domingo, 12 de enero de 2020

Cualidad De Persona


Persona, en nuestra cultura, se opone a cosa y a animal, aunque de distinto modo. En cuanto opuesto a cosas y a animales el término persona se aproxima al término hombre. Sin embargo no se superpone con él:

(1º) Porque existen, entre las creencias de nuestra cultura, y sobre todo en el lenguaje, personas no humanas (personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; personas angélicas o diabólicas; o incluso las extraterrestres).

(2º) Porque hay seres o cosas que son humanos, pero no son personales (por ejemplo el «hombre de Neanderthal» –nadie dice: «la persona de Neanderthal»– o bien una máquina, un mueble, y en general, la «cultura extrasomática», que es humana, «cultura humana», y no es personal).

Persona humana añade algo no sólo a «persona» sino también a «humano». El hombre recibe una determinación importante cuando se le considera como persona así como la persona recibe una determinación no menos importante cuando se la considera como humana. Por tanto, no es lo mismo hombre que persona, como tampoco es lo mismo hombre que ciudadano. «Hombre» es un término más genérico o indeterminado, que linda con el «mundo zoológico» (decimos hombre de las cavernas pero sería ridículo decir persona de las cavernas); «persona» es un término más específico que tiene que ver con el «mundo civilizado» o, si se prefiere, con la constelación de los valores morales, éticos o jurídicos propios de este mundo.

La misma etimología de la palabra persona demuestra que es un concepto sobreañadido al concepto de hombre. Un refrán de origen jurídico, también lo recuerda: homo plures personas sustinet, es decir, el hombre sostiene o desempeña muchas máscaras o papeles (un mismo hombre es empresario y delincuente, es padre y metalúrgico, &c.). «Persona» era, en efecto, la máscara o careta que usaban los actores de la tragedia para hablar –per sonare–. No decimos que los hombres actuales puedan no ser personas; decimos que cabe un concepto de hombre al margen del concepto de persona.

En el derecho romano los esclavos eran hombres pero no eran personas. Lo que queremos subrayar es que aquellos juristas romanos que usaban el concepto de hombre lo disociaban del concepto de persona; de suerte que, históricamente, ocurre como si nuestro concepto actual de persona, como equivalente a hombre, fuese el resultado de una ampliación del concepto de persona a los esclavos. 

Según esto cabría decir que el concepto de persona apareció como resultado de un proceso vinculado a la liberación, al menos teórica, de los esclavos (o de los bárbaros) y no como un mero concepto abstracto, mental, intemporal. {SV 115-119}


El Lenguaje


¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta qué punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.

Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.


Este instrumento nos transmite visiones borrosas de la realidad. Es importante considerar que tener una seguridad total en este tipo de imágenes es un error, por tanto debemos guardar una cierta duda y procurar incrementar nuestro grado de información a partir de otras perspectivas. Así hacemos en el acto de mirar un cuadro, donde la proximidad nos puede dar una visión más cercana de las partes, pero la lejanía nos ofrece otra clave en la que veamos una imagen global y más completa, otra dimensión de la información a nuestra disposición.

¿Formamos parte los seres vivos de la Tierra de un macroorganismo que se encuentra en la actualidad en fase reproductiva? ¿Cómo podemos estar seguros de ello y hasta qué punto? La posibilidad de dar respuesta a estas dos cuestiones se encuentra en el lenguaje y desde una perspectiva racional nunca llegaremos más lejos de lo que alcance el tipo de código lingüístico que utilicemos.

El lenguaje es un instrumento básico para los humanos. Del mismo modo que observando una herramienta nos hacemos una idea de sus posibilidades funcionales, igualmente analizando el lenguaje, es posible caer en la cuenta de lo que podemos realizar mediante su empleo e incluso establecer sus límites de eficacia. El lenguaje es sin duda un instrumento fabuloso, nos permite utilizar la razón, una capacidad característica nuestra por la que nos calificamos de racionales, sin embargo la irracionalidad también se muestra en el lenguaje humano, más de lo que pudiéramos pensar a priori.

El lenguaje como todo instrumento arrastra un error en su uso, es más, al ser una herramienta dotada de una notable imprecisión y ambigüedad, no es nada desdeñable el factor de distorsión que introduce sobre la realidad que creemos percibir.

Nos tenemos que enfrentar a la vida, y por tanto al conocimiento, con un instrumento limitado en el que la racionalidad se manifiesta, pero también la irracionalidad, en el que la ambigüedad es una propiedad básica del instrumento, y en el que hemos podido comprobar la existencia de unos límites que probablemente nunca podremos atravesar.


