sábado, 20 de junio de 2020

Tu Valiosa Contribución



Piensa un momento en las diferentes tareas que hay en nuestra sociedad, y luego plantéate quiénes son los que las hacen. ¿Quiénes son los encargados de hacer avanzar la ciencia, por ejemplo? Las personas a las que se les da mejor esta tarea, ¿no? ¿Quiénes son los que viven de la música? Los mejores músicos. ¿Quiénes trabajan en los hospitales? Los mejores preparados para ello.

Puede que no estés totalmente de acuerdo con esta idea, y que pienses que no siempre son los mejores los que hacen cada tarea. En parte tienes razón, y esto es porqué la humanidad aún no ha aprendido a organizarse de forma óptima. 

Pero, en términos generales, sí que es cierto que los más capacitados son los que llevan a cabo cada tarea. Esta es la tendencia natural que sigue siempre la naturaleza.

En el caso del universo, este hecho aún es más claro. El universo sí que está perfectamente organizado, y los responsables de cada tarea siempre son los más adecuados para ella.

Así que, si tu tarea consiste en crear cosas nuevas para que el universo se enriquezca, es porqué esta tarea resuena perfectamente con tu esencia. La creatividad forma parte de ti y de de cada una de tus células, y por eso el universo te ha encargado la tarea de hacerlo avanzar.

¿Quieres saber quién eres? Eres un creador. Y no uno cualquiera. Eres un experto creador. De todas las almas que hay en el universo, tú formas parte de la élite creativa.

Creas a Través de los Actos Cotidianos
Tú eres un creador (o creadora  ), uno de los mejores que hay en todo el universo. Eres el Leo Messi de la creatividad. No estarías aquí si no fuera así.

Ahora bien, esto de crear, ¿cómo se hace exactamente? Pues de una manera muy sencilla: a través de los actos cotidianos. Tú formas parte inseparable del universo, y por lo tanto, todo lo que haces también. Por este motivo, si creas una situación nueva, sea la que sea, el universo se expande.

Si escribes un libro, por ejemplo, el universo se hace más grande porque pasa a contener una cosa que antes no existía. Pasa lo mismo si llevas a cabo cualquier otra actividad: tener una conversación, montar un negocio, salir a la calle a hacer un paseo, etc. El universo está formado por el conjunto de todo lo que existe, así que cualquier cosa nueva, sea de la naturaleza que sea, lo enriquece.

El Sentido de Tu Vida: Eres Valioso por Tu Creatividad
Si te lo miras desde este punto de vista, podrás comprender mejor el sentido de tu vida, i la importancia que tiene.

Habitualmente, nos valoramos en función de parámetros como la belleza física, la simpatía, el dinero o la profesión, y dado que la mayoría de la gente no destaca especialmente en ninguno de estos aspectos, nos consideramos mediocres. 

Creemos que un gran porcentaje de la humanidad, en el cual seguramente nos encontramos incluidos, no aporta nada de especial a la vida; que nada de lo que hacemos tiene mucho valor y que todo seguiría igual si no estuviéramos.

 Pero esto no es cierto; ni para ti ni para nadie. Tú, como todo el mundo, tienes la capacidad de crear situaciones completamente nuevas en cada momento de la vida, y es aquí donde está tu valor como persona: tú eres valioso por tu creatividad. 

Si alguna vez has pensado que tu vida no tiene sentido, quítatelo de la cabeza: tú, al moverte y actuar en el día a día, contribuyes activamente al crecimiento del universo. 

Y esto tiene un valor incalculable.

Trascender Inquietudes


Si realmente es nuestro deseo trascender, tenemos que primero que nada analizar nuestro alrededor y ver que nuestros problemas pueden ser enormes, pero tal vez ni se comparen con los de otros, que realmente viven una situación compleja.

Amemos nuestro trabajo; aportemos lo mejor de nosotros mismos para que nuestra pasión por la profesión que tenemos, nos permita aportar éxitos al logro de los objetivos de la empresa en la que laboramos.

Disfrutemos el tiempo con nuestra familia; vivamos cada instante con ellos, que de eso dependerá la unión, confianza y respeto con el que se pueda actuar después.

Seamos vecinos, compañeros y ciudadanos cordiales; fomentemos una sana convivencia que se traduzca en armonía.

Escuchemos a los demás, demos buenos consejos y estemos dispuestos a recibirlos.

Inculquemos en nuestras familias el valor de compartir algo con los demás; formemos niños sensibles y atentos a la problemática actual.

Pero, nunca por favor nunca, olvidemos la gran importancia de la labor social, la gran necesidad de aportar algo a la sociedad, algo de lo mucho que hemos recibido; seamos generosos y procuremos trascender con nuestros hechos, ya que ello deja una marca imborrable en muchas familias.

