No hay duda de que para que puedan comprenderse, ambos extremos, el de quién imparte y el de quien recibe, debe existir entre ellos un eslabón común que como si fuese una amalgama que les recubre, uniformice intereses contemplando tanto a la voluntad del que sabe, como al de aquel necesita aprender.
“Se conoce como comprensión lectora al desarrollo de significados mediante la adquisición de las ideas más importantes de un texto y a la posibilidad de establecer vínculos entre éstas y otras ideas adquiridas con anterioridad.
Es posible comprender un texto de manera literal (centrándose en aquellos datos expuestos de forma explícita), crítica (con juicios fundamentados sobre los valores del texto) o inferencial (leyendo y comprendiendo entre líneas), entre otras.
Los factores que influyen en la comprensión de la lectura son: el lector, la lectura en sí, los conocimientos que la persona tenga de antemano y las formas que utilice para realizar dicha acción.
Cabe señalar que una de las razones que se relaciona con la deserción escolar es la incapacidad de los alumnos para comprender lo que leen y posiblemente esta sea responsabilidad del sistema educativo, donde se enseña a leer pero no a comprender lo que se lee.
La razón por la que muchos niños no sienten interés por la lectura es porque no saben comprender, y eso los frustra y aburre. Si en el colegio recibieran lecturas más amenas o que tuvieran más que ver con su vida cotidiana, seguramente habría muchos más jóvenes que se acercarían a la lectura y se apasionarían.
Consideramos que deben extremarse todos los recaudos para que pueda crearse un clima adecuado que disipe las brumas de la desconfianza, aleje la soberbia, construyendo puentes de entendimiento que permitan avanzar el conocimiento donde aún predomina la ignorancia.
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