domingo, 30 de julio de 2017

Siempre Se Puede Volver A Empezar


“La vida está compuesta de ciclos, etapas y momentos, unos más suaves o agradables que otros… y cada uno de ellos representa la oportunidad de aprender, crecer y madurar esencialmente. A través de estas experiencias podemos reflexionar y reconectarnos con nosotros mismos y con las herramientas que se encuentran guardadas en nuestro interior.

Al mismo tiempo, la mayoría de las veces, la dificultad que enfrentamos nos lleva a recordar la presencia de Dios, a reafirmar nuestras creencias, a rescatar el valor de los afectos en nuestra vida, a movernos suavemente hacia el punto medio o, simplemente, a ubicarnos de nuevo en el presente, para reconocer que estamos vivos.”

Son muchas las situaciones que le causan dolor al ser humano. Algunas de ellas nos hacen perder la dirección y las ganas de vivir, haciendo que nos enfrentemos al dolor, a la apatía, a la indolencia, al desánimo y hasta a la depresión. Lo más importante, en esos momentos, es recordar que podemos caer y experimentar la pérdida temporal del sentido y la dirección que llevaba nuestra vida… pero luego, tenemos que reunir la fortaleza, el valor y la determinación que nos haga falta para levantarnos y comenzar de nuevo.

La mayoría de las veces el dolor y la afectación que sentimos nos impide tener la claridad mental necesaria para analizar la situación con objetividad y ver un poco más allá para descubrir la solución. Por esta razón, es importante abrirnos a la sugerencia o al comentario positivo que nos haga un buen amigo, esa persona que nos quiere incondicionalmente y que tiene la serenidad y la claridad mental, por encontrarse afuera de la situación, para percibir la posible salida o respuesta que tanto necesitamos.

Ábrete al proceso de aprender y sanar, date el tiempo suficiente para reconocer cuál es la lección pendiente por aprender. Cuando no lo hacemos, el dolor se convierte en rabia, resentimiento, tristeza profunda, desánimo, rebeldía o depresión.
Construye una vida nueva y mejor, con dignidad, valor, responsabilidad, alegría, fuerza y fe. No olvides que son los momentos difíciles los que más nos enseñan. ¡Superarlos y usarlos como un trampolín para impulsarnos hará la diferencia!

Claves para volver a comenzar
Vive tu duelo y trabaja la aceptación. Tómate el tiempo necesario para liberar tu dolor. No trates de invalidarlo o de bloquearlo; lo más sano es dejarlo salir. Acepta lo sucedido sin hacerte muchas preguntas, hazlo con el valor y la determinación de hacer cuanto sea necesario para superarlo, transformarlo o sanar.

Suelta el pasado y perdona. Mientras más le des vuelta en tu mente al recuerdo de lo que te sucedió, más se profundizará el dolor. Soltar significa dejar ir el recuerdo triste y doloroso para volver a sentirnos bien. Utiliza el perdón si fuese necesario para sanar el dolor y suavizar tu situación.

Valórate y cuenta contigo. ¡Eres alguien especial, hecho a imagen y semejanza de Dios! Haz contacto con tus talentos, dones y capacidades, evita pensar en tus limitaciones, errores y fracasos del pasado... Estás en el umbral de una nueva vida que traerá consigo lo mejor para ti. Sal a caminar, aliméntate bien, descansa y distrae la mente. Suavízate el momento y acompáñate a vivir.

"Siempre podemos volver a comenzar, y hacerlo con más fuerza, entusiasmo y determinación".



Las Oportunidades Perdidas


Nuestros viejos repetían la frase “Tiempo perdido, los santos lo lloran”. Algo lleno de filosofía de vida. Y es que el tiempo que pasa, es dramáticamente tiempo pasado, ni un segundo será posible retroceder, menos aún cambiarlo o hacerle correcciones. Existen casos que muestran lecciones tristes, totalmente posibles de evitar en el presente, y que dibujan a cuerpo entero consecuencias negativas obtenidas cuando se siguen caminos desaconsejados, que nuestros padres nos persuaden para evitarlos.

Sus objetivos sanos es la búsqueda de cambios positivos en nosotros mismos, a través del estudio, abonado del camino de verdaderos sacrificios, para permitirnos lograrlo. Hace unos años contaba un profesor de Medicina en una de sus clases en nuestras universidades públicas; su historia de cómo había logrado estudiar en el extranjero con el sacrificio de sus padres, para culminar sus estudios de Medicina.

En ese viaje se logró conformar un grupo de unos 6 a 8 estudiantes con el mismo objetivo.
Sus padres poseían, en ese momento, algunas posibilidades económicas como para realizar ese esfuerzo. Pasado los años y terminada la carrera. Los progenitores alistaron maletas para ir a las graduaciones. Uno de ellos, al llegar, se encontró con la catastrófica sorpresa que su hijo se había retirado de la carrera, cursando solamente los dos primeros años. De manera que el resto de dinero que le habían enviado cada mes en los años subsiguientes, llegó a saco roto, dedicándose a cualquier otra cosa menos al estudio.

Pasados los años, hace poco, al bajarse de su vehículo en el estacionamieto en uno de los modernos centros comerciales, fue sorprendido cuando alguien le llamó por su nombre y título de Dr. Al tratar de identificar, le costó reconocer a la persona hasta que este se identificó que era aquel compañero de viaje de estudio al extranjero; ahora  desempeñando el oficio de cuidar vehículos (CPF). Sus padres ya no estaban; el dinero se terminó.

En otro caso, hace un par de años, se presentó al personal de la oficina de la Dirección Superior de un ministerio, la nueva Secretaria General. Esta dio los saludos, las palabras iniciales y definió de inmediato las pautas en el cargo de acuerdo a su especialidad, requerimiento del ministerio por su naturaleza y mecanismo de trabajo. Concluidas las formalidades, regresaron a sus escritorios y oficinas. Menos una persona, que fue llamada por la nueva Secretaria General a despacho para una pequeña reunión. Cerrada la puerta, las cosas marcharon de otra manera; la Secretaria General, estaba frente a la trabajadora de la limpieza de las oficinas. Roto el protocolo, que distancia por cargos, se dio el saludo y abrazo de la que había sido su compañera y amiga de estudio de primaria. Nadie supo cómo y desde cuándo se conocían, prefirieron de común acuerdo mantenerlo así.

En otra institución, no hace mucho, al llegar el nuevo jefe, presentó a su equipo de asesores con los que pretendía asumir las diversas tareas; no todos se conocían por dominar cada uno diferentes áreas de conocimiento. Terminada la reunión, dos personas al reconocerse se quedaron aparte para saludarse y platicar de manera amena. El último encuentro se había calendarizado en la época de colegio, en secundaria. Ambos estudiaron en colegio privado de varones en Managua, en la época que estos existían. Habían ingresado con extrema dificultad económica de sus padres, que con esfuerzo les habían logrado mantener sus estudios. El problema se dio cuando llegó el momento en que cada uno preguntó al otro por su cargo. El primero respondió que llegaba en calidad de asesor; el segundo bajando la cabeza respondió que había sido contratado como chofer de uno de los asesores. Luego del colegió no había querido seguir estudiando

Ninguno de los casos aquí descritos es inventado, pero sí se ausentan datos que puedan llevar a las personas reales y quienes aún viven esta historia, su propia historia. En cada caso hubo padres y madres que hicieron lo que estuvo en sus manos para lograrles otro destino, a través de la preparación, para lograr un mejor futuro. Pero la misma muestra que las decisiones de aprovechar, sacrificar y estudiar, no fue igual. En cada caso la ruleta de la vida los volvió a reencontrar con la comparación de los resultados de dos actitudes distintas ante la vida. 

Se suele decir que “Nadie escarmienta en cabeza ajena”. Qué bueno sería poder afirmar lo contrario. Y que las vidas de otros nos sirviera como lecciones ilustrativas de escarmientos para no imitarles, para retomar en nuestras manos las oportunidades que nos dan, en su momento, con tanto amor nuestros padres.



Cuando Todo Parece Imposible


Frases para conseguir algo imposible

1. Todo parece imposible hasta que se consigue. Nelson Mandela
2. Creer que algo es imposible es hacerlo imposible. Proverbio Francés
3. La mayor parte de nuestros sueños al principio parecen imposibles. Después parecen improbables. Y por último, cuando reunimos todas nuestras fuerzas, se convierten en inevitables. Christopher Reeve
4. Suelo creer en 6 cosas imposibles antes del desayuno. Lewis Carroll
5. Una de dos: o es fácil o es imposible. Salvador Dali
6. Para el tímido o el dubitativo todo es imposible porque así se lo parece. Sir Walter Scott
7. La palabra imposible no está en mi diccionario. Napoleón Bonaparte
8. Imposible sólo significa que aún no has encontrado la solución. Anónimo
9. Nadie llega muy lejos a menos que consiga lo imposible una vez al día. Elbert Hubbard
10. Que algo te parezca imposible no significa que le parezca imposible a los demás. Marco Aurelio
11. Lo que creemos que es posible o imposible depende más de lo que pensamos de nosotros mismos que de la auténtica naturaleza del problema. Anthony Robbins
12. El único lugar en el que tus sueños son imposibles es en tu pensamiento. Robert Schuller
13. Aquel que piensa de manera positiva logra ver lo invisible, tocar lo intangible y conseguir lo imposible. Anónimo
14. Para alcanzar lo imposible primero tienes que apuntar a lo absurdo. Miguel de Cervantes
15. Tan sólo existe una cosa capaz de hacer un sueño imposible de alcanzar: el miedo al fracaso. Paulo Coelho
16. Piensa y actúa como si fuera imposible fracasar. Charles F. Kettering
17. Es bastante divertido hacer lo imposible. Walt Disney
18. Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo. Thomas Alva Edison
19. Como no sabían que era imposible lo hicieron. Anónimo

20. Si crees que algo es imposible, tú lo harás imposible. Bruce Lee

sábado, 29 de julio de 2017

Transformando Nuestro Entorno


Seguro que existen un gran número de situaciones a tu alrededor que te gustaría cambiar, tanto de los demás como de ti mismo o de tu alrededor. Y en ocasiones, para conseguirlo intentas luchar contra las circunstancias imaginando que puede ser la mejor opción, negándote a aceptarlo. Tu resistencia para evitar la realidad se ha convertido en un obstáculo.

En muchas ocasiones, cambiar no significa modificar las cosas por fuera o desde el exterior, sino generar ese cambio desde adentro y esta nueva situación tan solo se inicia con la aceptación. Aceptar no significa permanecer pasivos e indiferentes, aceptar es el motor que promoverá el cambio cuando comencemos a ser conscientes.

“Lo que niegas, te somete. Lo que aceptas, te transforma.”
-Carl Gustav Jung-

En nuestra vida hay muchas experiencias dolorosas que no podemos eludir como las enfermedades, pérdidas, desilusiones, separaciones etc., que nos causan malestar. Si añadimos al sufrimiento de estas experiencias una actitud de resistencia, generaremos un sufrimiento que puede ser prescindible e innecesario.

La resistencia constituye un mecanismo de oposición a la realidad, acompañado de sentimientos como la rabia, el asco, el rechazo o la indignación, es decir, todo un movimiento emocional que nos priva de la calma y la lucidez, enturbiándonos el entendimiento la mayoría de las veces.

La resistencia ocasiona una tormenta emocional que nos hará difícil vislumbrar la solución adecuada. Es como si fuera una emoción que va creciendo conforme se va tomando conciencia de lo que sucede o lo que acabamos de saber. Y que si no sabemos controlar puede llevarnos al estancamiento personal.

