Cuando tomamos conocimiento de que hay personas que por definición son
nuestros semejantes, que pareciera que no tienen otra cosa más que hacer que el
dedicarse a destruir todo lo que encuentra sin el mínimo sentido de
responsabilidad por aquello que hace, simplemente lo hace sin siquiera rozarle
ni pasarle por las antípodas de que la criatura humana es en sí misma un ser creativo
que transforma agregando valor a todo lo que pasa por sus manos, el observar el
comportamiento de tales destructores de su entorno como lo suelen hacer
aquellos que hacen parte de “nuestra especie” que hasta pueden ser integrantes
de nuestra propia familia o nuestros núcleos sociales más íntimos, tendremos
que concordar de que tal forma de proceder es sencillamente inadmisible, que es
algo que no toleraríamos en un irracional cuadrúpedo , por no decir lisa y
llanamente un burro que no sabe tolerar ni convivir con su propia burricie.
martes, 20 de agosto de 2019
Comenzar Por Casa
Cosas que no solamente cuestan entender sino que el simple hecho de
aceptarlas implica un reconocimiento de la gran dicotomía que desde siempre ha
estado latente entre nosotros los siempre sobrevalorados humanos a quienes nos
cuesta cada vez más intentar disimular, ni digo justificar, las flagrantes
contradicciones que nos definen como especie, dominamos el mundo que nos rodea,
nos deslumbramos ante el poder de nuestro intelecto y de nuestra indudable
capacidad creativa, pero tampoco existen dudas de que somos los mayores
depredadores del medio ambiente en el cual vivimos, que nuestra ambición, deseo
de poder y el consecuente sometimiento, carecen de límites ni de valoraciones
morales que pudiesen de alguna manera oficiar como un marco, un paradigma, que
nos sirviera de referencia en cada una de nuestras acciones.
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