jueves, 24 de marzo de 2016

Sobre Una Nueva Modalidad De Percibir Al Otro O Los Otros

Nuestras relaciones que se manifiestan en el ejercicio recíproco del intercambio que diariamente efectuamos utilizando como punto de encuentro el centro neurálgico de las redes virtuales en las cuales convergen todas nuestras manifestaciones relacionadas con lo que nos sucede y conmueve en el ejercicio de nuestra propia capacidad de expresión cual si fuésemos gotas de una misma lluvia que empapa y da vida al vasto campo de cultivo donde se desarrolla el fruto que da forma y sentido a la vital convivencia del “ser social”  que todos conformamos.
Es claro que a partir de lo que expresamos y las consecuentes respuestas que recibimos se van conformando en un complejo entramado en el cual se puede apreciar el alto grado de coparticipación que bien puede considerarse como algo único e irrepetible propio de la gran creatividad que emerge como consecuencia natural de la puesta en escena de nuestra condición humana y multilateralidad de todo lo que percibimos en nuestros órganos sensoriales.
Tal complejidad de intercambio tiene como “consecuencia natural” la emergencia (de emerger) de nuevas sensaciones las cuales deberemos considerar como una “nueva forma de percepción” del otro o los otros.
Desde el cerebro las sensaciones nos transmiten multitud de características de todo tipo de los objetos, y nuestra respuesta perceptiva se corresponde con la selección de la información más apropiada que cada uno almacenamos en nuestro cerebro y de acuerdo con los datos sensoriales del momento de su producción.
La percepción de una imagen está, pues, directamente relacionada con la manera en la que cada individuo puede captar la realidad, y, al mismo tiempo, está también vinculada a su bagaje personal y cultural.
Podemos tratar de definir la percepción como, el proceso por el que elaboramos e interpretamos la información recibida a través de los sentidos formando objetos, situaciones, etc., en suma, unidades que poseen un sentido para nosotros.                                                           
Los psicólogos señalan que la mente configura, mediante ciertas leyes, los elementos que le llegan a través de los canales sensoriales (percepción) o de la memoria (pensamiento, inteligencia y resolución de problemas) y han planteado las leyes por las cuales los estímulos se estructuran para formar las sensaciones y percepciones.
Este fenómeno propio de la irrupción, un tanto vertiginosa, de los nuevos medios de intercomunicación virtual entre todos y cada uno, nos coloca en esta situación en la cual debemos hacer uso de todos los medios disponibles para poder “percibir a priori” los motivos e intenciones de todos aquellos que de una forma u otra acceden a “nuestro radio de acción”

Hugo W .Arostegui




viernes, 18 de marzo de 2016

Cuando Las Uvas Nos Parecen Verdes

De los grandes escritores que nos han legado su gran capacidad descriptiva en el abordaje de algunos aspectos de nuestro comportamiento,  ninguno se puede comparar con las fábulas atribuidas a Esopo, quien, recurriendo al relato de ciertos personajes del reino animal, nos ha entregado sus moralejas las cuales permanecen latentes convertidas en relatos para cuentos infantiles.
La fábula de la zorra y las uvas nos dice:
“La vieja y taimada zorra estaba decepcionada. Durante todo el día había merodeado tristemente por los densos bosques y subido y bajado a las colinas, pero. .. ¿de qué le había servido? No hallaba un solo bocado; ni siquiera un ratón de campo. Cuando lo pensaba -y se estaba sintiendo tan vacía por dentro que casi no podía pensar en otra cosa-, llegó a la conclusión de que nunca había tenido más hambre en su vida. Además, sentía sed…, una sed terrible. Su garganta estaba reseca.
En ese estado de ánimo. dio la vuelta a un muro de piedra y se encontró con algo que le pareció casi un milagro, allí, frente a ella, había un viñedo lleno de racimos de frescas y deliciosas uvas, que sólo esperaban que las comiesen. Eran grandes y jugosas e impregnaban el aire con su fragancia.
La zorra no perdió el tiempo. Corrió, dio un salto y trató de asir la rama más baja, con sus hambrientas mandíbulas… ¡pero no llegó a alcanzarla! Volvió a saltar, esta vez a una altura algo mayor, y tampoco pudo atrapar con los dientes una sola uva. Cuando fracasó por tercera vez, se sentó por un momento y, con la reseca lengua colgándole, miró las docenas y docenas de ramas que pendían fuera de su alcance.
El espectáculo era insoportable para una zorra famélica, y saltó y volvió a saltar, hasta que sintió mareos. Necesitó mucho tiempo, pero, por fin, comprendió que las uvas estaban tan fuera de su alcance… como las estrellas del cielo. Y no le quedó más recurso que batirse en retirada.
-¡Bah! -murmuró para sí- ¿Quién necesita esas viejas uvas agusanadas? Están verdes…, sí, eso es lo que pasa. ¡Verdes! Por nada del mundo las comería.
-¡Ja, ja! -dijo el cuervo, que había estado observando la escena desde una rama próxima- ¡Si te dieran un racimo, veríamos si en verdad las uvas te parecían verdes!”
Esopo nos hace una clara descripción de lo que suele ocurrir cuando el esfuerzo que realizamos para alcanzar determinados objetivos en nuestra vida pareciera darse de frente con una realidad extremadamente esquiva y distante contra la cual claudicamos utilizando el recurso de la justificación: mejor abandono, no vale la pena, es una pérdida de tiempo, etc. etc.
Cuando desistimos del esfuerzo abandonamos el recurso del sacrificio para refugiarnos en la nebulosa de la excusa y el conformismo de la mediocridad.
Hugo W Arostegui

