Hugo W Arostegui
Nacido el 20 de abril de 1943, en Cerro Largo - Uruguay
Formado en:
Administración de Empresas, Dirección de Hospitales,
Consultor en Recursos de Empleo, Economía, Autoridad Religiosa, Teólogo.
Autor de artículos sobre:
Economía, Religión, Literatura, Empleos, humanidades.
Sexo: Masculino
Actividad: Analista en Gestión Empresarial
Profesión: Asesor de Empresas
Local: Ciudad: Rivera: Uruguay
Una hoja en blanco, una forma de vivir y sentir, y ese impulso que brota de lo profundo del corazón, conmueven el alma humana y hacen surgir incontenibles las emociones, como aflora la tierna sonrisa o se desliza furtiva una lágrima.
Es por esa sensación, propia del artista que anida en el interior de cada uno, que no resisto el impulso de contar, que más que un deseo de simplemente decir cosas, es como una huella, que en medio de la nada indica que allí , si se sabe buscar, hay una senda, y a través de ella, un escenario de hechos que se exponen para ser observados y evaluados según el propio sentir de quien es invitado a transitarlos.
sábado, 26 de febrero de 2011
miércoles, 23 de febrero de 2011
Respuestas Desde La Hoguera
Desde hace un buen tiempo, me han solicitado algunas respuestas
referentes a ciertos pasajes de la biblia, cuya lectura les ha dejado un tanto
confundidos, confusión que también ha despertado el deseo de obtener algún tipo
de ayuda adicional que les permita comprender mejor el contenido y sentido del mensaje
escrito en los mismos.
Ante tales requerimientos, resulta una enorme responsabilidad, el
simple hecho de intentar el abordaje de lo expresado, por el o los autores, en
los escritos que han sido compilados en un tomo cuyo título es nada más y nada
menos que Santa Biblia, y ostenta el inapelable decreto de ser “La Palabra de
Dios”
Como nuestra intención está muy lejos de pretender socavar los
indubitables atributos de los autores que han sido incorporados al texto
sagrado, comenzaré este artículo partiendo de la base de tomar como fuente del
mismo, sin incorporarle ningún tipo alteración, las expresiones vertidas por
los recopiladores del texto, quienes lo han hecho llegar a la opinión pública,
luego de que fuera éste sometido a innúmeras traducciones y recortes, hasta
convertirse en el producto final que todos consumimos.
Lo innegable es, que el texto sagrado en cuestión, ostenta, como hemos
dicho, la honrosa distinción de ser
considerado como “la palabra de Dios” no
porque haya sido El Divino Creador el autor de dichas expresiones, sino por ser
sus autores “divinamente inspirados por su creador” para dictar a través de sus
escritos, “Su Divina Voluntad”, lo que suena parecido pero que tendremos que
concordar que no es lo mismo.
De manera que debemos dejar expresa constancia: Que el libro que citaremos,
proviene de escritos, atribuidos a diversos autores que se han expresado por
inspiración divina, circunstancia que respetaremos, pero con la salvedad de que
al cúmulo de autores
-alrededor de cuarenta- deberemos agregar, que sus escritos originales,
se han perdido por la acción del tiempo, que han sido traducidos y reinterpretados,
como es el caso del Codex Sinaiticus , utilizado por el
emperador romano Constantino y sus escribas, para la confección de las primeras
cincuenta biblias, pagadas éstas, con recursos del imperio.
En las mencionadas cincuenta biblias originales, se tuvo especial
cuidado en destacar los aspectos divinos del mansaje en menoscabo de aquellos
que enfatizaban en el “lado humano” de los personajes, convirtiendo a éstos,
los personajes, en figuras míticas, generalmente asexuadas, a cubierto de toda
implicancia con lo que las autoridades eclesiásticas de la época, consideraban
como “diabólico y carnal” deberíamos agregar a esta breve introducción, la tan
temida palabra “herejía” palabra
griega cuyo significado original, sería asimilable a la palabra “opción” y que
fuera utilizada desde entonces, para condenar a todos aquellos que optaran por
darle crédito a cualquier otro texto que no fuese el aprobado por el imperio y
las autoridades eclesiásticas de la época.
La historia nos brinda una profusa información, debidamente
documentada, de los miles de millares de fieles, muertos en las hogueras y las
cámaras de tortura, víctimas de los inquisidores, por disentir con “la verdad
oficial” la acusación de “herejía” era
sinónimo de crueles castigos para todos aquellos que discordaran con la “verdad
revelada” de Constantino y sus acólitos sucesores, desde los siglos IV, hasta
muy avanzada nuestra era.
Algunas de las preguntas que mencionamos al comienzo de este artículo,
se refieren a los primeros capítulos del Génesis, Libro atribuido al profeta
Moisés, donde el autor nos describe los hechos relacionados con la creación de
la tierra y la puesta en escena, en el llamado, Jardín de Edén o “Paraíso”, de
nuestros primeros padres, Adán y Eva.
Estimamos conveniente a los efector de ilustrarnos mejor sobre el
contenido de este primer libro de la biblia, que hagamos un ligero repaso sobre
la vida de su autor, Moisés.
Cuenta la tradición que Moisés vino a este mundo como vástago de una
familia Hebrea, de la tribu de Leví, en una época en que faraón, monarca de
Egipto, estaba tan preocupado con el crecimiento del pueblo israelita, que
había ordenado la matanza de sus hijos pequeños.
Su madre, Jocabed, que prestaba servicios como partera en la corte de
faraón, le mantuvo escondido cuánto pudo, hasta que decide ponerle dentro de
una cesta y dejarlo en el agua cercano al lugar donde las doncellas de la corte
tomaban sus baños, es allí, entonces que una de ellas, de nombre Batía, le
recoge y adopta, el historiador judío, Josefo, nos dice que el origen de su
nombre, Moisés, significa: salvado de las aguas.
Moisés fue educado por los egipcios como integrante de la aristocracia,
tuvo una muy sólida educación, sabido es que los sabios egipcios poseían
registros muy antiguos y se identificaban como provenientes de un tronco común
con los helenos, cuyos orígenes se remontaban a la floreciente cultura de los
habitantes del continente sumergido de la Atlántida, situado entre el norte de
África y Europa, en el mediterráneo.
Los escritos de Platón sobre la Atlántida, nos pueden ayudar a
comprender mejor este vínculo, por lo que recomendamos su lectura,
especialmente les recomiendo leer un artículo de mi autoría: “La Atlántida,
Relato De Lo Que Pudo Ser” que brinda un aporte un tanto esclarecedor al
respecto.
Moisés fue amamantado por su propia madre hebrea, y seguramente poseía
cierta información sobre sus orígenes, lo cierto es que como egipcio, era
miembro de la corte, tuvo, como todos los varones de su clase, una severa
formación militar, y lógicamente compartía derechos y obligaciones propios de la
alta aristocracia como miembro de la
corte de faraón.
Estando en esta situación, hubo
un acontecimiento de extrema gravedad, que le obligó a huir de Egipto y buscar
refugio en la tierra de madián, se dice que Moisés salió en defensa de un
esclavo israelita que estaba siendo maltratado por un soldado egipcio, este
hecho, un tanto confuso, culmina con la muerte del soldado egipcio en manos de
Moisés, un hecho, que de acuerdo a las estrictas leyes egipcias podría
considerarse como una falta gravísima, salvando la distancia, sería algo así,
como que un oficial de las fuerzas armadas norteamericanas, saliese en defensa
de un prisionero iraquí y en un enfrentamiento con un soldado de su propio
batallón, le diese muerte y huyese por miedo a las represalias.
La huída de Moisés y el encuentro que tuvo con quién sería su futuro
suegro, nos referimos a Jetro, señor y sumo sacerdote de los madianitas, quién
le tomo a su servicio, le instruyó en asuntos religiosos y de gobierno y le dio
por concubina a su hija, Séfora, fueron fundamentales en el cambio radical
operado en Moisés, trabajó al servicio de su suegro por varios años, y fue
también, que en ocasión de estar realizando tareas de pastoreo para su patrón ,
que contempló la zarza que ardía sin consumirse en lo alto de la montaña, con
el consiguiente primer encuentro con El Señor Jehová.
Una muy breve síntesis del autor de los primeros cinco libros de la
biblia, la torah, la ley de Moisés, la dura ley “del ojo por ojo y diente por
diente, que gobernó dura e implacablemente al pueblo de Israel.
Quienes hayan tenido la oportunidad de leer El Génesis, seguramente
concordarán conmigo en que apenas menciona, a pesar de su tremenda importancia
y trascendencia, los hechos relacionados con la creación de la tierra y la de
nuestros primeros padres, concentrando el mayor énfasis, en las revelaciones de
Jehová dirigidas a su propio pueblo, el israelita, destacando la condición de “pueblo
escogido entre todas las naciones de la tierra” y el convenio suscrito entre
nuestro creador y el patriarca Abraham.
Quizás, o tal vez, sin quizás, se deba a las condiciones apremiantes
que enfrentó durante toda su vida, en la condición de libertador y guía secular
y espiritual, de un pueblo de “muy dura cerviz” con el cual vagó errante por
cuarenta años en el desierto, hasta que quedaran sepultados en el desierto la
generación incrédula, la que una vez cruzado el mar rojo, le ordenó a su hermano Aarón, que les construyese un
becerro de oro al cual adorar.
Como la intención de este artículo continúa siendo la de responder a
algunas preguntas relacionadas con las revelaciones de Moisés contenidas en los
seis primeros capítulos del Génesis, me limitaré en adelante a intentar
responderlas siguiendo el hilo conductor de los escritos contenidos en los
mencionados trechos del libro de referencia.
La Creación de la Tierra
No es posible referirse a ninguno de los temas abordados por Moisés en
estos primeros tramos del génesis, sin tener en cuenta los acontecimientos
ocurridos en nuestra preexistencia, hemos oído que hubo en los cielos un
concilio, al cual hemos sido todos convocados, en el orden del día, figuraba,
nada menos, que los pasos a seguir con relación a la impostergable segunda
etapa en el camino de nuestra perfección, allí se trataron temas como: la
construcción de un lugar adecuado donde morar, la necesidad de poseer un cuerpo
físico tangible de carne y hueso, el camino de retorno a la presencia del
Padre, la necesidad de un Redentor que pudiese pagar el alto precio de un exigente
rescate, etc. etc.
Este Concilio enfrentó a Lucifer, el llamado, Lucero de la mañana, con
el Unigénito del Padre, el Jehová citado por Moisés, situación que no pudo
superarse en el diálogo y derivó en una cruenta batalla, de la cual todos
participamos de alguna manera, esta guerra en los cielos, tuvo como
consecuencia, la expulsión de Lucifer y sus seguidores, quienes representaban
una tercera parte de todos los hijos de Dios el Padre.
Como vemos, la creación de la tierra, no fue un acto espontáneo de un Dios
aburrido que buscaba ocuparse en alguna tarea que le distrajese, fue una obra majestuosa,
prioritaria, que había sido proyectado con mucha anticipación, un nuevo mundo,
donde habitarán las criaturas más valiosas de la creación, los amados hijos de
su Creador.
Suponer, que los hijos de Dios, que habían enfrentado a Lucifer en la
Batalla de los Cielos, quedarían al margen en la concreción de una obra de estas
características, es sencillamente desconocer en absoluto el llamado Plan de
Salvación, la obra grande y maravillosa, el fundamento de la fe y esperanza de
todos los creyentes del mundo.
Durante las distintas etapas de la creación de la tierra, el universo
todo estuvo pendiente, hubieron delegaciones de diversos sistemas similares al
nuestro, aportando sus conocimientos, técnicos y equipamiento, un verdadero
ejército de criaturas, hijos e hijas de Dios, estuvo trabajando y verificando
el cabal cumplimiento de cada detalle, sin lugar a dudas la obra emprendida
exigió un severo control de calidad.
Antes de la creación, lo que encontraron Jehová y sus colaboradores,
consistía en un cúmulo de materia desorganizada, a la cual hubo que trabajar
para darle la forma adecuada, es por eso que Moisés nos habla de los días de la
creación, lo monumental de la obra le
impedía utilizar otros términos, debido a la absoluta ausencia de referencias
válidas, para poder realizar cualquier otro tipo de comparación.
Una vez concluidas las diferentes etapas de la creación, la tierra
estuvo en condiciones de albergar a las distintas especies, tal cual lo menciona
el Génesis, de esta manera, se lograba un habitad similar, al que los hijos de
Dios tuvieron en sus lugares de origen, cuando compartían la gloria de sus
progenitores, el nombre de un lugar de estas características, solo podría
corresponderle, el que aún utilizamos con respeto y reverencia: “Madre Naturaleza”
Estos hijos de Dios, que colaboraron en la creación, permanecieron en
la tierra por bastante tiempo, ellos constituían un grupo de apoyo esencial, en
todo el proceso de adaptación de sus noveles habitantes a las nuevas circunstancias
imperantes en este “nuevo mundo” que les albergaba.
La imagen que todos mantenemos en nuestras mentes, la cual se anida en
lo profundo de nuestro subconsciente, la que ha sido transmitida por nuestros
genes, de generación en generación, referente a quienes llamamos “nuestros
primeros padres” es decir, Adán y Eva,
es que no eran precisamente “unos primates”, si bien “los primates” no hay duda
que existieron y nos preceden en la evolución de la vida terrestre, nuestros
primeros padres tienen su origen tal como nos lo cuenta el Génesis, del polvo de la tierra y el soplo de vida de
Jehová Dios, nuestro Padre Celestial, y su apariencia externa, eran la “imagen
y semejanza de su Creador”.
Ahora bien, de acuerdo al relato de Moisés, Adán y Eva, estaban
desnudos en el jardín, me pregunto: un
padre amoroso, que pone a dos de sus criaturas, creadas a su imagen y semejanza,
en medio de la madre naturaleza, les dejaría allí, ¿desnudos y sin asistencia? ¿por cuánto tiempo?
De acuerdo a lo breve del relato, a todos nos parece que fueron algunas
pocas horas las que estuvieron en esas condiciones , pero el mismo relato nos
dice, que recorrieron el jardín, reconocieron su entorno y dieron nombre a las
bestias, las cuales una vez nominadas, permanecieron con ese nombre en forma
definitiva, esto nos indica no solamente el grado de desarrollo intelectual que
poseían, sino que, además, una tarea de esa naturaleza, por su complejidad, les
debió de insumir bastante tiempo, y necesariamente, contar con un asesoramiento
adecuado.
Me vuelvo a preguntar: ¿y mientras tanto? Cómo se alimentaban? Que preparación le daban a sus alimentos? Cómo resolvían sus necesidades fisiológicas?
La higiene de sus cuerpos perfectos? El primer ciclo menstrual de Eva, por
decir algo, así como tantas cosas inherentes a dos seres creados para
administrar y gobernar un nuevo mundo.
Seguramente, las revelaciones recibidas por Moisés, contendrían gran
parte de estas respuestas, que surgen como algo obvio e inevitable de preguntar,
pero convengamos que el ahondar en el análisis de estas respuestas, nos
conduciría inevitablemente, al reconocimiento de la dignidad y grandeza de la
criatura humana, cosa muy peligrosa de divulgar, pensemos en Constantino, en su
imperio, en las autoridades eclesiásticas de su época, de su afán de subyugar y
someter, y surgirán como hongos después de las lluvias las consabidas razones
para que hayan sido omitidas en el relato oficial.
Adán y Eva, recibieron de parte de Jehová, instrucciones muy precisas,
por lo que tenemos elementos de juicio suficientes como para sacar algunas
conclusiones, se me ocurre mencionar: su capacidad de razonamiento y
comprensión, la posesión de un lenguaje avanzado, capacidad para asumir
responsabilidades y sobre todo, capacidad de evaluación de su situación actual,
medición de riesgos y libertad absoluta en la toma de decisiones.
La expulsión del jardín del Edén, no fue consecuencia de acciones
pecaminosas, si algo se puede asegurar, es que en ese jardín lo que si hubo,
fue precisamente, “ausencia de pecado”
sus moradores sabían, que para poder cumplir los compromisos contraídos
con su Creador, debían participar del “fruto prohibido”, lo que equivalía a
decir: Debemos optar por ser creadores, de multiplicar y henchir la tierra tal
como nuestro Padre nos comisionó, conste que no estoy empleando la palabra “ordenó”
o permanecer en este estado vegetativo totalmente ajeno al propósito de nuestra
existencia.
El “pecado original” es una
carga impuesta sobre los mortales, por quienes se han adjudicado las
atribuciones de imponer determinadas conductas, marcando cual ganado preparado para
el matadero, a cada niño que ha venido al mundo, sin darnos cuenta que cuando
abren sus ojos, se encienden en sus pupilas, una luz de esperanza para toda la
humanidad.
Debemos referirnos al capítulo seis del Génesis, porque consideramos a
estos poquísimos versículos, como una pieza clave, para comprender mejor las
condiciones imperantes en el comienzo de los tiempos.
Como hemos mencionado, la tierra estuvo habitada por los hijos de Dios
venidos a colaborar tanto en las diferentes etapas de su creación, como
posteriormente, controlar que todo se desarrollase tal como había sido previsto
en su planificación.
Siguiendo esta línea de pensamiento podremos respondernos algunas
interrogantes un tanto incómodas de plantear, nos referimos a los descendientes
de Adán y Eva, si pensamos que ellos estaban solos, tendremos que llegar a la conclusión
de que debieron existir relaciones incestuosas, entre padres e hijos, entre
hermanos y hermanas, etc etc. única forma de que partiendo de dos lleguemos a
constituir verdaderas naciones.
Además, Moisés , a medida que va identificando las genealogías, también
va mencionado las artes, oficios y habilidades de cada uno, en una demostración
de que evidentemente hubo una gran evolución y crecimiento no solamente en
cantidad de personas sino también en la calidad de vida que habían logrado.
Pues bien, este capítulo seis, nos dice textualmente: que los hijos de
Dios viendo la belleza de las hijas de los hombres, las tomaron para sí,
formando parejas con ellas, pensamos que Moisés, seguramente por recato, o
posteriormente el recorte de la censura, no nos menciona que las hijas de Dios,
que también se encontraban presentes, viendo la belleza de los hijos de los
hombres, también formaron parejas con ellos.
Este es nuestro Génesis, así está escrito, no hemos violentado ningún
pasaje de los escritos de Moisés, a lo sumo nos hemos atrevido a decir lo que
nadie se anima a mencionar, ya sea por desconocimiento o por el temor de que desde
las tinieblas lleguen los verdugos que nos quemen en la hoguera.
Hugo W. Arostegui
sábado, 19 de febrero de 2011
EL Capital, La Tierra, Y El Trabajo
Cuando se habla de recursos productivos. nos resulta inevitable el referirse a ellos, sin mencionar la evidencia de que los mismos, son cada más escasos y
difíciles de obtener y preservar.
Esto que mencionamos es una realidad que se impone y se manifiesta en
todas las actividades humanas, incluyendo, como en este caso, la propia tarea
intelectual de dar forma y sentido a un conjunto de palabras, que una vez
escritas, puedan constituirse en un producto final – en este caso un comentario
- que pueda ser un aporte constructivo a la capacidad de análisis de todos los
que accedan a su lectura.
El espacio de una hoja en blanco no es ilimitado, y mucho menos lo es,
el que pueda dedicar para su publicación, un medio de difusión, el cual debe
distribuir con sumo cuidado cada centímetro destinado a cubrir su oferta
informativa a los potenciales lectores.
Es la circunstancia descrita, el gran desafío que se debe enfrentar en
la elaboración de un tema, sin importar la relevancia e interés que pensamos
pueda suscitar, será, la limitación del espacio disponible, sumado a la
predisposición del lector a rechazar tramos extensos de lectura, condiciones que imponen al autor
de un texto, el uso de toda su capacidad de síntesis creativa en la redacción
del mismo.
De manera que intentaremos economizar al máximo el espacio disponible
utilizando la clásica ecuación anunciada en el título de este artículo como
elemento base para nuestra reflexión.
He aquí nuestro esquema:
En este caso, el Capital, simboliza la riqueza expresiva adquirida a
través de la inversión en el estudio, la dedicación, y la constante acumulación
de nuevos conocimientos que nos permitan capitalizar las oportunidades que nos
pueda brindar el medio, en el cual nos movemos y compartimos con nuestros
semejantes.
