Nunca se puede estar sin ser. La vieja escolástica decía: operari
sequitur ese. Es decir: el obrar sigue al ser.
Pretender estar en un lugar geográfico manteniendo un ser de otro
diverso, es vivir de modo desquiciado.
Este desequilibrio conduce a enfrentamientos con los naturales del
terreno donde pisas, porque pretender a hacer a los demás al modo y manera
particular y subjetiva, es un papel imposible.
Por eso, el paso por los lugares varios supone vivir en un
permanente teatro, donde aplauden los bufones solamente. El resto de
espectadores está deseando que acabe pronto la función, de la que procurarán
olvidar sus contenidos cuanto antes.
Cuando llega el final inevitable, quedarse en la única
"tierra" es la mejor solución, y demuestra cómo toda una vida ha sido
un puro teatro de estar sin ser, de aparentar sin convencer, de vivir con
careta de cartón piedra.
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