jueves, 17 de marzo de 2016

Doña Soledad


Cuando era apenas un muchacho debido al tono grave de mi voz solía cantar esta canción acompañado con mi guitarra, queda claro que mis únicos oyentes, los que no tenían otra opción que constituirse en mi audiencia, no eran otros que mi otro yo y mi entrañable amiga soledad.

Lo cierto es que esta canción siempre me ha acompañado y para consuelo y merecido descanso auditivo de quienes pudiesen estar situados en el radio de acción de mis preferencias sonoras siempre tuve el buen sentido de recurrir a muy buenos intérpretes del folclore nativo para que pudiésemos deleitarnos con el grabado de sus canciones.

Uno de estos inolvidables autores, Alfredo Zitarrosa, acompañado de sus guitarristas de reconocido nivel interpretativo nos expresaban en su particular prosa, lo siguiente:

Doña Soledad

Mire doña soledad, póngase un poco a pensar
Doña soledad, cuántas personas habrá que la conozcan de verdad
Yo la vi en el almacén, peleando por un vintén
Doña soledad, y otros dicen haga el bien, háganlo sin mirar a quién.
Cuantos vintenes tendrá sin la generosidad
Doña soledad, con los que pueda comprar el pan y el vino nada más.
La carne y la sangre son de propiedad del patrón
Doña soledad, cuando Cristo dijo no usted sabe bien lo que pasó.

Mire doña soledad, yo le converso de más
Doña soledad, y usted para conversar hubiera querido estudiar.
Cierto que quiso querer, pero no pudo poder
Doña soledad, porque antes de ser mujer ya tuvo que ir a trabajar.
Mire doña soledad, póngase un poco a pensar
Doña soledad, que es lo que quieren decir con eso de la libertad.

Usted se puede morir, eso es cuestión de salud
Pero no quiera saber lo que cuesta un ataúd.
Doña soledad hay que trabajar, pero hay que pensar
No se vaya a morir, la van a enterrar doña soledad
Hay que trabajar, pero hay que pensar, doña soledad.

Esta canción dicha en la forma en que este gran autor la expresaba nos llegaba a nuestros oídos con la solemnidad de un himno nacional como una clarinada dirigida a nuestras conciencias, hay que pensar, Doña Soledad, hay que pensar.


Hugo W. Arostegui

miércoles, 16 de marzo de 2016

Silencios Y Soledades



Hace ya más de cincuenta años que fue editado este libro del cual soy autor, para ese entonces yo era un joven cuya edad no había alcanzado los veinticinco años de vida y por el título de esta obra se puede apreciar que para aquel entonces aún podía convivir en mi fuero íntimo con esta compañera constante a quién aprendí a valorar y llamarle cariñosamente por su nombre: Soledad.

Ahora, pasados todos estos años, corresponde hacerle al término soledad algunas precisiones, al mencionar el vínculo que hemos mantenido desde siempre con la soledad no quiere decir que haya habido una ausencia de personas que han sido muy significativas en nuestra vida, lo que ocurre es que una vez que incursionamos por los senderos del pensamiento nos encontramos con que se torna muy difícil encontrar a alguien que nos pueda entender y para quienes comparten nuestro día a día se les parece que todo lo que hacemos o decimos carece de sentido y ese tipo de sentimiento va creando una barrera que puede tornarse infranqueable.