Lo mismo ocurre con el concepto Tierra, que representa a todos los
elementos de apoyo que utilizamos para plasmar una idea en una realidad
concreta, como lo puede ser el teclado de un computador o la simple hoja de
papel, la cual es el resultado final de una cadena productiva, que comienza en
las plantaciones de árboles, y prosigue con la instalación de una planta de
producción de pasta de celulosa, hecho que menciono por razones obvias de
publica notoriedad.
El Trabajo, es la manifestación de nuestra voluntad, la coronación del
impulso creativo, sin el esfuerzo y el sacrificio de la entrega, - tal cual se
puede apreciar en el lema que luce el escudo del departamento de Durazno – cuya
lectura dice “En pensamiento me centro y me descentro en labor” ningún proyecto que iniciemos en nuestra vida
podrá algún día consolidarse.
Sin duda, todas las expectativas de crecimiento y bienestar colectivo
que pretendamos alcanzar en nuestra región, implica el compromiso individual de
que todo es posible, siempre y cuando, todos y cada uno de nosotros aplique lo
que Pichón Riviere definió con la siguiente expresión: “ las cosas ciertamente
sucederán cuando entendamos que no somos meros espectadores, sino que todo es
posible si estoy dispuesto a decir: Adelante vamos a hacerlo, cuando? Muy
sencillo: Aquí, Ahora y Conmigo.
Hugo W. Arostegui
martes, 8 de febrero de 2011
Nosotros: Los Humanos
Esta mañana, al levantarme, se instalaron en mi pensamiento,
una sucesión de imágenes intermitentes, como las luces que adornan los
arbolitos de navidad, donde aparecían personas de distintas razas, que a medida
que surgían, iban conformando un mosaico multicolor, en el cual se podían
apreciar las múltiples facetas expresivas que nosotros, los humanos, hemos
sabido cultivar a lo largo y ancho del planeta que habitamos, desde mucho antes
de que la historia comenzase a registrar y luego intentar ordenar y compilar, las distintas versiones
,que sobre nuestro origen y razón de ser, se nos han querido transmitir, como
un preciado legado de los dioses, a nuestras ansias de saber y comprender, las
incógnitas y los por qué, de nuestra
presencia en un habitad compartido con una infinidad de especies a las
cuales consideramos inferiores ,y por ende, sometidas a nuestro arbitrio y
voluntad.
Si quisiéramos encontrar un denominador común, para toda la gama de sensaciones que germinan en nuestro huerto ancestral, todo parece indicar que las semillas que han dado origen a nuestra especie, han provenido de viveros situados en el exterior de este planeta, lo que nos convierte en algo así como extraterrestres, sentimos en nuestro fuero intimo, que provenimos, al nacer, de algún lugar lejano , donde estábamos mucho mejor de lo que podamos lograr estar en este mundo, que mirado de esa manera, se parece más a un lugar de prueba, donde tendremos que vivir la ley de obediencia y sacrificio, y anhelar la intervención divina para limpiarnos del pecado original, consecuencia de la desobediencia heredada de nuestros primeros padres.
Si quisiéramos encontrar un denominador común, para toda la gama de sensaciones que germinan en nuestro huerto ancestral, todo parece indicar que las semillas que han dado origen a nuestra especie, han provenido de viveros situados en el exterior de este planeta, lo que nos convierte en algo así como extraterrestres, sentimos en nuestro fuero intimo, que provenimos, al nacer, de algún lugar lejano , donde estábamos mucho mejor de lo que podamos lograr estar en este mundo, que mirado de esa manera, se parece más a un lugar de prueba, donde tendremos que vivir la ley de obediencia y sacrificio, y anhelar la intervención divina para limpiarnos del pecado original, consecuencia de la desobediencia heredada de nuestros primeros padres.
Esas imágenes, a las cuales hago referencia, son una
representación de un “yo” colectivo, o mejor dicho, un “yo” y un “tu” colectivo,
pues resulta inadmisible concebirme a mí mismo, en prescindencia del otro, o los otros, los
demás tu, que conjuntamente conmigo, conjugan el verbo que desde el principio
dan sentido a todo lo humano.
El evangelio de Juan, en sus palabras introductorias, nos
intenta ayudar en la comprensión de su mensaje, hablándonos de este verbo, para
que lo incluyamos en nuestra comprensión lectora, sin la presencia de este
verbo, nos resultaría imposible conjugar lo humano, con su entorno, el material
y visible y su complemento esencial, lo trascendente.
Ambos, el polvo utilizado en la conformación de nuestra forma física, y el soplo de vida que
nos puso en movimiento, constituyen el
verbo, la combustión esencial que da sentido a todas las expresiones de la
creatividad, la facultad de “vislumbrar
la idea” de las cuales se nutren todas
las inteligencias.
El Apóstol Juan se expresa así:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo
que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no
prevalecieron contra ella.”
Juan
1: 1-5
Estas palabras que el Apóstol Juan, escoge como preámbulo ,
a su relato de las enseñanzas impartidas por su divino maestro, intenta
orientar a los receptores de sus escritos, en lo que considera básico y esencial, para quienes pretendan
incursionar en la nueva doctrina, la que rompe los yugos impuestos por la
tradición, la que considera a todos los hombres desde la óptica de su
esencialidad: La criatura humana es hija
de Dios, creada a su imagen y semejanza, imagen que se materializa en el crisol de la diversidad de razas, sin etnias
prevalecientes en desmedro de las otras,
el Verbo de Dios, universaliza la proclama.
La misma proclama expresada en el meridiano de los tiempos,
la que recibieron los pastores que guardaban la vigilia del rebaño, en aquella
tardecita de primavera, en el pueblo de
Belén:
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra Paz y Buena
Voluntad entre los hombres”
Hugo W. Arostegui
miércoles, 26 de enero de 2011
Los Límites Y Su Ausencia:
Es muy común, sobre todos en los más jóvenes, la búsqueda constante, de
alternativas que les permitan la evasión a todo lo que pueda ser interpretado
como una limitación, sea de la índole que fuese, para muchos de los que nadan
en el mar de la ignorancia, la verdadera libertad, estriba en vivir fuera del
alcance de toda norma que, siquiera intente, poner algún freno, a sus cada vez
más acuciantes deseos de poder gozar de una libertad irrestricta.
Ahora bien, hagamos un esfuerzo por entender, qué es, lo que realmente
está pasando, en cada una de las incontables constelaciones, que dan vida y
sentido a este universo tan plagado de intereses en pugna como lo es sin duda
el complejo mundo de las relaciones humanas.
En nuestros días, podemos decir, que hemos dado pasos significativos,
en todo lo referente a los Derechos Humanos, mucho se ha legislado sobre este
tema, aunque esto no signifique que la mera normativa del derecho, haya tenido
como resultado el acatamiento a lo que la ley determina sobre el tema, sobre
todo en la protección de los más débiles, como es el caso de las mujeres y los
niños, la violencia doméstica, de género, y todos los tipos de violaciones a
las que son expuestas las minorías.
Todos los días, las páginas de los periódicos y los noticieros de radio y televisión, nos ponen en evidencia de
cuán lejos estamos de erradicar esta afrenta, verdadero escupitajo en el
rostro, a una sociedad, que contempla,
estupefacta, como, al igual que los insectos encandilados, sus hijos se mutilan
y mueren, sin ninguna otra razón, que la simple irracionalidad de sus actos.
Todo parece indicar que el hábitat del hombre se encuentra bajo la
amenaza del propio hombre, el cual está demostrando, pese a los altos grados de
evolución alcanzados en el campo de las ciencias, la tecnología y en el de
las comunicaciones - por citar algunos- es incapaz de transmitir valores
esenciales a sus crías, las cuales crecen insensibles a las reales necesidades
de su propia especie, transmutando el sentido armónico de la convivencia solidaria,
por la búsqueda constante del sometimiento de los unos sobre los otros, como si
los cimientos heredados por siglos de civilización, parecieran un vetusto y
arcaico lastre, de los cuales es preciso liberarse cuanto antes.
Miramos, en nuestra ruta imaginaria, las señales de tránsito, las que han sido puestas para orientarnos, las que
intentan guiarnos con seguridad a nuestro destino, pero resulta que hacemos
caso omiso a sus recomendaciones, despreciamos los límites recomendados y nos
dejamos seducir por el instinto, ajenos a la razón, optamos por la
irracionalidad, actitud propia del que se considera superior o mejor dotado
para tomar decisiones, aunque estas decisiones, no sólo nos afecten a nosotros,
sino, lo que es más grave, afecten a todos en nuestro entorno, incluyendo, muchas
veces, a quienes más amamos en la vida.
Entonces, ocurre lo que sabemos que va a ocurrir, tomamos el volante y,
mientras la luz verde esté encendida, continuaremos raudos nuestra marcha, cuando se
enciende la amarilla, aceleramos para intentar pasar antes del cambio, y cuando
la luz roja nos indique que debemos parar, la adrenalina acumulada nos inducirá
a pensar de que aún es posible continuar y seguimos avanzando…
… El impacto es apenas unos instantes, sus consecuencias suelen durar
una eternidad.
Quizás haya llegado la hora de poner un poco más de atención a lo
cotidiano, a las cosas que suceden por la sencilla razón de que alguien ha
estado allí para hacer que acontecieran, los que cumplen sus roles cuasi
ignorados, como las abejas obreras en la colmena, nos referimos a los guardias
de tránsito, los bomberos, las ambulancias, los servicios de emergencia, los
centros asistenciales, los que hacen lo imposible por la rehabilitación perdida,
y …por supuesto, a aquellos que toman
sus palas y cavan las sepulturas.
Hugo W Arostegui
domingo, 16 de enero de 2011
María Magdalena: La Doctrina Profunda
Esta vez, la reunión con el profeta Agabo, no sería una reunión como las que habíamos tenido anteriormente, es decir, exenta de condicionantes que pudiesen limitar en alguna forma la participación de los convocados.
La convocatoria, fue muy clara y
precisa, los convocados, hombres y mujeres, deberían ser todos pertenecientes a
la Orden de Melquisedec y haber sido iniciados en las ordenanzas y convenios
que abren la puertas de acceso a la Mansión del Señor.
Llegamos, provenientes de muy
variados lugares, no solamente en lo referido a la geografía, sino también, en
lo concerniente a los tiempos y dispensaciones, en los cuales nos ha
correspondido vivir nuestras experiencias terrenales.
El ingreso a la gran sala iluminada
donde tendríamos la reunión requería un pasaje previo por el control de los
centinelas, los cuales corroboraban nuestro “nombre nuevo” con los registros de
la Mansión, y una vez constatada nuestra identidad, se nos proveía de las
investiduras sagradas, requisito imprescindible para nuestra presencia ante el
velo.
Todos ingresamos vestidos de blanco,
con el manto sobre el hombro derecho, sin delantal, usando a la cintura, una
especie de cordón blanco trenzado con grandes bordones en sus extremos, que
caían a un costado de la cintura hasta la altura de nuestras rodillas.
Una vez instalados en nuestros
lugares, los varones a la derecha, de frente al símbolo de Yahweh, y las mujeres a la izquierda, de frente a
símbolo de Shekinah.
Ante a un pequeño estrado, situado al
frente de la gran sala iluminada, nos esperaba vestido igual que nosotros, el
profeta Agabo, el cual nos informaron, había sido asignado, por el Gran
Consejo, para conducir la sesión para la cual habíamos sido formalmente
convocados.
Confieso, que yo, en lo personal, y
creo que para muchos de los que habíamos sido convocados, me encontraba un
tanto confuso, la invitación recibida nos decía que tendríamos una charla sobre
María Magdalena, y no veía la relación que podría tener este tema, con la
formalidad requerida para asistir y sobre todo me preguntaba ¿Qué tendría que
ver Melquisedec, en todo esto?
Seguramente, Agabo, se encargaría de
despejar nuestras inquietudes, una vez que comenzase su disertación, la
ansiedad, a esta altura de los acontecimientos, me había dominado por
completo.
Hablar sobre María Magdalena,
comienza Agabo, y sobre todo, entender lo que ella significa para la humanidad,
requiere de una predisposición especial, de aquellos que pretendan acceder a
uno de los llamados “misterios mejor guardados” que ha dado lugar a la difusión
relatos y leyendas desde los albores de la historia conocida.
Observen que he usado el término
predisposición, y lo hago en el verdadero sentido de la palabra, predisposición
significa, que previamente a disponerme a hacer o recibir algo, debo estar
debidamente informado, el estado “pre” de esta sesión a la que participaremos,
ha sido vuestras ordenaciones y las ordenanzas y convenios que cada uno ha
recibido, y las investiduras que simbolizan al Sacerdocio de Melquisedec.
Una vez, entendido este principio,
pasamos del estado “pre” al estado de
“disposición” es decir, tener el deseo de saber, y la responsabilidad de asumir
todas las consecuencias que el conocimiento adquirido, puedan generar en
nuestra vida, y en nuestro entorno, la luz de la verdad, una vez encendida,
iluminará para siempre nuestra conciencia, y seguramente reclamará lo suyo.
Es imposible comenzar una charla
sobre María Magdalena, sin que hablemos previamente, de su compañero eterno,
nuestro Salvador y Redentor, Jesucristo.
Como ya lo hemos mencionado
anteriormente, desde su nacimiento, los padres terrenales de Jesús, han dado un
estricto cumplimiento de lo prescrito en la ley de Moisés, leamos al respecto
el relato de Lucas:
“Cumplidos los ocho días para circuncidar
al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el
ángel antes de que fuese concebido.
Y cuando se cumplieron los días de la
purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén
para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón
que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a
lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas o dos palominos.
Después de haber cumplido con todo lo
prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.”
Lucas 2: 21 – 24, 39
“Iban sus padres todos los años a
Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a
Jerusalén conforma a la costumbre de la fiesta.”
Lucas
2: 41
Como se puede apreciar, desde su
tierna infancia, Jesús se ajustó plenamente a lo prescrito en la ley de Moisés,
dando cumplimiento sus padres a lo requerido por la justicia, tal como se lo
manifestara, años mas tarde, a su primo, Juan el Bautista, cuando recurrió a él
para ser bautizado.
Leamos nuevamente las escrituras:
“Entonces Jesús vino de Galilea a
Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo
necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora,
porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.
Y Jesús, después fue bautizado, subió
luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de
Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que
decía: Este es mi Hijo amado, en quién tengo complacencia.”
Mateo
3: 13 – 17
Jesús, había sido presentado en el
templo, tal como lo exigía la ley de Moisés, cuando cumplió los doce años de
edad, fue llevado a Jerusalén, y cuando llegó el momento oportuno, el mismo
procuro a Juan el Bautista, para ser bautizado y posteriormente confirmado por
el Espíritu de Dios, que descendió de los cielos, mientras una voz manifestaba
que él era Hijo amado en quién tengo complacencia.
En el proceso del cumplimiento de
toda justicia, Jesús debía cumplir con algo que no estaba exigido en la ley de
Moisés, pero que le sería requerido efectuar para enseñar correctamente, todos
los pasos que son necesarios realizar, para lograr el objetivo de su misión
entre los hombres, tal cual se le es manifestado por el propio Señor a Moisés,
veamos:
“Porque, he aquí, ésta es mi obra y
mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre.”
Perla
de Gran Precio – Moisés 1: 39
Le sería requerido a Jesús, recibir
su ordenación al sacerdocio de Melquisedec, para cerrar el círculo perfecto, el
Santo Sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios, le sería retornado, por la
imposición de manos, de alguien que poseyese esa autoridad,
y ese alguien no fue otro que el
propio Moisés, en lo que se registra en las escrituras con el subtítulo de: La
transfiguración.
Leamos:
Previamente a la lectura que hago
referencia, me gustaría que prestemos atención a lo que Jesús les manifiesta a
sus discípulos, veamos:
“Pero os digo en verdad, que hay
algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el
reino de Dios.”
Lucas 9: 27
Muchos, al leer este pasaje, han
creído, de que Jesús les prometía a algunos de los discípulos, de que no
gustarían de la muerte física y que vivirían hasta ser testigos de todos los
acontecimientos que habrían de venir, pero sus palabras estaban relacionadas
con lo que habría de suceder en muy poco tiempo; y eso es precisamente lo que
les dije que leeríamos;
“Aconteció como ocho días después de
estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.
Y entre tanto que oraba, la
apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.
Y he aquí dos varones que hablaban
con él, los cuales eran Moisés y Elías;
quienes aparecieron rodeados de
gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.
Y Pedro y los que estaban con él
estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de
Jesús, y a los dos varones que estaban con él.
Y sucedió que apartándose ellos de
él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y
hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no
sabiendo lo que decía.
Mientras él decía esto, vino una nube
que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.
Y vino una voz desde la nube, que
decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.
Y cuando cesó la voz, Jesús fue
hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de
lo que habían visto.”
Lucas 9: 28 – 36
Este acontecimiento que relatan los
evangelistas, para comprenderlo mejor, es preciso, recurrir a las palabras del
apóstol Pablo a los Hebreos; leamos lo que les manifiesta:
“Así tampoco Cristo se glorificó a sí
mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el
que le dijo: Tu eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy.
Como también dice en otro lugar:
Tú eres sacerdote para siempre, Según
el orden de Melquisedec.
Y Cristo, en los días de su carne,
ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar
de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
Y aunque era Hijo, por lo que padeció
aprendió la obediencia;
y habiendo sido perfeccionado, vino a
ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;
y fue declarado por Dios sumo
sacerdote según el orden de Melquisedec.”
Hebreos 5: 5 – 10
Para reafirmar lo que les estoy
exponiendo, acerca de la ordenación de Jesús al sacerdocio de Melquisedec,
dejemos que Pablo continúe con su enseñanza:
“Si, pues, la perfección fuera por el
sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley) ¿qué necesidad
habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y
que no fuese llamado según el orden de Aarón ?
Porque cambiado el sacerdocio,
necesario es haya también cambio en la ley; y aquel de quién se dice esto, es
de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.
Porque manifiesto es que nuestro
Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al
sacerdocio.
Y esto es aún más manifiesto, si a
semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido
conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el
poder de una vida indestructible...
Pues se da testimonio de él: Tú eres
sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.”
Hebreos
7: 11 – 17
Ahora, la orden del sacerdocio de
Melquisedec, no prevé solamente el sacerdocio ejercido por los hombres, sino
que éste debe ser complementado con el ordenamiento de la mujer, de hecho, en
las ceremonias que se realizan en los santos templos, las mujeres participan de
las ordenanzas y convenios, y son
sostenidas junto al varón, como sacerdotes y sacerdotisas, para compartir
juntos la gloria de Dios.
Al ser ordenado Jesús al sacerdocio
de Melquisedec, para cumplir con la justicia, era necesario que recibiese también
todas las ordenanzas previstas en este orden, y para alcanzar este grado de
ordenación, Jesús, en cumplimiento de la ley del sacerdocio, debía encontrar su
ayuda idónea.
Es aquí, que comenzaremos a entender,
el significado de María Magdalena, en la vida de Jesús, y por extensión, en la
vida de todos los mortales, sin excepción.
Leamos las escrituras;
“En la gloria celestial hay tres
cielos o grados;
Y para alcanzar el más alto, el
hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio
[Es decir, el nuevo y sempiterno
convenio del matrimonio];
Y si no lo hace, no puede alcanzarlo.
Podrá entrar en el otro, pero ése es
el límite de su reino; no puede tener progenie.”
Doctrina
y Convenios sección 131: 1 – 4
María Magdalena, es la compañera eterna
de Jesús, según el orden de Melquisedec,
es el Santo Grial, celosamente
custodiado, ella representa las puertas de la exaltación y la vida eterna, al
alcanzar el más alto grado, en el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio.
Jesús, instruyó a algunos de sus
apóstoles a los cuales invitó, a que le acompañaran al monte de la
transfiguración, y a quienes pidió el más estricto sigilo, nadie podría conocer
esta sagrada ordenanza, hasta que no fuesen cumplidos los designios previstos
por el Padre, sin sacrificio expiatorio y sin resurrección, el convenio del
sacerdocio no tendría sentido, era el tiempo de orar y esperar.
La apostasía, ese tremendo desvío de
las enseñanzas de Jesús el Cristo, consistió en la persecución y muerte de
todos los testigos presénciales de la unión de Jesús de Nazaret, príncipe de la
tribu de Judá, con María Magdalena, princesa de la tribu de Benjamín, unidos en
el sempiterno convenio del matrimonio eterno.
