jueves, 5 de marzo de 2020

Las Circunstancias


Filosofía

Cuando alguien te dice: “mira es que yo soy yo y mi circunstancia”, entendemos que nos está queriendo decir que no todo lo que le sucede depende de él, que él o ella no son del todo responsables porque también han influido las circunstancias.

Se trata de una famosa frase del filósofo español Ortega y Gasset. ¿Está el filósofo proporcionando una forma de excusarnos, de no ser del todo responsables de lo que somos?

 Es increíble lo que sucede con algunas frases de la filosofía: cuando pasan al lenguaje cotidiano, cambian totalmente de sentido. Ortega decía que el “yo” era uno de los ingredientes de mi vida y que había otro ingrediente y este era “la circunstancia”.

Por “circunstancia” entendía literalmente lo que está a mi alrededor, “circum-stancia”, lo que me circunda. Somos un organismo vivo. Un organismo vivo tiene su medio, decimos que la vida de un organismo está formada por el propio organismo y su medio, forman una unidad, lo que quiere decir que si cambia el medio cambia al organismo y viceversa (esto es importante).

Ahora bien, aun siendo organismos vivos, en los seres humanos hay algo más. Los humanos tenemos logos, pensamiento, y por tanto buscamos sentido en las cosas. Nos preguntamos el porqué y el cómo de lo que somos.

Yo tengo mis circunstancias, mi paisaje por así decirlo. Pero puedo explicarlas, encontrarles un sentido, y de esa manera hacer un acto creador al transformarlas en discurso.

A Ortega le gustaba mucho la siguiente anécdota de Heráclito. Encontrándose Heráclito en su cocina (hecho insólito, supongo, en la Antigüedad), se aproximaron unos discípulos, en buena parte embarazados por encontrarse con el maestro en ese lugar. 

Heráclito los animó a pasar, diciéndoles: “Aquí también están los dioses”. O sea, también esta circunstancia tiene valor, también merece ser explicada mediante el logos.

Esta famosa frase tiene un agregado, una segunda parte que dice así: “si no la salvo a ella, no me salvo yo” (refiriéndose a la circunstancia). Si yo explico mi medio, lo salvo del silencio y del sin-sentido. A eso es a lo que nos invita Ortega y Gasset.


Los Imponderables


En comunicación uno puede planear todo, menos lo que sucede inesperadamente. Es una obviedad, pero es también una de esas cosas que siempre hay que tener presente. Hay situaciones que no pueden preverse ni siquiera en su mínima dimensión. No son crisis que pueden dibujarse en escenarios posibles, son imponderables. 

Un imponderable es, según la Real Academia Española, una circunstancia imprevisible o cuyas consecuencias no pueden estimarse. Veamos algunos ejemplos.

En el nivel local, un caso prototípico de imponderable es la crisis del campo que atravesó toda la primera mitad de 2008 en la Argentina. ¿Alguien en el gobierno podía prever que el campo se tornaría un adversario político de tamaño calibre en la escena nacional? Ni siquiera los dirigentes de las entidades rurales tenían previsto un respaldo tan masivo de tantos otros actores, y principalmente de la opinión pública. Su virtud estuvo en reaccionar adecuadamente al nuevo escenario que se les planteaba y hacer uso de las herramientas comunicacionales a la mano.

El otro caso, más reciente aún, es el de la crisis financiera estadounidense. No me refiero tanto al impacto que supone para el gobierno de Bush, sino a su incidencia directa en la campaña presidencial de Obama y McCain, los dos candidatos demócratas y republicano respectivamente. El segundo decidió suspender su campaña para buscar una solución en el Senado, y Obama dio su apoyo al plan oficial para asistir a los damnificados. El plan fue rechazado en primera instancia con votos de ambos partidos, y la primera conclusión que surge es que si el Congreso rechaza de esta manera un pedido de sus dos candidatos a la presidencia, esto supone una licuación de poder para ambos antes de que uno de ellos asuma el cargo ejecutivo por el cual compiten. 

En el campo empresario, los ejemplos podrían ser muchos. Una larga lista de crisis puede ser prevenida, como lo indican los manuales, pero existe otra lista que está oculta a los ojos de todos. Un ejemplo: ¿alguien en las aseguradoras había pensado en un ataque terrorista a las Torres Gemelas, que pondría en jaque a los activos físicos de sus clientes? No. 

Los imponderables se presentan, insolentes y autónomos, y entonces el comunicador tiene que sacar a la luz sus dotes de improvisación, su prudencia y su creatividad para seguir adelante con la nueva hoja de ruta. 

La obra que acompaña estas reflexiones es "Pandora", de John William Waterhouse. Fue pintada en 1896 y refleja la historia de la famosa caja, de la cual brotan todas las desgracias del mundo. Pero eso sí: la leyenda dice que Pandora alcanzó a cerrar la caja antes de que saliera una virtud: la esperanza.

El Arte De Persistir

Cuando algo no funciona, persiste y lo harás funcionar.
Cuando no sé cómo hacerlo, persisto y aprendo a hacerlo.

Siempre que fallo, me levanto, persisto, y después de unos cuantos intentos probando diferente, logro hacerlo bien.

Si quiero lanzar un proyecto que se escapa a mis posibilidades, persisto, poco a poco, y finalmente, al tiempo, lanzo ese proyecto.

Cuando un negocio no funciona, persisto, persisto y persisto. Si después de una persistencia coherente, no levanta el vuelo. Abandono. En cambio, si al persistir veo una pequeña luz al fondo, no escatimo recursos en llegar hasta esa luz.

Si persistir por lograr algo que puede ayudar a otros significa pagar un precio, lo voy a pagar, y voy a persistir.

Hoy en un correo electrónico a través del libro Ultraproductividad, un lector, José Ramón Cañizares, preguntaba “Eres un tipo muy disciplinado, pero… ¿no crees que sería súper divertido “dejarte llevar” en la parte personal más que profesional?”

