Cuando somos pequeños,
acostumbramos a pensar en voz alta, o expresar oralmente cada
uno de nuestros pensamientos. Esto se conoce como “habla
privada” y constituye una práctica esencial para nuestro desarrollo
temprano. Conforme vamos creciendo y madurando, el
proceso del pensamiento se despega del habla y se va internalizando.
¿Por qué hablamos solos siendo adultos?
Según la reconocida profesora e investigadora en el campo
del desarrollo infantil, Laura E. Berk, la necesidad de hablar en voz
alta consigo mismo no desaparece nunca. De hecho, el habla privada puede
resurgir en aquellos momentos de la vida en que nos toca lidiar con actividades
que son muy demandantes o poco familiares. A nivel psíquico, esto representa un
recurso muy útil para adquirir habilidades nuevas y superar desafíos.
¿Hablarse a uno mismo en voz alta? ¿Acaso eso no significa
que te está faltando un tornillo? ¿Qué te estás volviendo loco? No, en
absoluto. Esta práctica incluso puede resultar beneficiosa si sabes cómo
realizarla.
Hablar con uno mismo en voz alta no solo alivia la sensación
de soledad, sino que también te vuelve más listo.
¿Más listo? ¿Cómo? Muy simple: te ayuda a aclarar tus pensamientos, a tomar decisiones o a reafirmar las que ya has tomado. Pero ten en cuenta solo un detalle: hablarte a ti mismo solo te favorecerá si te hablas con respeto.
Lamentablemente, hay personas que se reprochan cosas y
se tratan mal a sí mismas. Se dicen cosas tales como: “Debiste
haberte dado cuenta antes de eso”, “Qué imbécil has sido” o “Deberías
haber hecho tal o cual cosa”. Hablarte de esta manera es peor que el
silencio total. De modo que si este es tu estilo, haz el esfuerzo para
dejar de hablarte así inmediatamente. Debes hablarte como si fueras tu mejor
amigo, pues lo eres.
Estas son cuatro modalidades para hablarte a ti mismo
que te ayudarán a sentirte mucho mejor:
1. Pensar Sobre tus Opciones en Voz Alta
Esto es útil, especialmente si te está costando tomar alguna decisión,
cuando te encuentras en una encrucijada y te resulta difícil el proceso de
elección. Si puedes escuchar lo que piensas, pondrás tus ideas en orden
fácilmente, podrás ver con más claridad las alternativas posibles y podrás
tomar la decisión que te haga sentir mejor.
2. Motivarte
Es una buena manera para alentarte a hacer cosas que tal vez
no tienes muchas ganas de hacer, pero que son necesarias. Puedes decirte, por
ejemplo, “Buenos días querida, ¿qué tal si hoy aprovechamos el día para
ordenar la casa?”, u “Hola grandulón, hoy sin falta tienes que llamar al
contador y ponerte al día con el papeleo, antes de que multen”.
3. Felicitarte
¿Por qué esperar cumplidos de los demás? Si te los mereces,
siempre puedes brindarte los cumplidos tu mismo. Además, la mayoría de las
personas no tiene idea sobre tus pequeños logros, como cuando pasaste enfrente
de la panadería sin comprar nada, porque has decidido bajar de peso, o cuando
finalmente lograste terminar esa tarea que hace tanto tiempo querías finalizar.
¿Acaso eso no se merece un “¡Buen Trabajo!”? Claro que sí, los niños
escuchan este tipo de cosas todo el tiempo, y los adultos casi nunca.
¡Corrijamos eso ahora!
4. Establecer Objetivos
Supongamos que estás tratando de planificar tus vacaciones.
Establecer un objetivo y hacer un plan (dónde ir, cuándo ir, etc.) puede ser de
gran ayuda. Claro que simplemente podrías hacer una lista con esas cosas, pero
decirlo en voz alta puede ayudarte a concentrar tu atención, a reforzar el
mensaje, a controlar tus emociones y a eliminar las distracciones. Los atletas
profesionales lo hacen todo el tiempo, se dicen cosas como “mantén tu
cabeza abajo, mira fijamente la pelota, respira profundamente”.
Si funciona
para ellos, ¿por qué no habría de funcionar también para ti?
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