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Estar presente parece obvio, y aunque debería serlo, en
realidad es la excepción. ¿Por qué? Porque la verdadera presencia es más
que estar físicamente en un lugar: es estar conectados con nuestra esencia, que
es hermosa e imperturbable. Lamentablemente, esa paz interior se ve perturbada,
a veces violentamente, por nuestros pensamientos y emociones, que nos alejan
del momento presente
.
Descartes, el famoso filósofo francés del siglo XVII dijo:
"Pienso, luego existo." Esta frase define la forma como el ser humano
moderno se identifica a sí mismo: a través de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, en la actualidad existen
otras visiones que se permiten disentir de tan respetable y erudito pensador,
ya que aunque los pensamientos e ideas son poderosos e
importantes, no dejan de ser relativos y pasajeros. Es decir, si nos
definiéramos a sí mismos por lo que pensamos, estaríamos asentando nuestra
identidad sobre arena movediza.
Así, por ejemplo, lo que los demás o incluso nosotros
pensamos acerca de nosotros mismos, no nos define, sino que son solo conceptos
que nunca logran abarcar nuestra verdadera esencia. Además, la perorata interminable de pensamientos que constituye nuestro
diálogo interno produce un ruido que nos impide escuchar la hermosa melodía que
proviene de nuestra presencia y nos mantiene desconectados del momento actual.
Aunque es innegable que las emociones son parte de nuestra
humanidad, estas son igualmente pasajeras y no constituyen la parte más
profunda ni real de nuestro ser. Las emociones son fenómenos temporales
como lo son las tormentas o los huracanes; pero siempre pasan, y el
imperturbable firmamento reaparece, porque en realidad siempre estuvo allí, a
pesar de lo escandaloso que haya podido haber sido el fenómeno meteorológico (o
psicológico).
Por lo tanto, como diría Eckhart Tolle, autor de El
poder del ahora, “No te tomes tus emociones demasiado en serio”. Éstas solo se
instalan si nos identificamos con ellas y dejamos que se posesionen de
nosotros. No te engañes, tu presencia está por encima de las emociones y
es imperturbable. Desde las alturas de la presencia puedes observar la
tormenta de tus emociones pasar; acéptalas, siéntelas, pero sin sufrimiento
innecesario. Ten la certeza de que la presencia que eres tú es fuente
inagotable y permanente de paz y felicidad.
Todas estas condiciones van y
vienen, y son relativas, pues no son más que conceptos y etiquetas que no son la presencia, que hoy las
tenemos y mañana quién sabe. Sin embargo, nos atormentan, porque nos mantienen
alejados del momento presente,
que es lo que nos permite conectarnos con nosotros mismos. Así, nos angustiamos
por lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado,
o nos preocupamos por lo que puede llegar a ocurrir en el futuro.
Entonces, solo es necesario que en este momento abras el presente que tienes en tus manos. Allí encontrarás la presencia, el mejor regalo que puedes darte a ti mismo y a los demás.
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