Esta ha sido mi respuesta:

“José Ramón, incluso diría que es vital más que súper divertido dejarse llevar.

Prefiero ser ultra-disciplinado primero y luego tener que esforzarme por “fluir”, que al revés. Porque hacer o intentar aprender dos cosas contrarias en naturaleza entre sí, eso se llama ansiedad. Primero una, y después la otra, elige cual, y buen viaje“.

Me decanto por persistir primero, incluso aunque los demás me lo desaconsejen. No ahora por supuesto, que me encuentro en medio de los 20 días siguiendo cualquier recomendación o consejo que se presente ante mí, pero eso ya es otra historia.

Persisto en la vida, en mi trabajo. En mis debilidades, en mis fortalezas. En la alimentación, en el descanso, en el estilo de vida, en el inconformismo, en al alto rendimiento, en la diversión. Persisto, persisto y persisto. Al final, aunque sea al final del todo, casi siempre, en un 95% de las ocasiones, gano. En cambio, si mido el persistir a un mes vista, casi siempre pierdo




Estar En Paz


En tiempos como los actuales, en que la tónica general es la zozobra y la angustia, la paz confiere ventajas al que la posee. Las más importantes son: 

La serenidad del pasado. El pasado queda allí donde pertenece: no agobia, y se transforma en un punto de partida desde el que es posible crecer y construir.

La claridad de visión de las oportunidades del presente, adecuadas a nuestras capacidades.

Permite visualizar un futuro profesional esperanzador

La persecución activa de la paz interior, no debe confundirse con la falta de inquietud como meta. El buen estrés ayuda a pensar, actuar y vivir nuestro trabajo con satisfacción y eficacia. El estrés excesivo en cambio, tiene efectos destructivos.

La paz de verdad no es fantasiosa, y considera la realidad tal cual es. La tensión surge cuando pretendemos llevar una vida desadaptada a los hechos. Las 7 actitudes/acciones clave que generan paz interior (con mayúsculas), son las siguientes:


1. Afrontar los hechos. No esconder la cabeza. Aceptarse uno mismo en lo que es inevitable.

2. Ver las cosas en perspectiva y con visión de conjunto, sin perderse en los detalles. Aprender a diferenciar lo que es trascendente de lo que no lo es. Acostumbrarse a identificar lo que es importante y lo que no lo es. No hacer nada que no sirva para nada.

3. Aceptar la incertidumbre. Mejorar lo que se puede mejorar, aceptar lo que no se pueda mejorar… y aprender a distinguir la diferencia entre unas cosas y otras…

4. No pre-ocuparse. Es decir: no ocuparse de las cosas antes de hora. Un viejo proverbio chino dice así: “Si tienes un problema y lo puedes solucionar, no te preocupes y soluciónalo. Si no lo puedes solucionar, no te preocupes y olvídalo”.

5. Actúa lentamente: hay tiempo de sobra. La impulsividad, actuar instintivamente sin pensar, es propio de los animales. Concederse un tiempo de reflexión antes de actuar es un camino mejor. Y nunca, nunca, nunca… pagues una ofensa con otra.

6. No detenerse en los propios fracasos o fallos, que objetivamente no son otra cosa que experiencias… aunque duras, quizás. Hay que seguir adelante y verlos como una oportunidad de aprendizaje.

7. No solamente hay que trabajar: hay que cuidar el corazón, el cuerpo y el espíritu; amar, hacer deporte, dormir… y orar. Según muchos estudios e investigaciones, orar es el principal generador de paz.

No vivir de acuerdo a estos enunciados trae estrés negativo (distrés), y más estrés cuanto más nos distanciemos de ellos. Conviene pues, y más que nunca en los momentos duros, verificar regularmente que nuestras actitudes no se alejan de las que convienen al ser humano.

Estas nos traerán la paz.

Importancia De La Lectura


Aislados y abstraídos. “Me doy cuenta sobre todo cuando leo –explica Carr-. Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en la narración o en los giros de los argumentos y pasaba horas paseando por largos tramos de prosa. Ahora casi nunca es así. Ahora mi concentración casi siempre comienza a disiparse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. La lectura profunda que me venía de modo natural se ha convertido en una lucha”.

Nos adaptamos. Pero a un precio que nuestro cerebro aún no sabe si puede permitirse pagar. La primera capacidad en caer ha sido la de la concentración, que deja paso a la agilidad lectora y selectiva, al ser bombardeados continuamente, terrible.

Y la parte más dramática reside en la rapidez con la que ha sucedido el cambio de paradigma. Sin embargo, al haber ocurrido de forma tan sutil e intuitiva, el hecho de levantarnos con Internet en el móvil desde la mesilla -para ver el correo y el Facebook- y el de trabajar con 30 pestañas abiertas en el navegador son ya situaciones tan cotidianas como lavarse los dientes; aunque hace cinco años nadie las viviera. Según la infografía elaborada por ocialHype y OnlineSchools.org denominada 'Obsesionados con Facebook', prácticamente la mitad de los usuarios consultan Facebook como primera actividad del día. De este porcentaje el 28% escribe un comentario según sale de la cama.

Nos adaptamos. Pero a un precio que nuestro cerebro aún no sabe si puede permitirse pagar. La  primera capacidad en caer ha sido la de la concentración, que deja paso a la agilidad lectora y selectiva, al ser bombardeados continuamente con nuevos datos. Tras ésta, la capacidad de comprender lo que leemos: “Cuando leemos en la Red, nuestro cerebro está demasiado ocupado decidiendo si pincha o no en los enlaces, ignorando los anuncios y valorando el interés de los otros titulares para prestar atención a lo que lee, sin mencionar la interrupción constante de nuestros avisos de actualización (RSS, correo, SMS, etc). Al segundo párrafo nos impacientamos porque el navegador nos recompensa con deliciosas endorfinas cada vez que descubrimos algo nuevo, aunque sea irrelevante”, sentencia Peirano.

