos tipos de maestros: los de la escuela tradicional, los que generan una fuerte influencia en sus alumnos a lo largo de su vida o los grandes maestros de la historia, cuya influencia no sólo queda en la gente de su época o su cultura, sino que su conocimiento y sabiduría trasciende a lo largo de los siglos, como los grandes filósofos: Platón, Sócrates, Aristóteles o Epícteto.

Pero, además de estos grandes maestros universales – que también fueron juzgados y condenados por aquellos que proyectaban en ellos sus partes negadas – , existen otros, los de todos los días, y son aquellos que nos “molestan”, nos enojan y exasperan con sus conductas y sus comportamientos. Aquellos que están cerca de una u otra manera, en la vida de todos los días y que no toleramos porque nos reflejan aquello que, simplemente, no somos capaces de aceptar en nosotros por miedo, vergüenza o prejuicio.

Lo que percibimos en los demás, como en un espejo,  nos refleja mucho de nosotros mismos. El exterior actúa como un espejo para nuestra mente y en él vemos reflejados diferentes aspectos de nuestra personalidad.

Cuando observamos algo que no nos gusta de alguien y sentimos desagrado y rechazo, sin duda esto indica que de alguna manera ese aspecto que nos desagrada existe latente en nosotros.

Si no fuera por esa persona que es tu “pantalla” de aquello que no puedes ver, nunca tendríamos la oportunidad de aprender eso en nosotros mismos.

Cuando juzgamos o criticamos a alguien por ser demasiado arrogante, presumido, insoportable, también tenemos la oportunidad de convertirla en nuestra maestra de dichas características reconociéndolas, de alguna manera, en nosotros mismos.

Hay comportamientos que, desde la infancia, se nos enseñan como negativos y, cuando crecemos, la sociedad nos fortalece la idea de que debemos rechazarlos. Ese aprendizaje es tan poderoso,  que cuando identificamos la más mínima señal de dichos comportamientos en nosotros,  los negamos de manera rotunda o lo reprimimos.

¿Y dónde colocamos todo eso que rechazamos y que nos molesta? obviamente, en esa persona “insoportable” que tanto nos desespera y rechazamos por ser tan arrogante, envidiosa, egoísta o criticona.

También a nosotros nos puede quedar bien “el gran bonete”

Para aquellos que no conocen el juego del gran bonete, he aquí una sencilla explicación

Los chicos se sentarán formando un círculo, y en el centro estará el que haga de Gran Bonete. Cada participante tendrá asignado un color.
El juego se inicia con las palabras del Gran Bonete:
- Al Gran Bonete se le ha perdido un pajarillo y dice que el Negro lo tiene (señalando a cualquiera de los participantes, tenga éste último el color nombrado o no, para tratar de confundirlos)
Si el negro está atento dirá:
- ¿Yo, señor?
- Si, señor.
- No, señor.
- Pues, entonces ¿quién lo tiene?
- ¡El Verde!

La falta se produce cuando contesta alguien que no tiene el color al que se alude. En ese caso se anota prenda y a las 3 prendas, se paga penitencia.

Comenzar Por Casa

Cosas que no solamente cuestan entender sino que el simple hecho de aceptarlas implica un reconocimiento de la gran dicotomía que desde siempre ha estado latente entre nosotros los siempre sobrevalorados humanos a quienes nos cuesta cada vez más intentar disimular, ni digo justificar, las flagrantes contradicciones que nos definen como especie, dominamos el mundo que nos rodea, nos deslumbramos ante el poder de nuestro intelecto y de nuestra indudable capacidad creativa, pero tampoco existen dudas de que somos los mayores depredadores del medio ambiente en el cual vivimos, que nuestra ambición, deseo de poder y el consecuente sometimiento, carecen de límites ni de valoraciones morales que pudiesen de alguna manera oficiar como un marco, un paradigma, que nos sirviera de referencia en cada una de nuestras acciones.


