sábado, 22 de junio de 2019

La Sensibilidad

 Puede parecer extraño, pero en cierta forma nos volvemos insensibles con respecto a nosotros mismos, pues generalmente, no advertimos el rumbo que le estamos dando a nuestra vida: pensamos poco en cambiar nuestros hábitos para bien; casi nunca hacemos propósitos de mejora personal o profesional; trabajamos sin orden y desmedidamente; dedicamos mucho tiempo a la diversión personal.

.En este sentido, la vida marcada por lo efímero y el placer inmediato o dejarse llevar por lo más fácil y cómodo, es la muestra más clara de insensibilidad hacia todo lo que afecta nuestra vida. Reaccionar frente ante las críticas, la murmuración y el desprestigio de las personas, es una forma de salir de ese estado de pasividad e indiferencia, para crear una mejor calidad de vida y de convivencia entre los seres humanos.

Debemos emprender la tarea de conocer más las personas que nos rodean: muchas veces nos limitamos a conocer el nombre de las personas, incluso compañeros de trabajo o estudio, criticamos y enjuiciamos sin conocer lo que ocurre a su alrededor: el motivo de sus preocupaciones y el bajo rendimiento que en momentos tiene, si su familia pasa por una difícil etapa económica o alguien tiene graves problemas de salud. Todo sería más fácil si tuviéramos un interés verdadero por las personas y su bienestar.

En otro sentido, vivimos rodeados noticias y comentarios acerca de los problemas sociales, corrupción, inseguridad, pobreza, distribución de la riqueza de manera desigual etc… estas cuestiones progresivamente las naturalizamos, dejamos que formen parte de nuestra vida sin intentar cambiarlas, dejamos que sean otros quienes piensen, tomen decisiones y actúen para solucionarlos. La sensibilidad nos hace ser más previsores y participativos, pues no es correcto contemplar estos problemas creyendo que somos inmunes y que no nos afectarán.

Por el contrario, la sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo personal, familiar y social. Con sentido común y un criterio bien formado, podemos hacer frente a todo tipo de inconvenientes, con la seguridad de hacer el bien poniendo todas nuestras capacidades al servicio de los demás.


Brotes De Inspiración

Cuando uno siente que debe adoptar una actitud más comprometida consigo mismo, cuando los tiempos se resisten a dejarle el paso a una nueva postergación, cuando todas las excusas han sucumbido ante el aquí y el hora de las decisiones, es entonces y solo entonces que nos vemos en la necesidad impostergable de ir en procura de la inspiración.

La inspiración es más que una fuerza mental y física, es emocional y espiritual y hace que las personas logren cosas extraordinarias a un nivel superlativo.

A diferencia de la fuerza que proviene de la motivación, la inspiración añade un condimento de magia que trasciende la fuerza física y mental. Quién está inspirado goza de un talento maravilloso y sorprendente; de alguna manera se encuentra en transe con sigo mismo y genera, crea, brinda al mundo un aporte soberbio directo desde su ser.

Así, la inspiración, surge desde lo interno, desde el corazón, desde el alma. La inspiración no tiene nada que ver con la mente ni con la fuerza física, por lo contrario, es un atajo en donde nuestro ser se comunica hacia el mundo de forma directa, esquivando las barreras de la mente y trascendiendo el plano físico y real. La inspiración genera irrealidad y es el origen de la creación, de las ideas.

La inspiración se genera internamente en momentos determinados, a partir de estímulos emocionales que abren la puerta de nuestro ser y deja salir nuestra máxima expresión.

Para que exista la inspiración debe existir un sentimiento y ya sea éste positivo o negativo, la inspiración siempre es positiva. Si el sentimiento fuese un árbol, la inspiración son los frutos maduros. La inspiración da origen al talento. Una persona que se inspira con frecuencia es una persona talentosa (independientemente que el sentimiento que provoca su inspiración fuese positivo o negativo) ya que, por ejemplo, el dolor emocional también inspira.
Técnicamente la inspiración es el acto de ingresar aire a través de la nariz hacia los pulmones. Es notable que técnicas milenarias de meditación utilizan ésta técnica para lograr la inspiración que muchas veces se denomina iluminación. Es decir que el costado técnico de la definición es además una práctica habitual para el logro del fin: inspirarse.

forma de expresión que independientemente del canal escogido, el mensaje es rebelado con una intensidad majestuosa y supranatural. Es la erupción de un volcán cuando la lava es el talento.

Por otro lado la inspiración es propia de la persona que la genera y su exteriorización afecta a su entorno de diferentes maneras.

Por un lado genera admiración, placer, curiosidad y por otro lado genera motivación, es decir “ganas de hacer” también. Para generar inspiración en otra persona, para inspirarla, hace falta una conexión emocional que permita ayudar a nacer la semilla de la inspiración.

Así, la inspiración, en consecuencia, es una herramienta para motivar e inspirar a otras personas pero a partir de factores internos, de emociones, de sentimientos transmitidos.

