miércoles, 2 de octubre de 2019

Cuando Creamos



La mente creativa es inherente a todo ser humano y la puedes utilizar para pensar en buenas estrategias que te lleven a cumplir objetivos de diferente naturaleza.

La creatividad es un don magnífico con el que cuentas y debes utilizarlo para tu beneficio. Solo que hay ciertos comportamientos que no favorecen la creatividad, por ejemplo el cerrarse a nuevos métodos para llegar a un resultado y suponer que la forma actual de hacer las cosas es la mejor.

Las historias de éxito que te pueden dar mucha inspiración están basadas en el uso de la mente creativa. Estas personas buscaron la manera de establecer una diferencia y pensar en una idea innovadora que cambiara los conceptos tradicionales y lo consiguieron.

La mente creativa dará los momentos ¡Eureka! O de gran inspiración normalmente después de un proceso muy bien estructurado para cumplir lograr una meta. Cuando no existe orden y perseverancia es difícil que la mente creativa se manifieste.

La creatividad es necesaria para mejorar la inteligencia. La creatividad ha sido el motor de la evolución de nuestra sociedad. Creatividad es una idea, un concepto, es el descubrimiento de nuevos avances en la salud, creatividad es el descubrimiento de nuevos materiales en la industria. 

Es la producción de obras literarias, de pintura, escultura, música, cine. La creatividad es la inteligencia de los sentidos.

La creatividad también nos sirve para solucionar problemas, desarrollando nuevas estrategias. Si se tiene un problema es bueno reflexionar y cambiar la forma de ver las cosas. Pensar en mejorar nos lleva a cambios y nos predispone a ser creativos buscando nuevas soluciones.

Factores importantes para desarrollar la creatividad.

- Divergencia, no guiarse por lo que otros opinan sino se está de acuerdo.

- Iniciativa. La persona con iniciativa suele buscar soluciones y tomar decisiones de manera habitual lo que le predispone a ser más creativo.

- Fluidez: La fluidez se alcanza con la práctica, un deporte, la música, escribir, pintar, aprender matemáticas con la práctica lograrás fluidez y con la fluidez puedes entonces ser creativo en el desarrollo de esa actividad.

- Originalidad: Atreverse a innovar, a ver las cosas desde otros puntos de vista.

- Flexibilidad. Admitir ideas de otros, no pensar que nuestras ideas son las únicas, considerar otras opciones enriquece el pensamiento.

- Autoestima: La autoestima es clave para tener seguridad en nosotros mismos, saber que podemos aportar cosas a la sociedad.

- Sensibilidad: La sensibilidad es una cualidad para percibir matices, detalles, sensaciones, emociones. Si una persona carece de sensibilidad es difícil pueda ser un buen creativo.

- Elaboración. Llevar a cabo las ideas, trabajarlas, elaborarlas es lo que lleva a que la creatividad fructifique

- Motivación. La motivación es importante para la creatividad, a veces es añadir "un algo más" sobre algo que otro ha creado, pero ese algo más, es la diferencia. Como por ejemplo lo que añadió Morse creando un modelo de telégrafo con un solo cable que trasmitía un código de letras y rayas (código Morse) y podía enviar diez palabras por minuto.

Hablemos De Dignidad


La dignidad, o «cualidad de digno» (del latín: dignĭtas, y que se traduce por «excelencia, grandeza»), hace referencia al valor inherente al ser humano por el simple hecho de serlo, en cuanto ser racional, dotado de libertad.

El respeto a la dignidad humana implica un compromiso para crear condiciones en que los individuos puedan desarrollar un sentido de autoestima y de seguridad. 

La verdadera dignidad proviene de la capacidad de ponerse a la altura de los desafíos inherentes a la condición humana.

Esta seguridad no es probable que pueda fomentarse en aquellas personas que tienen que vivir bajo la amenaza de la violencia y de la injusticia, en condiciones de mala gobernabilidad e inestabilidad, o expuestas a la pobreza y a la enfermedad. La erradicación de esas amenazas debe ser el objeto de todos aquellos que reconocen el carácter sacrosanto de la dignidad humana y de quienes se esfuerzan por fomentar el desarrollo humano.

El desarrollo, concebido como crecimiento, progreso y realización del potencial, depende de los recursos disponibles –y no hay recurso más potente que las personas fortalecidas por la confianza en su valor como seres humanos.