Además del sufrimiento añadido por la adopción de la postura resistente, lo que ésta acaba produciendo es la imposibilidad de encontrar una solución o respuesta adecuada a la situación desagradable que la provocó por varias razones: una es el impedimento de ver con claridad la situación en la que nos encontramos inmersos en su conjunto y otra, que las emociones resultantes nos impedirán en mayor medida llevar a cabo el remedio en práctica.

“La resistencia no solo nos incrementa el sufrimiento, sino que nos hace más difícil el encuentro y la puesta en marcha de la solución al problema que nos sucede”

Y aunque el origen del rechazo y la resistencia sea completamente natural, ya que todos los seres vivos tratamos de evitar aquello que nos perjudica o hace daño y nos aproximamos a lo que nos favorece, el problema se origina o surge cuando aquello que no nos gusta presenta la característica de inevitable, por lo que no nos queda más remedio que afrontarlo.

Así, malgastamos nuestra energía en el conflicto interno que albergamos, en lugar de buscar o encauzarnos por el camino o solución correcta.


Lo Que Sembramos

“Sembrar para recoger pero disfrutando de la siembra”
La tierra nos dice: “No me traigas tus necesidades, tráeme tu semilla”, J. Rohn

Las personas somos impacientes por naturaleza. Normalmente cuando siembras una semilla lleva un tiempo poder recoger el fruto; pero hay gente que lo quiere recoger al día siguiente. A esa gente le digo que tenga paciencia, que podrá recogerlo, pero que no se olvide de regarlo.

En esta entrada no quiero hablar de eso, quiero hablar de lo bonita que es la siembra, de que si realmente puedes llegar a disfrutar sembrando llegará el día en que te olvides de cuál era el fruto que querías recoger, y ese fruto vendrá igualmente cuando sea el momento. Cuando olvides que tienes algo que recoger inconscientemente sabrás que estás disfrutando de lo que haces.

Si te rodeas de gente como tú, con tus mismas inquietudes, te ayudará a regar tu cosecha cada día del mismo modo que tu riegas la suya. Puede que sus frutos estén más maduros que los tuyos y ya esté recogiendo algunos. No sientas envidia o impaciencia, no te frustres, al contrario, siéntete contento y dale la enhorabuena. Porque si sigues ese camino, y cuidas bien tu cosecha, tal vez algún día esa persona o personas que eran tus referentes te den la enhorabuena y algo más importante que eso: su amistad. E incluso siguiendo ese camino tú puedas llegar a convertirte en referente de otras cosechas que acaban de plantar sus primeras semillas.

No fuerces las cosas, se feliz sembrando, tu eres tu propia tierra. Si eres feliz y disfrutas, tus tierras serán fértiles. Y aunque algunos días las cosechas no den buenos frutos, tranquilízate, nada dura eternamente y tarde o temprano estarás donde mereces. Tú eres tu propio límite. Paciencia, valor, fuerza y mucha constancia.

Disfruta sembrando. Recoger es lo de menos.

Todos hemos oído infinidad de veces que lo que siembras lo recogerás. Así que siembras y siembras con mucho entusiasmo, riegas con mucho amor un día tras otro, cuidas y mimas tus cultivos con gran esmero y, como el resto de agricultores… unas veces recoges tu cosecha y otras veces te cae una helada, recoges la mitad o simplemente no recoges nada. Lo que sí es seguro es que para recoger hay que sembrar, si no siembras seguro que no recoges nada y si siembras, algo algún día recogerás. Hace unos días recibí un email, era un día de esos grises de lluvia, que a mí no me disgustan, es más, me gusta

Sentarme frente a la ventana y ver llover mientras escribo o leo, me relaja mucho. Al principio me sorprendió, no me lo esperaba para nada, lo leí, abrí el archivo adjunto sin más y de repente… ¡Salió el sol! Salió el sol para mí claro, porque afuera seguía lloviendo. Era mi cosecha, una cosecha que había sembrado, regado con amor, cuidado con mucho mimo y esmero durante varios meses. Una cosecha que pensaba que le había caído una de esas heladas de invierno y que ya no esperaba recoger.