Hay que tener en cuenta que el efecto provocado a partir de la inspiración es tan intenso que puede durar toda una vida, incluso por momentos intermitentes.

Por esa razón es una herramienta que busca utilizarse para proyectos a largo plazo, incluso usted puede estar inspirado en realizar varios proyectos porque la inspiración no está anclada a un objetivo puntual, sino que es la necesidad de ser, más que de hacer. Tiene más que ver con el camino, con el trayecto, con el medio y no con el fin o con los objetivos.


Ante La Inmensidad

“Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar, de pronto, percibí la inmensidad, la percepción y yo éramos uno y juntos, el universo.

Una mañana, caminando por la playa, mis pies, la arena y el mar.”

En mis tiempos de juventud, y ustedes me dirán: “otra vez hablando de sus tiempos de juventud” y por supuesto, tienen toda la razón, pero lo que pasa es que esta vez estoy intentando desarrollar un tema que trata sobre la inmensidad y para mencionar la inmensidad no debe haber nada mejor que recurrir a las experiencias de vida en las cuales nos hemos identificado con esta tan extraña como maravillosa sensación de percibir ese gran telón donde se despliega ante nuestra insignificante inmediatez la enorme dimensión de todo aquello que nos rodea en el inconmensurable universo en el cual aportamos algo que nos identifica con el arte y la creatividad que es en en donde se expresa toda nuestra humanidad.

Dentro del ámbito de la Literatura también se ha recurrido al uso de ese término para darle título a numerosas obras.

Este sería el caso, por ejemplo, de “Este inmenso mundo”, que fue escrito por Lewis Sinclair. La novela gira en torno a Hayden Chart, un hombre que se encuentra atravesando uno de los momentos más trágicos de su vida: la muerte en accidente de tráfico de su mujer.

Esa pérdida le duele tanto que ni siquiera su profesión como arquitecto le satisface. Por eso, decide emprender un viaje lejos de su hogar. Se marcha a Europa y concretamente a Florencia, donde se topará con una ciudad que le enamorará y que le devolverá parte de la felicidad perdida.

Es habitual que tanto coloquialmente como dentro del ámbito del arte se utilice inmenso para definir al mar, que se convierte en fuente de inspiración para poetas, compositores, escultores o pintores.

Y todo ello sin olvidar que, de la misma manera, se emplea para referirse al cielo.

Algo inmenso puede ser inmensurable en su esencia, ya que no existe ninguna posibilidad de establecer una medición. En este sentido, el concepto suele utilizarse en referencia a Dios y a sus atributos.

Es posible expresar que Dios es inmenso, ya que su presencia no puede medirse, o que el amor divino es inmenso porque abarca a todas las criaturas y no deja a nadie afuera



Principiando El Invierno


Estamos en el fin de otoño, diría que casi en invierno, a las ocho de la tarde después de volver del paseo que realizo tres veces al día con mi pastor alemán, a esa hora ya es noche, está oscuro, la temperatura ambiente, cuando no llueve, ha bajado considerablemente y la sensación térmica que como se dice vulgarmente “cala los huesos” es una invitación ineludible a sentarse al lado del calor de la estufa y cuando ese “calorcito reconfortante” comienza a aclimatar el ambiente, pensamos: para acostarnos temprano es tarde y para hacerlo tarde es muy temprano, entonces no encontramos nada mejor que sentarnos con nuestro note book en la falda por encima de alguna manta y ponernos a despuntar nuestro “vicio” de escribir alguna cosa en su teclado.


Como los temas no son una cosa “de soplar y hacer botella” antes que hacer ninguna otra cosa nos conectamos con nuestro e/mail y nos actualizamos con las noticias que afortunadamente “la siempre atenta” casilla de correo no nos deja de proveer.

Al enterarnos de todo lo que pueda estar pasando con esta “puesta al día” que siempre realizamos, los perfiles de cada uno van cobrando vida propia y podemos sentirles, tal como si ellos mimos estuviesen a nuestro lado susurrándonos al oído, y entonces sí, las respuestas no tardan en llegar y se plasman en nuestros artículos que posteriormente publicamos.

Esta es una buena forma de transitar por el invierno y al resguardo del calorcito de los leños encendidos evocar las imágenes que cual si fuesen parte de las chispas que saltan y bailan delante nuestro van cintilando como flashes intermitentes en nuestra mente y corazón.


