Un antiguo juego que solíamos jugar cuando éramos niños tenía un estribillo que todos cantábamos a la espera de que el lobo surgiera intempestivamente en la escena.
La canción decía más o menos así:
“juguemos en el bosque mientras el lobo no está” y todos exclamábamos a
coro “¿lobo estás?”
Lo que me ha traído a la memoria esa vieja canción de nuestra niñez han
sido los últimos acontecimientos que pareciera que han “conmocionado ”al mundo
occidental y cristiano, sobre todo y para ser un tanto más preciso, al mundo
comprendido por el que constituimos “el patio trasero” de nuestros poderosos
“vecinos del norte”
Lo que ha ocurrido está muy lejos de representar “el estado de
catástrofe” que la mayoría de los gobiernos y los medios de comunicación, sobre
todo éstos últimos, nos han querido trasmitir en estos últimos meses, parece
que no nos hemos percatado que las transformaciones también se hacen
notar en la parte norte de nuestro hemisferio, los resultados ante los que
“continuamos jugando en la ronda del miedo” están a la vista y tendremos
que “agiornarnos” es decir, “ponernos al día” en las consecuencias de una
globalización que nos repercute en el estado de animo de todos los que directa
o indirectamente “nos involucramos”
En resumen, muy breve por cierto, vemos como “esa sensación de miedo
colectivo” ha incidido muy fuertemente en la clase media blanca “tradicional”
de los ciudadanos antiguamente “todopoderosos” de los estados más
industrializados de Norteamérica, quienes ha sufrido en carne propia la pérdida
de algunos privilegios los cuales han sido absorbidos por una clase de
emigrantes mucho más preparada para ocupar los puestos de trabajo que las
nuevas tecnologías han ido introduciendo en la industria y ante esta sensación
de inseguridad, por no decir de “verdadero pánico” la otrora poderosa
clase media blanca ha optado por intentar “cerrar sus fronteras” y refugiarse
en las promesas un tanto mesiánicas de quien ha resultado a la postre el
ganador de las elecciones.
Como se suele decir, “la alegría va por barrios” esta vez la ciudadanía
norteamericana está sintiendo “en carne propia” la misma medicina que “nuestra
clase política” nos ha aplicado en Latinoamérica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario