martes, 26 de abril de 2016

Decepción



«Los deseos conducen a la permanente preocupación y decepción, ya que todo lo que se desea de este mundo es miserable y corrupto».
Marco Aurelio

¿Cuántas decepciones te has llevado a lo largo de tu vida? Seguramente, muchas. No obstante, hay algunas que nos han hecho cambiar de algún modo. Tras esas experiencias, hemos aprendido a ser más prudentes y, quizá, más desconfiados.

Suele decirse que toda decepción tiene su impacto emocional en el ser humano.
Es, por tanto, un proceso normal que forma parte de nuestro ciclo vital. Ahora bien, es conveniente saber gestionarlas de modo adecuado para que no acaben cerrando nuestro corazón para siempre.
La vida debe ser siempre una invitación continua a experimentar, a arriesgarnos, a mantener la ilusión. Y, desde luego, toda decepción duele, pero si las vivimos es por algo: para aprender.


 Hay quien, tras ser rechazado, piensa que no vale como persona. Se mira al espejo y se convence a sí mismo de que no hay nada positivo en su imagen, que no agrada, que su personalidad no parece estar hecha para encajar con otras parejas.
Es un error. La opinión de una persona no te define. Es su palabra, es su mundo, sus creencias y nada de ello tiene que ver contigo por en muy alta estima que la tuvieras.
Las decepciones que nos llegan de una o varias personas en concreto son solo muestras de que, en realidad, “no encajamos con sus mundos”. Y, lo creas o no, existen muchos más mundos, más universos creados por personas maravillosas que sí encajarán con tus esquinas, vacíos y recovecos.

Lo complejo de las decepciones es que en ocasiones, nos llegan de personas que nos son muy significativas. Por tanto, es normal sufrirlas.

Ahora bien, ese sufrimiento debe ser puntual y no cargarlo para siempre en nuestro corazón, o quedaremos prisioneros de nuestros propios enemigos. Las decepciones se asumen, y después, nos deben servir de aprendizaje.

mejorconsalud.com/decepciones-te-hacen-abrir-los-ojos-cerrar-corazon


Hugo W Arostegui

lunes, 25 de abril de 2016

Idiosincrasia


Se dice que de poetas y de locos todos tenemos un poco, de manera que cada cual o cada cuala, desarrollamos ciertas características muy particulares que nos definen e identifican, son ciertos rasgos que bien pueden representar el  cómo, posiblemente la vida misma, en su constante deambular por lo cotidiano va bosquejando, tal como lo haría un caricaturista, lo que bien se define como “nuestra idiosincrasia”

Y aunque tal “representación” de nuestra “puesta en escena” nos parezca que no se esfuerza lo suficiente con el concepto de “fulano de tal” que cada uno ha elaborado para sí mismo, lo cierto e innegable es que tal definición, vale decir, nuestra idiosincrasia, es aquella imagen que irradiamos y que permanecerá en nosotros, “conditio sine qua non.”

“Sine qua non expresión en latín que en español significa “sin la cual no”. Es una expresión que hace referencia a la condición o acción que es indispensable, imprescindible o esencial para que suceda algo.

“La idiosincrasia es una característica de comportamiento, manera característica de pensar, sentir, actuar, rasgos y carácter propios o culturales, distintivos y peculiares de un individuo o un grupo, y es la palabra de origen griego ἰδιοσυγκρασία, que se define como temperamento particular. La idiosincrasia identifica, por tanto, las similitudes de comportamiento en los aspectos culturales, en las costumbres sociales y en el desempeño profesional. El término tiene varios sentidos, depende de dónde se utiliza, y también se puede aplicar a los símbolos que significan algo para una persona en particular.

La idiosincrasia, en la medicina y en la fisiología, se refiere a cómo los médicos definían la enfermedad en el siglo XIX, es decir, cada enfermedad se relaciona con cada paciente, en lugar de evidencias como lo es actualmente. Era un tecnicismo que indicaba peculiaridad o particularidad individual. En psiquiatría, el término idiosincrasia es una condición mental específica de un paciente, y en el psicoanálisis se utiliza para referirse a la forma como los individuos reaccionan, perciben y experimentan una situación común.

En economía, la idiosincrasia es parte de la teoría de la cartera o la teoría del portafolio, donde existen riesgos de cambios en los precios debido a circunstancias especiales en determinados casos.

En la religión, la idiosincrasia es el comportamiento extraño o diferente del usual en las personas, diferente de lo común.

