lo que somos como seres humanos. No estamos hablando aquí de unos
principios externos, de lo que alguien nos marca desde fuera, sino de nuestros
principios internos, de seguir esa luz que a veces no sabemos ver pero que
brilla como un faro en nuestro interior.
En ocasiones, los acontecimientos externos nos nublan tanto la razón que
nos dejamos llevar por el tsunami de nuestras emociones y damos por
buenas situaciones que son a todas luces execrables, las justificamos, perdemos
así la brújula y navegamos sin rumbo. Al hacerlo, transmitimos esa
información a nuestras células, que la repercuten a los centros de control. El
resultado es que nuestros gobernantes siguen la misma dinámica.
Cada acto, cada movimiento, genera a nuestro alrededor un nuevo
universo, nuevas circunstancias, que nos llevarán a su vez a vivir otras, del
mismo modo que las semillas del tomate, al ser plantadas, darán nuevos tomates.
Es tiempo pues de tomar conciencia de la repercusión de nuestros actos,
pensamientos y sentimientos, en lugar de buscar siempre la culpa a otras
circunstancias.
Quizá tu transformación no esté lejana, tal vez estas palabras resuenen
en tu interior, quizá ha llegado el momento de descubrir el poder transmutador
que posees, quizá empiece a circular por tus venas la sangre azul del idealismo,
para que el caos deje de ser el termómetro por el que se mide el desarrollo de
los pueblos. Es tiempo de plantearte las cosas desde la base del Amor
incondicional o, lo que es lo mismo, desde la comprensión profunda.
Tenemos capacidad para sanarnos, para modificar nuestra realidad, por
retorcida que nos parezca, pero debemos empezar por cambiar el pensamiento, por
enfocar en positivo, por perdonarnos los errores y avanzar sin miedo
hacia un mañana lleno de esperanza y de luz.
Reconstruir el orden natural debe ser nuestro principal objetivo,
aportar armonía, rencontrar el ritmo perfecto en nuestro organismo, el
personal y el general. En resumen, dar significado a nuestra vida, ser leales a
nuestros principios.
¡Apasiónate, vive, cambia!
La lealtad a los principios es la base del desarrollo de nuestra
realidad, de nuestra identidad, de lo que somos como seres humanos. No estamos
hablando aquí de unos principios externos, de lo que alguien nos marca desde
fuera, sino de nuestros principios internos, de seguir esa luz que a veces no
sabemos ver pero que brilla como un faro en nuestro interior.
En ocasiones, los acontecimientos externos nos nublan tanto la razón que
nos dejamos llevar por el tsunami de nuestras emociones y damos por
buenas situaciones que son a todas luces execrables, las justificamos, perdemos
así la brújula y navegamos sin rumbo. Al hacerlo, transmitimos esa
información a nuestras células, que la repercuten a los centros de control. El
resultado es que nuestros gobernantes siguen la misma dinámica.
Cada acto, cada movimiento, genera a nuestro alrededor un nuevo
universo, nuevas circunstancias, que nos llevarán a su vez a vivir otras, del
mismo modo que las semillas del tomate, al ser plantadas, darán nuevos tomates.
Es tiempo pues de tomar conciencia de la repercusión de nuestros actos,
pensamientos y sentimientos, en lugar de buscar siempre la culpa a otras
circunstancias.
Quizá tu transformación no esté lejana, tal vez estas palabras resuenen
en tu interior, quizá ha llegado el momento de descubrir el poder transmutador
que posees, quizá empiece a circular por tus venas la sangre azul del
idealismo, para que el caos deje de ser el termómetro por el que se mide el
desarrollo de los pueblos. Es tiempo de plantearte las cosas desde la base
del Amor incondicional o, lo que es lo mismo, desde la comprensión
profunda.
Tenemos capacidad para sanarnos, para modificar nuestra realidad, por
retorcida que nos parezca, pero debemos empezar por cambiar el pensamiento, por
enfocar en positivo, por perdonarnos los errores y avanzar sin miedo
hacia un mañana lleno de esperanza y de luz.
Reconstruir el orden natural debe ser nuestro principal objetivo,
aportar armonía, rencontrar el ritmo perfecto en nuestro organismo, el
personal y el general. En resumen, dar significado a nuestra vida, ser leales a
nuestros principios.
¡Apasiónate, vive, cambia!
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