Desempolvando La Historia

Durante todo el siglo XIV, y agudizándose hacia el año 1400, Europa occidental, atravesó una crisis que minó los basamentos del estado feudal, disminuyendo la población a límites insospechados.
Las tierras, base económica de la época, se tornaron improductivas por el agotamiento de los suelos, las variaciones climáticas con lluvias intensas que provocaron inundaciones, y la falta de técnicas agrícolas adecuadas. Se cambió el cultivo de cereales por el de legumbres y centeno, encareciéndose por consiguiente el precio de los cereales. Todo esto motivó grandes hambrunas que ocasionaron un debilitamiento generalizado de la población que quedó expuesta a contraer enfermedades.
A partir de 1348, Europa se vio afectada por una epidemia de peste negra, que le costó la vida aproximadamente a 25.000.000 de personas. Las deficientes condiciones sanitarias contribuyeron a su propagación, extendiéndose desde el norte de Europa (Noruega y Suecia) hasta el mar Mediterráneo y desde Constantinopla hasta Gran Bretaña.
Es probable que la enfermedad haya tenido su origen en China, y llegó a Europa a través de las rutas comerciales.
La peste manifestaba sus síntomas a través de dolores de cabeza, fiebre, manchas negras, forúnculos y expectoraciones. Hoy se sabe que la peste negra o bubónica es causada por la bacteria Yersinia pestis propagándose a través de las pulgas de las ratas, y tiene cura, pero en ese tiempo fue atribuido a un castigo divino, y la gente llegó a auto-flagelarse como penitencia para obtener la salvación.
Esta recesión produjo un aumento de precios, una baja en los salarios y por consiguiente el aumento de la tensión social.
Las guerras que enfrentaron a los diversos reinos agravó aún más el problema, como la que sostuvieron Francia e Inglaterra, conocida como la guerra de los Cien años.
Los campesinos que sobrevivieron, debieron emigrar a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida y así nació un nuevo orden económico-social, con el desarrollo de las ciudades y la concentración del poder real, que desembocaría en un cambio político, del feudalismo al absolutismo monárquico, que caracterizaría a una nueva etapa histórica, conocida como Edad Moderna.

Con la consolidación de los estados modernos, y la desaparición de los distintos reinos feudales de la Edad media, que habían originado la fragmentación del poder entre numerosos señores feudales, surgió un régimen político caracterizado por la concentración del poder en la persona del rey, donde los poderes no están separados, para su control, sino, por el contrario, unidos para robustecer la capacidad de mando del monarca, que puede de ese modo, elaborar las leyes, aplicarlas, administrar el estado, y ejercer el poder militar.
Del latín “a legibus solutus”, significa, libre de ataduras legales, y justamente, el rey es quien podía decidir cualquier cuestión a su arbitrio, y sin sujeción a normas, que existían sólo para los súbditos.
Esta forma de gobierno encontró sustento en las ideas de Bodin en el siglo XVI y Bossuet o Hobbes en el siglo XVII.
El francés Jean Bodin (1530-1596) escribió numerosas obras, como por ejemplo “Seis libros de la república”, donde expresa “el soberano no tiene que rendir cuentas sino a Dios”.
Thomas Hobbes, filósofo inglés (1588-1679), vivió en una época conflictiva por los enfrentamientos entre los partidarios del absolutismo monárquico y los parlamentarios que querían un rey con poderes limitados por un Parlamento. Su teoría del Estado fue producto de la búsqueda de un estado más pacífico y seguro, y la elaboró durante su exilio en París. Su máxima obra, fue “Leviatán” (1651), donde parte de la existencia de un estado de naturaleza, anterior a la existencia misma del estado.
Para Hobbes, los primeros hombres que vivían libres sin autoridad ni leyes, lo hacían en un estado de guerra permanente para lograr su subsistencia. Según sus palabras “el hombre es un lobo para el hombre”. Para garantizar la seguridad y el bienestar de todos, los hombres renunciaron a todos sus derechos, salvo el de la vida, por un pacto irrevocable, para que el Estado les garantice a todos que vivirán en paz. Así nació para este autor el estado absolutista, que es para él el único posible. Puede observarse que para Hobbes son los propios hombres, mediante un contrato quienes le otorgan al monarca el poder absoluto, y no hace provenir esta autoridad de Dios, como Bodin.
El francés Jacques Bossuet (1627-1704) se mostró partidario del absolutismo con las siguientes características: la monarquía debía ser sagrada, absoluta, paternal y sometida a la razón”. El único límite a la autoridad del rey lo halla en la ley divina.
El origen de tan inmenso poder, en la mayoría de los pensadores, salvo Hobbes, estaba en Dios, teoría que se veía sustentada, además, por el antiguo Derecho Romano. La divinidad se lo había concedido para que pudieran gobernar libremente y sin ataduras, que en la práctica significaba que debían ejercer su autoridad sólo sujeta a los mandatos de la ley divina, lo que los obligaba a ser justos y dignos de tan gran privilegio. Sólo algunos monarcas lo fueron.
Un límite a tan vasto poder lo representaban los miembros de la nobleza, que gozaban de amplios privilegios sociales y económicos, estando integrados a la burocracia (como funcionarios) y a la milicia. El clero también constituía una clase privilegiada y gozaba de amplios derechos.
Con el convencimiento de la utilidad de la aplicación de la teoría económica del mercantilismo, que aseguraba que los países serían ricos y poderosos con una balanza comercial favorable, o sea, que las exportaciones superaran a las importaciones, se vieron obligados durante el siglo XVII, a fomentar el desarrollo industrial, favoreciendo así a una clase social, que pertenecía al conjunto de la población no privilegiada, el estado llano o tercer estado, que pagaba los impuestos con los que el resto de los estados se beneficiaba, y que se dedicaban a las actividades comerciales e industriales.
Sin embargo, el fortalecimiento económico de este sector social, sería en definitiva, el que pondría fin al sistema de monarquías absolutas, cuando considerándose dueños del poder económico, estas personas, llamadas burgueses, decidieron que debían participar del poder político, y no sólo obedecer en un estado que ellos económicamente sostenían. Esto ocurrió a partir de mediados del siglo XVIII, siendo su máxima expresión la Revolución Francesa.
En España, pueden considerarse absolutistas los gobiernos de Carlos I y Felipe IIpertenecientes a la dinastía de los Austrias, que fue en creciente aumento hasta hacerse fuerte en la dinastía de los Borbones en el siglo XVIII.
En Inglaterra, pude citarse como represente del absolutismo, Jacobo I, de la dinastía de los Estuardo, que gobernó entre 1603 y 1625. Entre 1640 y 1648, Inglaterra debió hacer frente a una revolución que puso fin a este sistema, que recién fue restaurado en 1660 hasta 1668 en que una nueva revolución impidió el ejercicio del poder absoluto por parte de los monarcas.
En 1589, en Francia, el Borbón, Enrique IV trató de lograr la concentración de poderes, saliendo victorioso de la sublevación de la Fronda que ocurrió entre 1648 y 1653. Entre los años 1643 y 1715Luis XIV, conocido como el “Rey Sol”, acuñó la frase “El Estado soy yo”, que simbolizaba la aspiración del absolutismo de la época. Fue un hábil diplomático, que organizó el mejor ejército europeo del siglo XVII.
Pero surgirán otras voces, como la de Locke(1632-1704) que se elevarán para pedir la limitación del poder del soberano para evitar el ejercicio ilimitado y arbitrario del poder. También habló como Hobbes de la existencia de un contrato social, pero para Locke el estado de naturaleza no era hostil sino que las personas vivían armoniosamente. El estado fue producto de observar las ventajas que traería su constitución, para lograr mayor seguridad y defensa de los derechos de todos, evitando la venganza privada. Para ello los individuos integrantes del Estado se reservaron el poder supremo y pudiendo destituir a los gobernantes si abusan de los poderes delegados por el pueblo, que son sólo los necesarios para poder ejercer su mandato.
Esta teoría del contrato social, va a ser profundizada por Rousseau (1712-1778), quien describe al estado natural como un paraíso donde todos los hombres son iguales y disfrutan de una abundancia de recursos que aseguran las necesidades de todos. Este estado natural es plenamente democrático ya que todos los hombres son iguales y no existe la propiedad privada. Fue recién cuando la naturaleza se tornó más rebelde generando cambios climáticos, cuando los bienes comenzaron a escasear. Esto originó la lucha por la posesión de los recursos que ya no abundaban y tornó la vida insegura. 

Entonces, los hombres sintieron la necesidad de crear un Estado que les brindara esa seguridad perdida, haciendo un contrato social, donde cada persona acepta someterse a la voluntad de la mayoría, que representaría la voluntad general.
Estas dos últimas ideas, junto a las de otros filósofos ilustrados, harían germinar las ideas democráticas, que luego de la Revolución francesa, irían paulatinamente aniquilando el régimen político del absolutismo monárquico para dar paso a un nuevo sistema: el democrático.
Entre los años 1756 y 1763, se desató este conflicto bélico que enfrentó a Gran Bretaña y Prusia contra España, Francia, Austria y Rusia.
Francia y Gran Bretaña rivalizaban por las posesiones de Silesia, América del Norte y la India. En 1756, el cargo de Primer Ministro inglés fue asumido por William Pitt, quien elaboró una estrategia para lograr la hegemonía inglesa en el comercio mundial. En América del norte, la zona cuestionada era del oeste de los montes Apalaches y los derechos de pesca en Terranova.
Gran Bretaña logró importantes triunfos que le posibilitaron apoderarse del Canadá francés, que fue utilizado para comerciar peces y pieles. La India, en manos francesas, era un fuerte mercado comercial, cotizado por los ingleses. Dakar, en África, fue blanco de las ambiciones inglesas, que la convirtieron en centro de provisión de esclavos y caucho.
Entre España y Gran Bretaña, la rivalidad se generó por las constantes agresiones a sus embarcaciones y comercio por parte de la segunda. En 1761, España y Francia firmaron el Tercer Pacto de Familia, por el cual España se unió a los franceses en su lucha contra Gran Bretaña,
Silesia, región ubicada en las actuales, Polonia, República Checa y Alemania, estaba bajo el dominio de Prusia, luego del Tratado de Aquisgrán de 1748, que había puesto fin a la Guerra de Sucesión austríaca. Austria se propuso recuperarla y contó para ello, con el apoyo de Francia, Rusia, Sajonia y Suecia.
En el año 1756, el rey de Prusia, Federico II el Grande, ordenó atacar Sajonia y luego Bohemia. Sin embargo en la batalla de Kolin, se produjo el triunfo austríaco. A pesar de esta victoria, los franceses, aliados de Austria, fueron derrotados por los prusianos en Rossbach, el 5 de noviembre de 1757. 