Les comenté, dice Agabo, que he
tenido la responsabilidad de velar por la seguridad de María Magdalena, y del
fruto de su vientre, su descendencia nacería bajo el signo de la promesa,
sellados eternamente por el poder del sacerdocio de Melquisedec.
Jesús, nació y vivió como un hombre
mortal, y como tal, cumplió con todas las exigencias de la justicia, soportó
las pruebas y tentaciones, no como un ser divino dotado de poderes especiales a
los cuales podía recurrir, sino que los enfrentó y superó como un hombre, el es
nuestro ejemplo, nuestro camino, y nuestra vida.
Este es el conocimiento que quería
compartir con ustedes, el secreto del Santo Grial les ha sido revelado, ahora
seguramente conoceréis mejor a María Magdalena, la primera mujer en ser
ordenada en el sagrado convenio del matrimonio, la compañera eterna del Salvador
de la humanidad.
María Magdalena, simboliza la
reivindicación de la mujer a su verdadero estado, la parte invertida del
triángulo, el único medio por el cual el varón puede alcanzar el grado mayor de
gloria, la puerta de entrada, la matriz, la continuidad de la vida, la mitad de
un todo, la sangre de Cristo en el cáliz de su madre terrena.
Lucifer, ha intentado desde las
tinieblas, sembrar la confusión, lo que no pudo lograr en su intento de engañar
a Eva, lo ha hecho a través de su simiente, no existe mayor blasfemia que negar
el Espíritu Santo, y no ha habido mayor desviación en la historia de la
humanidad, que la de asociar a la mujer con el pecado original y por ende con
el padre de las mentiras.
Agabo, había terminado su exposición,
el rompe cabezas, el puzzle, el desorden
en el cual estábamos, las piezas que no encajaban en nuestro modo de
concebir los hechos, se habían encontrado, casi milagrosamente, las unas con
las otras.
En la sencillez de su relato, brotaba
el agua de vida, que vivificaba y expandía la luz de la verdad.
“Encuentro que la verdad que un
hombre descubrió, o la luz que proyectó sobre algún punto oscuro, puede, un
día, tocar en otro ser pensante, conmoverlo, alegrarlo y consolarlo; es a él a
quien le hablamos, como nos hablaron otros espíritus semejantes, y que nos
consolaron a nosotros mismos en este desierto de la vida.”
Schopenhauer
Casi sin darnos cuenta, la charla de
Agabo había concluido, fuimos desalojando la gran sala iluminada en dirección a
los vestuarios, donde nos despojaríamos de la ropa ceremonial que habíamos
utilizado, para luego prolongar nuestro encuentro con un paseo informal por los
hermosos jardines exteriores de la mansión.
La serena belleza del lugar nos
invitaba a compartir unos con otros, distintos aspectos de la magistral
exposición de Agabo, todos queríamos intercambiar impresiones, y de ser
posible, prolongar la emoción que nos embargaba, la imagen de María Magdalena,
había adquirido para cada uno de nosotros una nueva e impactante dimensión.
El camino que recorríamos nos fue
conduciendo hacia una hermosa fuente, en cuyo alrededor se habían colocado
mesas y sillas para que pudiésemos sentarnos, al acercarnos, percibimos de que
nos estaban esperando un grupo de jóvenes de ambos sexos, vestidos como
camareros de confitería, los cuales, una vez que nos fuimos ubicando, nos
ofrecieron alimentos y refrescos
finamente elaborados.
Nos sentimos halagados, por este
gesto inesperado, alguien se había preocupado de que tuviésemos una oportunidad
de interactuar los unos con los otros, en un clima distendido, una magnífica
oportunidad de estrechar lazos, que ninguno de los presentes quería
desaprovechar.
Todos hablábamos unos con otros,
intercambiando lugares a veces para estar un poco en cada lado, nos sentíamos
hermanados, unidos por un vínculo muy especial, sabíamos que existía una buena
razón para que estuviésemos juntos, en esta ocasión, y en las otras anteriores
que habíamos tenido, quizás no llegábamos a comprender las razones por las
cuales habíamos sido escogidos, pero fuere cual fuere esa razón, el simple
hecho de estar allí, nos colmaba de gozo, agradecimiento, y nos imbuía un
sentimiento de profunda humildad.
De pronto, nos llamó la atención, el
hecho de que se habían juntado unas cuantas mesas y sillas, y en medio del
grupo, se podía escuchar la inconfundible voz de Agabo, que intentaba dar
respuesta a varias preguntas que se le formulaban.
Al acercarme, pude escuchar que se le
estaba preguntando a Agabo la causa por la cual, no había hecho referencia
alguna a los llamados, Evangelios Gnósticos, que él mismo, nos había dicho
anteriormente que utilizaría, como argumentos de apoyo a su disertación sobre
María Magdalena.
Agabo, se sonrió, y respondió: Existen
innumerables pasajes en las escrituras oficialmente aceptadas por todos, que
como lo han podido apreciar por sí mismos, nos han arrojado muchísima luz,
sobre la íntima relación que unía a Jesús con María Magdalena.
Por esta sencilla razón no he querido
abundar en otras fuentes, un poco, para no caer en el uso de referencias, que
los inquisidores, se habían encargado de eliminar de los registros oficialmente
aceptados, con el argumento de que tales escritos sólo podían ser apócrifos.
No obstante, si les interesa, puedo
mencionarles algunos pasajes de estos escritos que han podido recuperarse en
este último siglo, mas precisamente, en el mes de diciembre de mil novecientos
cuarenta y cinco, en Gebel Tarif, a unos cinco kilómetros de Nag Hammadi, en el
medio Egipto, lo que allí se encontraba, para sorpresa de todos, eran restos de
una antigua biblioteca copta y habían sido preservados por algún monje, que los
ocultó, a sabiendas de que sobre ellos, pesaba la sentencia de destrucción.
La historia, al igual que la verdad,
tiene caminos propios, siempre,- y esta vez voy a emplear el término correcto –
gracias a Dios, algún personaje anónimo, quizás hasta considerado
insignificante, tiene la lucidez de los cielos, y se constituye en un
instrumento vital en la preservación de elementos de prueba de hechos que la
soberbia del poder, se empeñan infructuosamente en ocultar.
Estos escritos encontrados, difieren,
o no coinciden, con los evangelios registrados en la Biblia, pues como ya les
habíamos explicado, sólo se preservaron aquellos que se ocuparon de relatar los
aspectos divinos de Jesús, es decir, su relación con el Padre, relataron parte
de sus palabras y acciones, se concentraron en los hechos “milagrosos” , más
trascendentales, y apenas hicieron alguna
mención de los hechos cotidianos, que como hombre, cumplidor de la ley de
Moisés, habían sido parte esencial en su estancia entre nosotros, sus hermanos.
Los llamados, evangelios gnósticos,
nos revelan aspectos de la vida de Jesús en tanto hombre, con sus gustos y
aficiones, un Jesús integrado a la vida en sociedad, con hermanos y hermanas,
hijos de su madre mortal y de José, con parientes, amigos y compañeros, un
Jesús desconocido, para aquellos, que sólo dependen del “relato oficial”, el
cual se limita a mencionar, solamente lo siguiente:
“Y el niño crecía y se fortalecía, y
se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.”
Lucas 2: 40
Voy a darles lectura, comenta Agabo,
y a modo de ejemplo, dos pasajes de éstos escritos, que nos demostrarán, la
verdadera relación que existía, entre Jesús y María Magdalena.
De los escritos atribuidos a Felipe,
leemos lo siguiente:
“Y la compañera del Salvador es María
Magdalena.
Cristo la amaba más que a todos sus
discípulos y solía besarla en la boca.
El resto de los discípulos se
mostraban ofendidos por ellos y le expresaban su desaprobación.
Le decían: ¿Por qué la amas más que a
todos nosotros?”
Del evangelio de María Magdalena, les
leeré lo que sigue:
“Y Pedro dijo: ¿Ha hablado el
Salvador con una mujer sin nuestro conocimiento?
¿Debemos darnos todos la vuelta y escucharla?
¿La prefiere a nosotros?
Y Leví respondió: Pedro, siempre has
sido muy impetuoso.
Ahora te veo combatiendo contra la
mujer como contra un adversario.
Si el Salvador la ha hecho digna, ¿quién
eres tú para rechazarla?
Seguro que el Salvador la conoce muy
bien.
Por eso la amaba más que a nosotros.”
Como pueden apreciar, a través de
estos relatos mencionados, se pueden intuir los gérmenes de cierto celo, entre los
discípulos varones más allegados a Jesús, con la posición de privilegio que
éste le daba a María Magdalena, sobre todo a un hombre impetuoso como Pedro,
que se había regido desde siempre por la ley de Moisés, y no podía concebir,
que una mujer, estuviese por encima de ellos en la preferencia de su Maestro.
No entendieron, que el sacerdocio de
Melquisedec, del cual Jesús era Sumo Sacerdote, le daba a la mujer una
preeminencia mucho mayor y trascendente, que la simple sumisión prescrita en la
ley de Moisés.
Como les comenté en la exposición que
tuvimos en la gran sala, luego del sacrificio expiatorio del Salvador, nos
urgía la inmediata evacuación de María Magdalena, para poder preservar el cáliz
sagrado, la sangre de Jesús, en el vientre de su compañera eterna, y es por
esta honrosa circunstancia, que hoy tuve el inmenso placer de compartirlo con
todos ustedes.
Escritos De Un Caminante
Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y
el mar, de pronto, percibí la inmensidad, la percepción y yo éramos uno y
juntos, el universo.
Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y
el mar.
Relato que trata del origen de los llamados “hijos de Dios”
desde su condición de Inteligencias
Eternas.
Nuestros Padres
Celestiales organizaron nuestros cuerpos espirituales tal como nosotros, padres
terrenales, organizamos los cuerpos físicos de aquellos que son enviados a nuestro
mundo llamado Tierra con la finalidad de que puedan continuar con su progreso
mediante el descubrimiento y desarrollo
de sus atributos divinos.
Ahora, cómo ha sido el principio?, el comienzo de nuestra
historia como seres conscientes de su individualidad? las escrituras nos hablan
de un concilio en los cielos dónde todos fuimos consultados, de la aceptación
de un Plan de Salvación y de las consecuencias de la rebelión de Lucifer, la
gran batalla de los cielos y la posterior expulsión de un tercio de los hijos
de Dios.
