“La esencia da cuenta de aquellas características sin las cuales un ser
no sería quien es, características que determinan que algo sea invariablemente
de una manera específica y no de otra.
Aristóteles fue quien usó por primera vez el concepto, ligándolo a lo
que define una cosa.
Es decir que el filósofo griego definió a la esencia de un ser como a
aquello que se considera que es en relación consigo mismo. Por lo tanto la
definición de una cosa establece la esencia de ella, lo importante y
trascendente, lo que no cambia ni se transforma.
Se opone al concepto de accidente, es decir, a lo superfluo o
superficial.
Para la filosofía, accidente es aquello que si bien pertenece a una
cosa, no es permanente, invariable, necesario ni constante como es la
esencia.
Los seres concretos tienen algo inteligible y estable, rasgos de su
naturaleza que hacen que ese ser sea de determinada manera y no de otra, que
algo sea lo que es y no sea otra cosa.
A eso se refiere la esencia, a lo que no es contingente, a lo que le
pertenece de modo tal que si no lo tuviera llegaría a aniquilarse.
De este modo, en la esencia del ser humano está implícito su ser
racional como uno de los fundamentos constitutivos del hombre.
Sin embargo no es de su esencia el pertenecer a una raza determinada,
tener determinada altura o color de piel, rasgos que son accidentales y
accesorios sin los cuales el hombre no dejaría de ser hombre”.
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