Se suele hablar poco de inteligencia cultural y mucho de la inteligencia emocional. Esta se considera una habilidad
para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de
los demás, promoviendo un crecimiento emocional e intelectual. A partir de esta
información interpretamos el mundo que nos rodea, lo que determina nuestra
forma de pensar y de comportarnos.
Se le suele dar una gran importancia cuando se habla de
relaciones entre personas, pero cuando las relaciones se establecen con
personas de diferentes culturas es necesario tener en cuenta otra inteligencia,
la inteligencia cultural.
La inteligencia cultural
Pero, ¿qué es la inteligencia cultural? No es más que la
capacidad para adaptarse cuando se interacciona con personas de diferente
cultura. Por ejemplo, cuando viajamos a países con diferentes idiomas
pretendemos que ellos adapten su habla para que nos sea comprensible. ¿Hacemos
nosotros lo mismo?
Componentes de la inteligencia cultural
La inteligencia cultural consta de cuatro componentes. Un
componente motivacional, un componente cognitivo, otro metacognitivo y, por
último, un componente conductual o comportamental.
El componente motivacional enfatiza el interés
intrínseco en experimentar otras culturas e interactuar con personas diferentes.
Ese deseo de conocer y entender cosas diferentes.
Por su parte, el componente cognitivo comprende el
conocimiento de las normas de otras culturas. ¿Conocemos el
sistema económico y jurídico de otras culturas? ¿Sabemos como comportarnos con
personas de otras culturas según sus normas sociales?
El componente metacognitivo
que se refiere a la conciencia transcultural. Comprender los
aspectos culturales cuando las personas hacen juicios sobre sus pensamientos y
los de los demás.
En fin, comprender las ideas de los demás desde su propia
cultura.
Por último, el componente comportamental se refiere a la capacidad de hablar y
gesticular correctamente según las normas de otras culturas. ¿Quién no ha
tenido problemas al pedir dos cervezas en Inglaterra? Es necesario que nos
preguntemos cuánto conocemos de otras culturas, ¿conoces otros idiomas?,
¿sabes que rituales practican otras religiones?, ¿qué gesto usan para decir
“ok”?. Por otro lado, ¿somos capaces de adaptar nuestro lenguaje cuando
hablamos con alguien de otra cultura?, ¿respetamos sus actos?, ¿somos capaces
de encontrar similitudes con nuestra cultura?
“Cuando dejo de ser lo que soy, me convierto en lo que
podría ser”
-Lao-Tsé
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