viernes, 27 de marzo de 2020

No A La Corrupción


Los escándalos de corrupción que afectan a una buena parte de los gobiernos de América Latina subrayan la necesidad de que las democracias de la región promuevan un recambio generacional en la elite gobernante. 

En tanto las alternativas políticas a los gobiernos de varios países de la región son líderes que ya gobernaron antes, las investigaciones sobre actos de corrupción en el pasado seguirán contaminando el debate sobre las rutas que debe tomar América Latina para encontrar el desarrollo ahora que se ha terminado el boom de las exportaciones de materias primas.

La corrupción siempre ha sido un problema en todos los países con instituciones débiles e insuficientes mecanismos de rendición de cuentas. Adicionalmente, cuando mejora el acceso a la información, se profundiza la transparencia y los medios de comunicación están sujetos a menos control de los gobiernos, la gente tiene más acceso a conocer procedimientos irregulares que han sido práctica habitual en la elite, pero que eran desconocidos para el resto de la población. Ya que hay menos información disponible sobre lo que ocurría antes, es difícil saber si hoy hay más corrupción que hace veinte años. Pero no hay duda de  que hoy hay más capacidad de destapar casos de corrupción  de la que había hace dos décadas.

La corrupción también importa más cuando la economía está en problemas.  Cuando la gallina de los huevos de oro produce riqueza y los gobiernos tienen las billeteras llenas para financiar programas sociales, la gente le pone menos atención a la corrupción.

En América Latina hoy, con el fin del ciclo de las commodities, el crecimiento se ha detenido, el desempleo ha aumentado, la inflación ha subido y la capacidad de los gobiernos para ir en ayuda de los más necesitados se ha visto sustancialmente limitada. La falta de recursos ha hecho que la gente culpe a la corrupción por el difícil momento económico.

El recambio generacional en la política de América Latina no sólo ayudará a que aparezcan nuevos líderes que sean capaces de articular soluciones innovadoras para los nuevos problemas y desafíos que enfrentan los países de la región. 

También permitirá a  esos países separar aguas entre el debate sobre el futuro y los escándalos de corrupción que golpean a la clase política que ha estado en el poder en estos años.


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