Es preferible sentirse desilusionado por no haber conseguido
un objetivo concreto, que carecer de ilusión. A continuación te ofrecemos
algunos consejos para fomentar o recuperar la ilusión:
¿Te has planteado alguna vez si en tu vida haces lo que te
gusta o lo que debes? ¿Crees que haces aquello que realmente deseas? Es
importante que la respuesta a estos interrogantes sea afirmativa. En caso
contrario, deberías plantearte cómo hacer que lo sea. Seguro que algo puedes
cambiar.
Intenta que las personas que te rodean te
refuercen de alguna manera o valoren más tus esfuerzos.
No se trata de
prepotencia, sino de quererse a uno mismo. Así por ejemplo, si consideras que
tu trabajo está mal remunerado, hazlo saber a tus jefes. Lo que nos pagan por
lo que hacemos se relaciona con el valor que sentimos que le dan los demás.
Otro ejemplo tiene que ver con las relaciones sentimentales; si consideras que
tu pareja no te valora, y no te dice explícitamente las cosas que haces bien,
no dudes en decírselo y pedirle que lo haga. Tal vez tu pareja no sea
consciente de cómo te afecta su falta de atención.
Plantéate unas metas en la vida con expectativas reales en
cuanto a plazos y herramientas para conseguirlas (aprender un idioma en un
plazo de tiempo determinado, prepararte para participar en una carrera,
organizar con tu pareja ese viaje soñado…).
Piensa en los objetivos, pasos o submetas que
debes realizar antes de llegar a tu meta final, y refuérzate o felicítate cada
vez que consigas uno de ellos.
Los fracasos debes encararlos con el mayor sentido del
humor posible. Piensa qué puedes hacer tú para que no se vuelvan a
repetir, e intenta explicar tus fracasos como algo temporal, específico y
controlable por ti.
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