Muchas personas piensan que “ser alguien independiente”
quiere decir tener el suficiente dinero como para no depender de nadie. Otros
indican que la independencia se adquiere al poder elegir qué hacer sin pedir
permiso a los demás. Ambas definiciones son correctas pero también pueden
combinarse en algo que se adapte mejor a lo que realmente quiere decir “ser
independiente”.
Ganar mucho dinero (o el suficiente para
subsistir) a veces es algo relacionado a la necesidad y no tanto a la voluntad.
Además, la autonomía debería ir más allá del saldo que tenemos en
nuestra cuenta bancaria o el efectivo en nuestro bolso. Si puedes pagar tus
gastos ¡Enhorabuena! Pero eso no es lo único que necesitas para ser netamente
independiente.
En realidad, la autonomía está más relacionada a la
capacidad de controlar tu vida: saber hacia dónde ir, no
esperar que los demás te digan qué hacer, etc. También la independencia tiene
que ver con tus capacidades para solucionar las cosas, tus aspiraciones y
objetivos, tus habilidades para hacer tus tareas por ti mismo sin precisar la ayuda
de los demás, la manera con que miras el futuro, etc.
Si estás llegando a cierta etapa de tu vida donde no sabes si eres o no
independiente o te gustaría desligarte un poco de quiénes te rodean, es un buen
momento para prestar atención a los aspectos fundamentales que definen a una
persona autónoma.
¿Cómo ser alguien independiente?
Para convertirte en un adulto con la autonomía suficiente como para
hacer lo que deseas y no depender de nada ni nadie, sería bueno que:
Cuides más de ti, tanto en lo físico como en lo
mental y en lo emocional. Si
no te respetas a ti mismo, es imposible que disfrutes de una vida plena. Por lo
tanto, si tu mente y tu cuerpo no se encuentran en un buen estado será más
probable que te enfermes, estés de mal humor y sobre todo, dependas de quiénes te
rodean.
Seas disciplinado. Esto es realmente importante porque el
orden y el hecho de ser estrictos con nosotros mismos nos ayuda a hacernos
cargo de las situaciones. No hay que dejarse llevar por las emociones. Cuenta
con una fuerza de voluntad tal que te permita salir airoso de
cualquier situación.
Confíes en ti mismo. Este es un paso fundamental para ser
independiente. Si crees en tus habilidades, capacidades y virtudes, será más
sencillo que continúes caminando por el camino hacia la concreción de tus sueños y deseos.
Sientas el “gusto” a la vida.
Las personas que dependen de otros para ser felices no conocen las bondades de
vivir. Las decisiones que toman siempre tienen que ver con los demás, no con
ellos mismos. Si bien ser independiente no quiere decir ser egoísta, quizás es
necesario prestar más atención a los sentimientos propios y a encontrar “la sal
de la vida” en cada situación.
Procures encontrar el “medio
vaso lleno”. Una
de las características que todas las personas independientes deberían tener es
el optimismo. Claro, saber que la
vida es buena aunque las cosas parezcan salir mal, pero también ser capaces de
alegrarnos por los pequeños detalles diarios.
En definitiva, la suma de millones de granos de arena es la
que construye una playa. Lo mismo nos ocurre a nosotros con lo que nos pasa y
lo que tenemos. Sé más agradecido de lo que tienes y no pierdas
el tiempo ni las energías en lo que no tienes (o en quejarte por ello).
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