Sólo recuerde esa sonrisa que puede regalarle un niño huérfano, cuando compartimos unos minutos con él haciéndolo sentir importante, valorado.

Sólo imagine que “alguien” que no nos conoce bien pueda recordarlo con cariño y le esté mucho más agradecido que cualquier otra persona.

Trascender, debe ser un deseo de todos los seremos humanos… trascender en todos los sentidos, trascender a pesar de todo.

Así Son Las Cosas


Un sufrimiento humano muy común es desear que las cosas sean distintas a como son.

Sin renunciar al progreso, es necesario asumir que hay situaciones y personas que no cambian.

El reto es aceptar lo que nos toca vivir y trabajar para restablecer el equilibrio
Una de las fuentes de sufrimiento más comunes en el ser humano es el deseo de que las cosas sean distintas a como realmente son. Cuando un país pasa por una grave crisis, la población mira atrás y desea que todo fuera como antes, un antes que en su momento no se valoraba porque parecía aburrido o bien había otras aspiraciones.

Lo mismo sucede con las relaciones interpersonales. Quien tiene por pareja a alguien silencioso desearía un carácter dicharachero, y este último pondrá de los nervios a quien convive con él un día tras otro. ¿Por qué anhelamos siempre lo que no tenemos?

Hay vida antes de la muerte; disfrútala” (Eduard Punset)

Nuestra forma de vida está tan basada en el cambio y el progreso, que a menudo valoramos negativamente la estabilidad sin saber cuál sería la alternativa.

La insatisfacción es lo que permite el progreso de la ciencia, las artes y todo lo que tiene que ver con la sociedad, pero cuando se vuelve crónica en nuestro día a día deja de ser un estímulo para teñir de negatividad nuestra vida.

Hay personas que, instalados en la queja y la amargura, molestan a los demás –y a sí mismos– de forma totalmente estéril porque de nada sirve señalar lo que no funciona sin ofrecer soluciones.

Madame Bovary dio nombre a lo que el filósofo Jules de Gaultier denominaría “bovarismo”.

Se trata de un estado de insatisfacción permanente a causa del desnivel entre las propias ilusiones y la realidad. Sin abogar tampoco por el conformismo, si nuestras aspiraciones se hallan siempre a gran distancia de lo que tenemos, jamás alcanzaremos la serenidad. Como el burro que persigue la zanahoria, podemos pasar la vida entera esperando “algo mejor” para descubrir al final que ya lo teníamos y no habíamos sabido verlo.

Los manuales de psicología han puesto de moda el verbo procrastinar, que significa postergar aquello que deberíamos hacer hoy. Un aplazamiento que también se produce en un nivel existencial. Muchas personas postergan la felicidad hasta que cambie la situación que están viviendo. Se convencen de que cuando encuentren un trabajo mejor o la pareja ideal, por poner dos ejemplos, se darán permiso para disfrutar de la vida. 

Sin embargo, este planteamiento tiene un fallo de origen y es que nada resulta como esperábamos una vez que lo conseguimos.

Lo que ocurre es que muchas personas cuando llega el momento tan largamente esperado o deseado sufren una desilusión; entonces fijamos nuevos objetivos esperando que una vez alcanzados llegue, esta vez sí, el premio definitivo. 

Sin embargo, esto no acostumbra a suceder, ya que más que insatisfacciones existen las personas insatisfechas.

En esta clase de pensamientos está el punto de partida de la mayoría de conflictos interpersonales. Al esperar que los demás se comporten de determinada forma les estamos negando el derecho a su identidad. Además, al enfadarnos por estas diferencias obviamos algo muy importante: ser o actuar de modo distinto a nosotros no tiene por qué ser negativo.

Afortunadamente, cada persona tiene una combinación única de defectos y virtudes. Podemos aceptar su singularidad y sacar partido de las cosas buenas que nos ofrece o bien enrocarnos y señalar al otro como enemigo.

“A veces debes conocer al otro realmente bien para darte cuenta de que sois dos extraños” (Mary Tyler Moore)

En 2002, Byron Katie publicó un libro orientado a acabar con la insatisfacción personal: Amar lo que es. Basado en aceptar y reconocer el valor de lo que configura nuestro entorno, no se trata de resignarse a lo que hay, sino de amar nuestras circunstancias para mejorar desde ese punto de partida.


La Integración Cultural

La interculturalidad desde un enfoque integral y de derechos humanos, se refiere a la construcción de relaciones equitativas entre personas, comunidades, países y culturas. Para ello es necesario un abordaje sistémico del tema, es decir, trabajar la interculturalidad desde una perspectiva que incluya elementos históricos, sociales, culturales, políticos, económicos, educativos, antropológicos, ambientales, entre otros.