El concepto de desarrollo humano ya no es nuevo. Pero algunos analistas todavía consideran que sus aspiraciones son atrevidas y audaces –incluso algunos podrían decir que son abrumadoras y temerarias. Los problemas son innumerables, siempre cambiando y siempre los mismos –una gama compleja y fluida de cuestiones sociales, económicas y políticas que es imposible abarcar en su totalidad.

El hecho de que resulte imposible una delimitación constituye el núcleo del problema que plantea la tarea del desarrollo humano. Exige un esfuerzo constante y la capacidad para considerar las cuestiones, flexibilidad y respuestas rápidas. El proceso de desarrollo humano requiere espíritu de decisión e ingenio humanos.

Las personas desesperadas, indefensas y despojadas de su dignidad, apenas son capaces de activar esas funciones. 


La Vida Que Vivimos


La vida que vivimos no le hace mucho caso al tiempo cronológico que transcurre desde nuestra venida al mundo a estos momentos en los que escribimos nuestras impresiones desde el teclado de nuestro ordenador, es evidente que la vida, vale decir, lo relacionado con nuestra existencia, no se mide por días, semanas, meses o años transcurridos, simplemente sabemos porque sentimos a la vida manifestándose desde nuestro interior que este tiempo, es “nuestro tiempo ” desde el cual marcamos nuestra presencia y decimos lo que decimos.

En este día, todo parece indicar que seguimos empecinados en seguir respirando, de manera que en vez de pensar que tenemos “un año más”, lo que sentimos es que lo que en realidad ocurre, es que ganamos un “tiempo más de vida”, lo que nos pone en sintonía con los “dinosaurios” que solían proliferar en “aquellos tiempos “ sin duda la cronología nos dice, o nos alerta, vaya uno a saber, de que estamos “longevos” lo que no quiere decir de que estemos al borde de considerarnos “en desuso” quizás, algunos puedan pensar, con todo derecho, de que a esta altura del partido podamos estar “chocheando” cosa que no advertimos y por lo tanto seguimos con nuestra actividad tan campante.

De todas maneras continuemos “generando vida” nuestra mente e intelecto mantienen sus funciones vitales y por lo tanto siguen considerando de que nada impide que mientras transcurran los “años calendario” los acontecimientos que vivenciamos nos mantengan vigentes en nuestras apreciaciones y comentarios.

De ser así, dejaremos de lado todos los elementos que nos identifican con “la antigüedad” para proseguir con nuestra manía, algunos dirán que "terquedad", de exponer en nuestros artículos tal como lo venimos haciendo, sumamente agradecidos por la energía que a diario percibimos la cual nos permite continuar con nuestra humilde tarea de pensar y exponer lo que sentimos que debemos decir.

Muchas Gracias

Vivencias Acumuladas


“Todos deseamos llegar a viejos, y todos negamos que hayamos llegado”
-Quevedo-

Las etapas evolutivas
Como decíamos, cada etapa evolutiva, tiene sus propias características, las cuales solemos aceptar y evolucionar con ellas, sin demasiados conflictos emocionales. Al menos, no más allá de los propios necesarios para crecer. Y es importante, reflexionar acerca de que llegar a cada etapa de la vida, ha supuesto necesariamente vivir la anterior.

Se trata entonces, de que hay que aprender a valorar que nunca dejamos de ser niños, ni jóvenes ni adultos, sino que cada etapa y sus aprendizajes nos acompañarán durante toda nuestra existencia, siendo un equipaje para el camino que nos quede por recorrer.

“La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con la que jugábamos cuando éramos niños”.
-Frederick Nietzsche-

Pasar de etapa
Podríamos imaginar que nos especializamos en una profesión cualificada, y por ello, vamos pasando por diferentes tipos de formación y experiencia, así como, por el desempeño práctico de la profesión, propio del nivel que vamos adquiriendo.

Es así también, como pasamos de etapa en etapa, por la vida, especializándonos cada vez más, obteniendo mayor sabiduría, y por tanto, modificando nuestras tareas y desarrollo de actividades, en función de la edad.

Podríamos decir, que a más experiencia, el trabajo se vuelve más liviano, más calmado, más descansado… dejando así paso a aquellos que empiezan su formación en la vida, y se dedican al trabajo más arduo y difícil, necesario para aprender y obtener el grado de especialista, como ya lo obtuvieron sus antecesores mayores.

“Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”
-Ingmar Bergman-

Sin duda, cumplir años, añade experiencias y aprendizajes a la vida, llegando a tener una sabiduría que solo es propia de las personas más mayores de nuestra sociedad. Y esta sabiduría es a su vez, un tesoro para los más jóvenes, aquellos que empiezan a vivir la vida sin experiencias y necesitados de apoyo y consejo.

Por esto, cumplir años, en cualquier etapa que sea, siempre fue y seguirá siendo un apoyo de experiencia y educación hacia las personas de nuestro alrededor menores de edad que nosotros.



martes, 1 de octubre de 2019

Cuando Todo Es Posible


“Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna”. Oscar Wilde
Cuando hablamos del amor no estamos hablando de ser narcisistas. Tampoco hablamos del uso constante del “yo, yo, yo” ni de vivir pensando únicamente en nuestros intereses propios. 

Cuando nos referimos al amor tampoco estamos haciendo hincapié en luchar contra el mundo para poder expresarnos o conseguir aquello que queremos.

El amor propio y la autoestima son elementos imprescindibles para que cualquiera de nosotros llevemos una vida satisfactoria y plena. Muchos de nosotros no hemos sabido querernos de forma sincera, lo cual nos lleva a no conocernos del todo, ya que perdemos el interés por nosotros mismos.

Pero, cuando aprendemos a amarnos iniciamos el camino del autoconocimiento, la aceptación y el trabajo que nos permite sentirnos seguros con aquello que nos hace sentirnos completos. Te permites romper con aquello que te limita y no te permite vivir libre.

“Cuando nos damos cuenta de lo especiales que somos simplemente por ser nosotros, terminamos por admirarnos

Entonces es cuando te amas a ti mismo con todo tú ser y sientes que:

– Dejas ir la culpa, vergüenza y la ira. Tus mejores amigos se convierten en el entendimiento, la creación y el poder en nuestras vidas. 

– Sientes, escuchas y crees en tu poder. No importa lo que los demás piensan o dicen de ti; lo que importa es cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos.

– Te sientes en paz. Te aceptas a ti mismo, con tus propias fortalezas y debilidades de forma incondicional.

– Te haces responsable de tu vida, sintiendo que tú mismo eres la fuente de la felicidad que deseas y sientes. Entonces es cuando descubres que eres el origen para cambiar cualquier cosa que desees, tu futuro, relaciones, valores personales. Cualquier situación que necesites.

– Te sientes uno con el mundo, y no tienes miedo a la soledad. Comienzas a proteger, cuidar y valorar la vida y la naturaleza que te rodea y forma parte de ti.

– Te permites valorar el mundo donde vives y realizar tu deseo o meta vital.

– Cuanto más te miras con amor, más practicas el amor y la aceptación hacia los demás. Te permites dejar ir pensamientos que niegan y crean barreras en tu propia realidad, convirtiéndote en un apasionado de lo que en realidad es.

– Aceptas los errores y fracasos, haciendo participe a la vulnerabilidad en tu vida. Empiezas a ser humano.
– Te sientes suficiente y no tienes la necesidad de compararte o superar a los demás. No necesitas la aprobación material de nadie.

– El miedo ya no es tu verdugo. El saber que el amor es el poder más fuerte de todos hace que no temas a nada. Elegir el amor sobre el miedo permite que seas un alma y ser libre.

– Amarte a ti mismo significa ser consciente de aquellos pensamientos que te están generando algo negativo, y cómo reaccionamos cuando los pensamos o sentimos. Nos preguntamos su “para que” y decidimos sentirnos bien y darles un giro para ello.

– Te sientes seguro. Amarte a ti mismo significa saber que siempre vas a estar ahí para ti. Nunca te abandonarás.

– Brillamos de forma natural sin un trabajo o lucha para ello.

“Ámate a ti mismo primero y todo lo demás vendrá a continuación. Realmente tienes que amarte a ti mismo, para conseguir hacer algo en este mundo.”  Lucille Ball
                                             


Elevada Autoestima

“Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna”. Oscar Wilde

Cuando hablamos del amor no estamos hablando de ser narcisistas. Tampoco hablamos del uso constante del “yo, yo, yo” ni de vivir pensando únicamente en nuestros intereses propios. 

