sábado, 14 de marzo de 2020

Tigres De Papel

La expresión Tigres de Papel se dio a conocer tras una entrevista de Mao Zedong a una periodista americana en la recordaba el antiguo dicho chino respecto a algo inofensivo pero que parece una amenaza. Mao lo aplico al "imperialismo americano". Unos años más tarde los vietnamitas le dieron la razón.


Hoy en día el sector que merece ese calificativo es el de la prensa escrita respecto su influencia en la vida política.
Desde la aparición en Europa de la prensa moderna, a finales del siglo XVIII, y el consiguiente surgimiento de la opinión pública, como consecuencia del fortalecimiento de la burguesía, los periódicos tuvieron un papel decisivo en el acontecer político, que empieza con el apoyo a  las revoluciones liberales de 1830 y 1848, que traen consigo, por primera vez en la historia, la libertad de expresión.


Su época de esplendor es la segunda mitad del siglo XIX, en la que surgen todo tipo de periódicos, serios, sensacionalistas, radicales, muchos de ellos, especialmente en Gran Bretaña, dirigidos a la clase trabajadora que estaba aprendiendo a leer. Son los primeros medios de comunicación de masas, que entienden, sobre todo en Estados Unidos, que la publicidad les permite vender a precios baratos, dando pie a la prensa amarilla, pero también a los grandes medios para la burguesía como  The New York Times, Corriere della Sera o Le Figaro.

La prensa se había convertido en un arma política, que fue usada tanto con objetivos liberales como totalitarios, especialmente entre la primera y la segunda guerra mundial, pero ya con la competencia de la radio, que al ser un monopolio estaba necesariamente al servicio del poder y que fue magníficamente utilizada por Hitler, Stalin, Churchill o Roosevelt.

Primero los políticos fundaban periódicos, pero en América los empresarios fundaron periódicos y después cadenas de radio y televisión para controlar a los políticos.

La televisión que había comenzado como entretenimiento tardó en mostrar su musculo político, pero lo hizo con fuerza a partir del famoso debate Nixon-Kennedy en 1960.

La prensa solo mantuvo su poder en países con gran tradición de medios masivos como Gran Bretaña o Suecia, pero lo fue perdiendo en otros como España donde nunca habían comprado periódicos más del 10% de la población.

Con la irrupción de internet son otra vez los periodistas los que lanzan los nuevos medios tanto por el bajo coste de entrada, como por la dispersión de la audiencia que hace que dichos proyectos tengan poco interés para los empresarios.

Allí donde la prensa era poderosa –EEUU, Gran Bretaña– son los propios periódicos los que hacen las ediciones digitales más leídas –The Guardian, The Daily Mail–, incluso con suscripciones de elevado pago como The Economist o Finantial Times. Y solo algunos digitales en USA –The Huffington Post y Politico, en la rama liberal, y Breithard, del jefe de campaña de Trump, Stephen Brannon, en la extrema derecha populista– tienen cierta influencia. En otros países, especialmente en España, cada periodista de cierto prestigio quiere tener el suyo, con la consiguiente fragmentación y el fracaso de todos los intentos de instalar el llamado muro, es decir, de cobrar.

La fragmentación ha producido un importante cambio en las relaciones entre medios de comunicación y política. Como dice Matthew Garrahan en The Finantial Times, ahora en tiempos de elecciones hay que ir a buscar el voto allí donde los votantes hablan, es decir, los bares e internet. Las grandes campañas son cosa del pasado. En Reino Unido los del Exit ni siquiera contrataron a una agencia de publicidad: los videos los hizo gratis Alex Thompson de 25 años y el magnífico eslogan Take Back Control fue ideado por el propio jefe de la campaña Frederic Cumming. La prensa estuvo dividida.

En Estados Unidos el triunfo de Trump ha sido a pesar de la mayor parte de los medios. Solo fue apoyado por la cadena de televisión Fox, algunas radios, y pocos medios digitales. Los diarios The Washington Post y The New York Times, antes todopoderosos, descubrieron algunas de sus vergüenzas, pero no han podido con él.

Su campaña estuvo basada en la cobertura gratuita de cada barbaridad que decía por parte de las cadenas de televisión, que contaban con aumentar la audiencia para obtener más publicidad. Según algunos medios americanos, dicha cobertura tendría un valor equivalente o superior a dos mil millones de dólares. En Twitter tiene más seguidores que la tirada conjunta de los principales periódicos.  

La prensa de papel intenta llevar la publicidad a sus ediciones digitales, pero el 75% de la nueva publicidad digital se la reparten entre Facebook y Google.

Estamos cerca del abismo y carecemos de guía que nos oriente.

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