La gente generalmente cree que la palabra integridad
proviene del latín integrîtas,
-ãtis y eso es correcto
(totalidad, virginidad, robustez y buen estado físico), pero el vocablo se
deriva del adjetivo integer (intacto, entero, no tocado o no
alcanzado por un mal). Se compone de in- (no) y una raíz que es la misma que la
del verbo tangere (tocar o alcanzar), es la pureza
original y sin contacto o contaminación con un mal o un daño (físico o moral).
Integridad se traduce como honradez, honestidad,
respeto por los demás, corrección, responsabilidad, control emocional, respeto
por sí mismo, puntualidad, lealtad,
pulcritud, disciplina, congruencia y firmeza en sus acciones. En general
es alguien en quien se puede confiar. Integridad es retomar el camino de
nuestra verdad, hacer lo correcto por las razones correctas del modo correcto.
Se relaciona al derecho de no ser objeto de vulneraciones en la persona física,
como lesiones, tortura o muerte.
La integridad personal, no se
encuentran en una sola actividad, sino que se desplaza por las diversas partes
del conocimiento. Además una persona íntegra es la que hace lo correcto y
haciendo lo correcto se considerara bien para todos porque además no afecta los
intereses de los demás sujetos.
La integridad moral, se refiere a
los sujetos que se habilita para la toma de decisiones sobre la conducta de sí
mismo, esta integridad es interesante a la hora de estar en
el entorno familiar.
“Integridad y Política” dos palabras que unen un
sentimiento pedido a gritos por la sociedad y una virtud asequible para
cualquier persona. Si entendemos que la integridad política es la
capacidad de obrar con rectitud y limpieza, donde cada acto, en cada
momento se alinea con la honestidad, la franqueza y la justicia, tenemos
la base para una nueva generación de estilo político.
Se puede hacer una política diferente y
se pueden tener líderes políticos diferentes, sin embargo para ello requerimos valor. Valor para
tomar decisiones ante las urnas, valor para reclamar de forma clara y
contundente que no queremos un país envuelto en engaños, fraudes,
malversación de fondos, comisiones ilegales y un sin fin de acciones que
van en contra de la confianza puesta por el pueblo
.
Estamos tan acostumbrados a recibir información sobre
casos de corrupción que lo que realmente nos sorprende es que a estas
alturas se pillen a los malhechores y no demos importancia a los hechos.
Y la realidad es que ni todos los políticos son
corruptos ni todas las personas de un mismo partido político actúan de la
misma forma. La diferencia, marca la pauta de que es posible una política
distinta. Y para que sea conocida esa forma distinta de hacer política es
necesaria una buena comunicación, pues la integridad
de todo líder político se refleja en todo lo que hace y
es ahí donde su palabra obtiene mayor valor, logrando que lo que dice sea
confiable y como reflejo creamos que cumplirá lo que promete.
Así es la
política, una generadora de ilusiones donde la base de todas ellas se
llama confianza.
Si uno hace lo que dice, y a su vez, dice lo que hace,
genera reputación y con ella obtiene la tranquilidad necesaria para
disponer del tiempo imprescindible para llevar a cabo los proyectos
políticos. En política y en lo personal levantar una sólida reputación es
realmente difícil, sin embargo perderla es francamente muy fácil.
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