Este instrumento nos transmite visiones borrosas de la realidad. Es importante considerar que tener una seguridad total en este tipo de imágenes es un error, por tanto debemos guardar una cierta duda y procurar incrementar nuestro grado de información a partir de otras perspectivas. Así hacemos en el acto de mirar un cuadro, donde la proximidad nos puede dar una visión más cercana de las partes, pero la lejanía nos ofrece otra clave en la que veamos una imagen global y más completa, otra dimensión de la información a nuestra disposición.



sábado, 11 de enero de 2020

Dualismo Ético


Aunque “fuerza de voluntad” es una expresión que todos usamos sin reparar en ello, la verdad es que se trata de un concepto frente al cual hay grandes controversias.

Desde el punto de vista filosófico, tiene su origen en la metafísica, particularmente en Aristóteles. Desde allí se introdujo en las diversas religiones occidentales, convirtiéndose en una virtud de primer orden.

La fuerza de voluntad se define como la capacidad para dirigir y controlar las acciones propias.
Los metafísicos y las religiones señalan que esa fuerza nace exclusivamente de la libre determinación de cada persona.

Sin embargo, el psicoanálisis planteó serios reparos tanto al concepto de “voluntad”, como al de “fuerza de voluntad”, debido al descubrimiento del inconsciente.

Lo que se sale de control
Para el psicoanálisis, los procesos conscientes son solo “la punta del iceberg” en la actividad mental. En realidad, los pensamientos y los actos están determinados por una fuerza que no es la de la voluntad, sino la del inconsciente.

Ese descubrimiento permitió explicar muchos hechos. Por ejemplo los “lapsus linguae”, o episodios en los que una persona quiere decir algo, pero, “sin quererlo”, termina diciendo otra cosa.

También el inconsciente es el responsable de los llamados “actos fallidos”: la persona se propone conscientemente hacer algo, pero termina realizando una acción muy diferente.

Lo vemos todos los días en la vida cotidiana. Alguien que quiere llegar temprano a su cita, pero “sin querer” se retrasa o nunca llega. O los que quieren “poner empeño en su trabajo”, pero terminan ocupándose en otras cosas, mientras laboran.

Para el psicoanálisis, entonces, la voluntad no es una fuerza, sino la expresión de un deseo inconsciente. Solo cuando una persona es consecuente con su deseo, acude la voluntad. Si no es así, esa “voluntad le traiciona”.

Por eso hay planes que siempre se posponen, decisiones de cambio que nunca se hacen realidad, o intenciones que jamás se convierten en actos.

Las filosofías orientales, como el Zen, tampoco abordan la llamada “fuerza de voluntad” en sus prácticas. Sostienen que la misma es una autoagresión y que debe ser sustituida por el entendimiento y el amor, que son, finalmente, las fuerzas que llevan a la acción.

La voluntad y la conciencia
Lo que hay en común entre el psicoanálisis y las filosofías orientales es la idea de que la voluntad no es un acto de fuerza. Y que, en cambio, solo puede nacer de la comprensión y, por lo tanto, de la conciencia.

Quizás necesitamos menos forzarnos y más comprendernos para lograr que las intenciones se conviertan en actos. Y que esos actos sean coherentes con lo que realmente queremos hacer de nuestra vida.


Cuando Acabe La Función



Nunca se puede estar sin ser. La vieja escolástica decía: operari sequitur ese. Es decir: el obrar sigue al ser.
Pretender estar en un lugar geográfico manteniendo un ser de otro diverso, es vivir de modo desquiciado.
Este desequilibrio conduce a enfrentamientos con los naturales del terreno donde pisas, porque pretender a hacer a los demás al modo y manera particular y subjetiva, es un papel imposible.
Por eso, el paso por los lugares varios supone vivir en un permanente teatro, donde aplauden los bufones solamente. El resto de espectadores está deseando que acabe pronto la función, de la que procurarán olvidar sus contenidos cuanto antes.
Cuando llega el final inevitable, quedarse en la única "tierra" es la mejor solución, y demuestra cómo toda una vida ha sido un puro teatro de estar sin ser, de aparentar sin convencer, de vivir con careta de cartón piedra.