En el caso específico del tratamiento del tema en el ámbito educativo, se refiere no únicamente a la Educación Intercultural Bilingüe, que ha tenido un importante desarrollo en nuestros países, sino también a la interculturalización de la educación, en temas fundamentales como leyes de educación, proyectos educativos, objetivos, políticas, planes y programas, currículo, formación docente, textos escolares, cultura escolar y el intercambio con la comunidad y el contexto. 

Una propuesta de educación e interculturalidad plantea un diálogo entre iguales y en igualdad de condiciones, el encuentro entre personas y culturas, el intercambio de saberes, hacia una educación intercultural, inclusiva y diversa. 

La riqueza de los saberes y conocimientos de cada cultura es uno de los objetivos fundamentales de la educación contemporánea. Es necesario que este objetivo se concrete no únicamente en contenidos o materias, sino en los mismos principios, enfoques y programas nacionales educativos, así como en la misma institucionalidad educativa. 

Permite además el fortalecimiento de la identidad, el intercambio de saberes pertinentes y contextualizados, de relaciones democráticas y armónicas, el conocimiento articulado a la vida, el desarrollo de capacidades prácticas para actuar en el mundo, y la construcción de un modelo propio de desarrollo humano y sostenible, en el cual la educación cumple un papel preponderante. 


Aquí Y Ahora

Nuestro ritmo de vida actual implica una distracción constante: luces, sonidos, teléfonos móviles, anuncios, coches, el trabajo, la familia, etc. 

En definitiva, tener que estar atentos a mil cosas a la vez. Esto implica que el tiempo que podemos permanecer conectados con el presente es cada vez menor y más difícil de encontrar. Muchos estudios apuntan a esto como una de las principales causas del estrés.

Además de todo lo que implican los tiempos actuales y la sociedad en la que vivimos, está nuestra tendencia humana a anclarnos en el pasado y a recordar, muchas veces con melancolía. Nos angustiamos con las situaciones negativas, calculando y recalculando nuestras acciones y las de los demás.

De la misma manera solemos preocuparnos por el futuro, tratando de planearlo al detalle y mirándolo de modo catastrofista, provocando con nuestras imaginaciones sentimientos de ansiedad y angustia. La mayoría de las veces acabamos comprobando que nuestros planes y cavilaciones no se cumplen y que no todo sale como hubiéramos querido.

¿Cómo vivir en el presente?
Muchas veces se nos aconseja que vivamos en el presente, que nos concentremos y disfrutemos de cada momento y de las pequeñas cosas de la vida. Pero ¿qué es vivir en el presente? Y, lo más importante, ¿cómo se hace?

La respuesta es más simple de lo que parece: sólo se trata de estar presente, ser consciente y también responsable del momento actual. Lo que pasó hace un segundo ya forma parte del pasado. 

Vivir en el presente es dejar las distracciones a un lado para centrarse en el aquí y ahora. Puedes comenzar ahora mismo, mientras lees estas líneas…

1. ¿Qué perciben tus sentidos?
¿Cómo es el ambiente que te rodea? Presta atención al espacio en que te encuentras, a las personas que hay a tu alrededor, a la iluminación, a los colores. ¿Hay ruido? ¿Qué temperatura hace?
2. ¿Cómo te sientes físicamente?
Fíjate en tu cuerpo; ¿estás cómodo o incómodo? ¿Qué partes de tu cuerpo están en contacto con el medio que te rodea? ¿Qué emoción predomina en ti? ¿Sientes algún dolor? Concéntrate en tu respiración y en los latidos de tu corazón. ¿Qué sensaciones tienes?
3. ¿En qué piensas?
¿Qué estás imaginando, anticipando o planificando en este momento? ¿Qué te preocupa? ¿Estás realmente en el ahora o estás en el pasado o en el futuro?

Es muy importante ser conscientes de que la gran mayoría de cosas que se nos pasan por la cabeza nos las imaginamos, lo que hace que tengamos pleno poder sobre ellas. Igual que eres capaz de traer pensamientos a tu mente, eres capaz de dejarlos ir. Siendo conscientes de que son simplemente pensamientos, sobre todo cuando nos provocan angustia, es como podremos dejarlos pasar.
El pensamiento puede ser un excelente compañero cuando conseguimos centrarlo en el presente y en la realidad, dándonos diferentes alternativas de respuesta a los problemas y situaciones que enfrentamos cada día.
Conectarnos con el presente de esta manera, tomándonos un respiro para hacer este ejercicio, podremos tomar decisiones basándonos en cómo nos estamos sintiendo realmente con nuestro momento actual.