¿Le está pasando a usted? ¿Cuánto más usa la Red, más tiene que luchar para concentrarse en escritos largos? No le entretengo más. Lo más probable es que ya haya dejado de leer.
"Si parezco confundido, es que estoy pensando".
Samuel Goldwyn

Con toda seguridad, usted dejará de leer este artículo en el segundo párrafo. No se culpe, pero tampoco me culpe a mí. Según el pensador Nicholas Carr, esto sucede por lo que Internet le ha hecho a su cerebro, y porque seguramente el móvil, la televisión o el correo electrónico interrumpirán nuestro, ya de por sí breve, vínculo, para hacerlo aún más breve.

Las reflexiones de Carr vienen a decir que “nuestros hábitos en la Red son lo suficientemente sistemáticos, repetitivos e instantáneos para reamueblar nuestro mapa neuronal y reprogramar nuestro proceso de pensamiento de manera casi irreversible”, apunta la periodista y escritora Marta Peirano

Y dicho así asusta, pero el problema tiene cura: leer libros o periódicos en soporte de papel. Aislados y abstraídos. “Me doy cuenta sobre todo cuando leo –explica Carr-. Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en la narración o en los giros de los argumentos y pasaba horas paseando por largos tramos de prosa. Ahora casi nunca es así. Ahora mi concentración casi siempre comienza a disiparse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. La lectura profunda que me venía de modo natural se ha convertido en una lucha”.

Nos adaptamos. Pero a un precio que nuestro cerebro aún no sabe si puede permitirse pagar. La primera capacidad en caer ha sido la de la concentración, que deja paso a la agilidad lectora y selectiva, al ser bombardeados continuamente, terrible.

Y la parte más dramática reside en la rapidez con la que ha sucedido el cambio de paradigma. Sin embargo, al haber ocurrido de forma tan sutil e intuitiva, el hecho de levantarnos con Internet en el móvil desde la mesilla -para ver el correo y el Facebook- y el de trabajar con 30 pestañas abiertas en el navegador son ya situaciones tan cotidianas como lavarse los dientes; aunque hace cinco años nadie las viviera. Según la infografía elaborada por ocialHype y OnlineSchools.org denominada 'Obsesionados con Facebook', prácticamente la mitad de los usuarios consultan Facebook como primera actividad del día. De este porcentaje el 28% escribe un comentario según sale de la cama.

Nos adaptamos. Pero a un precio que nuestro cerebro aún no sabe si puede permitirse pagar. La  primera capacidad en caer ha sido la de la concentración, que deja paso a la agilidad lectora y selectiva, al ser bombardeados continuamente con nuevos datos. Tras ésta, la capacidad de comprender lo que leemos: “Cuando leemos en la Red, nuestro cerebro está demasiado ocupado decidiendo si pincha o no en los enlaces, ignorando los anuncios y valorando el interés de los otros titulares para prestar atención a lo que lee, sin mencionar la interrupción constante de nuestros avisos de actualización (RSS, correo, SMS, etc). Al segundo párrafo nos impacientamos porque el navegador nos recompensa con deliciosas endorfinas cada vez que descubrimos algo nuevo, aunque sea irrelevante”, sentencia Peirano.

¿Le está pasando a usted? ¿Cuánto más usa la Red, más tiene que luchar para concentrarse en escritos largos? No le entretengo más. Lo más probable es que ya haya dejado de leer.

Intenciones No Alcanzan


El pretexto ordinario de aquellos que hacen la desgracia de los demás, es que dicen querer su bien. 

El padre o madre que asfixió al hijo que lloraba mucho, lo hizo porque no quería que le pasara algo malo con tanto llanto y se le pasó la mano al taparle la boca por más tiempo de lo adecuado. Revelamos el secreto de un amigo por nuestra perversa curiosidad de dejar libre el asunto que se nos rogó mantuviéramos encadenado, pero lo hicimos pensando en su bien, aun sabiendo que cometimos una traición. Insultamos a nuestros hijos y cónyuges, destrozando su confianza y cariño, pero decimos que lo hicimos para ver si así ‘se corregían’. Los ejemplos los podemos enumerar a montones.

Cuando se trata de nuestra propia conducta viciosa, prometemos corregirnos. Recordemos el refrán: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. Séneca, en su Epístola 112, le escribe a su amigo Lucilio: Este hombre del que me escribes, ¡oh Lucilio! y que me recomiendas, no tiene fuerzas: se dio a los vicios. A la vez se marchitó y se endureció; no puede entrar en razón, no puede nutrirla. ¡Pero desea corregirse! No le creas. No digo que te mienta: él cree desearlo, sólo se cansó del lujo y de la molicie, pero pronto volverán a agradarle. Pero dice que su género de vida le ofende. No lo negaré. ¿A quién no le ofende? Los hombres, a un tiempo, aman sus vicios y los odian.

Deseamos corregirnos pero a la vez ardemos en el objeto de lo que deseamos corregir: lujuria, avaricia, soberbia. Queremos dejar de estafar, de traicionar, pero a la vez deseamos inmensamente los bienes que obtenemos por estafas y traiciones. Es como el beneficiario de toda traición: adora el beneficio de la traición y odia al traidor
.
“El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos”, afirmó el religioso suizo San Francisco de Sales.

Pero desea corregirse, le dice Lucilio a Séneca, refiriéndole las buenas intenciones del hombre que se ha dado a los vicios. Y aquí Lucilio se equivoca, pues solamente está atendiendo a las meras palabras que expresa aquél. Por ello Séneca saca del engaño a su amigo sobre las buenas intenciones de esa persona. Y es que Lucilio al atender a las meras palabras, olvida que resulta indispensable en toda persona estar atento no a la buena intención sino a lo que realmente siente el que desea enmendarse, y además cerciorarnos de los más profundos motivos que dan nacimiento a lo que siente.