Y es que, amigos/as, hay veces que lo que sembramos tarda mucho más en crecer y madurar. A veces impacientes, pensamos que nuestra semilla no va a desarrollarse y la damos por perdida, cuando lo que necesita, simplemente, es más tiempo. “La paciencia infinita produce resultados inmediatos.” – Confucio. 

Por eso si crees en algo de verdad, si es lo que deseas hacer en esta vida, si en realidad ese es tu sueño… ¡¡Sigue adelante!!


viernes, 28 de julio de 2017

Buenas Personas


Muchas personas infravaloran la importancia de intentar ser mejor persona cada día. Pasan la vida ocupadas tan solo con los devenires diarios. Sin embargo, ser mejor persona día a día es una de las cosas más importantes de nuestra vida, porque en ausencia de nuestra bondad, no somos nada. 

Aunque seamos muy válidos en ciertas áreas de nuestra vida, si no actuamos como es debido, no seremos dignos de ser llamados amigos, pareja, padres, hijos, hermanos o sencillamente ciudadanos.
Una buena persona es alguien que muestra amor, alegría, paz, amabilidad, bondad, humildad, paciencia y además es capaz de resistir y permanecer leal frente a todo. 

Es también alguien que ejercita el autocontrol y que considera a los demás más importante que a uno mismo. Una buena persona es buen amigo, es buena escuchando y es alguien que exhibe integridad, dignidad y responsabilidad frente a sí mismo y frente a los demás en toda ocasión. 

Una buena persona no juzga a los demás, ni les lleva la cuenta, si no que camina por la vida ofreciendo perdón y comprensión. Las personas así no critican a los demás, sino que defienden a quién se sí lo merece. Hoy día existen muy pocas personas especiales, y si encuentras a una, no dudes en permanecer siempre lo más cerca de esta persona, como persona positiva que es y como persona en la cual siempre podrás confiar como un verdadero amigo.

Define lo que el “bien” significa para ti. En última instancia, tienes que decidir en base a tu código ético, y lo que importa es que camines hacia delante acompañado de aquello que crees que te hace una persona mejor y más feliz

En ocasiones, lo que tú crees que está bien puede entrar en conflicto con lo que otros piensan que está bien, e incluso podrán acusarte de esta equivocado a ser mala persona. Considera sus puntos de vista, -es posible que ellos sepan algo que tú no sabes, en cuyo caso aprenderás de ellos y pondrás al día tu código ético, o quizá su experiencia sea limitada, en cuyo caso deberás tomar sus puntos de vista con escepticismo-.
Sé equilibrado

En los esfuerzos para hacer el bien, es fácil deslizarse de un extremo al otro. Pero cualquier forma de extremismo, del tipo que sea, puede conducirnos a tener una mente cerrada, uno de los síntomas comunes a la mayoría de malas personas. 

El Budismo nos da una enseñanza para evitar el extremismo: “El Camino Medio”. En cualquier momento en el cual te des cuenta que te estás yendo hacia un extremo, trata de encontrar “El Camino Medio” antes de actuar.

Es bueno tratar de ser humilde y amable, pero no es bueno ser tan humilde y amable que los demás caminen por encima de ti, hasta el punto de poner en riesgo tu salud física o emocional, o la de tu familia.

Es bueno ser positivo, pero no es bueno ser positivo hasta el punto de ignorar los riesgos o esconder los errores bajo la alfombra. No es bueno no aprender de las malas decisiones por pensar “positivamente” que la próxima vez sí saldrá bien.

Es bueno ser honesto, pero no es bueno ser honesto hasta el punto de herir innecesariamente los sentimientos de los demás, violar su privacidad o evitar que alguien encuentre la respuesta a sus preguntas por el mismo. Se cuidadoso con lo que dices a los demás. Un juicio u observación ligera o precipitada puede resonar en la cabeza de la otra persona para toda la vida y causar mucho dolor y tristeza, especialmente en los niños. 