Cada vez que queramos, cuando nos sentimos estresados, tristes, preocupados… podemos hacernos las tres preguntas anteriores para recuperar el contacto con el ambiente y centrarnos en el aquí y el ahora. 

También nos podemos animar a establecer este repaso como una rutina, hasta que nos acostumbremos a hacerlo.




Gestalt


Si uno busca el término Gestalt en un diccionario de castellano, es muy probable que no lo encuentre. Es que Gestalt es un sustantivo de la lengua alemana (por lo que siempre debe escribirse en mayúscula) que, aunque ha sido traducido como forma o configuración, suele utilizarse sin traducción ya que no cuenta con un equivalente exacto en el idioma español.

La psicología de la Gestalt es un movimiento de la psicología que surgió a comienzos del siglo XX en suelo alemán, con teóricos como Kurt Lewin, Max Wertheimer y Kurt Koffka, entre otros.

Todos aquellos elementos que se pasan a formar parte de ella gracias a la acción de la percepción o al acervo de la memoria. Para la psicología de la Gestalt, el todo nunca es igual a la sumatoria de sus diversas partes, sino que es algo diferente.

Entre las principales leyes anunciadas por la doctrina Gestalt, se encuentran la ley de la semejanza (que postula que la mente se encarga de realizar agrupaciones de elementos según su similaridad), la ley de la pregnancia (la experiencia resultante de la percepción siempre tiende a adquirir la forma de mayor simpleza), la ley de la proximidad (la reunión de elementos se concreta según la distancia) y la ley del cierre (cuando falta algún elemento, la mente se encarga de añadirlo para, de esta forma, lograr obtener una figura completa).

No obstante, también hay que dejar patente que junto a dichos principios existen otros tales como el de simetría que establece que las imágenes que están dotadas con esta seña de identidad se contemplan como idénticas en la distancia, o el de experiencia es el que determina que nuestro sistema nervioso se va formando en función del mundo exterior que nos rodea, se deja influir por el mismo.

Además de todo ello también hay que resaltar el hecho de que la llamada psicología Gestalt que estamos analizando tiene como antecedente a la filosofía alemana que se desarrolló durante el siglo XIX. Eso supone que esté influida por autores de gran calado como puede ser Immanuel Kant que acometió una serie de teorías que giraban entorno a la imaginación, los estímulos y el pensamiento.
No obstante, tampoco tenemos que pasar por alto que otro de los autores que más ha influido en dicha psicología ha sido Edmund Husserl que dio un paso más allá al unir lo que es la propia experiencia con la fenomenología.

Es importante distinguir entre la psicología de la Gestalt y la terapia Gestalt, que forma parte de la psicología humanista y se caracteriza por su intención de favorecer el crecimiento del potencial de los seres humanos.

Y para ello lo que hace es ayudarle a intentar superar todos los síntomas negativos que posea, el liberarse de todo el conjunto de bloqueos que tenga en su vida para que de este modo pueda ser el individuo más libre, pueda crecer y pueda autorrealizarse.

El matrimonio Perls, Fritz y Laura, fueron los creadores de este tipo de terapia con la que consiguieron dar un cambio y una vuelta de tuerca a la psicología humana.

La Experiencia Relativa

El relativismo cultural es la idea de que cada cultura o grupo étnico debe ser evaluado sobre la base de sus propios valores y normas de comportamiento y no sobre la base de otras culturas o grupos étnicos.



El principio básico del cual emerge es simple: juicios que se basan en la experiencia y la experiencia es interpretada por cada individuo en términos de su propia cultura

El relativismo cultural parte de la idea de que la sociedad cambia rápidamente, por lo que cada vez más culturas poseen una interacción más estrecha entre sí. Esta interacción puede ser positiva o negativa, dependiendo del nivel de sensibilidad y respeto que la gente tenga por otros grupos culturales.

Según esta corriente de pensamiento, gran parte del conocimiento humano tiende a estar socialmente condicionado. En otras palabras, el pensamiento está determinado por la sociedad, y además es dirigido de acuerdo con lo que el grupo social indique (Mannheim, 1936).


Características del relativismo cultural
El relativismo cultural es en esencia un enfoque de la naturaleza y el papel de los valores en la cultura. Algunas de sus características son:

Utiliza datos frescos y transculturales que han sido obtenidos por el estudio de los sistemas de valores subyacentes de las sociedades, con el fin de argumentar, a partir de hechos, sobre las diferencias entre las perspectivas culturales y así dar una conclusión sobre el estado de la moralidad.

Afirma que la cultura es flexible y que tiene muchas posibilidades de elección dentro de su marco, debido a que se reconoce que los valores mantenidos por un pueblo determinado no implican que los mismos serán una constante en la vida de generaciones sucesivas del mismo grupo.