Exactamente un mes más tarde los austríacos sufrieron una nueva derrota en Leuthen, repitiéndose el resultado un año más tarde en Zorndorf.
El 12 de agosto de 1759, en Kunesdorf, cerca de Francfort, los prusianos sufrieron un gran revés, al ser vencidos por las fuerzas aliadas austríacas y rusas, pero al año siguiente los prusianos se impusieron a Austria, derrotándolos en Liegnitz (Silesia) y Torgau (Sajonia).
En 1761 España inició una serie de conquistas que se prolongaron el año siguiente, logrando apoderarse del norte de Portugal y de la colonia del Sacramento, pero su buena ventura duró poco, ya que sucumbió ese último año ante los ingleses, que tomaron bajo su dominio La Habana y Manila.
Los rusos se apoderaron de Berlín, pero en 1762, pero Rusia firmó, bajo el mando de Pedro III, un tratado de paz con Prusia, retirándose de la guerra.
La guerra finalizó con la firma del Tratado de París, del 10 de febrero de 1763, donde Francia perdió a favor de Inglaterra, sus tierras en Canadá, la India, salvo Mahé, Yanaon, Pondicherry, Karikal y Chandernagor, el territorio del este del Mississipi y al oeste de los Apalaches, retirándose de la isla de Menorca.
España abandonó el norte de Portugal, recibiendo Florida y Luisiana.
Francia, la gran perdedora, conservó algunas posesiones en la India, el derecho de navegación del río Mississippi y el de pesca sobre Terranova. Obtuvo la Florida en Estados Unidos, y algunas islas como la de Gorée, San Pedro, Miquelón, Guadalupe y Martinica.

viernes, 21 de junio de 2019

El Fruto De La Excelencia

Siempre me he preguntado qué hubiera sido de mí si no hubiese tenido la oportunidad de conocer desde muy joven el significado de la excelencia y sobre todo el poder encontrar en la historia del pensamiento griego la relación que siempre ha existido entre los valores que se enseñaban en occidente y los contenidos en el pensamiento de la Grecia clásica.
Cuando encontré en los textos clásicos la definición del concepto del areté y su importancia en la búsqueda constante de la realización personal, tal hallazgo ha marcado significativamente toda la perspectiva de mi pensamiento, a un punto tal,  de que desde entonces, hace tanto tiempo atrás, ha sido un faro orientador que me ha marcado el rumbo y en el cual confío en cada esfuerzo que realizo
La Areté
Según Hipias de Élide el fin de la enseñanza era lograr la areté, que significa capacitación para pensar, para hablar y para obrar con éxito. La excelencia política («ciudadana») de los griegos consistía en el cultivo de tres virtudes específicas: andreía (valentía), sofrosine (moderación o equilibrio) y dicaiosine (justicia): estas virtudes formaban un ciudadano relevante, útil y perfecto. A estas virtudes añadió luego Platón una cuarta, la Prudencia, con lo que dio lugar a las llamadas Virtudes cardinales: la prudencia, la fortaleza y la templanza se corresponderían con las tres partes del alma, y la armonía entre ellas engendraría la cuarta, la justicia. En cierto modo, la areté griega sería equivalente a la virtus, dignidad, honor u hombría de bien romana.
En la Grecia antigua podía hablarse indistintamente de la areté de un soldado, de un toro o de un navío, aunque su uso para los objetos inanimados es raro. Sin embargo, desde la Época Arcaica estuvo vinculado especialmente a la posesión de las virtudes, en especial la valentía y la destreza en el combate.
Para los primeros griegos guerreros de hace más de tres mil años el único camino de alcanzar la areté era mediante hazañas en la batalla. El ejemplo clásico es Aquiles, quien prefiere morir en combate antes que cualquier otra forma de vida. Los griegos tenían mucho miedo al destino. El destino podía impedirles de forma inmediata alcanzar la areté. Por ejemplo, un accidente, nacer ciego, o nacer mujer imposibilitaba para conseguir hazañas en la batalla. También la areté se relaciona con la astucia en las obras de Hesíodo y Homero; cuando en la IlíadaAgamenón alaba a Penélope, lo hace en atención a la cooperación de ésta con los propósitos de Ulises.
Hacia la época clásica —sobre todos los siglos V y IV a. C.— el significado de areté se aproximó a lo que hoy se considera virtud, fundamentalmente a través de la obra de Aristóteles, en general, incluyendo rasgos como la μεγαλοψυχια (megalopsyjía, 'magnanimidad'), la σοφροσυνη (sofrosyne, 'templanza') o la δικαιοσυνη (dikaiosyne, 'justicia')
La adquisición de la areté era el eje de la educación (παιδεία, paideía) del joven griego para convertirse en un hombre ciudadano, siguiendo el ideal expuesto por IsócratesHuellas de la concepción más restringida de la era arcaica se pueden ver en el énfasis puesto en la disciplina y dominio del cuerpo mediante la gimnasia, una de las actividades principales, y la lucha, pero una formación acabada incluía también las artes de la oratoria, la música y —eventualmente— la filosofía.

