Nuestra relación con las personas es también como con las cosas.
Un marido se comporta con su mujer como si ésta fuera una cosa; la posee.
La mujer se comporta con el marido como con una cosa. Si nos comportásemos con
los demás como si fueran personas, no intentaríamos poseerlas, porque sólo las
cosas pueden ser poseídas.
Una persona significa libertad. Una persona no puede ser poseída. Si
tratas de poseerlas, las matarás, se volverán cosas. Nuestra relación con los
demás no es realmente de yo a tú; en el fondo es una relación de yo a yo. El
otro es sólo una cosa para ser manipulada, para ser utilizada, explotada. Por
eso el amor se vuelve cada vez más imposible, porque amor significa considerar
al otro una persona, un ser consciente, una libertad, algo tan valioso como tú.
Si te comportas como si todo fuera una cosa, entonces tú eres el centro
y las cosas son para ser usadas. La relación se vuelve utilitaria. Las cosas no
tienen valor en sí mismas: el valor es que puedes usarlas, existen para ti.
Puedes relacionarte con tu casa: la casa existe para ti. Es una utilidad. El
coche existe para ti, pero la esposa no existe para ti y el marido no existe
para ti. El marido existe para sí mismo y la esposa existe para sí misma. Una
persona existe para sí misma; eso es lo que significa ser una persona.
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