Un Nuevo Amanecer


DESPERTE.....
LAS PUPILAS DE MIS OJOS RESPLANDACIERON
AL MIRAR LA LUZ DE ESTE DIA NUEVO
QUE GRANDE ES MI DICHA
EL PENSAR QUE HAY SALUD Y SIGO VIVA.
Y PENSAR QUE AL MUNDO ENTERO
SE LE DA UNA ENSEÑANZA
ES DE VIDA NO LO DUDES
EN LA LUCHA TODO AVANZA.
QUE A PESAR DE TERREMOTOS
Y DE TANTAS CRUELES GUERRAS
HAN DE AFERRANSE A LA VIDA
SIEMPRE EXISTE LA ESPERANZA.
VIVE EL HOY.....
Y NO EL MAÑANA
QUE EL MAÑANA LLEGARA
SIN TANTA PRISA.
LUCHA, ALCANZA
NO TE RINDAS.
QUE TU ESFUERZO YA SERA RECOMPENSADO
DARA FRUTOS, DARA VIDA.
DA GRACIAS POR TUS SABANAS CALIENTES
Y NO POR FRIOS ESCOMBROS
QUE COBIJAN A LA GENTE.
QUE AUN ASI, BAJO PENUMBRAS
 LUCHAN....
SE AFERRAN....
Y  ALCANZAN,
LA ESPERANZA A COMENZAR
UN NUEVO DIA.
marilu35


Identificar Valores

Identificar nuestros propios valores, esos que están profundamente arraigados en nosotros, y aplicarlos en nuestra vida nos facilitará la obtención no solo del éxito en la vida y en el trabajo, sino también de la felicidad.

Los valores son aquellos rasgos o cualidades que cada uno de nosotros considera que vale la pena y que representan las prioridades personales. Son, en definitiva, aquello que nos mueve desde lo más profundo de nuestro ser. Estos valores nos acompañan allá donde estemos, tanto a nivel personal como laboral.

Hacer una declaración de valores, reconocerlos como propios y aplicarlos en nuestra vida nos define como personas y nos ayuda a lograr nuestros objetivos personales y a vivir feliz y plenamente.

Cada uno debemos ser fiel a nosotros mismos. Es fácil que en ocasiones neustros valores choquen con los valores (o falta de valores) de los demás. Pero vivir en función de los valores o no-valores de los demás no sólo nos alejará de la felicidad, sino que nos dificultará lograr el éxito en la vida.
Algunos valores por los que vale la pena vivir

A veces puede resultar algo difícil identificar estos valores, sobre todo si vivimos en entornos fuertemente represivos, no respetuosos o impositivos. En la siguiente lista encontrarás algunos valores por los que realmente merece la pena vivir y sobre los que merece la pena establecer una base de comportamiento y actitud en la vida.
No es necesario que todos estos valores formen parte de nuestras aspiraciones personales. De hecho, muchos te criticarán por tener exceso o falta de alguno de ellos. Lo importante es que identifiques los que realmente te mueve a ti, sin autocensura, y que los vivas.

Algunos de estos valores son la ambición, la competencia, la individualidad la responsabilidad, la exactitud, el respeto, la dedicación, la diversidad, la mejora, la diversión, el disfrutar de la vida, la lealtad, la credibilidad, la excelencia, la honestidad,la responsabilidad, la autonomía, la calidad, la eficiencia, la dignidad, la colaboración, la innovación, el trabajo en equipo, la administración, la empatía, el logro, el coraje, la sabiduría, la independencia, la seguridad, el desafío, la influencia, el aprendizaje, la compasión, la amabilidad, la disciplina, el orden, la generosidad, la persistencia, el optimismo, , la igualdad, la integridad , el servicio, la fiabilidad, y la flexibilidad, entre otros.
¿Por qué identificar y establecer tus valores?

Tus valores se componen de todo lo que te ha sucedido en la vida e incluyen influencias de tu familia, religión, amistades y compañeros, así como de tu educación o de los que has visto o leído. Las personas efectivas y exitosas reconocen estas influencias ambientales, las identifican y desarrollan un conjunto claro, conciso y significativo de valores, creencias y prioridades. Una vez definidos, estos valores crean un gran impacto cada aspecto de la vida, ya que modelan el comportamiento e influyen en la toma de decisiones y en las interacciones personales y ayudan a establecer las metas y los propósitos.

Elijir los valores que son más importantes para ti, los valores en los que crees y que definen tu carácter es muy importante para la autoestima, base para el éxito y la felicidad. Vivir visiblemente todos los días en el trabajo y en casa estos valore es una de las herramientas más poderosas para ser la persona que quieres ser y para alcanzar tus metas y sueños, y para influir positivamente en los demás.

La Confianza


El miedo y la preocupación pueden ayudarnos en ciertos momentos a preservar la vida, pero también pueden mantenernos en situaciones que ya no queremos, que nos significan algo ya para nosotros. Pueden paralizarnos o impedirnos disfrutar de nuevas aventuras, de resultados más grandiosos y de gozar la vida bajo nuevos matices y emociones.