Si bien la posesión de la areté seguía mayormente restringida a los varones de la nobleza —llamados por lo general αριστοι, aristoi, "los buenos"—, a quienes estaba reservada la concurrencia a los gymnasia, el análisis de los filósofos elaboró una sofisticada teoría de las facultades espirituales. Tanto Platón como Aristóteles harían de la areté uno de los conceptos centrales de su doctrina ética. El Menón, diálogo platónico que marca el pasaje de los diálogos mayéuticos a los diálogos metafísicos, se centra precisamente en el problema de si es posible hacer una ciencia de la areté.

El Afán De Superación

La superación personal no tiene límite, es decir, un ser humano puede seguir progresando a nivel de conocimiento y de toma de conciencia a lo largo de su vida. Voluntad y conocimiento que son la base de la superación personal, son dos cualidades que diferencian al ser humano del resto de seres del universo. La superación personal muestra la capacidad que tiene un ser humano para reflexionar sobre sí mismo, pero lo que es más importante, para actuar de acuerdo a sus valores y creencias. La superación personal tiene una base teórica a nivel de reflexión pero es fundamentalmente práctica.

La superación personal es ese motor intrínseco que a nivel de motivación mueve el corazón humano cuando una persona aspira a ser más sabia, más competente y más capaz. La superación personal remite a ese proceso temporal de cambio en el que una persona sale de su zona de confort para establecer nuevos hábitos y cualidades para mejorar su calidad de vida.

Pasado, presente y futuro definen la vida humana. Pues bien, la superación personal también se entrena en presente analizando los errores del ayer para obtener una experiencia práctica y evitar tropezar dos veces en la misma piedra.

El proceso de superación personal supone dejar atrás ciertos hábitos y creencias irracionales para dar paso a una nueva realidad que refuerce el bienestar personal.
Existen recursos especialmente recomendados como el coaching y los libros de autoayuda para reforzar la superación personal.

La superación personal muestra el proceso de crecimiento interior ilimitado que marca la vida de un ser humano desde que nace hasta que muere. Mientras que el paso de los años deja una huella física en forma de arrugas, por el contrario, a nivel interior, los años son sinónimo de experiencia, madurez, riqueza de vivencias y sabiduría.

La superación personal conduce a una persona a ser más feliz. En última instancia, asumir un proceso de este tipo es una decisión personal que nunca puede ser impuesto de forma externa. Es decir, nadie puede ser ayudado si no se deja ayudar, y nadie puede cambiar si no quiere hacerlo.

La superación personal muestra, a nivel humano, que querer es poder y que los límites no están en la realidad sino en la mente.


La Herencia Social

Algunos amigos me han solicitado que les diera mi parecer sobre ciertos temas que por su reiteración y trascendencia están provocando un fuerte sacudón a las bases de sustentación de las estructuras tradicionales sobre las cuales se asienta nuestra sociedad.

En lo personal, estimo, que los acontecimientos que hoy tanto nos preocupan -y a los cuales estos amigos hacen referencia-  han estado desde siempre instalados en nuestra conducta colectiva, en nuestro "entramado social" donde tienen cabida todas las variables potenciales de comportamiento.  
El estado de conmoción, entonces, se debe a que tal como sucede con los ríos, arroyos o las simples cañadas, la inestabilidad del clima y la acumulación de precipitaciones, provocan el desbordamiento de sus cauces naturales, embistiendo con furia todo lo que encuentran a su paso.

Por más terribles  que nos parezcan las condiciones actuales, éstas no difieren, en lo esencial, con las que observamos en el comportamiento cotidiano de nuestra especie a lo largo de la historia, las religiones nos mencionan la eterna lucha entre el bien y el mal, cual si fuesen estos polos, aparentemente opuestos, los generadores de la energía vital que hace posible el desarrollo de la inteligencia creativa, condición esencial en la evolución de los humanos.

El simple hecho de pretender  dar una opinión sobre ciertas cosas que han cobrado gran relevancia en la opinión pública de un extremo al otro del planeta, convirtiéndolo  a este, nuestro "globito terráqueo" en una síntesis globalizada donde convivimos más de siete mil  millones de congéneres,  en una minúscula aldea, situada en un insignificante punto del universo, que salvando distancias y proporciones, se parece a un hormiguero humano surcado por millares de senderos que se entrecruzan entre sí.

 Como seguramente todos comprenderán, opinar en estas circunstancias no resulta una tarea sencilla de abordar, sobre todo cuando lo que está en juego constituye una argamasa en la cual, de una forma u otra, por acción u omisión, todos hemos introducido nuestras manos, salpicándonos unos a otros con la mezcla de los elementos introducidos en nuestro afán de anteponer la satisfacción de nuestros intereses particulares sobre el bienestar común de toda la sociedad.