Cuando caemos ante un vicio y nos quedamos en él es porque las fuerzas de nuestro espíritu son menores que nuestros perversos deseos.

La conducta reiteradamente viciosa, sea en el terreno del engaño para hacernos de bienes, en el consumo de drogas, en la mentira, en la destrucción de honras o en la traición, llega realmente a endurecer el corazón. Se petrifican nuestros sentimientos malvados y ante la desbordante conducta inadecuada, nos convertimos en máquinas que tratan de razonar pero sólo producen argumentos falsos, autojustificaciones y una inmensa capacidad para autoengañarnos.


Muchas veces el que desea corregirse al expresar su deseo de cambio lo hace con la mejor intención y sin el menor propósito de mentir. Es sincero en su deseo, pero su debilidad emocional y su temperamento quebrado vencen sus propósitos. Ya sabemos que el hilo se revienta por lo más delgado y con frecuencia eso es nuestra debilidad por las conductas viciosas. Ya de por sí las personas débiles de carácter son las menos sinceras y las más tendientes a mentir, y no por maldad sino por su temperamento. 

Por ello una de las peores miserias que podemos padecer en nuestra vida consiste en ser débiles y en no luchar por la fortaleza de carácter.


miércoles, 4 de marzo de 2020

El Miedo Que Frena

Vivimos en un estado emocional. Cuesta imaginar cómo sería nuestra vida sin alegrías, tristezas, enojos o miedos. Las emociones constituyen una parte crítica de nuestra experiencia que adhieren color a nuestros estados mentales e influyen en nuestras conductas. También son claves para nuestra memoria, para tomar decisiones, para ayudarnos a evitar el dolor y a buscar el placer. En todo aquello que nos resulta importante están involucradas las emociones. Los antiguos griegos las llamaban "pasiones" y son las que nos emparentan con nuestras raíces animales. Nos atan a nuestro pasado evolutivo (tenemos hambre, miedo, instintos sexuales) pero, al mismo tiempo, nos hacen únicos dentro del reino animal.

La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal que produce cambios corporales y de comportamiento. El estudio moderno de la emoción comenzó con Charles Darwin. Él fue quien se dio cuenta de que algunas emociones (el miedo, la tristeza, la alegría, la sorpresa, la ira y el disgusto) estaban presentes en diferentes especies animales y eran homólogas a las emociones humanas. Hoy sabemos que las estructuras cerebrales fundamentales para el procesamiento emocional son arquitectónica y funcionalmente muy parecidas en todos los mamíferos y hay quienes sostienen que estructuras similares se pueden encontrar también en reptiles, pájaros y peces. 

En otras palabras, la detección eficiente de estímulos relacionados con la supervivencia (como la presencia de alimentos, de potenciales parejas o de predadores) es algo que se fue desarrollando durante millones de años y que no se modificó demasiado. La diferencia entre los seres humanos y otras especies radica en el procesamiento de esas emociones (en especial en términos de "sentimientos"). Esto se debería al desarrollo de otras capacidades mentales complejas y su interacción con el sistema más "primitivo" de procesamiento de estímulos de relevancia biológica involucrados en la supervivencia de la especie. 

Además de las emociones básicas, hay emociones secundarias como la culpa, la vergüenza y el orgullo, que dependen del contexto cultural y social.

El psicólogo estadounidense Paul Ekman descubrió que ese set de emociones básicas de las que hablaba Darwin estaba presente en diferentes culturas. Fue así que realizó investigaciones transculturales en una tribu en Papúa Nueva Guinea cuyos integrantes nunca habían tenido contacto con Occidente. Estos miembros de una cultura aislada podían reconocer las expresiones emocionales cuando veían la foto de alguien con quienes nunca habían estado familiarizados. Y no sólo eso: cuando les pedía que representaran esas emociones, ellos podían hacerlo sin complicaciones. La conclusión de Ekman fue la siguiente: si estas emociones básicas tenían rasgos faciales distintivos y estaban presentes en todas las culturas humanas, deberían contar con un sello biológico.
"La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal que produce cambios corporales y de comportamiento"

De estas emociones básicas, sin dudas la que se ha estudiado con mayor detalle a lo largo de las últimas décadas ha sido el miedo. El miedo es un estado emocional negativo generado por el peligro o la agresión próxima. Como referimos en los primeros renglones, cualquier otro estado emocional puede ser pospuesto; el miedo, no. Uno tiene que responder al miedo de manera inmediata; por lo tanto siempre se halla privilegiado en relación a otras emociones. La amígdala, un pequeño núcleo de neuronas situado en los lóbulos temporales de nuestro cerebro, desempeña un papel crucial en la detección y expresión de ciertas emociones, pero particularmente en el miedo. Individuos con lesiones en esta parte del cerebro tienen dificultad en reconocer expresiones de miedo en otras personas y presentan un déficit en su "memoria emocional", es decir, carencia de memoria para eventos pasados personales que tuvieran una connotación emocional, especialmente negativa.

¿Cómo podríamos caracterizar la secuencia de eventos que nos suceden cuando sentimos miedo? Imaginemos el caso extraordinario de que un tigre hambriento entra en nuestra casa. ¿Qué es lo primero que nos sucede? Sin dudas, los cambios en nuestro cuerpo como el aumento de la frecuencia cardíaca y la sensación de terror y pánico. Estos dos procesos son diferenciables: el primero podemos medirlo de manera objetiva; el segundo, a través de un autorreporte que nos brinda la misma persona que lo experimenta, es decir, del procesamiento de la emoción. Ante un estímulo amenazante, se activa la amígdala, que actúa como una central de alarma en nuestro cerebro y se inicia una respuesta que involucra a nuestro organismo para la huida o la defensa.