Cuando nos referimos al amor tampoco estamos haciendo hincapié en luchar contra el mundo para poder expresarnos o conseguir aquello que queremos.

El amor propio y la autoestima son elementos imprescindibles para que cualquiera de nosotros llevemos una vida satisfactoria y plena. Muchos de nosotros no hemos sabido querernos de forma sincera, lo cual nos lleva a no conocernos del todo, ya que perdemos el interés por nosotros mismos.

Pero, cuando aprendemos a amarnos iniciamos el camino del autoconocimiento, la aceptación y el trabajo que nos permite sentirnos seguros con aquello que nos hace sentirnos completos. Te permites romper con aquello que te limita y no te permite vivir libre.

“Cuando nos damos cuenta de lo especiales que somos simplemente por ser nosotros, terminamos por admirarnos

Entonces es cuando te amas a ti mismo con todo tú ser y sientes que:

– Dejas ir la culpa, vergüenza y la ira. Tus mejores amigos se convierten en el entendimiento, la creación y el poder en nuestras vidas. 

– Sientes, escuchas y crees en tu poder. No importa lo que los demás piensan o dicen de ti; lo que importa es cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos.

– Te sientes en paz. Te aceptas a ti mismo, con tus propias fortalezas y debilidades de forma incondicional.

– Te haces responsable de tu vida, sintiendo que tú mismo eres la fuente de la felicidad que deseas y sientes. Entonces es cuando descubres que eres el origen para cambiar cualquier cosa que desees, tu futuro, relaciones, valores personales. Cualquier situación que necesites.

– Te sientes uno con el mundo, y no tienes miedo a la soledad. Comienzas a proteger, cuidar y valorar la vida y la naturaleza que te rodea y forma parte de ti.

– Te permites valorar el mundo donde vives y realizar tu deseo o meta vital.

– Cuanto más te miras con amor, más practicas el amor y la aceptación hacia los demás. Te permites dejar ir pensamientos que niegan y crean barreras en tu propia realidad, convirtiéndote en un apasionado de lo que en realidad es.

– Aceptas los errores y fracasos, haciendo participe a la vulnerabilidad en tu vida. Empiezas a ser humano.
– Te sientes suficiente y no tienes la necesidad de compararte o superar a los demás. No necesitas la aprobación material de nadie.

– El miedo ya no es tu verdugo. El saber que el amor es el poder más fuerte de todos hace que no temas a nada. Elegir el amor sobre el miedo permite que seas un alma y ser libre.

– Amarte a ti mismo significa ser consciente de aquellos pensamientos que te están generando algo negativo, y cómo reaccionamos cuando los pensamos o sentimos. Nos preguntamos su “para que” y decidimos sentirnos bien y darles un giro para ello.

– Te sientes seguro. Amarte a ti mismo significa saber que siempre vas a estar ahí para ti. Nunca te abandonarás.

– Brillamos de forma natural sin un trabajo o lucha para ello.

“Ámate a ti mismo primero y todo lo demás vendrá a continuación. Realmente tienes que amarte a ti mismo, para conseguir hacer algo en este mundo.”  Lucille Ball
                                                   



La Libertad De Exponer


La Declaración Universal de los Derechos Humanos debe ser el marco ético de nuestras  expresiones.

El derecho a la información es una condición fundamental para el desarrollo pleno de la democracia, así como para que los ciudadanos puedan opinar y actuar libremente.

Los escritores y sus medios de difusión del pensamiento deben contribuir a que se respeten los derechos humanos, y su labor debe poner de manifiesto todas sus violaciones.

Las nuevas tecnologías amplían las posibilidades de acceso a nuevos medios de comunicación: democratizan el derecho a informar y a ser informado, y favorecen el desarrollo de nuestra sociedad desde el enfoque de los derechos humanos.

La independencia de los escritores es vital para la sociedad y la difusión de su pensamiento  es un servicio público a los ciudadanos que no puede estar sometido a intereses políticos o económicos particulares.

La defensa de los Derechos Humanos es una de las tareas primordiales de quien escribe y los que difunden su pensamiento no podrán ejercer su labor si sus propios derechos humanos son vulnerados.
En la actualidad, el flujo comunicacional se coloca como arteria principal de la trama social. 