Cuando tomamos conocimiento de que hay personas que por definición son nuestros semejantes, que pareciera que no tienen otra cosa más que hacer que el dedicarse a destruir todo lo que encuentra sin el mínimo sentido de responsabilidad por aquello que hace, simplemente lo hace sin siquiera rozarle ni pasarle por las antípodas de que la criatura humana es en sí misma un ser creativo que transforma agregando valor a todo lo que pasa por sus manos, el observar el comportamiento de tales destructores de su entorno como lo suelen hacer aquellos que hacen parte de “nuestra especie” que hasta pueden ser integrantes de nuestra propia familia o nuestros núcleos sociales más íntimos, tendremos que concordar de que tal forma de proceder es sencillamente inadmisible, que es algo que no toleraríamos en un irracional cuadrúpedo , por no decir lisa y llanamente un burro que no sabe tolerar ni convivir con su propia burricie.

Saber Hacer

“Saber, saber ser y saber hacer es la ecuación que en los nuevos tiempos traza y define el camino que nuestros estudiantes deberán irremediablemente recorrer si desean convertirse en profesionales actualizados, competentes y responsables.

Al descomponer esta ecuación, la palabra “saber” hace referencia al conocimiento científico impartido, siendo este la base de la formación profesional; “saber ser” hace referencia a las condiciones humanas que son intrínsecas a la persona y que deberían ser fundamentales, pues se refiere a aptitudes y comportamientos en función de las reglas de la ética y de la humanidad, también se refiere al sentido de responsabilidad.

“El saber hacer” hace referencia a la habilidad que debe poseer un profesional para ejercer bien su trabajo. Esta ecuación se conoce pedagógicamente bajo el nombre de aprendizaje por desarrollo de competencias y es el camino o la tendencia que se impone cuando se desea formar profesionales bajo los parámetros del mundo de hoy.

“Haz las cosas como si fuera el último día que podrías hacerlas, desde el comienzo de tu día procura hacer las cosas bien, si vas a ir a trabajar hazlo bien, si vas a estudiar hazlo bien, si vas a despedir a tu familia hazlo bien, si vas a hacer algún deporte hazlo bien.

Aquellas personas que logran entender que todo avance lo único que necesita es un comienzo y entregan todo lo que este a su alcance plantando la semilla correcta, en el lugar correcto tendrán por seguro que ésta crecerá sin mayor persuasión logrando de esta forma…”

“Llegar a tu casa por la noche y dormir sabiendo que hiciste las cosas bien es un estado de felicidad porque diste lo mejor de ti a la sociedad y eso te hace sentir el bien estar.  Esta actitud en la vida te dará fuerzas para alimentar el bien ser y el bien hacer en tu próximo día, todo se vuelve un círculo virtuoso.

Sentirás siempre la fuerza de los antiguos hábitos tratando de tirar, pero una vez vencidos los limites los pones vos.”


“Luego de trabajar mucho en lo anterior, este último paso vendrá solo. Te rodearás de personas que realmente te aprecien, tú mismo te sorprenderás de las cosas que eres capaz de hacer y conseguirás el éxito en cada nueva meta que te propongas.

Piensa cómo quieres llegar al invierno de tu vida y replantéate las cosas que estás haciendo minuto a minuto.”




Tener Para Poder Dar



No puede ser feliz, no puede dar felicidad, quien no está cómodo en la vida, no puede hacer que otros se sientan bien. 

Por eso hay personas que contagian su felicidad, así como personas que siempre tienen quejas y dejan tras de si un largo rastro de amargura. No se puede dar lo que no se tiene.

Cuando se piensa en esta frase, de inmediato pensamos en las cosas materiales que cada cual posee, pero esta reflexión no va de eso, es de aquellas personas que viven siempre en forma triste y maldiciendo su mala suerte, porque según ellos todo les sale mal.

Personas que siempre desean cosas que no están a su alcance, cosas que otros tienen.

Personas que cuando algo tienen no saben apreciarlo y sólo piensan que debieran tener más.
Todo sería diferente si esas personas pensaran por unos minutos que la felicidad y el gozo que se puede obtener en la vida, nos las brindan las cosas sencillas, cosas que siempre están a nuestro alcance, como un amanecer, disfrutar de mirar una flor, de ver reír a los niños o simplemente agradecer lo que la vida no ha dado.

