sábado, 15 de julio de 2017

¿De Dónde Vengo?


Muchos aceptan la respuesta de la religión que les dice que Dios es el creador; y otros prefieren la versión de la ciencia que sostiene que la creación se produjo por azar, después de una explosión inicial.

La respuesta religiosa pertenece al ámbito de las creencias y la científica no aclara de dónde provino la explosión inicial.

La pregunta ¿de dónde vengo? tiene que tener una respuesta personal, porque el único que puede contestarla es uno mismo, para poder darle a la vida su propio significado y su propósito.

Deepak Chopra ofrece esta tercera respuesta al recuperar la naturaleza sagrada del cuerpo con su extraordinario orden e inteligencia y utilizando los conocimientos de la ciencia.

Aunque para la ciencia la conciencia, la creatividad y el alma no son cosas materiales, no significa que no sean reales para nosotros como seres humanos, ya que es un misterio que deseamos descubrir que es nuestro.

La respuesta a la pregunta ¿de dónde vengo? está en la búsqueda y el final de la búsqueda es el encuentro con el creador.

En la India creen que todo el universo está dentro de uno mismo, por eso, para saber ¿de dónde vengo?, tengo que conocerme a mí mismo

Los que quieren encontrar respuestas objetivas en el exterior terminan encontrándose a sí mismos, porque la realidad es como la contemplamos y cualquiera que haya explorado la creación más allá de todo ha visto a Dios.

Deepak Chopra sostiene que la única respuesta posible es que nos hemos creado nosotros mismos.

Esta respuesta puede parecer blasfema, desde el punto de vista religioso, sin embargo no quiere decir que seamos dioses sino que nos hemos creado a nivel del alma y continuaremos creándonos indefinidamente mientras lo deseemos.

El cuerpo sagrado es el alma, la conexión entre lo eterno e infinito y el mundo, porque la conciencia es más que el pensamiento y tiene la libertad de ir más allá de él.

El pensamiento no inventó el amor, el arte, la música, el altruismo, la sabiduría, o sea lo mejor de los seres humanos; la mente pensante es esclava del ego y se sorprende ante la creación pero aún está lejos de despertar.

Para vivir a nivel del alma, en comunión con el espíritu, hay que aprender a soltar, pero todos vivimos aferrados a las cosas y a las personas y esto es lo que nos aleja cada vez más del alma.

Rechazamos lo nuevo, criticamos a los demás y también a nosotros mismos, nos oponemos a las ideas nuevas, nos aferramos a nuestro punto de vista, estamos intranquilos, guardamos resentimiento, permanecemos hundidos en el conflicto y juzgamos y culpamos a los demás; y en la lucha entre el ego y el alma vence siempre el ego.

No se necesita ser un santo sino que hay que saber que al soltar encontraremos el camino para todo.

La sombra que todos tenemos dentro con las heridas que conservamos desde la niñez, son las que no nos permiten vivir desde el alma.


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