Señala que la cultura no es un sistema cerrado de moldes rígidos, a los que el comportamiento de todos los miembros deben conformarse.

Existen diversas categorías en el relativismo cultural, como por ejemplo: la conceptual, la histórica, la objetiva, la ontológica, la metaética, entre otras. Sin embargo, existen tres tipos clásicos que son: el metodológico, el cognitivo, y el moral y ético.

El relativismo cultural es una teoría sobre la naturaleza de la moralidad. A primera vista, parece bastante plausible. Sin embargo, como todas estas teorías, puede evaluarse sometiéndose al análisis racional y cuando se analiza, encontramos que no es tan plausible como parece ser.

 Lo primero que se debe notar es que en el corazón del relativismo cultural hay una cierta forma de argumento. La estrategia utilizada por los relativistas culturales es argumentar, a partir de hechos, sobre las diferencias entre las perspectivas culturales, para poder una conclusión sobre el estado de la moralidad.


El Hambre Mental


Como sabemos la mente siempre nos está mostrando imágenes y creando películas de cómo sería nuestra vida perfecta y llena de felicidad. Un mundo mental donde todo es felicidad va en contra de la realidad de la vida donde el dolor, el sufrimiento, las desgracias naturales y personales son parte de la naturaleza humana. 

Este choque entre el mundo real (Injusto), donde nacemos, envejecemos, enfermamos, sufrimos en el amor, trabajamos duro y muchas veces no alcanzamos a obtener las cosas materiales que queríamos y aun así, finalmente moriros y el mundo imaginario de nuestra mente (Justo), donde nos trata de convencer que la vida no debería ser así y nos muestra su “versión” de cómo debería realmente la vida, y le creemos a la mente y empezamos a creernos que deberíamos tener todas las cosas materiales que queremos, el amor, el reconocimiento de los demás, la salud, la fuente de la eterna juventud y la vida eterna.

Esto es la fuente del sufrimiento humano que se deja llevar de la “insaciabilidad de su mente”. Si tú observas tu mente te darás cuenta que siempre está “hambrienta” por algo más, nunca está satisfecha. Por ejemplo, si te compras un carro del año, la mente te dirá que ya están promocionando el nuevo modelo del año próximo. Si compras una casa creyendo que finalmente serás feliz, tu mente te empezara a recordar que tus amigos tienen una finca y tú no. 

En pocas palabras si tú escuchas a tu mente y no te das cuenta de que ella siempre está anhelando algo más, vas a terminar viviendo una vida donde estuviste persiguiendo una fantasía de un mundo creado por tu mente y al final no pudiste vivir tu vida plenamente.

El ejemplo más claro no lo da los titulares de los medios de comunicación cada día cuando nos informan que un actor, una actriz, un cantante, una cantante se suicidan o son internados en un programa de rehabilitación de drogas. Estas personas que supuestamente tienen lo que nosotros quisiéramos en la vida, status, fama, admiración y dinero y aun así terminan quitándose sus vidas o refugiándose en las drogas. 

La razón es que estas personas le han hecho caso a sus mente y buscaron la felicidad en lo que las mente les mostro. Cuando finalmente “descubren” que estaban viviendo un engaño y nunca encontraron la “felicidad” que las mente les prometió. Deciden suicidarse o refugiasen en las drogas para poner fin a su dolor emocional.

No le hagas caso a la mente, no te dejes llevar de su insaciable deseo de querer algo más a cada instante. 

Recuerda que una de las características de la mente es siempre estar insatisfecha y desear algo más. No le sigas su juego.

Valora lo que tienes y disfrútalo al máximo, aprecia a las personas que están cerca de ti y dales el valor que se merecen.

La Cuestión Entre El Querer Y El Poder


Yo creo que libramos una lucha interior entre el deber ser y el querer ser. Es claro que el “deber ser” lo impone la cultura, la moral o la ética y que está dado desde el exterior. Como algo que hay que seguir muchas veces sin que medie la razón o la conciencia racional. Y del otro lado está el querer ser, como algo que opto desde mi interior, que parte del deseo y que algunas veces va en contra vía de lo esperado por el grupo social y que por supuesto el colectivo condena por salirse de lo ordenado por la norma.

Sin embargo hay ciertas cosas que naciendo desde el querer ser, pertenece a la propia capacidad de discernimiento y que hacen parte del libre albedrío. Y es ahí cuando se plantea la posibilidad y la capacidad de optar que tiene el ser humano, por ejemplo, por aquello que le hace más persona aunque no sea una decisión popular.

