Cuando se habla de los hombres, la mayoría de nosotros solemos llamarlos
“machos” para
expresar su fuerza y masculinidad, pero cuando éste demuestra cierta
debilidad lo describimos como “marica” y se les suele decir “¡sé hombre!”. Este
hecho vuelve a la mujer inferior, pues solamente ésta puede demostrar
fragilidad y debilidad.
En el caso del racismo, solemos identificar a una persona blanca como
buena e inocente pero a alguien de piel oscura se le relaciona con violencia,
maldad y peligro. Como estos, hay muchísimos más ejemplos que reflejan este
lenguaje.
Las razones del porqué hablamos así son muchas y nos afectan cada una
individualmente o todas al mismo tiempo. Puede que se deba a la cultura de cada
país, la época en que nacimos y crecimos, la educación recibida a lo largo de
nuestra vida y/o a la sociedad en la que cada uno de nosotros se ve inmerso.
Esta forma de hablar promueve el significado erróneo de muchas palabras
en nuestro vocabulario, ya que generalizamos y no utilizamos su significado
real por lo tanto mandamos una idea equivocada a los demás e incrementamos la
intolerancia, el irrespeto, la desigualdad, los prejuicios en las personas y
ante estos temas. Además expresarnos de esta manera puede afectar a las
personas a nuestro alrededor porque estamos juzgándolos, criticándolos y
atacándolos.
Ahora que ya sabemos que significa hablar despectivamente, cuando se
está hablando de esta manera, las razones que lo generan y las consecuencias
que trae hablar así, podremos darnos cuenta de todo lo que significa, el motivo
por el cual lo hacemos y a partir de esto tomar una decisión sobre el tema.
Cada uno de nosotros es libre de expresarse como quiera pero es vital
que seamos tolerantes ante nuestras desigualdades. “Si
no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea
un lugar apto para ellas” (Frase de John Fitzgerald Kennedy), empezando por lo
más simple, dejando de hablar despectivamente.
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