En aquella persona que hay codicia hay una absoluta falta de solidaridad y de interés por las necesidades que pueden tener los otros, especialmente los pobres. No existe ningún tipo de sensibilidad por ellos, por saber que la pasan mal y necesitan de una ayuda caritativa.
Al codicioso no le importa en lo más mínimo que su riqueza se construya sobre la base de la pobreza y la desventura de otros, porque no tiene ni un mínimo de caridad o sentir social.
Por caso, cuando una persona con este perfil se encuentra ocupando un cargo político importante del que depende el bienestar de una nación es un flagelo, porque el codicioso no repara jamás en procurar que quienes lo rodean estén bien y no pasen necesidades.
Íntimamente vinculado al término de avaricia, que es el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer riquezas para atesorarlas, la codicia, se diferenciará de ésta ya que la codicia si bien supone como la avaricia el afán excesivo de riquezas no presenta la voluntad de atesorar a las mismas como sí ocurre con la avaricia.
Porque quien es avaro pretenderá acumular bienes y riquezas de todo tipo y jamás estará dispuesto a gastarlas o compartirlas con otro, en cambio, puede darse que el codicioso que se desvive por lograr mucho dinero, una vez que lo obtenga sí lo comparta con aquellos seres más queridos, por ejemplo, sus padres, su esposa, sus hijos, entre otros, o se dedique a gastarlo para sí.
Por codicia, un individuo puede cometer diversos delitos: desde estafas hasta robos e incluso asesinatos, si es que el accionar le permite obtener beneficios.
Sin llegar a ese extremo, una persona puede descuidar a sus seres
queridos o actuar con egoísmo por codicia.
La codicia deriva del miedo básico a no tener, por lo que sin darnos
cuenta cuanto más codicioso seamos más nos estaremos auto destruyendo.
Llenar el vacío interior con cosas materiales sólo agravará el problema
y hará que la persona se sienta peor con ella y con el mundo que la rodea. La
codicia es impulsada por el sentido fundamental de la privación, una necesidad
de algo que está ausente o no disponible para nosotros.
Cuando el sentimiento de carencia (sobre todo emocional) es
particularmente fuerte, una persona puede llegar a obsesionarse con la búsqueda
de cosas que “necesita”, tratando de buscar posesiones potenciales que le hagan
eliminar esa dolorosa sensación de vacío que tiene arraigada en el corazón.
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