La confianza es un poder que sentimos cuando estamos convencidos de que algo llegara a nuestra vida, porque tenemos el poder para crearlo. Es ese poder que sentimos cuando tenemos la certeza de que podemos influir en nuestra realidad.

¿Y cómo podemos sentir confianza en estos tiempos donde todo parece inspirar más bien inseguridad y temor? Empezando, primero, por reconocer que tú posees un poder para transformar e influir las situaciones que hay o habrá en tu vida. Empezando, sobre todo, por no dar el poder de tu gozo, paz o infelicidad a los demás.

Si eres feliz o infeliz, si eres grandioso o te sientes limitado, si estás enfermo o te la pasas riendo. Tú eres el creador de esa vida que tienes y de la que está por venir.

Mientras dependas de algo externo para estar bien, para hacerte feliz, para darte lo que quieres, no podrás confiar en ti, porque estarás confiando en que los demás te den, digan o hagan. Depender frena la confianza y te hace sentir carente y vulnerable a las decisiones ajenas y a poderes que no son tuyos. No dependas de lo que está afuera para sentirte bien, o para conseguir algo. Mejor, practica tu confianza, empezando por no traicionar o engañarte tú mismo.

Por ejemplo: puedes empezar a ser leal a lo que quieres y sientes. No hagas las cosas en función de lo que piensen los demás o de lo que pensaran. No vivas para complacer tu imagen o al vecino. Se honesto contigo y encuentra que es lo que realmente quisieras ver en tu vida. Luego, prueba caminos nuevos, los cuales ayudaran a fomentar tu confianza.

Muchas veces no queremos probar caminos nuevos porque tememos el resultado, y estamos demasiado acostumbrados al camino habitual. Por ejemplo: tomar medicamento es para muchos un hábito. Si tú les dices a estas personas que pueden curarse sin medicina, quizá muchos no lo crean. Y, sin embargo, el camino nuevo les podría hacer confiar en nuevas habilidades del cuerpo.

Para desarrollar confianza hay que arriesgarse poco a poco a lo nuevo, a lo que te hace “clic”. Es decir, a aquellas cosas que te despiertan interés o curiosidad, y que intuyes te traerán un beneficio o algo más grandioso que lo que tienes o eres. Así que prueba hoy mismo: piensa en algo que te gustaría probar o hacer, y que no te has atrevido por miedo a perder o a no tener, pero por otro lado sabes que te traería un beneficio o te liberaría o daría más paz, tiempo o alegría.

Si lo sientes, si ya lo tienes en mente, hazlo. Escríbelo en un papel y empieza a valorar la forma de concretarlo, confiando en que eso te llevara a un destino más grandioso, porque sin duda así será. Realmente no perderás nada al probar lo que realmente te inspira y has soñado algunas veces en secreto, sabiendo que te va a traer un bien. Lo único que podrías perder seria la duda. Cuando lo hagas y empieces a caminar de acuerdo a lo que quieres y sientes te inspira, y no de acuerdo a lo que perderás o temes, verás como poco a poco te empiezas a sentir una persona más segura, confiada y con poder.

viernes, 10 de enero de 2020

Lazos Que Unen

Hoy día vivimos en un mundo globalizado donde la comunicación es vital vayas donde vayas. Para poder expresarnos y conectar con la sociedad, es vital que sepamos hablar en público, tanto si es numeroso o a una sola persona.

Nuestras ideas, habilidades y capacidades se quedan muy cortas si no somos capaces de compartirlas con los demás. Llega el momento en el que les quieres sacar provecho y, por ello, decides enseñarlas a alguien más para dejar tu huella al mundo y conseguir muchas más cosas. Y es que el arte de explicar mediante la palabra cualquier conocimiento que uno tiene es complicado: no todo el mundo se cree capaz de hacerlo, y ahí está el problema.

Desde pequeños estamos influenciados por este tipo de comunicación. Recuerda cuando tus profesores te explicaban los colores, los números o las letras de forma que tú y tus compañeros lo comprendíais. Esto nos sirve como ejemplo de cómo debe ser ese tipo de comunicación: clara, entendible y memorable.

Llega el día en el que hemos de hacer una presentación de un producto o servicio en nuestro trabajo y nos damos cuenta de que no es tan sencillo como parece. Puede que, después de una noche en vela, la hayas finiquitado… No obstante, el día siguiente, al exponerla, tu público bosteza, te miran con ojos aborrecidos y sientes como el rubor se extiende por tu cara. Algo va mal, y es que rara vez nos enseñan a hablar frente a otras personas.

