Es tremendamente difícil escribir cuando estas feliz,
solamente sientes la necesidad de aspirar el aire y recuperar el aliento que
faltó durante tanto tiempo sin apenas percibirlo.
Es complicado describirlo cuando se ha sentido por tan
breves momentos en la vida, que en ocasiones, tan solo eran un suspiro. En
cambio en otras, se prolonga durante días, semanas, meses…
Poco se escribe sobre la sensación de felicidad, es tan
rara… tan fugaz… Se relaciona con el éxito, el amor, la prosperidad… En cambio
conocemos quien todo lo posee y no la alcanza, hay algo más, ¿cómo describir la
felicidad?
¿Por dónde comienzas?, quizás por la ausencia del
agotamiento, por no sentir que una parte de ti es física, el cuerpo dicen que
flota, se evapora en sensaciones que solo te llevan a respirar profundamente,
la mente parece vacía.
Es tremendamente complicado describirlo. Es posible que tan
solo la expresión de la mirada y la sonrisa dibujada permanentemente en el
rostro sean capaces. La energía emana, rebosa, sobrepasa todas las
expectativas, no se agota. La relajación llega a su punto máximo, el tiempo se
detiene aunque pasen las horas como siempre pasaron.
Cómo explicar que este debería ser el estado natural. Hasta
puedo deducir que ni los niños se sienten de ese modo. La serenidad invade todo
tu ser, no se necesita nada más, se tiene todo, sobra casi todo, y puedes con
todo.
No es la felicidad que depositas en un triunfo, ni en una
persona determinada, ni en una meta alcanzada, es el conjunto de todo ello, que
durante tanto tiempo creemos que estamos condenados a vivir fugazmente.
Realmente pasamos la vida buscándola, probando formas de alcanzarla, guiados
por patrones que vivimos y observamos desde que nacemos, imitando, copiando lo
que creemos que puede llevarnos a ella.
Sin embargo, es mucho más sencillo cuando nos observamos,
nos amamos como somos y el respeto se interioriza, se vuelca en nosotros y en
los demás. La patada al ego, a no llevar a cabo ninguna acción provocada por el
reconocimiento, por la admiración o por el miedo, simplemente viviendo acorde a
lo que somos, a lo que sentimos.
Aprender a ser un niño curioso que tiene todo por descubrir,
a dejar pasar y olvidar. Aprender que el rencor y la rabia se vuelve contra
nosotros y hay que eliminarlos. Aprender a disfrutar siendo responsables, a
dormir cada noche con la misión cumplida.
Aprender a vivir con lo que necesitas. Valorar quien te
rodea, y rodearte de quien te valora, compartir. Aprender a decir no,
aprender a apreciar los segundos que la vida te regala, pensar en el hoy, en el
ahora.
¿Te has sentido así alguna vez?
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