En nuestros contactos que permanentemente realizamos, vamos creando
distintas modalidades de relacionamiento mutuo, muchos de los cuales implican
acuerdos de hecho, en posiciones sobre diversos temas que hacen a la manera de
manifestarnos en forma conjunta.
Resulta algo obvio mencionar que cuando acordamos compartir una
determinada posición, lo que realmente está en juego es el grado de
credibilidad de los actores en cuestión situación que implica un comportamiento
acorde con “la palabra empeñada” asumiendo las posturas resultantes de tal
acuerdo como lo que debe ser, un compromiso.
“Se dice que una persona se encuentra comprometida con
algo cuando cumple con sus obligaciones, con aquello que se ha propuesto o que
le ha sido encomendado. Es decir que vive, planifica y reacciona de forma
acertada para conseguir sacar adelante un proyecto, una familia, el trabajo,
sus estudios, etc.
Para que exista un compromiso es necesario que haya conocimiento.
Es decir, no podemos estar comprometidos a hacer algo si desconocemos los
aspectos de ese compromiso, es decir las obligaciones que supone.
De todas formas se considera que una persona está realmente comprometida
con un proyecto cuando actúa en pos de alcanzar objetivos por
encima de lo que se espera.
En una familia, por ejemplo existen diferentes grados de compromiso, de
acuerdo al rol que cada persona ocupa dentro del grupo.
Los padres tienen la obligación no sólo de proporcionar a
sus hijos los medios materiales para subsistir, sino también espirituales, es
decir deben acompañarlos, apoyarlos, conversar, jugar con ellos. Por otro lado,
tienen un compromiso con su pareja con quien deben tener
una relación de mutuo respeto, avivar el amor y cuidar
todos los aspectos de la relación, ir de paseo juntos, disfrutar del tiempo de
pareja, ser cariñosos y cuidarse entre sí.”
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