«Quod natura non dat, Salmantica non præstat» (en español: Lo
que la naturaleza no da, Salamanca no (lo) otorga) es un proverbio latino que
significa que una universidad no puede darle a nadie lo que le negó la
naturaleza.
De este modo, ni la inteligencia, ni la memoria ni la
capacidad de aprendizaje son cosas que una universidad pueda
ofrecer a sus alumnos.
Se ha creído erróneamente que esta frase corresponde al lema de la
propia Universidad de Salamanca, lo cual es un error, ya que los lemas de las
universidades son frases alentadoras, promotoras del estudio y de la
propagación del conocimiento y las ciencias.
El lema de la Universidad de Salamanca es: «Omnium scientiarum princeps
Salmantica docet» («Los principios de todas las ciencias se enseñan en la
Universidad de Salamanca»).
El emblema aparece esculpido en la piedra que recibe al visitante en el
edificio de las escuelas menores de la Universidad de Salamanca.
Esta aseveración condena a los que, a pesar de
estudiar, no presentan una gran capacidad intelectual o no ostentan una cultura
general muy frondosa. Aquello que la genética ha negado no podrá ser
reemplazado por la mejor educación. Se puede exhibir un importante curriculum
vitae, pero ello no garantiza ser un erudito ni, mucho menos, una persona
inteligente.
Con Salamanca se apunta a la célebre Universidad
ubicada en esa ciudad española, creada en 1218. La expresión se atribuye al
filósofo y escritor hispano Miguel de Unamuno (1864-1936), quien ocupara el
cargo de rector en dicha casa de altos estudios.
Desde el tiempo de nuestros abuelos, fue tema de discusión si la gente
era tonta o mala porque no estudiaba o porque sus problemas los traían de
nacimiento. Y se discutía que al malo y al tonto había que conducirlos por el
camino del conocimiento para hacer de ellos personas buenas, útiles,
brillantes.
Otros, decían que el malo lo era porque ya había nacido con alma mala,
que más bien necesitaba redención, que le hablaran de las cosas de Dios.
Sin embargo, una tercera opinión decía que si se era tonto de
nacimiento, bien poco se podía hacer por un individuo y remataban con el dicho
del encabezado que reza: Lo que natura no da, Salamanca no lo presta; en
alusión a la prestigiosa y antigua Universidad de Salamanca, España.
Hay alumnos que ponen sus codos en el pupitre, pero su mente está en
otra parte: Dice el dicho que no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Hay estudiantes que en vez de poner sus ojos en el pizarrón, ponen su
mirada al interior de su mundo atormentado por la problemática propia de la
adolescencia y se sienten negados para aprender; y no porque no puedan, sino
porque como dice otro dicho de origen bíblico: no hay peor ciego que el
que no quiere ver.
Así las cosas, para lograr la superación personal hay que poner en
juego, la voluntad, el esfuerzo, y sobre todo, procurar una mente sana y
despejada, de lo contrario, no se esfuerce: pues lo que natura no da,
Salamanca no lo presta. O como dice mi compadre Pancho: me sales más caro
que un hijo tonto en el Tecnológico. O sea, de qué sirve que te tenga en la
escuela más cara, si tú nunca pondrás nada de tu parte.
Muchos estudiantes conocí que traían sobre sus espaldas una carga social
y económica que no les dejaba avanzar para llegar a la ansiada meta que habían
soñado. Problemas como la pobreza que no les daba para cubrir cuotas ni de una
escuela pública y vivían siempre con hambre y mal vestidos.
Otros, con problemas morales por padres desordenados o de familias
desintegradas; siempre inmersas en un medio social que los arrastraba a la
violencia o a los vicios como puerta de escape.
Algunos resistieron heroicamente para mantenerse en el camino; pero
otros, sin apoyos de ninguna especie, renunciaron a todo convencidos que habían
nacido para macetas y jamás pasarían del corredor.
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