Cuando me cuentan que el sentimiento de soledad es algo insostenible de soportar pienso que es el momento de aprovechar esta situación para realizarnos una retrospectiva la cual será sin duda una excelente oportunidad de madurar y crecer como persona.

Existen innumerables ocasiones en las cuales podamos dar de nuestra soledad para desarrollar toda nuestra empatía hacia quienes se encuentran sufriendo la incomprensión de aquellos que aunque nos parezcan indiferentes simplemente “no sintonizan” ocurre que “están en otra” como se suele decir vulgarmente, muchas veces el decir que ”nos sentimos solos” no es más que un medio de proclamar que necesitamos más atención, en estos casos nos será de gran utilidad el poder descubrir todo nuestro potencial y encontrar en el servicio a los demás un medio invalorable de aumentar nuestra propia autoestima.


Hugo W. Arostegui

martes, 15 de marzo de 2016

Difusión Libre


Todos los días recibo a través de las redes sociales un caudal enorme de expresiones referentes a distintas situaciones que el diario vivir nos impone en su constante deambular por los diversos escenarios en los cuales la vida misma desarrolla su protagonismo.


Existe una manifiesta voluntad de compartir, de difundir a los cuatro vientos de nuestro universo virtual todo aquello que nos agobia, que nos impide inhalar el aire fresco vital que necesitamos para insuflarnos nuevamente de una renovada capacidad.


Los periódicos contactos que vamos intercambiando con nuestros amigos de las redes sociales van elaborando un entramado solidario para los cuales han desaparecido las distancias como también las ocasionales diferencias de orden social o político, digamos que lo que prima en estos encuentros es la necesidad intrínseca que anida en cada uno de decirnos cosas y de esta manera darle un sacudón emocional a nuestras vidas alejando los fantasmas y los miedos que suelen acecharnos en el día a día.


Es por eso que responder preguntas y compartir una opinión con quien nos la solicita forma parte de nuestra razón de ser, en el cultivo de la solidaridad y la necesaria puesta en práctica de los valores que nos identifican con el sentido de dar de nosotros mismos lo mejor que tenemos sin esperar en el ejercicio de nuestra solidaridad otra recompensa que no fuese el deseo de compartir experiencias que no se cotizan en ningún mercado de valores.


Este es el sentido de nuestro aporte el cual no es otro que el intentar abrir de par en par los ventanales de nuestras vidas para recibir el aire fresco de quienes, al igual que nosotros, nos manifiestan su genuino interés en lo que pueda estar sucediendo  aquí, en el otro extremo de nuestros ordenadores.


Hugo W Arostegui







lunes, 14 de marzo de 2016

Nuestra Visión


 Recordando un episodio muy interesante en la relación cultivada con cada uno de mis hijos es Lo que me ha motivado a escribir un artículo sobre el tema de la visión.

Resulta que en ocasión de estar estacionado con el automóvil a unos tres metros de distancia del vehículo que estaba más al frente dejé a mi hijo-que en aquel entonces tendría unos once años-con la intención de que me esperara mientras yo hacía rápidamente unos trámites, cuando retorné observé el auto estacionado en el frente y le pregunté al muchacho: ves la matrícula de ese auto? Repito que estaba a escasamente unos tres metros de distancia, la sorpresa fue que me responde: papá no alcanzo a divisar la matrícula, tal respuesta me dejó atónito pues si bien yo soy bastante corto de vista y uso lentes, la visualización de la tal matrícula era algo sumamente fácil de percibir por lo menos para mi criterio de visión normal.

De esta manera pude descubrir que mi hijo tenía dificultades para observar su entorno y decidimos concurrir a un oftalmólogo para informarnos mejor de lo que estaba pasando.

Cuando el médico le realizó los exámenes correspondientes nos comentó que la visión de mi hijo estaba muy afectada y que necesitaba el uso inmediato de lentes permanentes, agregando: seguramente la noción del mundo que le rodea tendrá un sentido muy diferente para él sobre todo en lo que atañe a la percepción de las formas y los colores.

Esa experiencia nos ayudó a comprender mejor el concepto de “visión normal” que habíamos utilizado  hasta entonces y darnos cuenta de que no todos percibíamos las cosas de la misma manera, que lo que definimos como “visión normal” era algo estrechamente ligado a cada persona y a su particular forma de percibir aquello que está al alcance de su vista y que no existen “reglas generales” que puedan determinar lo que pueda ser considerado como “visión normal”.