Los humanos además contamos con un sistema más elaborado para protegernos: la ansiedad. El miedo (detectar y responder al peligro) es común entre las especies. Sin embargo, la ansiedad (técnicamente se llama así a un estado emocional negativo en el que la amenaza no está presente, pero es anticipada) depende de habilidades cognitivas que solamente han sido desarrolladas en el humano. Esta característica está dada por la habilidad única que tenemos los seres humanos de poder revisar el pasado y proyectar el futuro. Es así que podemos vislumbrar varios escenarios posibles en el futuro y recrear, a la vez, eventos del pasado que podrían haber ocurrido pero que no existieron realmente.

Esta capacidad de proyección sobre el pasado y el futuro le ha otorgado a los seres humanos un instrumento crucial para su supervivencia: resolver antes de que sea tarde, prepararse antes de que el peligro se haga presente.





Empatía




La empatía es la capacidad de comprender la vida emocional de otra persona, casi en toda su complejidad. Esto no supone necesariamente compartir las mismas opiniones y argumentos que justifiquen el estado o reacción que expresa la otra persona. Ni siquiera significa estar de acuerdo con el modo de interpretar las situaciones con carga afectiva del interlocutor.

La empatía está referida entre otras cosas a la escucha activa, la comprensión y el apoyo emocional. Además, la empatía implica tener la capacidad suficiente para diferenciar entre los estados afectivos de los demás y la habilidad para tomar perspectiva, tanto cognitiva como afectiva, respecto a la persona que nos expresa su estado emocional.

Sus componentes

Quizá en algunas ocasiones no te has sentido escuchado por falta de feedback, apoyo o comprensión. En otras muchas ocasiones, quizá sientas que no has sabido atender adecuada y empáticamente al estado emocional de la otra persona y te preguntes: ¿Qué necesito o debo hacer para ser más empático?

Fundamentalmente, los componentes de la empatía son los siguientes:

1. Saber escuchar

Presta atención a lo que explica o argumenta la otra persona, atiende a las manifestaciones no verbales, como sería en el caso de los gestos que se corresponden con el estado de ánimo que se verbaliza y no interrumpas el discurso verbal.

Además, reflexiona sobre lo que la otra persona te está comunicando, expresa señales de seguimiento activo a modo de feedback: mira a la cara, asiente con la cabeza o refleja expresiones faciales congruentes con aquello que te está explicando la otra persona.

Por otro lado, es necesario mostrar interés preguntando detalles sobre el contenido de la conversación.

2. Interpretar las señales no verbales

Comprende los mensajes transmitidos de carácter paralingüístico, tales como la entonación, el tiempo de respuesta, el volumen…

3. Mostrar comprensión

Podemos mostrar comprensión congruente a aquello que nos explican a través de frases como:" Comprendo que actuases así". "Entiendo cómo te sientes". "La verdad es que debiste pasarlo genial"…

No se deben invalidar, rechazar o juzgar las emociones de la persona que las expresa ya que esta es una premisa fundamental para mostrar sensibilidad empática.

4. Prestar ayuda emocional si es necesario

Practicar la empatía nos ayuda a ampliar nuestras perspectivas y con ello a enriquecer nuestro mundo con nuevas ideas, puntos de vista y oportunidades.










Buenos Momentos

¿Por qué recordamos bien algunas cosas mientras que otras se desvanecen? Investigadores sugieren que se debe a que los eventos positivos se quedan durante más tiempo en la memoria que los malos, algo que ayuda a la raza humana a mantenerse alegre y resistente.


De acuerdo con psicólogos, el aferrarnos a los buenos recuerdos -dejando atrás los malos- nos ayuda a lidiar con situaciones desagradables y mantener una actitud positiva ante la vida.

Fue hace 80 años que se propuso por primera vez la idea de que los recuerdos malos se desvanecen más rápido
.
En los años 30, los especialistas recogieron lo que quedaba en la memoria de las personas después de las vacaciones, categorizándolas en agradables y desagradables.

Semanas más tarde, los investigadores pidieron a los participantes que recordaran las vacaciones. Casi el 60% olvidó las experiencias desagradables, mientras que sólo el 42% de las agradables habían desaparecido.

Esto es algo que muchos de nosotros puede sentirse afín, tras un descanso solemos acordarnos de los buenos días y de las personas que conocimos y olvidarnos de los retrasos en los vuelos u otros inconvenientes.

Más tarde se hicieron otros estudios rigorosos del llamado fenómeno Fading Affect Bias (FAB), que ocurre cuando la información de emociones consideradas como negativas se borra de la mente más rápido que la positiva.

En un trabajo hecho en los años 70, en vez de preguntarle a la gente que recuerden memorias aleatorias -pues las personas podrían preferir aquellas positivas- a los participantes se les pidió que llevaran un diario, registrando la intensidad emocional de esos recuerdos.

Pero debido a que el 80% de toda la investigación psicológica se hace con estudiantes estadounidenses, no quedaba claro si esta preferencia a mantener en la memoria los buenos recuerdos existiría en otras culturas.



Enigmas


Filosofía

Nacida en el siglo XX para explicar el mecanismo que rige el comportamiento de los átomos, la teoría cuántica ha sido sorprendentemente exitosa: ninguna de sus predicciones ha resultado falsa y ningún científico la pone en cuestión. 

Además, la mecánica cuántica ha revolucionado nuestro mundo cotidiano y ha propiciado asombrosos avances tecnológicos. 

Sin embargo, algunas de sus conclusiones –como la afirmación de la interdependencia entre la realidad del mundo exterior y su observación experimental, o la idea de que un objeto puede estar en dos o más sitios al mismo tiempo– constituyen un enigma que cuestiona nuestras intuiciones en torno a la realidad y la conciencia y que acerca esta teoría a la filosofía y el misticismo.

