viernes, 10 de enero de 2020

El Hogar Compartido


Los hombres han mostrado interés por los primates no humanos desde tiempos inmemoriales y los han venerado, como lo atestiguan los numerosos mitos y los registros históricos y prehistóricos de diversas culturas. Con el advenimiento de la teoría de la evolución darwiniana y el establecimiento de la idea de que todos los seres vivos tienen un ancestro en común, este interés ha crecido, ya que los primates no humanos pasaron a ser el grupo biológico con mayor potencial para brindarnos información sobre el origen de nuestra especie y explicar nuestro comportamiento social.

El aporte que los primates no humanos pueden hacer a la comprensión del comportamiento humano es evidenciado por la diversidad de líneas de investigación que se han desarrollado con primates desde perspectivas que involucran directamente el estudio del hombre.

Campos como los de la antropología, la psicología experimental y la lingüística se fusionan con la ecología, la etología y la biología evolutiva para encontrar respuestas al origen del comportamiento humano.

Podemos obtener registros paleontológicos de nuestros ancestros y conocer sus dimensiones, su forma de locomoción, su dentición (y por lo tanto inferir su dieta) y su tamaño cerebral.

Podemos también reconstruir los paleoambientes donde vivían, pero poca es la información que los fósiles nos dejan sobre su comportamiento social
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Estas preguntas han dominado la escena en los estudios primatológicos desde hace un par de décadas y son aún campo fértil de estudio.

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