La emoción, la seguridad y la confianza: tres partes fundamentales en un proceso comunicativo

La emoción es la que convierte una presentación aburrida en una interesante y memorable. Está demostrado que el mejor aprendizaje es aquel que contiene emociones. Para lograr hablar a tu público y llegar a sus corazones es importante que haya un nexo, un lazo entre ellos y tú, y eso se crea mediante la palabra que llega a alguna parte: aquella que es emotiva. Las palabras solas son invisibles, son las emociones las que le dan brillo y color.

La seguridad y la confianza nos permiten comunicar de forma inconsciente al público que todo va bien y que sabemos que lo que vamos a decir va a ser clave para sus vidas. Sin ellas, el público pensará que no eres digno de ocupar su tiempo.

El Hogar Compartido


Los hombres han mostrado interés por los primates no humanos desde tiempos inmemoriales y los han venerado, como lo atestiguan los numerosos mitos y los registros históricos y prehistóricos de diversas culturas. Con el advenimiento de la teoría de la evolución darwiniana y el establecimiento de la idea de que todos los seres vivos tienen un ancestro en común, este interés ha crecido, ya que los primates no humanos pasaron a ser el grupo biológico con mayor potencial para brindarnos información sobre el origen de nuestra especie y explicar nuestro comportamiento social.

El aporte que los primates no humanos pueden hacer a la comprensión del comportamiento humano es evidenciado por la diversidad de líneas de investigación que se han desarrollado con primates desde perspectivas que involucran directamente el estudio del hombre.

Campos como los de la antropología, la psicología experimental y la lingüística se fusionan con la ecología, la etología y la biología evolutiva para encontrar respuestas al origen del comportamiento humano.

Podemos obtener registros paleontológicos de nuestros ancestros y conocer sus dimensiones, su forma de locomoción, su dentición (y por lo tanto inferir su dieta) y su tamaño cerebral.

Podemos también reconstruir los paleoambientes donde vivían, pero poca es la información que los fósiles nos dejan sobre su comportamiento social
.

Estas preguntas han dominado la escena en los estudios primatológicos desde hace un par de décadas y son aún campo fértil de estudio.

Cultivar La Lealtad


lo que somos como seres humanos. No estamos hablando aquí de unos principios externos, de lo que alguien nos marca desde fuera, sino de nuestros principios internos, de seguir esa luz que a veces no sabemos ver pero que brilla como un faro en nuestro interior.

En ocasiones, los acontecimientos externos nos nublan tanto la razón que nos dejamos llevar por el tsunami de nuestras emociones y damos por buenas situaciones que son a todas luces execrables, las justificamos, perdemos así la brújula y navegamos sin rumbo.  Al hacerlo, transmitimos esa información a nuestras células, que la repercuten a los centros de control. El resultado es que nuestros gobernantes siguen la misma dinámica.

Cada acto, cada movimiento, genera a nuestro alrededor un nuevo universo, nuevas circunstancias, que nos llevarán a su vez a vivir otras, del mismo modo que las semillas del tomate, al ser plantadas, darán nuevos tomates. Es tiempo pues de tomar conciencia de la repercusión de nuestros actos, pensamientos y sentimientos, en lugar de buscar siempre la culpa a otras circunstancias.

Quizá tu transformación no esté lejana, tal vez estas palabras resuenen en tu interior, quizá ha llegado el momento de descubrir el poder transmutador que posees, quizá empiece a circular por tus venas la sangre azul del idealismo, para que el caos deje de ser el termómetro por el que se mide el desarrollo de los pueblos. Es tiempo de plantearte las cosas desde la base del Amor incondicional o, lo que es lo mismo, desde la comprensión profunda.

Tenemos capacidad para sanarnos, para modificar nuestra realidad, por retorcida que nos parezca, pero debemos empezar por cambiar el pensamiento, por enfocar en positivo, por perdonarnos los errores y avanzar sin miedo hacia un mañana lleno de esperanza y de luz.

Reconstruir el orden natural debe ser nuestro principal objetivo, aportar armonía, rencontrar el ritmo perfecto en nuestro organismo, el personal y el general. En resumen, dar significado a nuestra vida, ser leales a nuestros principios.

¡Apasiónate, vive, cambia!
La lealtad a los principios es la base del desarrollo de nuestra realidad, de nuestra identidad, de lo que somos como seres humanos. No estamos hablando aquí de unos principios externos, de lo que alguien nos marca desde fuera, sino de nuestros principios internos, de seguir esa luz que a veces no sabemos ver pero que brilla como un faro en nuestro interior.