El acceso a la información, la comprensión de esa información y el proceso de retroalimentación constante son ejes fundamentales de dos procesos claves en nuestra sociedad: la educación y la participación. 

Reconocemos nuestra alternatividad en la decisión de insertar nuestra producción intelectual al servicio de los proyectos históricos orientados a promover transformaciones sociales.

Así, pondremos particular acento en el desarrollo de los procesos sociales, económicos, políticos, y culturales que apunten a la lucha contra la desigualdad distributiva, el respeto a los derechos humanos, la construcción de una identidad latinoamericana, la independencia económica y la soberanía política.


El Rodar Del Sistema


El sistema ya rueda solo, fundamentalmente porque ha logrado sembrar en las mentes de la inmensa mayoría ciertas ideas nefastas que operan desde dentro y ha generado la perversa “sensación” (irracional, pero efectiva) de que no se puede hacer nada por cambiar las cosas, que todo cambio será para peor, y digo sensación porque no es ni siquiera un argumento o razón comprensible ni justificable.

No tienen por qué ser excesivamente cultos ni intelectuales, pero si inteligentes y morales. Como no se trata de hacer un nuevo partido político con ellos (ya sabemos en que acaba todo eso) la acción sería dar ejemplo, hacer oír la propia voz, ayudar a que más y más se den cuenta de este panorama y emprendan ese camino de búsqueda y realización interior y exterior.

El camino que yo conozco para hacer todo esto se llama amor a la verdad o filosofía.

Desde hace unos siglos nos perdimos en la mente; una mente solitaria desgajada del ser real del hombre. Se llame ilustración o modernidad, lo que allí se gestó nos dio algunas buenas cosas, pero también nos desconectó de la Naturaleza y del Ser interior. ¿Y la Conciencia?

Desde allí mantenemos la creencia de que ser conscientes es pensar, cuando pensar es tan solo una herramienta de la conciencia: adoramos la herramienta, pero tarde o temprano nos cansamos de ella y buscamos otra cosa. Necesitamos escapar de una mente que no nos da respuestas a las inquietudes fundamentales, sino que, muy al contrario, nos limita y esclaviza.

Lo peor es que no solemos encontrar algo superior, sino más bajo: instintos y emociones. Hasta cierto punto esto es natural, es más fácil caer que elevarse.

Tal vez aquí encontramos la razón de ese retorno primario a “lo natural” e instintivo; porque no es un regreso verdaderamente humano y necesitado de comprensión del misterio de la vida, sino que se parece más a un retornar animalesco.

También quizá ahí se encuentre la necesidad de “místicas facilonas”, consignas y técnicas que no suponen una verdadera elevación hacia la conciencia, sino una especie de huida psicológica que nos enajena de la realidad y que, en el fondo, nos encadena aún más a esa mente torturada.

La conciencia es indefinible, por la sencilla razón de que la mente es su producto y no la puede abarcar. Lo creado no puede comprender al creador. La conciencia es. La mente parece y quiere ser. Los poetas, los místicos, los artistas…, que lo son de verdad, perciben esto.

Hay una filosofía que nos conduce a la conciencia, y otra filosofía que nos lleva a la argucia mental; tendríamos que decir que solo la primera merece el nombre de Filosofía: Amor a la Verdad o Sabiduría. La otra, aún por bien intencionada que sea, tan solo hace más elevadas y complejas las paredes del laberinto.

¿Significa esto el desprecio de la mente? ¡En absoluto!, la mente es completamente necesaria, pero en su lugar natural de herramienta de acción, de obediente servidor de la Conciencia.

Dos papeles tiene la mente; uno, recoger las captaciones de la conciencia, organizarlas, justificarlas, asumirlas para la vida; otro: dirigir coherentemente la acción en base a esos dictados. Se podría decir que la mente es la táctica, la conciencia la estrategia.

La mente, abandonada a sí misma, tan solo puede caminar en círculos; argumentará y contra argumentará, pero jamás estará satisfecha y mucho menos encontrará una solución aceptable a los problemas vitales de todo ser humano. Necesita ser iluminada e inspirada por la Conciencia, y aún más, nutrida por ella, pues de no ser así se alimentará de elementos de los sentidos y las opiniones, lo cual no es augurio de verdadero conocimiento.

