El sólo observar lo que sea sin
enjuiciar lo que percibo ya es un desafío para nuestra actitud habitual en la
vida. Tenemos siempre presente una actitud de crítica de todo aquello que no
nos parece de nuestro gusto. E incluso en lo que nos agrada, encontramos
detalles que no están bien a nuestro juicio.
Nos resulta muy extraño observar que nos
sentimos emocionalmente unidos con lo que percibimos. Muchas veces nos sentimos
así, emocionalmente enriquecidos por lo que percibimos. Sin embargo, solemos
desperdiciar la posibilidad de darnos cuenta cómo nos estamos sintiendo.
Disfrutamos paz y plenitud sintiéndonos como parte de toda esa realidad pero
sólo si tomamos consciencia de que eso está sucediendo.
Si nos pusiéramos atención a lo que
vivimos constantemente, aumentarían enormemente las posibilidades de disfrutar
de la realidad que nos toca vivir. La atención al presente te permitirá darte
cuenta de tu actitud crítica ante lo que percibes y es probable que aceptes los
hechos como son. ¿Qué sentido tendría el que no los aceptaras si nada puedes
hacer para cambiarlos?
Incluso, en el evento de que no te
agrade lo que percibes pero tu actitud no es crítica sino aceptadora de la
realidad percibida, te has ahorrado la negatividad del juicio sin sacrificar tu
paz. Estás presente en ti y en sosiego y tienes una alta probabilidad de
intercambiar amistosas referencias sobre lo que percibes con tus relaciones.
La diferencia en la actitud con que
enfrentamos nuestra vida cambia brutalmente si estás presente en tu vida o
estás ausente de ella. Sólo si estás atento a lo que vives en el momento
presente, estás presente en tu vida. Y en esas condiciones nada te puede sacar
de tu paz y de vivir emocionalmente unido con la belleza de la vida. Sólo tú
sales de ello si te distraes de la vida.
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