En ocasiones, los acontecimientos externos nos nublan tanto la razón que nos dejamos llevar por el tsunami de nuestras emociones y damos por buenas situaciones que son a todas luces execrables, las justificamos, perdemos así la brújula y navegamos sin rumbo.  Al hacerlo, transmitimos esa información a nuestras células, que la repercuten a los centros de control. El resultado es que nuestros gobernantes siguen la misma dinámica.

Cada acto, cada movimiento, genera a nuestro alrededor un nuevo universo, nuevas circunstancias, que nos llevarán a su vez a vivir otras, del mismo modo que las semillas del tomate, al ser plantadas, darán nuevos tomates. Es tiempo pues de tomar conciencia de la repercusión de nuestros actos, pensamientos y sentimientos, en lugar de buscar siempre la culpa a otras circunstancias.

Quizá tu transformación no esté lejana, tal vez estas palabras resuenen en tu interior, quizá ha llegado el momento de descubrir el poder transmutador que posees, quizá empiece a circular por tus venas la sangre azul del idealismo, para que el caos deje de ser el termómetro por el que se mide el desarrollo de los pueblos. Es tiempo de plantearte las cosas desde la base del Amor incondicional o, lo que es lo mismo, desde la comprensión profunda.

Tenemos capacidad para sanarnos, para modificar nuestra realidad, por retorcida que nos parezca, pero debemos empezar por cambiar el pensamiento, por enfocar en positivo, por perdonarnos los errores y avanzar sin miedo hacia un mañana lleno de esperanza y de luz.

Reconstruir el orden natural debe ser nuestro principal objetivo, aportar armonía, rencontrar el ritmo perfecto en nuestro organismo, el personal y el general. En resumen, dar significado a nuestra vida, ser leales a nuestros principios.

¡Apasiónate, vive, cambia!



Individuos Responsables

El concepto de responsabilidad

Responsabilidad…  Una palabra que, si consultamos el diccionario, a priori tiene connotaciones negativas.

Tras los acontecimientos de los últimos años, es bastante común pensar que la culpa siempre la tienen los demás: el gobierno, la clase política, los del pueblo de al lado o simplemente nuestro vecino. Por este motivo, queremos llamar la atención sobre el concepto positivista de la responsabilidad y más específicamente de la responsabilidad individual.

La responsabilidad individual, es la que nos hace avanzar como personas, respetar a los demás, respetar al entorno en el que todos vivimos e incluso a respetarnos a nosotros mismos.

Un futuro mejor mediante la responsabilidad individual
Difundir un estilo de vida responsable como herramienta para transformar la realidad en un futuro más sostenible, tanto para nosotros mismos, los demás y el planeta en el que habitamos.

¿Qué es la responsabilidad individual?
Es conocer el impacto de nuestros actos hacia los demás.
¿Comportamiento responsable, hacia quiénes?
Hacia uno mismo
Antes se consideraba que nacíamos con una dotación genética que marcaba de manera inexorable nuestro futuro. Ahora, con el descubrimiento de la epigenética, se conoce que nuestros hábitos y estilo de vida determinan que nuestros genes se expresen o no.

Por lo tanto, nuestro estilo de vida influye en la expresión de nuestros genes y además, se transmite a nuestra descendencia.
Por este motivo, postulamos adquirir hábitos de alimentación, ejercicio y, en general, de estilo de vida responsable, por coherencia hacia nosotros mismos y hacia nuestra futura descendencia.

Hacia los demás
Evitar la desigualdad e intentar ayudar a las personas de nuestro entorno son claves para lograr un avance tanto personal como en la sociedad.


Sinsabores De La Vida

Por mucho que nos gustaría asegurar que nuestra vida esté llena de buenos momentos y de la paz y armonía necesarias, todos sabemos que es una utopía, y que las cosas se suelen poner feas muy de vez en cuando.

Idealmente a todos nos gusta imaginarnos mejor de lo que estamos, soñamos con vivir días plenos de felicidad o con llegar al final de nuestra vida con una sonrisa amplia, fruto de muchos años de buenos momentos. Sin embargo, la vida muchas veces nos muestra otras realidades.

La realidad es que todo es cíclico, y que por la misma razón que vives momentos de intensa felicidad, también vivirás los contrarios.

En esos ciclos que vivimos, hay muchas personas que cuando las cosas se ponen mal, suelen tirar la toalla, desesperarse y provocar más daño todavía a su alrededor y a sí mismos.