De aquí que se interprete tan mal el “sé tú mismo” o “carpe diem”. ¿Cómo ser yo mismo si no sé quién soy? ¿cómo vivir el presente si no me encuentro a mí mismo? Entonces se cae en aberraciones de todo tipo motivadas por impulsos y deseos que tienen más del animalito que nos habita (con todo mi respeto y cariño al reino animal) que del ser humano que somos.

No hay Conciencia; hay una mente deformada y abandonada a sí misma.

Conciencia es un “darse cuenta”, es atención amplia y total; es un ver más que pensar. Y algo que no podemos olvidar: es una ética profunda y atemporal que regula nuestra vida sin distorsionarnos ni hacer daño a nada ni a nadie.


Universo De Dimensiones


Recordemos que las dimensiones humanas son todas aquellas características, propiedades y facultades que nos constituyen como personas y que se manifiestan de una manera particular en nuestra especie; como una pluralidad en la unidad, es decir, que el ser humano posee una variedad de perspectivas en las cuales se desenvuelve y realiza, sin dejar de ser percibido como unidad individual, única e irrepetible. 

Dimensión Biológica: • Es la dimensión que tiene como función el reconocimiento y valoración de nuestro cuerpo, sentidos, salud mental y corporal, enfermedades y traumas físicos. Cuidar el cuerpo a través de una adecuada alimentación, ejercicio físico, conocer cómo funcionamiento sus órganos conduciría al ser humano a ser más cuidadoso y se ahorraría dolor y sufrimiento que es lo que trae las enfermedades físicas y mentales.

Dimensión Afectiva: • “Dar y recibir afecto de manera abierta y franca no solo mantiene el corazón joven, sino que proporciona el placer de la compañía de los demás”. Esta dimensión bien fortalecida le da al ser humano muchas satisfacciones y motivaciones, ya que encontrara un porque y para que vivir; sin embargo hay personas que son “agujeros negros” en el sentido que solo acostumbran a recibir afecto y cariño, sin ser recíprocos con los sentimientos.

Dimensión Espiritual-Religiosa: • la espiritualidad nos ayuda a encontrarle sentido a la vida, es un camino para vivenciar la paz interior que nos permite estar bien con nosotros mismos, con Dios y los demás. En algunos hogares esta dimensión se cultiva muy poco, a pesar de que es de gran importancia, ya que ella es la que le permite al hombre alcanzar la trascendencia de su alma y actuar por convicción.

La ética son principios y valores que guían la vida del ser humano, como producto de una construcción reflexiva y personal en el vivir cotidiano; entre tanto que la moral son costumbres adquiridas desde la familia y suelen respetarse, ya que son normas socialmente impuestas, que predeterminan “lo bueno y lo malo” de los comportamientos individuales

Dimensión Cognitiva: • “El cultivo de lo intelectual nos acerca más al conocimiento y comprensión de la realidad del mundo pasado, presente y su proyección al futuro. Lo cual nos vuelve críticos permanentes de la realidad”. Esta dimensión nos permite desarrollar habilidades que harán de usted un ser competente al saber ser (relacionarse) y hacer para el mundo laboral.

Dimensión Socioeconómica: • la economía es la base sobre la cual se desarrolla toda sociedad, incluyendo la misma familia que requiere de recursos monetarios para la manutención y satisfacción de las necesidades básicas. Por ello, en un hogar tanto padres como hij@s son socios y todos deben aportar; quienes trabajan lo harán con recursos monetarios y quienes no lo hacen también tienen la responsabilidad de aportar, aunque su aporte no sea en dinero, sino en quehaceres que puede realizar según la medida de sus capacidades físicas y cognitivas.

Dimensión Lúdica Y Recreativa: • Estas son indispensables para mantener vivo el espíritu y el cuerpo, necesarias para descansar sanamente aprovechando el tiempo libre en beneficio de su propio bienestar mental y físico. Lo ideal es que al ejercitar estas dimensiones lo hagamos en compañía de nuestros seres más queridos, pues son oportunidades para estrechar los lazos de afectividad con las personas más importantes de nuestra vida y a quienes le debemos la razón de nuestra existencia.

Dimensión Laboral: • Está definida por el conjunto de habilidades y conocimientos que posee una persona para ejercer determinadas funciones en el cargo que desempeñe y además su actitud positiva o negativa al enfrentar una nueva tarea. Por otro lado el temple que requiere un empleado para laborar cotidianamente de manera responsable

.Debemos anhelar el cultivo constante de nuestras oportunidades de orbitar en el universo de nuestras tan particulares como únicas dimensiones.