Nada se nos dice en cuánto a nuestras primeras
experiencias como seres organizados, sabemos que nos distinguíamos por nuestra
inteligencia y nobleza, en el Libro de Abraham, capítulo 3, leemos lo
siguiente:
“Y el Señor me dijo: Estos dos hechos existen: hay dos
espíritus, y uno es más inteligente que el otro; habrá otro más inteligente que
ellos; yo soy el Señor tu Dios, soy más inteligente que todos ellos” (3:19)
“Yo habito en medio de todos ellos; por tanto, he
descendido ahora para darte a conocer las obras que mis manos han hecho, por lo
que mi sabiduría los sobrepuja a todos ellos, pues reino arriba en los cielos y
abajo en la tierra, con toda sabiduría y
prudencia, sobre todas las inteligencias que tus ojos han visto desde el principio;
yo descendí en el principio en medio de todas las inteligencias que has visto.
Y el Señor me había mostrado a mí, Abraham, las
inteligencias que fueron organizadas antes que existiera el mundo; y entre todas éstas había muchas de
las nobles y grandes;
y vio Dios que estas almas eran buenas, y estaba en medio
de ellas, y dijo: A éstos haré mis gobernantes; pues estaba entre aquellos que
eran espíritus, y vio que eran buenos; y me dijo: Abraham, tú eres uno de
ellos; fuiste escogido antes de nacer .” (3: 21 – 23)
De la lectura de éstos versículos aprendemos que para
llegar a ser reconocidos como Hijos de Dios, debemos pasar por algunas etapas,
como ocurre en la naturaleza con
la transformación del simple gusano en una hermosa
mariposa, primero se nos dice que éramos inteligencias que existíamos sin
organización y que fuimos organizadas por nuestro Padre Celestial – seguramente
con la colaboración de una ayuda idónea e indispensable, una Madre Celestial,
para dar forma a nuestro cuerpo espiritual a imagen y semejanza de nuestros
padres eternos.
Se nos dice que vivíamos en la presencia del Padre, que
gozábamos de su amor e influencia, si consideramos la gran multitud que
nosotros sus hijos constituimos es evidente que formábamos una sociedad de dioses
en la cual cada uno de nosotros desempañaba algún tipo de mayordomía en armonía
con la perfecta organización que el Padre había dispuesto para nuestro
bienestar y desarrollo.
Cómo podemos avanzar en el descubrimiento de éstos,
nuestros primeros pasos?, veamos:
En Apocalipsis capítulo 2 versículo 17, el apóstol Juan
nos revela;
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno
conoce sino aquel que lo recibe. ”
Si alguna vez hemos caminado por la playa quizás hayamos
podido encontrar alguna piedrecita blanca, negra, o de algún otro color la cual por la acción del mar y la
arena, al ser golpeada una y mil veces ha adquirido una suavidad y brillo que
la hacen verdaderamente hermosa y sumamente agradable de sentir entre nuestros
dedos.
De la misma manera que el canto rodado es pulido por
medio de la acción de los elementos los cuales van limando su primitiva
aspereza , nuestro ser va adquiriendo la sensibilidad necesaria mediante la
guía del espíritu dejando que el divino maestro vaya dándole la forma adecuada
para que pueda alcanzar algún día la perfección.
En el libro de Malaquías, capítulo 3 versículos 2 y 3,
leemos lo siguiente:
“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿ o
quién podrá estar en pie cuando él se manifieste ?Porque él es como fuego
purificador, y como jabón de lavadores.
Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará
a los hijos de Leví, los afinara como a oro y como a plata, y traerán a Jehová
ofrenda en justicia.”
La promesa dada en Apocalipsis de poder comer el maná escondido,
es decir, la posibilidad de alimentar diariamente nuestro cuerpo espiritual es
dada solamente a aquellos que han logrado vencer las limitaciones propias de
nuestra condición mortal y romper las barreras físicas que nos mantiene
atrapados a lo temporal, como si fuese una imaginaria ley de gravedad que nos
impide elevarnos y salir de su influencia.
Ahora bien, es posible romper esta barrera?, en el Libro
de Doctrina y Convenios en la sección 130, versículos 20 y 21 leemos lo
siguiente:
“Hay una Ley, irrevocablemente decretada en el cielo
antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se
basan;
y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se
obedece aquella ley sobre la cual se basa.”
En la sección 131 versículos 5 al 8, ampliamos:
“La palabra profética más segura significa que un hombre
sepa, por revelación y el espíritu de profecía, que está sellado para vida
eterna, mediante el poder del Santo Sacerdocio, el cual es en el varón al igual
que en la mujer.
Es imposible que el hombre se salve en la ignorancia.”
“No hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu
es materia, pero es más refinado o puro, y sólo los ojos más puros pueden
discernirlo;
No lo podemos ver; pero cuando nuestros cuerpos sean
purificados, veremos que todo es materia.”
De manera que cumpliendo con la ley sobre la cual se basa
es posible acceder al conocimiento, esto significa comprender la ley , salir de
la ignorancia y por el espíritu de profecía obtener la comunicación con Dios el
Padre, es decir lograr la revelación personal el cual es el único medio de obtener
conocimiento.
El Padre conoce a cada una de sus creaciones y en cuánto
a nosotros, sus hijos, nos ha transferido sus atributos divinos, pero de tal
manera, que cada uno, es un ser único,
un individuo irrepetible, poseedores de un potencial divino que le es propio,
rasgos esenciales por los cuales el Padre les reconoce en medio de la multitud
de sus creaciones, somos portadores de una señal que sólo nosotros podemos
transmitir, nadie más puede hacerlo, es única exclusiva de cada uno de sus
hijos y es por eso que les reconoce y les escucha llamándolos por su nombre.
Esa individualidad es complementada por la posesión más
importante que todos Los Dioses poseen, el libre albedrío, la capacidad de
escoger entre todas las opciones posibles aquella a la cual consideramos como
la mejor, de acuerdo con los dictados de nuestra propia conciencia.
El camino que conduce a la exaltación, es decir, el largo
proceso que transforma a los hijos espirituales de Dios en poseedores de su
herencia eterna es iniciado en el hogar celestial bajo la influencia y
orientación de nuestros padres eternos , es decir padre y madre perfectos, cuya
obra y gloria nos es otra que la de llevar a cabo la inmortalidad y vida eterna
de cada uno de sus hijos, ver Moisés 1, versículo 39, tal como aquellos que en
la tierra, en su condición de padres terrenales, aspiran a que sus hijos puedan
alcanzar los mayores niveles de desarrollo y, de ser posible, alcanzar niveles
superiores a los conquistados por sus progenitores.
Es en lo que llamamos la preexistencia donde comienza nuestra vida y ha sido allí
donde hemos tomado nuestras primeras decisiones, algunas de las cuales han sido
de tremenda relevancia para nuestro progreso eterno...
... Hago un alto en el camino para después continuar,
buscando un poco aquí, otro poco mas allá, armando un puzzle sin forma que todo
puede abarcar.
La verdad no es un terreno que se pueda alambrar, los
ojos miran sin ver, los oídos oyen sin escuchar, no puede ser poseída, no tiene
título de propiedad, como el aire, se inhala y se exhala, vivifica por dentro,
su esencia es la libertad y no hay libertad sin diversidad, la diversidad es la
que nos une, como une los sonidos de cada instrumento la mano del Divino
Maestro, convirtiendo en sublime sinfonía la obra de sus creaciones, fuera de
eso reina el caos, la materia prima sin organizar que es puesta en nuestras
manos para que podamos jugar a crear.
Hugo W.
Arostegui
sábado, 8 de enero de 2011
La Sencillez Perdida de Las Buenas Nuevas
La historia que voy a narrarles, no obstante referirse a
hechos ampliamente divulgados, y por ende, supuestamente ser de dominio
público, pertenece a esa clase de relatos genéticamente manipulados en su
concepción, cual si fuera mezclada en
una especie de probeta, la realidad de los acontecimientos descriptos, con los
aderezos que los volvieran apetecibles
al consumo de las grandes masas, aceptando el resultado de este nuevo
sabor como si fuese el genuino y en consecuencia, el único socialmente digerible.
Cuando se nos habla del nacimiento del Salvador, las
referencias a las cuales podemos recurrir provienen de una única fuente, los
Evangelios de Mateo y el de Lucas, allí en forma muy breve y escueta se nos
describen, algunos, muy pocos, de los hechos que dan motivo a este artículo.
Ambos Evangelios fueron escritos originalmente en griego, el
de Mateo, su autor, pertenece al discípulo, recaudador de impuestos, que
atendiendo al llamado de su Maestro, le
sigue y se convierte en uno de sus apóstoles, el otro, el de Lucas, es el
escrito que personalmente más me conmueve, porque es realizado, por un hombre
joven, poseedor de una amplia cultura, médico de profesión, de origen no
israelita, que no era testigo contemporáneo de Jesús.
Sus escritos sobre la vida y obra de Jesucristo, son fruto
de una exhaustiva investigación de los
hechos descriptos, que han llegado a nosotros gracias a que decidió registrarlos
en forma escrita para enviárselos a su amigo, Teófilo, como testimonio, para
que él, Teófilo, tuviese conocimiento de los hechos tal cual habían sucedido.
Existen, se dicen que existen, otros documentos, los
llamados apócrifos, que no son aceptados como válidos, por los recopiladores
que han compendiado lo que hoy conocemos como: El Nuevo Testamento , la segunda
parte de la Biblia, lo que hace que estos dos libros mencionados, sean los
únicos referentes autorizados a los cuales podremos recurrir.
Así las cosas, entiendo que la recreación de los
acontecimientos que han sacudido, cual un terremoto, todas nuestras
concepciones de lo trascendente, de ese hilo conductor, ese cordón umbilical,
que une y nutre a la vez, a ese , para
algunos incomprensible, eterno vínculo, entre nosotros, considerados
insignificantes mortales, y El Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza,
bien puede ser abordado una vez más, por cualquiera de nosotros, sin importar
las credenciales que nos exijan los eruditos versados en el tema, pues entiendo
que es un derecho natural que cualquiera de nosotros , sus hijos, podemos
alegar que poseemos ¿no?