 “No es la carga lo que te hunde, sino cómo la transportas”

En la vida viviré muchas dificultades. De hecho, cada día vivo algunas, muchas de ellas son inevitables. Pero lo que sí puedo cambiar es la actitud que quiero tener ante las dificultades que esa vida me ponga delante. Tú también vas a vivir algunas, es muy difícil vivir una vida llena exclusivamente de placeres y momentos felices.

Si uno quiere conocer la felicidad también debe conocer la tristeza.
Si quiere conocer el amor, también necesita conocer el desamor.
Si quiere conocer la salud, también tendrá que haber vivido algo de enfermedad.
Si quiere conocer el encuentro, también debe conocer la pérdida.

¿Qué momentos difíciles estás viviendo ahora mismo en tu vida?, ¿Qué situaciones vives con dolor?
Aunque vivas momentos de alegría, nunca pierdas de vista que “esto también pasará”, y que aferrarse a un momento y no querer soltarlo no es más que una forma de confluencia, de quedarnos fundidos a una felicidad que es efímera, fruto de un instante de nuestras vidas. Tenemos que aprender a “soltar”, a “desprendernos” de los momentos felices, porque también otros momentos llegarán a nuestras vidas.
No tires la toalla, ni siquiera lo pienses
El pensamiento nos induce sentimientos, y estos se transforman en formas de estar y de actuar. Si piensas en tirar la toalla o en abandonar es muy fácil que la moneda empiece a caer hacia ese lado.
La actitud resiliente es una actitud que no contempla la derrota, que siempre cree que puede conseguirlo”

 

El Carácter Irascible

Los franceses tienen una palabra muy acertada para esos comportamientos pasivo-agresivos, para esas personas que hacen de la ira su forma de comunicación. Usan la expresión «sous-entendu», que vendría a significar algo como «lo que se entiende debajo o lo que hay debajo». ¿Qué hay entonces bajo esa piel de lobo que hace uso de esa intensidad emocional tan devastadora? La respuesta no puede ser más simple: hay otro lobo, pero es un lobo herido.

Veamos alguna de esas características que podrían explicar este tipo de dinámicas en las personas irascibles.

Hay angustia excesiva. Las personas que reaccionan con ira suelen almacenar un cupo desbordado de angustia. Son esos perfiles que ya desde niños se alarmaban con nada, quienes ante cualquier estímulo reaccionaban con miedo intenso y alarma. Así, y llegada la madurez, esa inquietud persistente a lo que escapa de su control o a lo inesperado se traduce en rabia. Esa emoción no es más que un mecanismo de defensa desmedido con el que reaccionar ante todo y todos.

· La ira como respuesta a toda emoción negativa. Este perfil de personalidad no sabe reconocer si lo que siente es tristeza, decepción, miedo, inquietud, sorpresa o vergüenza. Todas esas emociones se entenderán y se traducirán del mismo modo: con ira.

· La ira es un problema acumulativo. Cuando hay una emoción que no se canaliza, se comprende y se gestiona, se acumula. Aún más, las personas irascibles arrastran consigo todo un historial de frustraciones almacenadas durante décadas. De este modo, los actos más insignificantes actúan como desencadenantes para todo ese torrente de ira contenida en su interior.

· La ira y la paranoia. Esta relación es tan problemática como destacable. Las personas irascibles están hechas de angustia, de emociones convulsas no entendidas y de un poso de rabia más que destacable. Toda esa arquitectura profunda edifica en muchos casos la aparición de conductas paranoicas. Todo es una amenaza para ellos, desconfían, piensan que los demás están ahí para hacerle daño, para ridiculizarlos. Son situaciones muy desgastantes.


Las personas irascibles no tienen una buena calidad de vida. Es un aspecto que desde un punto de vista clínico no puede ni debe dejarse de lado. Asimismo, tal y como nos revelan varios estudios, este tipo de personalidad es más tendente a sufrir problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares, problemas respiratorios, defensas bajas… La ira enferma y la ira, además, establece distancias insalvables con las personas que queremos.

Así, un hecho común de este tipo de perfil es que apliquen lo que se conoce como ira desplazada. Pueden estar enfadados con algo o alguien, sin embargo, acaban proyectando toda su energía negativa sobre quien menos lo merece: hijos, pareja… Es prioritario por tanto dar recursos y estrategias a estas personas para que entiendan que la ira no es un canal adecuado de comunicación, es la asertividad quien le permitirá sobrevivir mucho mejor en cualquier escenario.