Lo ideal es encontrar un equilibrio entre el deber ser y el querer ser. Para que esta armonía nos permita vivir entre semejantes, respetando las normas y las reglas de juego, sin faltar a nuestro deseo e interés personal; sin sentir que nuestra dignidad está siendo vulnerada o peor aún confirmar que nuestros derechos o los de otros, están siendo pisoteados.

La propuesta consiste en desarrollar “nuestro buen gusto moral”, para de esta forma fortalecer nuestra capacidad de discernimiento y resolver los dilemas que plantea la vida, frente a decisiones morales, desde el deber ser versus el querer ser.

En nuestra vida cotidiana, con frecuencia nos vemos atrapados en medio de las siguientes afirmaciones: “yo debo llegar temprano a casa”, “yo debo pagar la tarjeta de crédito”, “yo debo estudiar inglés”, “yo debo llamar a…” “yo debo respetar la reputación de…” y este tipo de expresiones terminan por bloquear la acción, consiguiendo que no hagamos nada de lo dicho. 

Si lo explicáramos de manera psicológica, encontraríamos que el bloqueo se encuentra precisamente en la utilización de la palabra “debo”, como una orden que viene desde afuera.

Qué pasaría si empleáramos la expresión: “yo opto por estudiar”, “yo elijo llamar a”, “yo decido pagar la tarjeta de crédito”, “es mi decisión, llegar temprano a casa”; “yo respeto la reputación de…”esto automáticamente ubica el poder dentro de nosotros mismos.

Somos responsables de nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos y cada acción humana puede ser filtrada por el tamiz maravilloso de la sensatez, que nos permite ser justos en la manera como nos relacionamos; entonces utilicemos sabiamente, este poder.

 Es motivo de crítica el saber que muchos funcionarios, productos de la confianza para desempeñar puestos de importancia, al no cumplir con su deber, conducen a la inseguridad social, bajo desarrollo económico, y a otras carencias que conducen a situación de pobreza; es muy cuestionable en este último aspecto el tratamiento sobre el cumplimiento con el deber. 


Concepto Del Deber


La vida en sociedad implica el desarrollo personal, esfuerzos realizados por defender los derechos de todos quienes no los poseen o a quienes se les ha negado la posibilidad de ejercerlos en propiedad.

El concepto del deber, no debe inferirse, como concepto de experiencia, pues aunque muchas acciones suceden de conformidad con lo que el deber ordena, siempre cabe la duda de si han ocurrido por deber y si tienen un valor moral.

Desde su aparición sobre la tierra, el ser humano necesitó para su desarrollo el compartir con otros de su especie y por tanto convivir en sociedad y en función de ello fue creando y desarrollando sus derechos y deberes. En este siglo XXI, independientemente del partido o tendencia política de quien gobierna, con un rol que cumplir siendo parte de esta tendencia.

El cumplimiento del deber es una decisión privativa del ser humano, se alcanza con un cierto nivel de conciencia de su existencia y de su lugar en la escala social, posee una conciencia moral como comprensión y vivencia del deber.

El ser humano es capaz de decidir respecto a si tiene o no que cumplir un deber y si tiene o no el deseo de hacerlo, en la medida que participa de una sociedad organizada, se creará la necesidad de cumplir el deber, determinado por su lugar en la sociedad, sistema de relaciones, necesidades del progreso social, condicionadas por: el deber humano, civil, de partido, militar, trabajador o empleado, familiar, obligado y estando dispuesto a cumplir.

La conciencia humana conduce a una separación que divide a la humanidad en clases antagónicas, y el deber se encuentra vinculado a los intereses de la clase. En la sociedad la base del deber civil está constituido por los intereses de la lucha en pro de alcanzar una condición de vida con responsabilidad en la construcción social. El ser humano es libre para cumplir con su deber, con libertad sobre sus actos, para controlarlos.

La libertad es la posibilidad de tomar decisiones sin presiones externas; la alternativa para sentirse valorado, es la propia satisfacción, experimentando el equilibrio interno entre los deseos, y lo que se logra al cumplir el deber.

El que cumple el deber puede aparecer como feliz, triste, amargado, contento, tranquilo y en paz, satisfecho o frustrado, pero el que cumple un deber que considera noble, siempre estará satisfecho en su interior.

Cumplir el deber no debe ser una meta, ni una obligación, debe ser lo suficientemente noble, ajustado a la moral y acorde con la ética y comportamiento social, el deber debe ajustarse a los principios de respeto a la diversidad, amor, fraternidad y tolerancia, y respeto por el derecho que deben tener los demás por tener la libertad de expresar sus propias ideas.