Cuando estas cosas ocurrieron no contábamos, como muchos
piensan que sí teníamos, el enorme bagaje de información que hoy disponemos, el
acceso al conocimiento era algo sumamente restringido, sólo los muy doctos
podían leer escritos celosamente custodiados, con el agregado de que aún ellos,
los doctos e informados, jamás se interesarían por lo que pudiese ocurrir en la
vida de los personajes que participan en nuestra historia, recordemos que los
acontecimientos narrados, han llegado al alcance de lo que hoy podríamos llamar
“opinión Pública” muchos siglos después , luego de soportar innúmeras traducciones
de los antiguos textos originales.
Narraremos nuestra versión de los hechos prescindiendo de
efectuar citas a los textos bíblicos que ya hemos mencionado, aunque obviamente
invitamos a nuestros lectores a que puedan corroborar su contenido con aquellos
pasajes de las escrituras que consideren conveniente recurrir.
Nuestra historia comienza de esta manera:
Situación Política
Desde hacía más de medio siglo, Palestina estaba bajo el
dominio del imperio romano, luego de haber sido dominada por la influencia
helénica, cultura que desde hacía unos
tres siglos fue ejerciendo cambios sustanciales en el comportamiento y
preferencias sobre todo de las clases acomodadas, vinculadas al ejercicio del
poder a través de su vasallaje incondicional a la autoridad dominante.
Los líderes religiosos de la época sumamente preocupados en
la defensa de sus preceptos, lograron mediante su tenacidad y por la demostración
del grado de influencia que ejercían sobre el pueblo, que el imperio romano
decretase ciertos privilegios a la nación judía, a los efectos de alcanzar por
este medio, mantener la cada vez más problemática convivencia entre ambas
culturas.
Es entonces que la
palestina queda en manos del Sanedrín, el cual oficia de Consejo en
todos los asuntos relacionados con el cumplimiento de sus leyes internas, tal
como lo explicitaba la llamada Ley de Moisés en toda su extensión, bajo la
tutela y aprobación del representante de la autoridad romana en Jerusalén.
Roma les permitía regirse por estas normas, podrían guardar
el día sabático, aplicar la justicia en
asuntos civiles y religiosos, procesar sus alimentos de acuerdo a su
particular sentido de la pureza y limpieza de los mismos y sus hombres estaban
exentos del servicio militar.
En contra partida, se les tenía prohibido el ejercicio de la
política, las actividades de defensa eran de uso exclusivo del imperio y sus
legiones, y debían pagar tributo por sus propiedades, su producción, así como
sobre el intercambio de bienes y servicios.
En el interior del Templo de Jerusalén, ejercían su
influencia los poderosos saduceos, los cuales pertenecían a la alta
aristocracia y administraban los recursos provenientes de las ofrendas.
Mencionamos también, a los escribas y a los fariseos, los
meticulosos defensores de “la letra de la ley” a quienes Jesús compararía con
los sepulcros, cuando les dijo que aunque estuviesen blanqueados por fuera, por
dentro estaban llenos de podredumbre.
Según el orden
establecido por Moisés, el sacerdocio era ejercido por la tribu de Levi, éstos,
en su mayoría, residían más bien en el área rural, vivían de sus diversos
oficios y representaban los sectores más bajos
de la sociedad, la enseñanza de la ley se efectuaba en las sinagogas,
era allí, entre sus paredes, que cultivaban los principios religiosos, donde
subyacía, latente, como un volcán adormecido, el anhelo de la liberación
prometida por Jehová, la llegada de un libertador, Un Mesías, que hiciera prevalecer el Convenio que
el Gran Jehová de los Ejércitos, había suscrito con ellos, el único (según
ellos) pueblo escogido entre todas las naciones de la tierra.
Este era entonces el clima socio-político - religioso, en
una palestina ocupada por el imperio romano y bajo la autoridad de un monarca idumeo,
cruel y ambicioso de nombre: Herodes el Grande.
En la Corte Celestial
Nadie puede creerse que un acontecimiento como el que
intentamos describir, donde nada menos, se están ultimado los detalles de la
inminente venida del Hijo Unigénito de Dios el Padre, pueda estar librado a la
improvisación, es evidente que se habían tomado todos los recaudos, para que un
hecho inédito, que supera la capacidad de entendimiento de cualquier
mortal, pueda cristalizarse en absoluta
armonía con lo dispuesto en los cielos desde el principio de los tiempos, mucho
antes incluso, de que este mundo al cual habitamos, se hubiese creado.
Entonces, como no podía ser de otra manera, Dios el Padre,
convocó a su presencia al Arcángel Gabriel, jefe de la campaña que enfrentó a
Lucifer, en la gran batalla de los
cielos, para que junto a l Unigénito, ultimasen todos los detalles referentes a los acontecimientos previos a su nacimiento
en la carne, así como compartir con María y con José, las instrucciones que
éstos ya habían recibido con motivo de
su preordenación en los cielos, preordenación ésta, que el manto de olvido que
cubre nuestras experiencias previas al nacimiento, les ha mpedido recordar.
Una vez acordados los
tiempos y las formas, Gabriel y sus asistentes comienzan a cumplir con sus
asignaciones.
La visita a Zacarías
Zacarías era un levita muy devoto que estaba casado con
Elizabeth, mujer de unos 35 años -
edad considerada avanzada en aquella
época – la cual era estéril , tanto ella como su marido anhelaban un hijo y
durante muchos años, elevaban sus oraciones pidiendo se les concediera la
gracia de ser padres.
Estaba en esta oportunidad, Zacarías, prestando servicios en
el templo, ocasión que se le brindaba de tanto en tanto, debido a la cantidad
de sacerdotes de su clase que potencialmente podrían ser asignados, era para él, entonces, una ocasión muy
especial, y como tal, su fervor religioso le hacía sentir el gozo de estar
prestando servicio en la casa de Jehová.
La tarea encomendada consistía en ofrecer el incienso, por
lo que debía ingresar al santuario del Señor, mientras la multitud, le
esperaba, ansiosa, para oír sus palabras de prédica, fue entonces, en el lugar
Santísimo, que el ángel Gabriel se le apersono para informarle que el Señor
había prestado oído a sus plegarias por lo que su esposa, Elizabeth, concebiría
un niño varón, al que deberían llamarle, Juan.
Zacarías, una vez recobrado de la fuerte impresión que le
había causado la presencia de Gabriel, le contesta dubitativo, que tal cosa, la
que Elizabeth, concibiera en su vejez, era algo imposible de realizar, el ángel
entonces, le reprende, afirmando que nada es imposible para Dios, que
Elizabeth, concebiría en su vientre un varón, que debería llamarle Juan, y que
por causa de su incredulidad no volvería a pronunciar palabra alguna hasta que
se cumpliera con lo que el Señor Jehová,
le había asignado comunicarle, dicho esto, Gabriel se retira de su presencia,
Zacarías, perdió el habla, y debió dirigirse a la congregación que le esperaba,
haciendo gestos, su estado se había transfigurado, de tal forma, que todos
comprendieron que algo muy importante había sucedido en el santuario.
José y María
El evangelista Mateo, comienza su relato, dando una descripción muy precisa, de
la genealogía de Jesús, partiendo del patriarca, Abraham, y culminando con José
y María, esto colocaba, sin sombra de dudas, al pequeño Jesús, en la línea de
sucesión al trono de David, por lo que queda evidenciado el estatus de sus
progenitores, José y María eran de la tribu de Judá, y por línea patriarcal, José era un príncipe,
candidato potencial al trono de Israel.
Cuando se le menciona, José, no es presentado, como un
“humilde carpintero” dejándonos la sensación de ser un hombre
de condición social baja, pero nada más alejado de la realidad, José, no
era el “empleado de una modesta carpintería” José era un Carpintero, así, con mayúscula,
poseía un oficio muy importante para la época, algo similar a los ingenieros
actuales, la madera era un artículo esencial no solamente en la construcción de
puentes y viviendas, el mobiliario y la gran mayoría de los enseres, tanto
domésticos, como de uso industrial o agrícola, incluida la industria bélica,
dependían del uso adecuado de este material, entonces, cuando hablamos de un
carpintero, no nos estamos refiriendo a un oficio cualquiera.
Lo mismo nos sucede con María, el personaje cobra
importancia, por su condición de “madre de Jesús” por lo que “iba a llegar a
ser” , eternizada en su “ virginidad” y en concepción “ sin pecado concebida”
nada más, o muy poco ,se nos dice de esta joven mujer, nada sabemos de sus habilidades y expectativas de futuro, nos la
presentan más bien, como si fuese la ganadora de un concurso, agraciada entre
miles, con el premio de ser “ la madre del Hijo de Dios” sin darnos ninguna
referencia a los “por que” de su
elección.
En realidad, María, como dijimos, reunía en si misma muchas
cualidades que la calificaban para ser seleccionada, además de ser joven y hermosa, como hemos
comentado, provenía de la nobleza, lo
que equivale a decir, que ella era una princesa de la casa de David, además de
probadas condiciones tanto morales como intelectuales, basta que citemos el
diálogo que mantuvo con el ángel Gabriel -Evangelio de Lucas- para darnos
cuenta de su naturaleza humilde y sagaz a la vez.
Cuando Gabriel la entrevista, le explica las razones de su
visita, le menciona las promesas del Señor para con la Casa de Israel, y que
tal como se le había mencionado antes de ser enviada a este mundo, ella era la
preordinada para ser la madre del Mesías prometido, también se le aclararon
todas sus inquietudes , la trascendencia de su misión requeriría de toda su
probada obediencia y abnegación, su respuesta al Ángel del Señor nos exime de
cualquier otro comentario al respecto: “ He aquí la sierva del Señor: hágase
conmigo conforme a su palabra”
Lo que ocurrió posteriormente, bien que puede ser
considerado como el primer caso en la historia de la humanidad, en que el Padre
de todas las ciencias, recurre a la inseminación artificial para fertilizar el
vientre fecundo de una aún asombrada y virgen, María.
Cuando llegó el tiempo de la confirmación de lo anunciado
por Gabriel, María, conocedora de las estrictas normas morales de la llamada
Ley de Moisés, se dio cuenta de que corría serios riesgos de ser lapidada hasta
la muerte, en el caso de ser acusada de adulterio, que debía hablar con José,
con quién estaba desposada, y ponerle al tanto de lo que estaba sucediendo con
ella, éste, en un primer momento, superado por
la situación descripta por María, pensó en salir discretamente de la
vida de ella, terminar esa incipiente relación que le unía con una joven a la
que sin duda amaba intensamente.