La comedia de observación se basa en gran medida de la idiosincrasia, porque algunos detalles de la conducta de determinadas personas pueden ser muy divertidos.”


Hugo W. Arostegui

domingo, 24 de abril de 2016

Insastifacción


Para detenernos a hablar sobre los sentimientos que nos embargan cuando percibimos como insuficiente todo lo que hemos logrado hasta el presente, pienso que resulta algo inevitable, el hecho de que nos hagamos una retrospectiva y nos detengamos a evaluar sobre cuáles creemos que han sido las oportunidades que se nos han presentado y que por acción u omisión de nuestra parte no las hemos aprovechado en la forma adecuada.
Deberemos, además, considerar si la Insastifacción que nos inquieta y que tanto nos agobia proviene de algo que nos atañe como actores remisos u omisos en alguna actividad determinada o si la misma es una consecuencia de algo que atribuimos a logros alcanzados por aquellos que conforman el círculo de probables competidores en contra de nuestras aspiraciones.
Siempre existe en el individuo la necesidad de encontrar los medios válidos que le permitan desarrollar al máximo posible sus posibilidades de superación, eso es una parte integral de nuestra condición humana y está muy bien que así sea, mejor será cuando descubramos que cuando compartimos estos desafíos con aquellos que son parte de los que podríamos considerar “la competencia” mejoraremos  sustancialmente nuestras propias expectativas.
La insatisfacción es un sentimiento que aparece cuando las cosas que tenemos o que hemos conseguido no nos parecen suficientes o no cubren por sí mismas nuestras expectativas. Todas las personas sufrimos de alguna u otra manera de un sentimiento de insatisfacción ‘sana’, que nos ayuda a seguir buscando, a intentar ser mejores cada vez, y a progresar en nuestra jerarquía de prioridades, en busca de la autorrealización. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la insatisfacción es una emoción buena y necesaria, que nos impulsa hacia el crecimiento personal.
Sin embargo, algunas personas, lejos de manifestar un sentimiento de insatisfacción concreto suscitado por un determinado suceso, algo natural que todos hemos experimentado en alguna ocasión, presentan unos elevados niveles de insatisfacción crónica, que se mantienen en diferentes momentos de su vida, interfiriendo de manera significativa en todos los aspectos de la misma.
La causa más frecuente de la insatisfacción crónica son los problemas del estado de ánimo, como el trastorno depresivo; pero puede existir una insatisfacción crónica sin presencia de depresión en aquellos casos en los que la persona no se siente realizada, o considera que lo que ocurre en su vida no persigue ningún objetivo concreto, bien porque ella misma no acierte a establecerlo, o bien porque otras personas o circunstancias le impidan conseguirlo. En el primer caso, la insatisfacción cursa con elevados niveles de frustración, tristeza y apatía, mientras que, en el segundo caso, es la ira quien coge de la mano a la insatisfacción para hacerle la ‘tarea’ más complicada a quien la padece.
Finalmente, existen personas para quienes la insatisfacción no está siempre presente, sino que aparece poco tiempo después de haber conseguido su objetivo. Este hecho, que podría parecer contradictorio, suele ocurrir en personas que tienen un pronunciado rasgo de búsqueda de sensaciones y que, por lo tanto, rápidamente se 'cansan' de sus logros, y pierden interés por ellos. También ocurre en aquellos casos en los que las metas han sido demasiado fáciles de conseguir por lo que, una vez alcanzadas, pierden interés.
Hugo W Arostegui


sábado, 23 de abril de 2016

Ser Intransigente



Encontramos en la lectura de algunas posturas de asiduos expositores en los muros de las redes sociales el contenido de ciertos rasgos de intolerancia para con las expresiones emitidas por otras personas, demostrando, de esta manera, una marcada intransigencia.

Puede apreciarse que literalmente “marcamos la cancha” con aquellos que opinan diferente y les hacemos notar que “si no están con nosotros” simplemente “están en contra de nosotros.

“La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo.

En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas.
Para un principio social, es demasiado abierto para interpretación subjetiva debido al hecho de que hay una lista de definiciones sin fin para esta idea.

En este último sentido, la intolerancia resulta ser cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias.

En el plano de las ideas, por ejemplo, se caracteriza por la perseverancia en la propia opinión, a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como absolutas e inquebrantables.
Tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente.