Ausencia De Límites


"No hay límites fijos, los imponen también las circunstancias, lo que va sucediendo".

"Hoy los mensajes son tan dispares, tan confusos, que es necesario invertir mucho tiempo en el análisis de esos datos que uno recibe, del bombardeo constante, para discernir un átomo de verdad ¿Cuál es para Ud. el modelo de intelectual? ¿Por dónde pasa el compromiso?

El compromiso es con la propia escritura. Si uno no está comprometido con lo que hace, en el sentido de responder a la voz propia, a la voz interna que determina el camino de cada uno, difícilmente pueda comprometerse con la autenticidad." 

"Al mismo tiempo que de cierta manera no se tocan –la literatura “profunda” no toca el mercado– hay una relación porque dependemos del mercado para que nuestra obra se conozca.

La literatura tampoco debería rozar la política, en el sentido literal: se la puede usar como material literario, pero no como una voz interna para escribir: eso ha conducido, en general, a malas obras o al fracaso. Porque en ese caso no se reconoce la necesidad del texto sino la de adaptarse o la de manifestar determinado discurso."

"Cada uno tendrá sus razones: yo escribo porque el mundo está para ser escrito."

"Después podemos agregar matices. ¿Por qué escribimos ese mundo? Por un deseo de equilibrio, para negar la muerte, para afirmarla.

Para dar lo mismo que me dieron a mí, la posibilidad de vivir otras vidas, de adentrarme en otros sentimientos.

Salir de uno mismo, de una finitud inapelable, y arriesgarse a la selva, al río, a la naturaleza salvaje.

No sé si la vida valdría tanto la pena si uno no pudiera leer. Por eso digo que el mundo está para ser escrito."

Nos sentimos profundamente identificados con lo expuesto en este artículo, de la misma manera en que expresamos nuestra admiración, por aquellos valiosos intelectuales que nos transmiten con su impronta una muy lúcida visión de lo que siempre deberá primar, como una necesidad básica e inexcluyente de nuestra esencialidad humana.


Filosofemos


La filosofía muestra la importancia de la reflexión que es un medio para alcanzar la sabiduría con el objetivo de alcanzar la verdad sobre un tema concreto. 

Pese a que la filosofía está escrita por nombres ilustres que son filósofos en mayúsculas: Sócrates, Platón, Kant, Hegel o Tomás de Aquino, todo ser humano tiene una capacidad racional, es decir, a diferencia de los animales y de las plantas, vive de una forma consciente, se hace preguntas y reflexiona sobre su propia vida.

Esta capacidad de reflexión sobre los asuntos de la vida muestra la capacidad de filosofar que habita en el alma de cualquier persona y remite a esa inquietud a través de la que el sujeto desea profundizar en un tema que le interesa.

La capacidad de asombro muestra el origen del filosofar, es decir, esa mirada de sorpresa propia de quien no observa la realidad desde el punto de vista de la rutina sino haciéndose preguntas, intentando reflexionar sobre la causa de todo lo que existe, el porqué de las cosas, el sentido de la vida, el valor del amor y la amistad, la búsqueda de la felicidad, el miedo a la muerte, la posibilidad de la existencia de Dios...

Cuando una persona filosofa se hace preguntas y desea encontrar certezas. Cuestiones que ayudan a la persona a autorrealizarse ya que la excelencia del conocimiento aporta perfección. Sin embargo, la duda también está en el origen de la filosofía. El deseo de filosofar muestra el propósito de ir más allá de lo aparente evitando quedar en la superficialidad de las cosas para alcanzar lo profundo, aquello que es invisible a los ojos.

La actitud de filosofar surge como una apelación que el sujeto experimenta en su interior en forma de interrogante a la que quiere dar respuesta. Los razonamientos y la observación son actitudes de cualquier filósofo cotidiano. Además, las personas también pueden poner en común sus reflexiones sobre temas de la vida a través de la amistad o mediante grupos de filosofía.

En la actualidad, destaca la figura del asesor filosófico que orienta a los clientes en la búsqueda de la felicidad utilizando la filosofía desde un punto de vista práctico para ayudar a las personas a conocerse mejor a sí mismas.