Estando José, como seguramente lo estaría cualquiera de nosotros
en una situación similar, sumamente traumatizado por los acontecimientos, se
nos dice que habiendo contraído un sueño profundo, tal vez algunas copas de
vino hayan contribuido a ello, me pregunto: ¿quién en tales condiciones no
hubiese hecho lo mismo? Lo cierto es que según el relato de Mateo, un Ángel del
Señor le visitó en sueños y descorriendo el velo que le impedía, a un
atribulado y aún confuso José, recordar las promesas dadas por Jehová a su
pueblo, y éste, una vez que estuvo debidamente informado, acepto asumir la
responsabilidad que le había sido
encomendada.
Mateo se extiende
algo más en su, de por sí, muy escueto relato de estos hechos al añadir: “Y
despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y
recibió a su mujer.” Aclarando además, algo extremadamente importante y aún
tozudamente ignorado por la gran mayoría de las autoridades cristianas de hoy
día, cuando nos dice: “Pero no la
conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito: y le puso por nombre
Jesús.”
Mateo 1: 24 – 25
El matrimonio de José y María se consumó, con la salvedad,
de que el compromiso que José contrajo con el ángel, de no conocerla hasta
después del nacimiento del niño, seguramente lo debe de haber cumplido, pienso
que eso es parte de la intimidad de la pareja, de cualquier forma ambos
debieron haber acordado mantener las apariencias, recuérdese, que para aquella
época en particular, como en cualquier otra época, todos partimos del supuesto ,de
que sería sumamente extraño el celibato entre dos jóvenes recién casados.
En cuanto a la normalidad de las relaciones futuras, existe
suficiente evidencia al alcance de cualquiera que se interese en el asunto, de
que José y María fueron padres de varios hijos, por lo menos de cuatro varones
y dos mujeres, hermanos menores de Jesús.
Es interesante, la obstinación de muchos, en negar este
hecho, resulta incomprensible que se haya pretendido castrar por el resto de su
vida a José, como también negarle a María el derecho de vivir su sexualidad y
traer a este mundo a otros niños, niños que conformarían una familia feliz,
téngase en cuenta que tanto José, como María, eran muy devotos, cumplidores estrictos
de la Ley de Moisés, sería lamentable, que pensáramos que ellos, nada menos que ellos, recurrirían a
prácticas reñidas con la moral y las buenas costumbres, o que tengamos que
llegar a la conclusión, de que lo que hoy se predica ,en contra del uso de
cualquier método que altere el derecho a la vida y a la concepción, se les haya
permitido, exclusivamente a este
matrimonio.
La imagen que se nos ha impuesto, de una sagrada familia,
compuesta por una madre y un padre, híbridos, asexuados, con un niño, que es
hijo único y que solamente responde a la voluntad divina, sin la participación en
su formación de quienes asumieron la responsabilidad de brindarle la seguridad
de un hogar, un entorno familiar, atención adecuada, y sobre todo amor y
educación, no es de recibo.
José y María vivieron para la vida real, como cualquier
pareja, no fueron creados para figurar en los altares, ni en los libros
sagrados, nadie les reverenció, ni oró a sus pies pidiéndole gracia alguna,
ellos eran parte de un entorno y en él supieron granjearse el reconocimiento de
sus amigos y vecinos, que les aceptaron tal como eran, como lo puede ser usted,
amigo lector, con aquellas personas con las cuales se relaciona, los honores y
las reverencias les llegaron muchos siglos más tarde, a través de los relatos
que han llegado a nuestras manos, luego de pasar por una grosera, y por qué no,
maliciosa manipulación.
Al comienzo de la primavera de lo que llamaremos el año uno
de nuestra era, un edicto del emperador Augusto César, decretaba que debía realizarse un censo de
población, cada uno debía empadronarse en los lugares de origen de sus
respectivas familias, siendo José y María de la tribu de Judá, debían trasladarse,
desde su residencia en Nazaret, hasta Belén, la cual quedaba distante unos 140 kilómetros,
para María, este sería un viaje muy sacrificado, por el avanzado estado de
su gravidez, la distancia , y los
peligros potenciales propios de los caminos, especialmente bandidos y
salteadores.
Estas travesías no se hacían en forma improvisada, se
organizaban grupos de viajeros para darles mayores garantías de seguridad y
protección, recuérdese, que el edicto imperial exigía la comparecencia de todos
los integrantes de la familia, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños, de
manera que la llegada a Belén, se realizó con la premura de lograr ubicación
para los agotados viajantes, donde entre sus filas, habían, como lo hemos
mencionado, niños y ancianos, a los cuales había que atender en forma
prioritaria, todo esto, debía ser resuelto, en medio de un pueblo abarrotado de
peregrinos, provenientes de todos los rincones del imperio.
Es por esta razón, de que no nos extrañamos de las
dificultades que tuvieron, José y María,
para encontrar ubicación acorde a las necesidades, de una parturienta ,que
podría dar a luz en cualquier momento, a diferencia de lo que nos han inducido
a creer, no fueron alojados en un establo, por carencia de recursos económicos,
ni por falta de solidaridad, lo más probable es que, siendo ambos, devotos cumplidores de la Ley, no sería de
extrañar, que ellos mismos, hayan preferido pasar por algunas privaciones ,
dejándole espacio a madres con niños pequeños ,o a cansados ancianos, o
enfermos necesitados de un lugar para descansar y reponerse.
Resulta interesante observar, cómo algunas decisiones,
tomadas con el propósito de acomodar algunos sucesos de gran impacto en la
opinión pública, para amoldarlos a los intereses de los formadores de opinión,
algo similar al fenómeno de Santa Claus o Papá Noel, una leyenda que toma forma
a través del genio de un dibujante, una multinacional de refrescos compra todos
los derechos, difunde la imagen por el mundo, y ahora, todos estamos pendientes
de su venida el día de navidad,
Con este razonamiento, analicemos lo siguiente, el viaje de
José y María, se realizó en la primavera
o sea en los meses de marzo -abril, María entró en trabajo de parto
alrededor de las seis de la tarde y el niño nació más o menos a las siete o
siete y media, ese día memorable para toda la humanidad fue en el mes de abril,
más precisamente, el día seis de abril del año uno de nuestra era, ahora, ¿
porqué festejamos su nacimiento un 25 de diciembre? Para responder a esta
interrogante, deberemos remontarnos a los tiempos de los primeros cristianos
romanos, el auge del cristianismo fue adquiriendo tales dimensiones, que comenzaron
a verse, como una gran fuerza expansiva,
que en poco tiempo podría conmocionar
los cimientos del imperio.
Es entonces, que el emperador Constantino, decide incorporar a los cristianos a sus planes de imponer a
los romanos una disciplina que le permitiesen a él, Constantino, someter todo
tipo de resistencia política y lograr el
apoyo de las masas.
Comenzó primeramente legalizando la religión cristiana,
permitiendo que su culto se oficiara legalmente en todo el imperio para luego
oficializarla como la religión oficial de Roma, para llegar a este punto, el
emperador se autoerigió en el protector de la iglesia y en la principal figura
dominante, impuso cambios en la doctrina, y por supuesto, manejó a su antojo a
todas sus autoridades.
La tradición del pueblo romano mantenía una muy fuerte
inclinación a las festividades de origen pagano, eran momentos de cambio y confusión,
se imponía lograr cierto sincretismo entre lo pagano y la doctrina oficial,
es ahí, entonces, que llegamos a los por
qué, del 25 de diciembre como fecha de nacimiento del niño Jesús, en esa fecha se realizaban las saturnales,
fiesta pagana por excelencia, en la cual se efectuaban bacanales en homenaje al dios sol, el venerado antiguo
dios de los romanos, como agregado a esta movida, el día santo de la iglesia
católica, se desplaza, del día sabático judío, al día del sol romano, como dice
el idioma inglés, Sunday.
Para ese entonces, ya había transcurrido más de trescientos
años de la era cristiana.
Al invento descarado, de sustitución de las fiestas
saturnales, por la navidad cristiana, deberíamos agregar, las imágenes de tres reyes magos en los pesebres
de todo el mundo, nos preguntamos: de dónde surgen que eran tres? Sus nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar,
quién se los puso? Y por último quién
los hizo partícipes de la natalidad?
Los datos reales a los que tenemos acceso, nos dicen que hubo
reyes sabios orientales, llamados magos, por sus conocimientos de alquimia, que
observando el universo, constataron una nueva estrella en el firmamento, cuyo fulgor les indicaba que
era el presagio de que había ocurrido un acontecimiento trascendente para la
humanidad.
Estos reyes magos, organizaron entonces una caravana,
llevando consigo, tal como se indica en las escrituras, oro, incienso y mirra,
elementos esenciales para rendir tributo a una divinidad, por supuesto que no
iban solos en este emprendimiento, les acompañaban sus guardias, su séquito de
servidores, el abastecimiento básico, tiendas, enseres, etc. los cuales
debieron ser transportados por una tropilla de camellos considerable, la imagen
de los tres reyes magos y sus camellos, transitando solitarios con sus
camellos, tiene solamente el peso de una tierna fábula.
Debemos agregar, que su traslado a través de las arenas del desierto, sin rutas ni bases
de aprovisionamiento a la vera de los caminos, les demandó un esfuerzo importante, jornadas de intenso calor, noches
extremadamente frías, toda una odisea, que implicaba, no solamente un gasto
importante de recursos, sino, además, un tiempo considerable.
El evangelista Mateo, nos relata que cuando ellos ubicaron
al niño Jesús, éste estaba en su casa, en compañía de sus padres, por lo que
calculamos que ya tendría unos dos años de edad.
En resumen: El
acontecimiento más trascendente en la historia de la humanidad, que marcó un
hito incomparable, no merecía tanta manipulación, la perla de gran precio, vale
por sí misma, sin la necesidad de envolverla y colocarla en un estuche, que se
ha ido transformado en un objeto, mucho más valioso que el contenido que
intenta preservar.
Una Navidad en diciembre, Reyes Magos en enero, y un Papá
Noel colorido, que les ha de desplazado a un segundo plano, con el apoyo del
marketing y el tremendo poderío de las multinacionales.
Hugo W. Arostegui
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