No te fíes siempre de tu inteligencia. Tus ideas preconcebidas no son siempre infalibles ante cualquier ocasión. Recuerda siempre que tu humildad es la mejor arma de persuasión en tu poder. En ocasiones es necesario dar un paso atrás para escuchar al corazón, y para tratar de ver tus propias creencias o acciones de una forma más objetiva.

Presume que cada persona que conoces es una buena persona y actúa de acuerdo con ello, sin poner en riesgo tu integridad. Si ves a alguien haciendo algo que consideras malo, considéralo dentro del contexto de su propia vida, y no te dejes guiar por conclusiones precipitadas. Trata de descubrir que es lo que motiva sus malas acciones, y si lo ves apropiado, trata de explicarles porque sus acciones pueden causar daño a alguien. 

En muchas ocasiones, ayudar a alguien a convertirse en una buena persona de una forma amable y sin imponer nada puede ayudarte a aprender y a convertirte tú mismo en una mejor persona.

Hugo W Arostegui


Intelecto


El intelecto es la capacidad que tiene el ser humano de comprender, analizar y entender el mundo que le rodea. De algún modo se asimila al concepto de razón, a la capacidad de discernir el orden oculto del universo de modo tal que le permita mejorar sus condiciones de existencia.

Lo primero que hay que hacer es dejar patente que intelecto es una palabra que tiene su origen etimológico en el latín. En concreto, procede de “intellectus” y es fruto de la unión de dos componentes de dicha lengua: el prefijo “inter-“, que es sinónimo de “entre”, y el vocablo “lectus”, que puede traducirse como “escogido”.

El intelecto supone la capacidad de desarrollar representaciones mentales de la realidad y de relacionarlas entre sí. El concepto puede asociarse a la inteligencia, la reflexión y el raciocinio.
La capacidad de entender la unidad de lo semejante y de pasar de lo individual a lo universal (y viceversa), de elaborar y vincular conceptos y de comprender distintas problemáticas forma parte del intelecto.

No podemos pasar por alto tampoco el hecho de que además se considera que el intelecto humano tiene varias funciones importantes como son las que exponemos a continuación:

• Atención, que ayuda a estar alerta ante un hecho o situación concreta.
• Sensopercepción, que es la que permite captar los estímulos externos a través de los diversos sentidos.
• Imaginación, que se define como la capacidad que tiene el intelecto de pensar en imágenes.
• Memoria, que da la oportunidad al hombre y a la mujer de usar el pasado en el momento presente.
• Afectividad. Con este término nos referimos a las sensaciones y a los sentimientos que experimentamos y que hacen que cambie nuestro estado de ánimo.
• Pensamiento, que es el que permite diferenciar al ser humano del resto de seres vivos. Es más, es el que hace que se establezca como superior frente al resto de seres que moran en el planeta.

“Sólo el conocimiento de la estructura psíquica del hombre puede aclararnos la cuestión de la verdad. Esta estructura descansa sobre tres factores fundamentales: el intelecto, el corazón y la voluntad; con su intelecto piensa, con su corazón experimenta sentimientos, y la voluntad, estimulada por el intelecto y por el corazón, le impulsa a actuar… El intelecto tiene como ideal manifestar la sabiduría; el corazón, manifestar el amor; y la voluntad, que es la resultante de ambos, tiene como ideal manifestar la verdad. Esto significa que, en la medida en que sus pensamientos tiendan hacia la sabiduría y los sentimientos de su corazón tiendan hacia el amor, estará en la verdad. ¿Acaso no es sencillo?

De la verdad se han dado toda clase de definiciones que no han hecho más que embrollar la cuestión. En realidad, es imposible definirla, porque no existe como tal. Sólo existen el amor y la sabiduría, y la unión del amor y de la sabiduría es la que da nacimiento a la verdad.”

Hugo W Arostegui