Estos rasgos de comportamiento conspiran en contra de nuestra intención de integrarnos al “resto del mundo” creemos que es necesario fortalecer nuestra empatía aceptando que podemos conformar una sólida integración entre todos aunque mantengamos posiciones diferentes y aun totalmente discordantes.

Debemos esforzarnos en el intento de lograr conciliar en medio de la diversidad, nuestra civilidad bien lo merece.


Hugo W. Arostegui 

viernes, 22 de abril de 2016

La Soberbia


"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder." José de San Martín

Lamentablemente abundan los casos en los cuales las actitudes que observamos se asemejan en demasía a aquellas conductas reprobables que solemos apreciar entre quienes comparten espacios catalogados como copartícipes de una supuesta “red de amigos”

Suele ocurrir que un exceso de autoestima o la simple sobrevaloración de nuestras pretendidas condiciones – sean éstas de carácter socioeconómico, familiares, académicas o laborales, que “circunstancialmente” puedan dar la apariencia de que “estamos situados por encima de” para que nos consideremos con el derecho natural de subestimar las expresiones de aquellos que valoramos como “inferiores”

"El oro hace soberbios, y la soberbia, necios." Proverbio

La palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros, es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.

La soberbia se diferencia del orgullo en que éste último es disimulable, apreciado cuando surge de virtudes o de causas nobles, y la soberbia manifiesta el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo, del ego. Se puede decir que el orgullo puede derivar para la soberbia. La soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a sí misma.
Popularmente, se llama también soberbia a la rabia o al enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad. Y es considerado por la teología como uno de los pecados capitales.
Algunos sinónimos de soberbia son, altanería, altivez, arrogancia, vanidad, etc. Lo contrario de soberbia es la humildad, la sencillez, la modestia, etc.
Manifestaciones del orgullo en grado de soberbia
Si una persona es autoritaria al mandar, tiene envidia de los valores de los demás, critica a los envidiados, es una persona con soberbia.
La mayoría de los momentos con malhumor en la convivencia familiar y la mayoría de enfados derivan de un orgullo individual que se ha transformado en soberbia.
Las personas con soberbia nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.
Un antiguo verso gauchesco nos dice lo siguiente:
“La vanidad es un yuyo malo que envenena toda huerta, es preciso estar alerta manejando el azadón, pero no falta el varón que lo riegue hasta en su puerta”
Hugo W Arostegui




jueves, 21 de abril de 2016

Zona Gris: La Ambición



Un asiduo lector de mis artículos, muy consternado, me consultó por “un asunto” que desde hacía un buen tiempo le tenía preocupado, algo que en su fuero íntimo le causaba “cierta desazón” pues lo que entendía que estaba en juego era nada menos que el concepto que él tenía sobre sí mismo en todo lo relacionado con sus valores y los principios éticos que sustentaban su condición de cristiano.

Resulta que en una conversación mantenida con alguien que se identificó como “un fiel creyente” de la doctrina cristiana éste le espetó “conozco a muchas personas ambiciosas que si no se arrepienten irán camino al infierno tal como si se deslizarán por un tobogán”.

Tal expresión le sumió en una confusión tal que francamente le llevó a autocuestinarse ciertos hábitos de vida que desde su niñez tenía incorporado en sus acciones diarias.
Pensando en una respuesta adecuada a su inquietud, recordé un artículo que había leído en el cual, su autor se refería con mucha claridad conceptual sobre este tema.

El artículo en cuestión dice lo siguiente:

“Muchas veces me encuentro con gente que confunde la palabra ambición con algo malo.
Y desde pequeños se nos ha enseñado que no debemos ser ambiciosos, que no debemos querer más de lo necesario y que incluso debemos ser “humildes”.
Como si la humildad significara ausencia de abundancia, o simplemente pobreza. La verdad nunca he estado de acuerdo con esta concepción.
Recientemente me encontré con un artículo en Wikipedia en español que hablaba sobre la ambición como algo que dañaba al ser humano, como un sentimiento malo y perverso que podría surgir en nuestras mentes cuando buscamos querer más y que peor aún, que con este sentimiento dañábamos a los demás.
Sólo hay un pequeño problema con esto. Están confundiendo la ambición con la avaricia y la codicia.
Son cosas MUY DIFERENTES.
Y si no lo sabías, hoy quiero hablar un poco de ello, y darte una nueva visión para que, no sólo conozcas la verdadera definición de ambición, sino para que esta te deje de limitar en el ámbito financiero y personal de vida como lo ha venido haciendo hasta ahora seguramente.
Lo Que La Ambición NO Es
La ambición no es el deseo ciego por obtener fines como la riqueza sin importar los medios. Una persona ambiciosa no pasará por encima de los demás para lograr sus objetivos y de hecho muchas veces sus deseos y sueños también están orientados a beneficiar a otros.
La ambición no es el deseo de crecer indiscriminadamente o de crecer por crecer. Es más bien un deseo que como seres humanos e incluso como animales tenemos de buscar protección, seguridad y bienestar. Y si existe alguna manera de gestionar estos fines y amplificarlos, es a través de la ambición que puede lograrse.
Dejemos de confundir la ambición con defectos que tienen las personas, en el pasado era muy común escuchar que alguien ambicioso debía ser castigado o que estaba cometiendo pecado, pero no es porque ahora ya la ambición se haya convertido en algo bueno, sino que desde siempre se ha tenido esta palabra en un muy mal y equívoco concepto.
Un buen ambicioso requiere de una gran causa que lo guíe a través de la adversidad, que le permita superar todo tipo de obstáculos y seguir con la frente en alto. ¿Cómo podría lograrse esto sin ambición?
¿Crees que podrías lograr una meta grande y beneficiosa si no tuvieses un deseo ardiente por lograrla?, quienes son ambiciosos con cosas malas en realidad no son ambiciosos. Y si se trata del dinero, peor aún.

Lo que pasa es que por algún extraño motivo la sociedad no quiere que progresemos y nos quiere encajonar siempre dentro de sus sistemas que por cierto difícilmente funcionan bien para la mayoría de nosotros. Y luego nos preguntamos en qué es lo que fallamos.
Si esto te suena familiar, que bueno que estés leyendo este artículo y que estés en este blog, aquí aprenderás a abrir tus ojos y a alejarte de estas malas influencias que lo único que hacen es (consciente o inconscientemente) querer alejarte de tus sueños y aspiraciones.
Y Entonces… ¿Qué Es La ambición?
La ambición realmente puede tratarse como el deseo de obtener algo en grande, de tal manera que como seres humanos, llegamos a fijarnos metas ambiciosas, refiriéndonos con esto al hecho de querer lograr superar nuestras propias expectativas. La ambición es el deseo por superarse y llegar mucho más lejos. Provee la motivación y determinación necesaria para lograr objetivos y metas en la vida.
La ambición es el motor de los emprendedores, de las personas de éxito y de quienes han llegado lejos alguna vez en la vida.
Si la primera persona que llegó a la cima del Everest no hubiese sido ambiciosa, quizás nunca hubiese llegado allí. Y como este tendríamos miles de ejemplos válidos, pero creo que captas la idea.
Lo importante es que no confundas la ambición con la avaricia y la codicia, que respectivamente son: una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones y un afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.
Es muy diferente cuando decimos que la ambición se trata de querer lograr más, llegar más lejos, vivir mejor, beneficiar a más personas… etc.
Cada que yo escucho que alguien confundo este término inmediatamente procedo a corregirlo, porque el problema es que si tenemos una mentalidad de que la ambición es mala caeremos en el conformismo, el mayor limitante del éxito en nuestras vidas.
No deberíamos ser víctimas de nuestras propias palabras, o más bien de nuestra propia ignorancia con respecto a ella, sabiendo esto te darás cuenta de que eres ambicioso, y de hecho puedes y deberías serlo, el día en que pierdas tu ambición, ese día podrás perder el rumbo al éxito y toda esperanza de llegar lejos alguna vez.
La ambición debería ser la propulsión que mueva los motores de tu vida, y debería ayudarte a conseguir tus ideales de una manera que no perjudiques a nadie, o que más bien beneficies a muchos.
Muchos proyectos son ambiciosos, e incluso proyectos filantrópicos, por lo que me parece simplemente risible el hecho de pensar que las personas han encajado esta palabra dentro de lo que consideran malvado.
Creo que uno de los principales culpables es la religión, pues ellos se enfocan mucho en enseñar que debemos ser humildes.
Otra palabra que hay que tomar con pinzas. La humildad NO ES POBREZA. Una persona rica, abundante y exitosa puede ser humilde. La humildad y la ambición pueden encontrarse en una misma mentalidad y reforzarse la una a la otra para crear abundancia y beneficiar a los demás seres humanos.
No confundamos la ambición con la avaricia y la codicia, pues a estas no les importa los fines con que se llegue a la riqueza, y estas son la base de las personas que practican la ilegalidad y los actos de violencia contra otros.
Incluso políticos tiranos podemos decir que son avariciosos y codiciosos pues rara vez les importa por cuánta gente pasen por encima. Pero tú puedes ser ambicioso con tus proyectos de vida, puedes desear ganar más dinero (en este caso recuerda que el dinero no debería ser un fin, sino un medio), puedes desear tener una mejor vida, tener mejores cosas, brindarle lo mejor a tus hijos… etc., y no por esto deberías ser castigado.
Espero que comprendas la diferencia y que a partir de ahora me ayudes a enseñar a los demás que la ambición no es mala, que podemos aspirar a ser mucho más grandes sin miedo.