Veamos ahora unas sencillas estrategias sobre las que reflexionar, y que pueden servirnos para manejar mucho mejor esta emoción

Debemos entender qué es la ira y cuál es su finalidad ⇔ Se trata, en esencia, de una respuesta que emite nuestro cerebro para atacar o huir de un peligro. Es una manifestación puramente biológica y fisiológica.

El segundo paso es aprender a identificar las propias emociones y a entender qué las motiva ⇔ ¿Lo que siento es tristeza? ¿Qué la ha motivado? ¿Si lo que experimento es vergüenza qué la ha originado?

Técnicas de respiración. Una forma de canalizar la ira y esa rabia que bloquea nuestro cuerpo y nuestra mente es aprender a relajarnos, a respir, a concentrarnos en esos músculos tensos y corazón acelerado para darles calma. Solo así nos permitiremos pensar mejor y reaccionar de manera más adecuada.

Sustituir la ira por la asertividad. Otro fin imprescindible en las personas irascibles es que aprendan a relacionarse de forma asertiva, deben desplazar el uso de la ira como forma de lenguaje para hacer de la comunicación asertiva su mejor herramienta.





La Sonrisa


 No dejes que nada ni nadie borre tu sonrisa. Fluye, vive y disfruta, que la vida como mucho son dos días para el que tiene fortuna, y eres tú la que eliges cómo vivirla. Quítate las cadenas que te ligan a tus miedos, deshazte de la incertidumbre que te frunce el ceño y aventúrate a vivir a tu manera.

Desabróchate los tacones para notar la hierba mojada, nota cómo las hojas tiemblan entre tus dedos y el aire. Haz el pino si lo que quieres es tocar el cielo con los pies. Haz lo que te dé la gana pero que eso te haga feliz, y así puedas lucir esa hermosa sonrisa que te queda tan bien. Haz las cosas a tu manera porque así es como eres y ya sabes que la felicidad no se busca, tropezamos con ella sin querer en uno de los pocos descuidos que no dan cuidado.

Recuerda que solo se vive una vez y que es mejor que hagamos que esa única vida con la que contamos merezca la pena, Piensa, ¿hay mejor inversión para nuestro recurso más preciado -el tiempo- que esa? Acota la influencia que tiene sobre ti lo que piensen o digan los demás; eso se llama envidia y es la manera que tienen de hacer que no te sientas bien.

“Soy yo cuando sonrío, al igual que soy yo cuando estoy triste. Ambas emociones son parte de mí y ambas me describen en algunos momentos. Nunca negaré ninguna de ellas porque sería el primer paso para negar una parte de mí, dejando de alimentar mi amor propio”

Vístete con tu mejor sonrisa y compártela con el mundo

Comparte tu sonrisa con el mundo porque una sonrisa siempre significa mucho. Una sonrisa hace sentir bien al que la recibe y también al que la exhibe. Ser generoso con la sonrisa no cuesta nada. 

Piensa que una sonrisa puede durar un segundo, pero el recuerdo que deja, a veces, es eterno.
La sonrisa es esa curva que endulza el rostro e ilumina la mirada. 

Pero eso solo lo hacen las sonrisas verdaderas, no cuentan si escondes la pena detrás de ella. Piensa que le quitas el valor a lo que sientes cuando lo escondes y lo disfrazas de lo que crees que resulta políticamente correcto para los que están a tu alrededor.

“Incluso una vida feliz no puede medirse sin la oscuridad. La palabra feliz perdería su significado si no estuviese balanceada por la tristeza”
-Carl Gustav Jung

Tienes derecho a estar triste, al igual que tienes derecho a ser feliz y ambas emociones merecen la misma libertad en su expresión. No te avergüences por desentonar con los que te rodean, tú eres tú y lo que sientes tiene el mismo valor que lo que sienten otros. No haces daño si te expresas, no haces daño si sonríes, solo muestras tu mejor cara al mundo, tu autenticidad.

Recuerda que es el presente el que está en tus manos, el que se escapa cada segundo que pasas pensando en lo malo. Los malos días vienen solos, pero los buenos hay que salir a buscarlos y si es con una sonrisa será más fácil encontrarlos.

Numerosos estudios han demostrado que si te tomas las cosas con buen humor y sonríes aumenta tu bienestar emocional. La sonrisa y, en mayor medida, la risa, estimulan la liberación de dopamina, serotonina y endorfinas en tu cerebro, haciéndote sentir mejor. Además, la sonrisa disminuye el nivel de cortisol causado por el estrés en tu cuerpo. 

Así que, ¿a qué esperas para sonreír hoy?