Es de esta manera que cada persona decide sobre el deseo de cumplir el deber de satisfacer las necesidades propias y las de las personas que lo rodean inspirado en los principios de dignidad, justicia, libertad, equidad y solidaridad que caracterizan la participación de los individuos en la sociedad; para el efecto, cito la relación que establece George Washington con las calumnias en la siguiente forma: “Perseverar en el cumplimiento de tu deber y guardar silencio es la mejor respuesta a la calumnia”.

Es motivo de crítica el saber que muchos funcionarios, productos de la confianza para desempeñar puestos de importancia, al no cumplir con su deber, conducen a la inseguridad social, bajo desarrollo económico, y a otras carencias que conducen a situación de pobreza; es muy cuestionable en este último aspecto el tratamiento sobre el cumplimiento con el deber. 


Ignorancia Intercultural


No hay peor nivel de ignorancia que cuando uno no sabe que no sabe. Si al menos uno supiera que no sabe, podría tomar cartas en el asunto para poder salir de su ignorancia. Lamentablemente, en el ámbito de la interculturalidad, muchas personas se encuentran sumidas en la idea de que son culturalmente sensibles, que tienen habilidades interculturales o que son sumamente abiertos hacia las diferencias.

Acá vamos a dejar en evidencia cuánta ignorancia intercultural existe, incluso en muchas personas que tienen un elevado grado de exposición internacional. Si quieres saber si eres culturalmente sensible, piensa si alguna vez dijiste alguna de estas frases:
“Las personas de X país son…”

Completa la descripción como quieras (lentos, sumisos, fríos, mentirosos, rígidos, etc), pero claramente estas demostrando una falta de sensibilidad cultural. ¿Por qué? Porque no todas las personas de un país son de determinada manera y al realizar una generalización de este tipo, muy posiblemente estés cayendo en un estereotipo, los cuales por lo general son negativos (aunque también los hay positivos). Además de injustos y contraproducentes, los estereotipos limitan enormemente tu capacidad de relacionarte efectivamente con las personas de ese país.
“La cultura no tiene nada que ver con este tema”

Algunas personas se atrincheran en el hecho de que en última instancia, todos somos diferentes y cada persona es un individuo único con expectativas y necesidades únicas. Nadie argumentaría en contra de esto, pero desconocer que ciertos grupos culturales comparten determinados valores, costumbres y hábitos, es simplemente insensibilidad cultural. Es verdad que es importante poder diferenciar cuándo determinada reacción es personal o cultural, pero para poder hacerlo, necesitamos conocer cuál es el rol de la cultura en el comportamiento de las personas.

Una manera de minimizar la importancia de las diferencias culturales es subestimar su impacto. Si no son relevantes, tampoco tengo necesidad de considerarlas, conocerlas y mucho menos, adaptarme. Los estudios confirman exactamente lo opuesto; y no sólo se trata de evitar que generen “inconvenientes” sino de promover a que generen “beneficios”.

Otro claro ejemplo de baja sensibilidad cultural. Cuando las personas de determinado país tienen otras formas de hacer las cosas que simplemente son distintas a las nuestras, a veces caemos en la tentación de convencernos que están equivocados, y que por culpa de ese estilo (sea comunicación indirecta, tiempo sincrónico, enfoque grupal, etc.) no podemos cumplir con nuestras responsabilidades y nuestros objetivos. Si fuéramos culturalmente sensibles, buscaríamos maneras culturalmente adaptables para poder alcanzar los objetivos. La cultura nunca debería ser una excusa.

En resumen, por más que nos encante creer que somos las personas más sensibles a la diferencias culturales, la verdad es que muchas veces fracasamos en el intento de demostrarlo. Aun cuando tenemos las mejores intenciones, necesitamos prepararnos y capacitarnos para poder actuar con cierto grado de sensibilidad cultural. Y el primer paso reconocer que aún tenemos cierto margen de mejora y desarrollo.


Cosmovisión


Todo el mundo es ciudadano, con frecuencia de más de un grupo: el país o estado propio, la comunidad escolar, el mundo en línea de internet.


Todas las personas alrededor del mundo tenemos una determinada cosmovisión basada en nuestra cultura y la forma en que vemos al mundo y sus costumbres así como acciones o pensamientos; un ciudadano del mundo es aquel que acepta que como seres humanos tenemos diferencias mínimas pero que a su vez grandes similitudes.

El ciudadano del mundo no se cierra a una idea patriótica de su propio país sino que considera al mundo como un lugar para vacacionar, estudiar, desarrollarse, conocer, vivir y generar acciones conjuntas que beneficien a todos por igual ya que al final somos parte de la sociedad mundial y los sucesos que pasen en un lugar pueden ayudar o perjudicar al mundo por completo.