He aquí algunas definiciones que nos pueden orientar al respecto:

La visión personal es individual. Requiere ser delineada por cada quien en sintonía con sus intereses, sus recursos, sus fortalezas y debilidades. Tiene que ver con las metas y los objetivos que se quieren lograr y será el origen de para qué alguien hace lo que hace.
Aquellos que corren todo el día haciendo infinidad de cosas, quienes no saben decir que no a ningún pedido, los que odian su trabajo o quienes se encuentran a disgusto con las decisiones que se ven obligados a tomar , seguramente carecen de una visión personal o si la tienen, no la están respetando.
Cómo crear la propia visión
¿Quién quiero ser?; ¿A dónde quiero llegar? ; ¿Qué quiero tener? ;¿Qué tipo de gente quiero tener a mi lado?; ¿En cuánto tiempo lo puedo lograr? Son algunas de las preguntas cuyas respuestas pueden ir delineando la visión personal.
Al hacerlo. sin embargo, es muy importante no confundir los medios con los fines. Si el fin que se plantea es tener, se está equivocando la meta. Si se busca tener fama, tener dinero, tener una pareja, tener lo que otros tienen o lo que otros dicen que hay que tener, en cualquier caso nada será suficiente. Cuando se tiene un poco, se quiere más. ¿Cuánto dinero es suficiente?, ¿Cuánta fama?, ¿Se está dispuesto a vivir en la indiferencia, el desamor o el maltrato con tal de estar en pareja?
La visión tiene que ver con aquellos logros que le dan sentido a la vida de una persona porque la enriquecen y mejoran el mundo donde esa persona se desarrolla. El amor, la cooperación, la empatía y la creatividad son algunos valores que cuando se alcanzan producen sentido en la vida de las personas.
Escribir un diario, enviar cartas, mantener conversaciones profundas, son algunas actividades que contribuyen a poner en claro lo que se quiere y así diseñar la visión personal. Lo importante es que las respuestas vengan de adentro de la persona y no del afuera. No todos necesitan lo mismo.
Beneficios de vivir atento a la visión personal
Tener una visión es como tener un Norte hacia dónde dirigirse sin dudar. Todas las acciones de la vida pueden entonces valorarse de acuerdo a cómo se ajusten a la visión personal. Actuar en consecuencia produce no sólo el estar más cerca de la meta sino también una gran tranquilidad espiritual.
Por otra parte, vivir en pos de la meta planteada le otorga a la vida sentido y hace que las dificultades se tomen como transitorias y sea más fácil superarlas. El Psicólogo Alemán Víktor Frankl, en su libro El Hombre en Busca de Sentido escribe "Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla." Así, cuando se tiene una meta superior, las dificultades son en realidad oportunidades para sacar lo mejor de cada uno en el intento de superarlas.
Síntomas de que está faltando definir la visión
La sensación de insatisfacción, de que nada es suficiente, lleva muchas veces al consumo de psicofármacos y la búsqueda de respuestas que sean dadas por el afuera. Y es ahí más que nunca cuando es necesario buscar el sentido de la propia vida, la razón para vivir. Muchas personas lo descubren luego de pasar por experiencias extremas, como haber estado cerca de la muerte. Sería deseable poder experimentarlo sin tener que llegar tan lejos.
Diseñar la propia vida es el trabajo más importante que una persona viene a realizar, pues abarca todo lo demás que le va a pasar. El producto de su obra pueden ser hijos felices, un buen hogar, un legado creativo, una sociedad dónde valga la pena vivir y sobre todo el hecho de convertirse en un ser único, valioso y especial.
Todo esto que les estoy comentando ha surgido en la constatación de que no tenemos una misma visión aunque lo que estemos observando se encuentre a unos tres metros de distancia.

Hugo W Arostegui

viernes, 11 de marzo de 2016

Historias Para Pensar

“Uno de los secretos profundos de la vida es que lo único que merece la pena hacer es lo que hacemos por los demás.”
"Lewis Carroll"
Historias de debajo de la luna
Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Nosotros, los humanos, tal como el camaleón, solemos impregnarnos con los matices de nuestro entorno, quizás sea por esta causa que se nos haga necesario estar atentos a los dictados de nuestra conciencia, la cual nos susurrará en nuestro interior la verdadera constitución de nuestra naturaleza.
“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen.”   Mateo 7:6

Hugo W Arostegui