Esas clases de personas, por más que les muestres estas cosas no sentirán nada, no tendrán alegría, y no lograrás hacerles sonreír con aquellas cosas que tú disfrutas. Puedes disfrutar de esas cosas porque estás llena de amor, de ilusiones, de esperanza, te sientes contenta por dentro y eso es hace que seas una persona completa.



El Decir Y El Hacer


“Porque del dicho al hecho, 
hay un largo trecho, hay un largo trecho,
no malgastes palabras, que barra el agua, qe lleva el viento,
porque del dicho al hecho,
hay un largo trecho, hay un largo trecho, “


Este refrán refleja que en ocasiones las palabras o promesas del individuo no son reflejadas en sus acciones, y es por ello que el hombre no debe confiar en las promesas que no pueden cumplirse. Por ejemplo: en las campañas políticas, que los políticos aprovechan para dar su mejor discurso prometiendo y ofreciendo cientos de beneficios al pueblo para captar las atenciones de los ciudadanos y asegurar su voto, pero que al pasar el tiempo las propuestas ofrecidas son diferentes a la realidad de los hechos.   

En este sentido, dicho refrán refleja la discordancia entre las palabras y los hechos, y es por ello que es usado como advertencia para desconfiar de las palabras del otro, ya que es fácil hablar y prometer pero lo difícil es cumplir, y de ahí se observa la sinceridad y el compromiso del individuo en realizar o concluir lo propuesto.”

Los dictados que nos llegan desde el concepto egoísta, ese tan particular que de alguna manera  nos intentan convencer de que es una “pérdida de tiempo” el preocuparnos por los demás, que a nadie le importa si no damos cumplimiento con nuestras promesas ya olvidadas, ese concepto tan individualista como evasivo, intenta vanamente poner una distancia de falsas excusas entre lo que “pensamos hacer” y aquello que en realidad realizamos.

Muchos opinan, generalmente desde el anonimato, que “la solidaridad no paga” que es mejor no meterse y dejar que “se arreglen como puedan” pero yo me pregunto: ¿alguien puede estimar el valor de una buena acción? ¿cuánto vale el servicio que brindamos?  Las respuestas a estas interrogantes se responden solas, el valor de aquellos que cumplen con lo que prometen es tan grande que no tiene precio ni existe otro lugar donde puedan comprarlo.



Satisfacción


“La satisfacción es un estado de la mente, generado por una mayor o menor, según corresponda, optimización de la retroalimentación cerebral, por la cual las diferentes zonas cerebrales compensan el potencial energético dando una sensación de plenitud, en tanto, la menor o mayor sensación de satisfacción que alguien presente dependerá de la optimización del consumo energético que lleve a cabo el cerebro, es decir, cuanto mayor sea la capacidad de neurotransmitir  mayor será la posibilidad de satisfacción.

Si no se consigue la optimización mencionada devendrá la insatisfacción y el individuo de inmediato empezará a sentir inquietud e insatisfacción como consecuencia de ello.

Si la satisfacción es acompañada por la seguridad racional de haber hecho lo que se encontraba a nuestro alcance, y encima con un grado de éxito, tal situación contribuirá a sostener el estado armonioso en lo que a funcionamiento mental respecta.

Por otra parte, debemos decir que la satisfacción dispone de una gran cuota de subjetividad porque básicamente las personas somos todas diferentes y no sentiremos la misma satisfacción ante la obtención de los mismos resultados.

Hay personas que por sus características personales se acomodan y aceptan quedarse con lo que tienen y con ello son felices, en tanto, hay otros que son más exigentes o menos conformistas y entonces siempre quieren más y más, y muchas veces sucede que jamás terminan satisfechos.

Este tipo de persona suele mostrarse más apesadumbrada y quejándose, mientras que los que se alegran con la consecución de pequeñas cosas suelen ser más optimistas y felices.

La contracara de este sentido del concepto es el desagrado que implicará el descontento o disgusto que algo o alguien le provoca.