Extraños Solitarios


No nacemos hechos; vamos haciéndonos. Más preciso aún: los otros, que desde el comienzo vamos encontrando en el mundo, van haciéndonos. Nadie llega a la existencia diciendo "yo soy yo". Más bien se llegará a decir "yo" gracias a la intervención de los otros, que, con su presencia, su palabra, su deseo, sus leyes, sus hábitos, determinarán, en el proceso de una historia siempre personal, 
desplegada, claro está, en el contexto de una colectiva, la constitución de ese yo al que advenimos. 

Está de más decir que ese carácter desnaturalizado de lo humano hace girar el centro de gravedad de nuestro ser sobre el lenguaje, destinándonos, por tanto, a la incertidumbre de una historia que nada nos garantiza por principio y de la cual no podemos sustraer nuestra responsabilidad.

Es la mirada del otro lo que nos constituye, lo que nos provee la forma como nos reconocemos y lo que, antes que nada, nos certifica: ¡eres! Así, pues, esa forma que nos viene de la mirada del otro recorta la imagen en que nos reconocemos, la misma que, sin embargo, nunca es completa y estará siempre inacabada, no pudiendo, por consiguiente, colmar jamás la cabalidad de nuestro ser.

El otro, al reconocernos, nos depara cuatro confirmaciones: como existente, como ser, como singularidad y como valor. De aquí que permanentemente requiramos que este reconocimiento nos sea ratificado, lo que delata, por un lado, que estamos poseídos por una sed insaciable de ser reconocidos y, por otro, el lugar imprescindible que el otro tiene en nuestra vida, lugar que lo hace necesario siempre y algunas veces deseable. Pero no cualquiera nos gratifica en esa necesidad esencial y, por tanto, no todo desconocimiento nos aniquila. 

En consecuencia, necesitamos o deseamos el reconocimiento de alguien que es reconocido por nosotros como un ser significativo y valioso, con lo cual es claro que no podemos ser sin el otro.
Soledades diversas

Si el reconocimiento por parte del otro es un imperativo de la estructura misma de nuestro ser, otro hecho de crucial importancia, pero esta vez de carácter histórico, signa a la sociedad occidental y nos trae al presente que vivimos: el proceso de individuación que ha seguido la modernidad, época histórica que recibe la impronta del capitalismo y, con ésta, la marca de tal proceso pero vía el individualismo. 

El logro cultural que representa la individuación de la vida no tiene que seguir la senda del individualismo, es decir, no tiene que derivar, como así lo impone la sociedad del capital, a un individuo individualista, pues también pudiera darse la posibilidad de un individuo en comunidad, esto es, un individuo que, sin abdicar de su singularidad, sabe reconocerse en una colectividad y trabajar por lo común que lo vincula a los otros. Pero la marca del individuo que prevalece en nuestra época y en el modelo de sociedad que tenemos es aquella que nos desvincula del otro, a quien le asigna la condición de rival o de indiferente.

El individualismo que prima hoy toma al otro como amenaza y hace de la desconfianza para con él la razón por la cual se le mantiene a distancia y se le recela con un peligro potencial que se cierne sobre uno. Esto, a la vez, desata dos consecuencias: una, ese ideal propio de la modernidad capitalista de llegar a ser autosuficiente e invulnerable; la segunda, que con el otro no queremos comprometernos decididamente y no queremos dejar traslucir que lo necesitamos, optando mejor por relaciones ligeras y prescindibles, por reducir los vínculos a encuentros sin incidencia decisiva y significativa. Así, los solitarios de hoy, que deambulamos entre la muchedumbre, somos barcos que hacen sonar sus sirenas en la niebla para evitar cualquier roce con los demás.

Ahora, quien está solo siempre lo está respecto de los demás, en tanto que se ha separado de éstos. De aquí que una definición elemental de la soledad comprende dos aspectos: la separación respecto a los demás y la suspensión de la comunicación con ellos.

No obstante, es menester precisar dos determinaciones de la soledad y dos modalidades de ella. En lo relativo a lo primero; podemos hablar de una soledad estructural del ser humano, de una soledad esencial, producto del proceso de subjetivación y singularización de cada uno; y de una soledad histórica y circunstancial que es el resultado de los procesos de atomización individualista por los que se precipita una sociedad como la nuestra.