Seguro que existen un gran
número de situaciones a tu alrededor que te gustaría cambiar, tanto de los demás como de ti mismo o
de tu alrededor. Y en ocasiones, para conseguirlo intentas luchar contra las
circunstancias imaginando que puede ser la mejor opción, negándote a aceptarlo. Tu resistencia para
evitar la realidad se ha convertido en un obstáculo.
En muchas ocasiones, cambiar no significa modificar las
cosas por fuera o desde el exterior, sino generar ese cambio desde adentro y
esta nueva situación tan solo se inicia con la aceptación. Aceptar no significa permanecer pasivos e
indiferentes, aceptar es el motor que promoverá el cambio
cuando comencemos a ser conscientes.
“Lo que niegas, te somete. Lo que aceptas, te
transforma.”
-Carl Gustav Jung-
En nuestra vida hay muchas experiencias dolorosas que no
podemos eludir como las enfermedades, pérdidas, desilusiones, separaciones
etc., que nos causan malestar. Si añadimos al sufrimiento de estas experiencias
una actitud de resistencia, generaremos un sufrimiento que puede ser
prescindible e innecesario.
La resistencia constituye un
mecanismo de oposición a la realidad, acompañado de sentimientos como la rabia, el asco, el rechazo o
la indignación, es decir, todo un movimiento emocional que nos priva de la
calma y la lucidez, enturbiándonos el entendimiento la mayoría de las veces.
La resistencia ocasiona una tormenta emocional que nos hará
difícil vislumbrar la solución adecuada. Es como si fuera una emoción que
va creciendo conforme se va tomando conciencia de lo que sucede o lo que
acabamos de saber. Y que si no sabemos controlar puede llevarnos al
estancamiento personal.
Además del sufrimiento añadido por la adopción de la postura
resistente, lo que ésta acaba produciendo es la imposibilidad de encontrar una solución o
respuesta adecuada a la situación desagradable que la provocó por varias
razones: una es el impedimento de ver con claridad la situación en la que nos
encontramos inmersos en su conjunto y otra, que las emociones resultantes nos
impedirán en mayor medida llevar a cabo el remedio en práctica.
Y aunque el origen del rechazo y la resistencia sea completamente
natural, ya que todos los seres vivos tratamos de evitar aquello que nos
perjudica o hace daño y nos aproximamos a lo que nos favorece, el problema se origina o
surge cuando aquello que no nos gusta presenta la característica de inevitable, por lo que no nos queda más remedio
que afrontarlo.
Así, malgastamos nuestra energía en el conflicto
interno que albergamos, en lugar de buscar o encauzarnos por el camino o solución correcta.
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