En las relaciones humanas se suelen confundir
ciertos términos que una vez que tales situaciones se presentan en la
convivencia diaria se transforman en focos de tensión generadores de
conflictos, reclamos y "malos humores" de muy difícil contención.
Es frecuente que en el afán de crear un clima
armonioso en nuestras relaciones encontremos que tal o cual persona
posee los atributos que tanto admiramos y que pareciera que hemos logrado, con
su tan apreciable aporte, completar una muy provechosa relación.
Es por esta circunstancia que entendemos oportuno
precisar algunas definiciones que nos puedan ayudar a comprender mejor
esta tan particular como necesaria cuestión que suele presentarse, sin previo
aviso, en este complejo mundo de las relaciones humanas.
Existen dos maneras predominantes: completarse y
complementarse.
Y las diferencias son muy notables ¿Completar o
complementar?
Completar puede repercutir negativamente en ambas
personas. Cuando una persona completa a otra pasa a ser una dependencia
constante, y nos quita la libertad de ser nosotros mismos.
En cambio, el concepto de complementar es mucho más
diverso y distendido. Cuando dos personas se complementan, sacan lo mejor de sí
cuando están juntos.
Pasan a ser uno solo. "Un alma sola dividida
en dos". Eso no quita que no puedan ser si están separados.
Esa es la diferencia entre completar y
complementar.
Al completar, significa que hay un vacío en uno de
los dos (o ambos) y se busca algo que pueda llenar ese vacío. Ese algo que
pueda completarlo.
Al complementar, tenemos una forma que al juntarse
con otra forma, crea algo bello.
Pero esa belleza sigue existiendo aunque no se
junten las almas. Cuando se juntan, la belleza es absolutamente pura. La fuerza
es mayor pero aunque separados, sigue siendo suficiente.
Cuando se completan, la fuerza es suficiente al
juntarse pero al separarse son muy débiles.
Por eso hay que intentar complementarse, nunca,
nunca, nunca completarse. No es sano.
Aunque nos suenen parecidos no es lo mismo que
alguien tenga por nombre el de María Montes a que la misma persona se llame
María y viva en un monte.
Parecido, indudablemente, no es igual.
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