Eso sí, siempre buscando no herir a nadie en el camino y brindando felicidad y bienestar a todo ser como sea posible.”

 Juan Sebastián Celis Maya

Espero que esta lectura pueda contribuir a esclarecer algunos conceptos para que nos puedan orientar en medio de las brumas que suelen entorpecer esa zona poco conocida de nuestro derrotero.

Hugo W Arostegui






miércoles, 20 de abril de 2016

El Ser Independiente



El logro del estado independiente de un individuo en relación al resto de sus semejantes implica el ir ganando espacios de autosuficiencia en todos los aspectos, antes de detenernos a proclamar nuestra independencia deberemos habernos ganado la capacidad de ser capaces de no solamente “autoabastecernos” de nuestras necesidades esenciales, sino que además, deberemos desarrollar un alto grado de empatía que nos habilite a ejercer todo nuestro potencial con relación a nuestras responsabilidades sociales asumiendo todas y cada una de nuestras obligaciones, así como la capacidad de poder ejercer todos los derechos que nos competen.

La independencia es un estado que mucha gente ansía. Sin embargo, la mayoría de las personas se conforman con el aspecto material de la independencia y buscan su trabajo, su propio dinero y su propia casa. Pero la independencia que protege nuestra autoestima es la independencia emocional, que no es sino vivir en base a unos valores propios sin dejarse influenciar por los demás.

A veces confundimos el significado de independencia.

El objetivo es situar la autoestima a los niveles deseados y para ello necesitamos seguridad, confianza, decisión, aceptación y actitud positiva.

Y esas virtudes de la autoestima solo las lograremos si somos independientes. Pero independientes emocionalmente.

Muchas personas se sienten independientes porque han comprado una casa, tienen un trabajo estable y han formado una familia. Y sin embargo, viven con una dependencia emocional de su pareja, de su familia o de sus amigos que le impide desarrollar su personalidad plenamente. Se trata de personas con la autoestima muy baja que no se valoran a sí mismas y por eso dependen de los demás.

Depender de los demás es dejarse influenciar por los deseos y opiniones ajenas.
No hacer algo que te gusta porque sabes que a tus seres queridos les parece mal, no atreverte a tomar decisiones por miedo a defraudar a los tuyos, quedarte callada cuando deberías reclamar tus derechos o no ser capaz de decir "no" ante una situación que te molesta, todo eso es falta de independencia.

No dejarse influir por los demás para ganar independencia
La realidad es que tu vida deberías diseñarla solo tú. Eso no quiere decir que no cuentes con los demás para nada, pero las decisiones importantes, sobre tu futuro, sobre tus estudios, sobre tu trabajo, sobre el lugar donde quieres vivir, sobre qué hacer con tu tiempo libre, etc. son aspectos de tu vida en los que sólo tú deberías tener la palabra.

Ten bien presente que por mucho que te quiera tu familia, tu pareja o tus amigos, la felicidad solo te la puedes proporcionar tú mismo, a base de sentirte bien tal cual eres, de gustarte, de aceptarte y de seguir tus propios esquemas vitales, tus propios valores.

La independencia emocional es algo que se gana a base de esfuerzo y lucha constante.

Siempre es más cómodo dejarse llevar por los demás, pero a la larga se acaba pagando en forma de una vida vivida por los demás.

La parte negativa de la independencia es la responsabilidad de llevar las riendas de tu vida, así como gestionar el sentimiento de culpa.

Porque independencia significa vivir acorde a tus valores, que en muchos casos no coinciden con los de las personas que te rodean.

Así que antes de lanzarte a una vida emocionalmente independiente asegúrate de mejorar tu autoestima hasta sentirte muy seguro de ti mismo.

Hugo W Arostegui