A veces nos preguntamos por
qué un ser humano no puede vivir en soledad. Quizás la respuesta se pueda
encontrar en un sinfín de canciones de diversos autores e idiomas o también en
gran cantidad de libros teóricos que cuentan que la comunicación existe porque
hay un emisor que emite un mensaje y un receptor que lo recibe según su
universo de percepciones, con la participación de otros elementos no menos
importantes como el código, el ruido que afectará al mensaje, el canal por el
cual se emite el mensaje y la tan conocida retroalimentación, o más conocida
como feedback en palabras sajonas,
de parte del receptor.
Sin embargo, lo más importante aquí es destacar que los
seres humanos nos comunicamos porque nacimos para vivir en relación con otros,
ya que tenemos el instinto natural y la necesidad de transmitir ideas,
proyectos, pensamientos, sensaciones, sentimientos y tantas otras cosas más que
nos permitan relacionarnos entre nosotros.
La
comunicación tiene un origen histórico de millones de años atrás. Desde su
surgimiento, el hombre ha buscado las más diversas formas de comunicar sus
ideas y pensamientos. En la era prehistórica, los trogloditas, además de
comunicarse por medio del lenguaje verbal y no verbal, lo hacían también a
través de dibujos petrográficos sobre salientes de roca en las cavernas,
pintando los cráneos de osos o también los caparazones de tortugas.
Miles de
años después, los faraones egipcios fueron los primeros en crear jeroglíficos y
descubrir el material con el cual se podían dejar impresos gran cantidad de escritos
de la época. Así, la llegada de la escritura, descriptiva y no alfabética en
este caso, permitía que dos personas que hubieran leído el mismo material se
encuentren conectadas y se `comuniquen´. Continuando a lo largo de la historia,
la creación de la imprenta en los inicios del Renacimiento dio comienzo a
cierta masificación de los libros de lectura en otras clases, más allá de la
nobleza. A su vez, la creación de los medios de comunicación tradicionales como
los diarios, la radio y la televisión sin dudas también han marcado fuertemente
la historia de las comunicaciones.
Estos son sólo algunos ejemplos representativos, pero sin
dudas que existen muchos otros casos que se pueden citar.
De todas
formas, aquí también es importante tener en cuenta que el ser humano no es el
único ser vivo que se comunica de diversas formas, sino todo lo contrario; los
animales han tenido, y aún tienen obviamente, diferentes formas de comunicarse,
ya sea para transmitirle a otro par el surgimiento de alguna fuente de alimento,
como así también con motivos de defensa propia o de su familia, para marcar su
territorio o con fines de apareamiento entre las especies. Así es que en el
reino animal existen diversas formas de señales de comunicación, que podríamos
caracterizar brevemente de la siguiente manera:
• Señales
químicas: surgen a través de la emisión de diversas sustancias químicas
llamadas feromonas que vuelan a través del aire, afectando al sentido del
olfato y del gusto. Así por ejemplo, la abeja reina produce una feromona
especial que limita el desarrollo de los ovarios de las abejas obreras.
• Señales
acústicas: se dan por medio de la transmisión de sonidos específicos que
afectan al sentido de la audición, como suele suceder entre las ballenas que
quieren comunicarse a grandes distancias.
• Señales
visuales: generalmente consisten en movimientos bruscos, mayor coloración de
determinadas partes del cuerpo del animal o inclusive en la producción de
destellos luminosos en ciertos animales. Tan solo por mencionar algunos
ejemplos podemos hablar de las mariposas que cambian su color para atraer a las
hembras o ciertos tipos de bailes de algunas aves en momento de apareamiento.
• Señales
táctiles: ocurren mediante el contacto a través de la piel o partes exteriores
de los seres vivos, la vibración de ciertas partes del cuerpo, la generación de
ondas en la superficie del agua o ciertos golpes sobre cuevas u otras
superficies terrestres, llegando así a la comunicación táctil. Estos casos se
da por ejemplo con los machos topos que golpean su cabeza contra las paredes de
sus cuevas para comunicarse entre ellos.
Asimismo,
existen algunas diferencias entre el lenguaje humano y el animal que no se
debería de pasar por alto; el primero posee una estructura de doble
articulación que el segundo no, es decir la comunicación humana está conformada
por expresiones lingüísticas con contenido semántico y sonidos carentes de
significado propio. Otra diferencia surge en el punto en que el lenguaje animal
es innato e instintivo, surgiendo como reacción a estímulos externos, mientras
que el lenguaje humano es creativo, ya que se aprende y combina permanentemente
elementos preexistentes para generar nuevas formas de comunicación.
Más allá de estas diferencias lógicas, es importante
resaltar cómo este entretejido de comunicaciones tanto humanas como animales
permiten resaltar el valor de lo que hoy se llama comunicaciones
multisensoriales y en las cuales la creatividad del lenguaje humano adquiere
una relevancia aún mayor como vehículo generador de nuevos contenidos por
llegar al consumidor. Al mismo tiempo, esto permite demostrar que a medida que
el mundo ha ido evolucionando así lo ha hecho la
comunicación. Históricamente el modelo de comunicación, y particularmente
el de las Relaciones Públicas, ha sido caracterizado dentro de los siguientes
modelos por diversos autores como Grunig y Hunt en su libro Managing Public
Relations (1984):
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