Gracias a esta visión se han podido llevar a cabo importantes estudios en el mundo de la ciencia; astronautas de Estados Unidos conviven con astronautas rusos en la estación espacial, el colisionado Suizo cuenta con científicos de una gran cantidad de países que contribuyen a una investigación importante sin importar la nacionalidad.

Quizás el ejemplo más obvio de que somos ciudadanos del mundo y no solo de un determinado país son los organismos internacionales que se han estado creando a lo largo de la historia para tomar decisiones conjuntas por personas de todo el mundo como: La ONU, la UNICEF, el FMI, el BID, el BM y muchos otros que coadyuvan entre sí para una vida de calidad.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos creada a partir de esta visión de ciudadanos globales define muchos de los derechos que como ciudadanos del mundo tenemos; en su artículo 7; estipula que todos somos iguales ante la ley, en el artículo 18 que todas las personas tienen el derecho de libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Algunos de sus derechos esenciales nos dicen que tenemos derecho de:

Libertad de movimiento para emigrar/inmigrar.
Derecho a contraer matrimonio y fundar una familia.
Derecho a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar.
Todo el mundo es ciudadano, con frecuencia de más de un grupo: el país o estado propio, la comunidad escolar, el mundo en línea de internet.



Inmensidad Del Silencio

El verdadero silencio, como la inmensidad del espacio, no se puede comprender con el

pensamiento.

El silencio posee muchas cualidades. Existe el silencio entre dos ruidos, el silencio entre dos notas musicales y el silencio que se expande en el intervalo entre dos pensamientos. Existe, también, un silencio peculiar, sosegado, penetrante, que emana de un atardecer en el campo; está el silencio a través del cual se oye el ladrido de un perro que llega desde la distancia, o el silbido de un tren; existe el silencio de una casa cuando todo el mundo duerme, y su peculiar intensidad cuando uno se despierta a medianoche. Está el silencio de una vieja casa desierta, el silencio de la montaña y el silencio que comparten dos seres humanos cuando ambos han visto lo mismo, han sentido lo mismo y han actuado.

Hay un silencio de la mente que ni el ruido ni el pensamiento pueden tocar. Este silencio es inocente y por tanto infinito. Cuando existe ese silencio en la mente surge de él una acción, y esa acción no genera confusión ni desdicha.

La meditación de una mente que está en completo silencio es la bendición que el ser humano siempre ha buscado. Ese silencio contiene todas las cualidades del silencio.

Existe ese extraño silencio que reina en un templo o en una ermita vacía lejos del ruido de turistas y adoradores y el pesado silencio que yace sobre las aguas y que forma parte de aquello que está lejos del silencio de la mente.

La mente meditativa fluye en ese silencio y el amor es la forma como se expresa. En ese silencio hay alegría y bienaventuranza…..

El pensamiento no puede comprender ni explicarse a sí mismo qué es el espacio. Cualquier cosa que el pensamiento formule estará dentro de los límites de sus propias fronteras y obviamente, ese no es el espacio donde la meditación pueda darse. 

El pensamiento siempre tiene un horizonte, la mente meditativa no la tiene. La mente no puede pasar de lo limitado a lo inmenso, ni puede transformar lo limitado en ilimitado; lo uno tiene que cesar para que lo otro sea. La meditación consiste en abrir la puerta a una inmensidad que no es posible imaginar ni especular sobre ella.

La meditación es ir más allá del pensamiento. El silencio y la inmensidad van juntos, y la inmensidad del silencio es la inmensidad de una mente sin pensamiento. La percepción de este espacio y del silencio, no es cosa del pensamiento, porque el pensamiento solo puede percibir sus propias proyecciones; y cuando las reconoce, esa es su propia limitación.

Extraído del libro Relación y amor, la verdadera revolución.
 Jiddu Krishnamurti


viernes, 19 de junio de 2020

Puntualizaciones De Tiempo



 En el mundo actual la experiencia de la temporalidad ha sufrido una notable mutación, hasta el punto de que podría hablarse de un ocaso de la misma. 

Hemos perdido la experiencia de la duración, de la demora, que ha sido sustituida por la sucesión ininterrumpida de intensidades puntuales.


Todo ello es consecuencia del triunfo de un modelo de vida en el que el tiempo es un obstáculo, algo que se debe reducir al máximo hasta, de ser posible, hacerlo desaparecer. 

Así, de nuestro imaginario colectivo se ha eliminado la idea de los proyectos a largo plazo, quedando ocupado su lugar por el cortoplacismo más riguroso. Pero con un matiz importante: si el hombre contemporáneo se ha quedado sin ningún propósito por el que apostar, ha sido precisamente porque dispone de demasiados, lo cual ha acabado por generar en él un atolondramiento esterilizador.