Pienso que antes de intentar siquiera esbozar  una respuesta a las inquietudes planteadas, sobre todo a las relacionadas con las dificultades de  convivencia entre humanos, como ser: la violencia, la intolerancia, la creciente indignación colectiva contra las iniquidades del sistema capitalista, la inmoralidad de los gobernantes, etc. etc. por mencionar  algunas, deberíamos tomarnos un tiempo para replantearnos en profundidad, sobre cuáles bases se han construido los fundamentos que sostienen toda la argumentación social que da sentido a la creación de los estados organizados y que dan vigencia a lo que llamamos "El contrato Social"

"Durante siglos las bases constitutivas de la sociedad se han correspondido con una estructura basada en la existencia de estamentos, grupos sociales estancos que definían una jerarquía de poder. La monarquía y la nobleza, con su escalafón, los gremios (embrión de la burguesía) y los siervos, constituían la estructura social en Europa.

En otras sociedades no europeas se daban similares formas, como el caso de la India con su sistema de castas que aún perdura.

En realidad podemos considerar esta estructura como la extensión y magnificación de los grupos humanos más básicos y propios de la prehistoria.

Más aún, si observamos estructuras grupales de otros mamíferos, especialmente cazadores, también encontramos estructuras jerárquicas.

Podemos por tanto suponer que estas estructuras sociales son en realidad consecuencia de nuestros instintos más básicos.

 Por otra parte, la evolución de la cultura, en su sentido más amplio como resultado de la capacidad intelectual que nos diferencia del resto de animales, impuso la necesidad de "justificar" la organización social y la desigual participación en los beneficios que reporta la propia sociedad.
 Ese encaje de bolillos que es dicha justificación tiene su base en la alianza entre las clases dominantes, que gozan del poder y la propiedad, y los detentadores del poder religioso, cuya función en la alianza es la de aportar los argumentos tales como que el orden social es el que es por voluntad divina, obteniendo a cambio parte del botín.

 Como herramienta se utilizará el concepto de ley natural (coincidente con la voluntad de dios) (San Agustín , Santo Tomás de Aquino), concepto ya apuntado por Aristóteles.

 La ley natural es común a todas las culturas y por tanto independiente de cualquier modelo social concreto.

Y esa ley natural es la que genera el derecho natural que, curiosamente, ha permitido establecer la categorización de la sociedad, permitiendo y justificando la acumulación de poder en las clases dominantes y la explotación de las dominadas (incluso la esclavitud)

Una sociedad que fomenta la existencia de desheredados sociales es una sociedad inestable que solo puede mantener el orden en base a la represión.

En épocas de bonanza económica, las migajas a repartir entre las clases dominadas pueden ser suficientes para calmar los deseos de equidad y los sectores marginales (incluso en los mejores periodos de bonanza hay sectores marginales) son lo suficientemente reducidos como para que su incidencia sea nula.

Pero cuando se presentan las periódicas crisis o la explotación de esas clases por las dominantes llega a niveles inadmisibles, la sociedad se tambalea y en ocasiones llega a la crisis total.
La revolución francesa es el ejemplo más claro de cómo un modelo social, totalmente agotado por los cambios tanto ideológicos como técnicos, se derrumba para dar paso a un nuevo modelo que lo sustituye.
La caída del Antiguo Régimen dio lugar a la sociedad actual.
Por supuesto los herederos de los revolucionarios de finales del siglo XVIII hoy son los más firmes defensores del "orden" y contrarios a cualquier veleidad revolucionaria que cuestione el actual sistema de organización social.

Pero es innegable que ellos son hijos de quienes salieron a la calle y cortaron las cabezas de los monarcas y nobles.

Durante la Ilustración, surgen nuevos paradigmas basados en la individualidad y la propiedad, entendiendo la sociedad como suma de voluntades individuales y garante de los derechos de libertad individual y de la propiedad. Serán la base de la sociedad actual, del liberalismo tanto social como económico.

Son varios los personajes de este periodo que aportan su visión (Hobbes, Lokce, Rousseau…), no siempre coincidentes, incluso contradictorios.

En realidad estas nuevas concepciones no resuelven los problemas existentes.

Simplemente hacen gravitar el poder desde la clase nobiliaria a la burguesa
Todos esos cambios se reflejan en la dicotomía entre Derecho Natural y Derecho Positivo, entendiendo este último como el emanado del poder legislativo, que, supuestamente, emite sus leyes para el ordenamiento de la sociedad y en base al bien común.

La validez del concepto de Ley Natural es en realidad muy fácil de cuestionar. Veamos algunos ejemplos.
Comencemos por uno de los derechos más encomiados, el derecho a la vida (el "no matarás" de los mandamientos bíblicos).

Es cierto que si se pregunta si este derecho debe ser respetado, la respuesta unánime es "Sí". La conclusión inmediata es que ello es una demostración de la validez de la Ley Natural.

Pero si examinamos con más profundidad el tema, aparecen las primeras contradicciones.
Si el derecho a la vida debe ser respetado y es consecuencia de un impulso interno y no el resultado de un modelo cultural, no puede haber excepciones.
Por tanto el rechazo a la pena de muerte debería ser universal.

