Cuando hablamos de hedonismo estamos hablando de
placer. Este concepto encierra la idea de que el placer o el disfrute es
el fin y fundamento de la vida misma. Al referirnos al placer no nos
quedamos en la parte superficial de este término, sino que vamos más allá: el
placer también es la ausencia de dolor físico y mental.
Existe actualmente una búsqueda del placer
instantáneo. Algunos lo llaman “Carpe Diem” lo que viene a significar
literalmente “toma el día”. Cuando el poeta romano Horacio pronunció
el “Carpe Diem”, se refería a no malgastar el día presente que tenemos entre
manos.
Está bien vivir en el presente, gozar lo que se pueda con lo
que tenemos en frente de nosotros en estos momentos y no desviarse mentalmente
ni al ayer, ni al mañana.
Otra cosa muy distinta es como hemos usado el término en la
actualidad. El “Carpe Diem” ha servido de excusa para justificar multitud de
comportamientos que en realidad son perjudiciales para nosotros mismos. Una
cosa es vivir y disfrutar de nuestro presente sin desperdiciarlo y otra muy
diferente es obtener gratificaciones inmediatas con la creencia de
que no se sabe que ocurrirá mañana o de que de algo hay que
morir, por poner algunos ejemplos.
Consecuencias del hedonismo a corto plazo
Cuando tomamos como alternativa en nuestras vidas el
hedonismo a corto plazo, somos víctimas de las gratificaciones inmediatas y esto a
priori puede generarnos un gran placer. El problema es que este placer, aunque
sea intenso, también es muy efímero.
Conformarse con cualquier trabajo por la recompensa de ganar
dinero de forma rápida, sabotear la dieta con la excusa de que la vida son dos
días, tomar drogas -tanto legales como ilegales- porque hay que disfrutar de
los placeres mundanos aunque sean perjudiciales o comenzar una relación
de pareja con la primera persona que se nos cruza en el
camino, son algunos de los numerosos ejemplos que existen sobre hedonismo a
corto plazo.
“Puede que en un principio todas estas alternativas nos
ayuden, bien como refuerzo positivo -es placentero, agradable y hace que me
sienta pleno- o bien como refuerzo negativo -atenúa mi ansiedad, mi tristeza,
mis sentimientos amargos”
Pero este recreo no dura demasiado. A la larga lo que
ocurre es que ese placer súbito va dejando paso a la merma de nuestros propios
objetivos vitales, así como de nuestras emociones sanas. Con palabras más
sencillas: cuanto más me conformo con la obtención de un deleite fugaz,
más pierdo a largo plazo ya que, pasado este tiempo, aquello que me
producía felicidad deja de hacerlo. En realidad, a lo que nos agarrábamos nunca
nos dio felicidad, solo era una ilusión.
Las tentaciones efímeras
Nos damos cuenta de que aquello pierde el valor que en un
principio le otorgamos y que objetivos más difíciles o más largos de
conseguir, que podrían habernos interesado más o haber sido más beneficiosos
para nosotros, los hemos dejado atrás.
“El hedonismo a corto plazo también se relaciona mucho con
nuestra autoestima, sobre todo con el elemento de la autoeficacia”
Piensa que priorizar con flexibilidad el hedonismo hará que amuebles tu vida de
manera que te sientas contento con ella.
Será un lugar en el que los
sacrificios no serán tan duros, en el que disfrutarás mucho más de los placeres
efímeros y en el que podrás alcanzar esos objetivos que te has marcado, para
los que necesitas tiempo y
paciencia.
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