Trascender


Todos nos equivocamos… somos seres humanos: reímos cuando somos felices, nos sentimos derrotados cuando algo no sale bien, lloramos nuestras tristezas, gozamos los triunfos…

En fin, vivimos muy a nuestra forma de ser, las emociones y vivencias del día a día.

Como cualquier persona, todo el esfuerzo que dedicamos en nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, entrega y dedicación, son actitudes tenemos con el objetivo de trascender, ir más allá de lo que esperamos.

Sí, trascendemos por nuestros hechos, pero el término implica mucho más que esforzarse, lograr un ascenso en el trabajo, etc… Trascender realmente como persona, se da como resultado de nuestra capacidad de compartir y por lo que logramos desprender de nuestro entorno para entregárselo a los demás.

Dejar una huella importante en los demás, saber que lo que hicimos ha sido importante para cambiar una actitud, solucionar un problema, es parte fundamental de lo que debe ser nuestra forma de actuar.

En muchas ocasiones, nosotros mismos nos negamos la oportunidad de compartir algo bueno con los demás, damos la espalda a los problemas que a alguien le aquejan pensando que “es su rollo”, sin tomar en cuenta que tal vez un poco de nuestra ayuda, o el simplemente escucharle y tratar de encontrar una solución, sería de gran utilidad.

Hoy son muchas las asociaciones, instituciones y dependencias que nos invitan a ser partícipes del hermoso regalo de la caridad, a través de proyectos destinados a dar un poco a los que más lo necesitan, y no precisamente algo material.

Como padres de familia, tratamos de ser papás y mamás ejemplares que trabajan, no descuidan su hogar, brindan cierta comodidad económica a sus hijos y se dan lujos de vez en cuando…Pero, ¿En qué momento ponemos el ejemplo de ayudar a alguien que necesita un poco de ayuda? ¿Cuándo ven nuestros hijos las necesidades reales que se viven en cuanto pobreza se refiere? ¿Cuándo les permitimos salir de su “burbuja” para que visiten hospitales, asilos de ancianos, orfanatos, etc.?

Creo que son pocos los que pueden jactarse de lo anterior, porque creemos que para eso está el gobierno: para ayudar, para eso se crean instituciones: para que les den, para eso hay ciertas asociaciones: para que atiendan necesidades de los más vulnerables.

Si realmente es nuestro deseo trascender, tenemos que primero que nada analizar nuestro alrededor y ver que nuestros problemas pueden ser enormes, pero tal vez ni se comparen con los de otros, que realmente viven una situación compleja.

Amemos nuestro trabajo; aportemos lo mejor de nosotros mismos para que nuestra pasión por la profesión que tenemos, nos permita aportar éxitos al logro de los objetivos de la empresa en la que laboramos.

Disfrutemos el tiempo con nuestra familia; vivamos cada instante con ellos, que de eso dependerá la unión, confianza y respeto con el que se pueda actuar después.

Seamos vecinos, compañeros y ciudadanos cordiales; fomentemos una sana convivencia que se traduzca en armonía.

Escuchemos a los demás, demos buenos consejos y estemos dispuestos a recibirlos.

Inculquemos en nuestras familias el valor de compartir algo con los demás; formemos niños sensibles y atentos a la problemática actual.

Pero, nunca por favor nunca, olvidemos la gran importancia de la labor social, la gran necesidad de aportar algo a la sociedad, algo de lo mucho que hemos recibido; seamos generosos y procuremos trascender con nuestros hechos, ya que ello deja una marca imborrable en muchas familias.

Sólo recuerde esa sonrisa que puede regalarle un niño huérfano, cuando compartimos unos minutos con él haciéndolo sentir importante, valorado.

Sólo imagine que “alguien” que no nos conoce bien pueda recordarlo con cariño y le esté mucho más agradecido que cualquier otra persona.


Trascender, debe ser un deseo de todos los seremos humanos… trascender en todos los sentidos, trascender a pesar de todo.

Nuestro Entorno


¿Por dónde pasa la vida?
Esta es una de las preguntas estrella que Teatro y Consciencia aterriza en los alumnos a lo largo de los cursos. Parece simple al escucharla, pero a la hora de la verdad, responderla no es tan fácil. ¿Por dónde pasa la vida?

Sabemos racionalmente que la vida es el motor esencial de nuestra existencia y que está en continuo movimiento dentro de nosotros y en nuestro alrededor. Aun así, en la sociedad occidental no tomamos en consideración experimentar y cultivar esta realidad que nos fundamenta, y pasamos la mayor parte del día sin sentirnos vivos, actuando de forma autómata, dejando que nuestras mentes y cuerpos funcionen mecánicamente.

Afortunadamente, se dan situaciones que inevitablemente provocan que volvamos a la vida. Cuando ponemos la atención en el presente, escuchamos con todos nuestros sentidos y abrimos el corazón. 

Un abrazo que nos reconforta, una canción que nos eriza el vello, el primer llanto de una tristeza profunda, un paisaje que nos hace vibrar, unas palabras sinceras que rompen nuestros esquemas, un sabor que nos traslada a la infancia, un baile desenfrenado, los colores de un atardecer que nos retuerce el estómago, el ataque de risa por una tontería, un grito al cielo que por fin desatasca aquel dolor, el gesto vulnerable de alguien a quien considerábamos “duro”, una auténtica expresión de amor temblorosa… No son escenas que sólo se hacen evidentes en las películas.

Son instantes reales, de distintos calibres e infinitos colores, que surgen de nosotros mismos y suceden constantemente a nuestro alrededor. Y nos conmueven como si fuera la primera vez, por muy pequeños y sutiles que sean. Es aquí por donde pasa la vida, es aquí donde podemos apreciar las sincronicidades, lo intuitivo y la inspiración. Y descubrimos que formamos parte de algo intangible, mágico e inexplicable, pero tan real como la misma experiencia: el sentido de Ser Humano.

