La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado personal
que produce cambios corporales y de comportamiento. El estudio moderno de la
emoción comenzó con Charles Darwin. Él fue quien se dio cuenta de que algunas
emociones (el miedo, la tristeza, la alegría, la sorpresa, la ira y el
disgusto) estaban presentes en diferentes especies animales y eran homólogas a
las emociones humanas. Hoy sabemos que las estructuras cerebrales fundamentales
para el procesamiento emocional son arquitectónica y funcionalmente muy
parecidas en todos los mamíferos y hay quienes sostienen que estructuras
similares se pueden encontrar también en reptiles, pájaros y peces.
En otras palabras, la detección eficiente de estímulos relacionados con
la supervivencia (como la presencia de alimentos, de potenciales parejas o de
predadores) es algo que se fue desarrollando durante millones de años y que no
se modificó demasiado. La diferencia entre los seres humanos y otras especies
radica en el procesamiento de esas emociones (en especial en términos de
"sentimientos"). Esto se debería al desarrollo de otras capacidades
mentales complejas y su interacción con el sistema más "primitivo" de
procesamiento de estímulos de relevancia biológica involucrados en la
supervivencia de la especie.
Además de las emociones básicas, hay emociones secundarias como la
culpa, la vergüenza y el orgullo, que dependen del contexto cultural y social.
El psicólogo estadounidense Paul Ekman descubrió que ese set de
emociones básicas de las que hablaba Darwin estaba presente en diferentes
culturas. Fue así que realizó investigaciones transculturales en una tribu en
Papúa Nueva Guinea cuyos integrantes nunca habían tenido contacto con Occidente.
Estos miembros de una cultura aislada podían reconocer las expresiones
emocionales cuando veían la foto de alguien con quienes nunca habían estado
familiarizados. Y no sólo eso: cuando les pedía que representaran esas
emociones, ellos podían hacerlo sin complicaciones. La conclusión de Ekman fue
la siguiente: si estas emociones básicas tenían rasgos faciales distintivos y
estaban presentes en todas las culturas humanas, deberían contar con un sello
biológico.
"La emoción es un proceso influido también por nuestro pasado
personal que produce cambios corporales y de comportamiento"
De estas emociones básicas, sin dudas la que se ha estudiado con mayor
detalle a lo largo de las últimas décadas ha sido el miedo. El miedo es un
estado emocional negativo generado por el peligro o la agresión próxima. Como
referimos en los primeros renglones, cualquier otro estado emocional puede ser
pospuesto; el miedo, no. Uno tiene que responder al miedo de manera inmediata;
por lo tanto siempre se halla privilegiado en relación a otras emociones. La
amígdala, un pequeño núcleo de neuronas situado en los lóbulos temporales de
nuestro cerebro, desempeña un papel crucial en la detección y expresión de
ciertas emociones, pero particularmente en el miedo. Individuos con lesiones en
esta parte del cerebro tienen dificultad en reconocer expresiones de miedo en
otras personas y presentan un déficit en su "memoria emocional", es
decir, carencia de memoria para eventos pasados personales que tuvieran una
connotación emocional, especialmente negativa.
¿Cómo podríamos caracterizar la secuencia de eventos que nos suceden
cuando sentimos miedo? Imaginemos el caso extraordinario de que un tigre
hambriento entra en nuestra casa. ¿Qué es lo primero que nos sucede? Sin dudas,
los cambios en nuestro cuerpo como el aumento de la frecuencia cardíaca y la
sensación de terror y pánico. Estos dos procesos son diferenciables: el primero
podemos medirlo de manera objetiva; el segundo, a través de un autorreporte que
nos brinda la misma persona que lo experimenta, es decir, del procesamiento de
la emoción. Ante un estímulo amenazante, se activa la amígdala, que actúa como
una central de alarma en nuestro cerebro y se inicia una respuesta que
involucra a nuestro organismo para la huida o la defensa.
Los humanos además contamos con un sistema más elaborado para
protegernos: la ansiedad. El miedo (detectar y responder al peligro) es común
entre las especies. Sin embargo, la ansiedad (técnicamente se llama así a un
estado emocional negativo en el que la amenaza no está presente, pero es
anticipada) depende de habilidades cognitivas que solamente han sido
desarrolladas en el humano. Esta característica está dada por la habilidad
única que tenemos los seres humanos de poder revisar el pasado y proyectar el
futuro. Es así que podemos vislumbrar varios escenarios posibles en el futuro y
recrear, a la vez, eventos del pasado que podrían haber ocurrido pero que no
existieron realmente.
Esta capacidad de proyección sobre el pasado y el futuro le ha otorgado
a los seres humanos un instrumento crucial para su supervivencia: resolver
antes de que sea tarde, prepararse antes de que el peligro se haga presente.
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