Aun más, la propia existencia de ejércitos y la utilización de la guerra como recurso de poder serían totalmente inadmisibles, si realmente existiera un condicionante tal que considerara la muerte de un semejante como algo inaceptable.

Si en el caso del derecho a la vida es obvia la contradicción, con más claridad aun se constata en temas como el divorcio, el aborto, la homosexualidad, la moral sexual, en los que la opinión de la persona está claramente vinculada a su línea ideológica.

El puritanismo de la era victoriana, donde se llegaron a poner fundas a las patas de los pianos por considerara indecente su visión directa, y su paulatino abandono por parte de la mayoría de la sociedad hasta el punto de causarnos hoy sorpresa y risa muchos de sus planteamientos, es un claro ejemplo de lo subjetivos que son los conceptos de bondad y maldad en la sociedad
.
La conclusión obvia es que no existe ningún elemento objetivo sobre el que basar la convivencia. No hay ley a la que recurrir para determinar lo que es aceptable y lo que no.

El subjetivismo es total en la estructuración social.
Por otra parte el derecho positivo está viciado desde su origen por cuanto lo que se pretende garantizar es solo el derecho a la libertad individual y a la propiedad, pero no se contemplan las consecuencias que pueden llegar a provocar de estos derechos en el ámbito social si el ejercicio de los mismos son causa de desequilibrios.

En realidad la falta de regulación de los mismos generan la pérdida de libertad real de buena parte de la sociedad (no existe libertad real si no se dispone de medios para ejercerla)

¿Debemos, por tanto, aceptar el "todo vale" en la concepción del modelo social?

Para responder correctamente a esta pregunta previamente debemos entender el porqué de la existencia de la propia sociedad.

¿Por qué el ser humano vive en sociedad? Por necesidad.

Considerado como simple mamífero, el ser humano es probablemente el animal peor dotado para la supervivencia.

Comparativamente hablando, es lento, débil, carece de garras, dientes o cualquier otra capacidad ofensiva digna de mención.
Aisladamente es presa fácil.
Así que su mejor garantía de supervivencia es el establecimiento de un modelo social que permita el mutuo apoyo.

El segundo elemento que ha favorecido su supervivencia es el elemento diferenciador de la inteligencia, que le ha permitido la utilización de recursos de la naturaleza para cubrir sus necesidades.

Ello ha generado la especialización, mediante la cual cada individuo de la sociedad es capaz de hacer su aportación específica a las necesidades globales de dicha sociedad.

Así pues la vida en sociedad es necesaria para la supervivencia de la especie humana.

¿Cuál debería ser la base sobre la que edificar el modelo de sociedad? Si la existencia del modelo social es necesario para nuestra supervivencia, este deberá ser lo más estable posible para cumplir su función de forma eficiente. Y para garantizar la estabilidad es preciso que todos y cada uno de sus integrantes sientan que salen beneficiados con su pertenencia a dicha sociedad.

Para ello será necesario que no exista ningún tipo de exclusión en el reparto de los
recursos generados por la sociedad y que todos y cada uno de sus miembros tengan garantizados los recursos mínimos necesarios para vivir (no simplemente sobrevivir).

Ello requerirá un justo equilibrio entre derechos individuales y derechos sociales, siendo prioritarios los segundos sobre los primeros.

Eso no significa que no deban ser respetados los derechos individuales. Todo lo contrario.

La intervención de los poderes públicos, la legislación debe estar encaminada a, por un lado, garantizar la participación de todos y cada uno de los ciudadanos en los recursos generados por la sociedad, y por otra a la garantía de los derechos cívicos.

Así, y a título de ejemplo, de la misma forma que la libertad religiosa debe estar garantizada, las creencias religiosas no deben en ningún caso condicionar a la sociedad.

Esta debe ser absolutamente laica y ni en el fondo ni en la forma debe tener relación con creencia alguna.

Hoy estas condiciones están muy lejos de cumplirse y las consecuencias son claramente observables: el siglo XX ha sido uno de los siglos más violentos de la historia, y el XXI no augura ser mejor."   Tomado de:   micajondesastre.org/Documentos/ensayos/Fundamento

Como podemos apreciar, nacemos biológicamente humanos , pero existe un recorrido, como bien lo expresa un viejo refrán: "entre el dicho y el hecho hay un trecho" que nos es imprescindible transitar, podemos considerarnos humanos por el simple hecho de nacer, no obstante, " El Ser Humano" es mucho más que su herencia genética, el "ser social" se construye a sí mismo mediante la práctica de ciertos valores básicos que no son transmitidos por los genes, valores que provienen de nuestra vida en sociedad, que se aprenden y cultivan desde la cuna, a través de los ejemplos de vida de quienes nos han dado la oportunidad de estar vivos.


Tomar conciencia de quienes somos nos permiten reconocer la vigencia de los valores esenciales, valores tales como: la gratitud, la solidaridad, el reconocimiento y la empatía.