De este modo, la vida pasa por sentir la calidez y la esperanza que produce la luz de un atardecer cualquiera en la plaza del barrio. La vida pasa, también, por dejarse embalsamar por la música de una pianista solitaria en el túnel del metro. 
¿Por dónde pasa la vida?
Esta es una de las preguntas estrella que Teatro y Consciencia aterriza en los alumnos a lo largo de los cursos. Parece simple al escucharla, pero a la hora de la verdad, responderla no es tan fácil. ¿Por dónde pasa la vida?

Sabemos racionalmente que la vida es el motor esencial de nuestra existencia y que está en continuo movimiento dentro de nosotros y en nuestro alrededor. Aun así, en la sociedad occidental no tomamos en consideración experimentar y cultivar esta realidad que nos fundamenta, y pasamos la mayor parte del día sin sentirnos vivos, actuando de forma autómata, dejando que nuestras mentes y cuerpos funcionen mecánicamente.

Afortunadamente, se dan situaciones que inevitablemente provocan que volvamos a la vida. Cuando ponemos la atención en el presente, escuchamos con todos nuestros sentidos y abrimos el corazón. 

Un abrazo que nos reconforta, una canción que nos eriza el vello, el primer llanto de una tristeza profunda, un paisaje que nos hace vibrar, unas palabras sinceras que rompen nuestros esquemas, un sabor que nos traslada a la infancia, un baile desenfrenado, los colores de un atardecer que nos retuerce el estómago, el ataque de risa por una tontería, un grito al cielo que por fin desatasca aquel dolor, el gesto vulnerable de alguien a quien considerábamos “duro”, una auténtica expresión de amor temblorosa… No son escenas que sólo se hacen evidentes en las películas.

Son instantes reales, de distintos calibres e infinitos colores, que surgen de nosotros mismos y suceden constantemente a nuestro alrededor. Y nos conmueven como si fuera la primera vez, por muy pequeños y sutiles que sean. Es aquí por donde pasa la vida, es aquí donde podemos apreciar las sincronicidades, lo intuitivo y la inspiración. Y descubrimos que formamos parte de algo intangible, mágico e inexplicable, pero tan real como la misma experiencia: el sentido de Ser Humano.

De este modo, la vida pasa por sentir la calidez y la esperanza que produce la luz de un atardecer cualquiera en la plaza del barrio. La vida pasa, también, por dejarse embalsamar por la música de una pianista solitaria en el túnel del metro. 



Lucidez

Sentirse activo y lúcido es fundamental para nuestra salud. Pero, ¿cómo lograrlo? Aquí algunos consejos importantes para mantener nuestra frescura mental a lo largo de los años. 

A la lucidez sólo es posible evaluarla en relación con las habilidades que cada uno desarrolló en su juventud. Por eso la vejez, aun cuando forma parte de la naturaleza, constituye uno de los grandes temores humanos. 

En la actualidad, existen ejercicios y tratamientos específicos para la preservación de las capacidades cognitivas, aunque no hay estándares universales ni garantías, ya que cada persona es diferente. 

No obstante, se pueden tener en cuenta algunas recomendaciones: 

Estimular las capacidades cognitivas durante la juventud, a través de la actividad social e intelectual, del juego y de todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental.

Realizar palabras cruzadas, sopas de letras, sudokus.
Ejercitar la mano izquierda cuando uno es diestro, o viceversa. 
Estimular las capacidades sensoriales.
Ejercitar la memoria con actividades tan simples como no consultar la lista de compras mientras se está en el supermercado y corroborar sólo después.

Trabajar con series numéricas concretas, nombres de los meses del año en sentido directo e inverso. 
Para mantener el concepto numérico y el cálculo, se resuelven problemas y operaciones aritméticas y juegos numéricos. 

El razonamiento se estimula mediante ejercicios que trabajen la capacidad de clasificar características de los objetos, mientras que los aspectos del lenguaje y la capacidad visoespacial se ejercitan mediante la escritura, el dictado y el dibujo. 




Saber Donde Vamos


Hemos podido ver cómo a lo largo de la historia las Sociedades han ido evolucionando. Un proceso que nos ha permitido llegar hasta donde ahora nos encontramos. Lo que nos permite concluir que nos encontramos envueltos en una evolución de nuestra actual Sociedad. 

Pero debemos tener presente que es una evolución rapidísima en su realización, basada en avances tecnológicos, que están permitiendo una eclosión sin precedentes del maquinismo. Esta irrupción de las máquinas en todos los ámbitos -no solo en lo relacionado con el aspecto laboral- va a ocasionar una serie de cambios en el comportamiento humano, inimaginables hace unas pocas décadas.

El Big Data, unido a la inteligencia artificial, nos abocará a una Sociedad en la que las personas tengamos una perfilación de todos los aspectos de la vida, que provoquen un conocimiento casi total de los individuos. Además, ya vemos que las máquinas van a sustituir a las personas en muchísimos puestos de trabajo. Y además, a causa de este maquinismo, veremos como las personas estarán cada vez más apoyadas e influenciadas por las máquinas.

Con este escenario, creo sinceramente que la Sociedad a la que nos dirigimos va a ser una Sociedad en la que las personas van a tener cada vez menos oportunidades de obtener empleo. Así, las personas van a poder disponer de mucho tiempo libre, y tendrán que buscar la manera de utilizarlo.

Grado de bienestar

Esta Sociedad hacia la que nos dirigimos no va a poder alcanzar el grado de bienestar que se llegó a obtener en el Siglo XX. Se aprecia que los niveles salariales no están alcanzando los niveles necesarios para lograrlo.

Además, esta Sociedad más empobrecida verá como las máquinas que sustituyen a los empleados no pagan los impuestos que pagaban los trabajadores empleados, lo que provocará que los Estados recauden menos en esa materia.

Y pese a vivir en la Sociedad de la Información, creo que vamos a ver cómo las personas tienen mucho menor conocimiento.

En definitiva, nos dirigimos a una Sociedad más inculta, más pobre, con más tiempo libre, al albur de sus propios medios, y que tendrá un pensamiento más radicalizado. Además, como se puede ver ya, con un alto grado de sumisión al poder.

Dar De Nosotros



Siempre ando atento a las señales, ya que son como migas de pan que me ayudan a seguir mi camino sin desviarme. En el mundo del emprendimiento hemos de ser como ese río, que por muchos obstáculos que se encuentre en su camino, sabe que su destino es llegar al mar. 

Ultimamente escucho y leo una frase por todos los sitios: “tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos “.

Y es así, si queremos que el universo conspire a nuestro favor, tenemos que ser conscientes que este nos tratará con la misma intensidad y calidad con la que nosotros tratemos a los que nos rodean.

No me cansaré de repetirlo, si entregas sabiduría recibirás sabiduría, si entregas amor recibirás amor y por tanto, si entregas lo mejor de ti mismo, lograrás lo mejor de los que te rodean y además -y esto es lo más importante- el universo te recompensará porque tu comportamiento es el adecuado conforme a sus universales leyes.

No podemos dejarnos ni un gramo de sudor en la pelea. En cada actuación diaria tenemos que entregar siempre lo mejor de nosotros mismos. Una vez más te hablo de trabajar con Pasión y desde el corazón, y sin guardarnos nada para mañana.

En tu lucha diaria por alcanzar tu visión, tus metas u objetivos, si das lo mejor de ti, verás como es más fácil que el universo te sonría.

El éxito siempre se alcanza con mayor facilidad entregando lo mejor de cada uno.


Percibir La Vida


Percepción es el primer proceso cognoscitivo, a través del cual los sujetos captan información del entorno, la razón de esta información es que usa la que está implícita en los estímulos captados por los sistemas sensoriales y que permiten al individuo animal (incluyendo al ser humano) formar una representación de la realidad de su entorno. La luz, por ejemplo codifica la información sobre la distribución de la materia-energía en el espacio-tiempo, permitiendo una representación de los objetos en el espacio, su movimiento y la emisión de energía lumínica.

Cerebro y corazón. La ciencia lleva siglos intentando descifrar su funcionamiento para entender cómo los seres humanos percibimos lo que ocurre alrededor, tomamos decisiones o nos relacionamos con los demás. El estudio de nuestras emociones ha dado un gran salto en las últimas décadas gracias al desarrollo de tecnologías y nuevas técnicas que están permitiendo tanto medir las respuestas fisiológicas de nuestro organismo hacia estímulos y situaciones, como empezar a entender el complejo funcionamiento del cerebro.

Debido a los avances tecnológicos y las prisas para todo, hoy en día las personas tienen una cotidianidad acelerada. Sin percatarnos de los detalles de la existencia misma que día tras día dejamos de percibir. La realidad en que vivimos es solo una realidad humana, es decir, el entorno que percibimos (naturaleza) es sólo a través de nuestros  sentidos, lo cual tiene una particularidad única y humana.

Los sentidos son dinámicos en el entorno del día y de la noche, donde nuestros biosensores se adaptan. Los seres vivos, en general, como plantas, todos los microorganismos, insectos, peces, vertebrados, mamíferos y todos los reinos vivos, tienen la habilidad de percibir su realidad en forma  particular,  a través de sus biosensores especializados (células especializadas), que fueron perfeccionándose a través del tiempo de evolución.


Cada ser viviente tiene sus biosensores de percepción de la realidad adaptados de forma particular a su supervivencia y adaptabilidad. Entre ellos, en la raza humana, la apreciación de la realidad del entorno que nos rodea a través de nuestros sentidos son experiencias biosensoriales muy particulares; donde vivir es sentir.


martes, 3 de marzo de 2020

El Don De Perdonar


El perdón es una de las mayores formas de generosidad que existen. Perdonar es una parte, casi inevitable, de todas las relaciones que mantenemos. Concederlo y pedirlo es una libertad, una opción que le confiere un valor enorme, ya que suele suponer un esfuerzo mayor que sus alternativas: no pedirlo o no concederlo.

Hay personas que no perdonan porque piensan que de este modo no liberan de culpa a la otra persona, pero la realidad es que la persona que más sufre es aquella que no sabe perdonar. No hacerlo implica que el dolor se quede en su interior, convirtiéndose en una especie de puñal afilado y descontrolado capaz de causar un daño enorme de manera impredecible.

“El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar.”
-Martin Luther King-

No saber perdonar te ata a la ira y al resentimiento, por lo que es muy probable que termines nutriendo con ellos a tus pensamientos. Perdonar a alguien que te ha herido no es fácil, así que es necesario saber cómo hacerlo para poder liberarte de esas heridas del pasado y dejar atrás cualquier carga emocional que pueda lastrarte.

Hay personas que tienen una forma errónea de entender el perdón, creen que es una forma de competición que señala, premiando a un ganador y castigando a un perdedor. Así, una forma equivocada de percibir el perdón es aquella que tenga que ver con las siguientes creencias:

Liberar a la otra persona de sus actos
Ceder
Poner la otra mejilla
Fingir que no ha pasado nada
Admitir que tu enfado no es justificado
Obligarte a llevarte bien con alguien con quien sientes que te puede hacer daño de nuevo.

“Solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca porque no está en su naturaleza.”
– Laurence Sterne –

Cuando algo duele, recuerda que no puedes actuar sobre el pasado y que, por el contrario, son el presente y el futuro los que te van a dar la oportunidad de intervenir: paliando, remediando y restableciendo.

Deja que tu energía positiva salga al exterior sin necesidad de lucha, sin necesidad de librar un duro enfrentamiento. Permite que tu atención se centre en estar mejor, impidiendo que el daño enmascare el agradecimiento por el resto de cosas positivas con las que cuentas.