miércoles, 28 de agosto de 2019

Nuestro Mundo


Nuestros contactos con familiares y amigos nos permiten en algún modo “acortar distancias” y de esta manera “recargar nuestras pilas afectivas” para reiniciar, luego de esta pausa, nuestra reinserción en un mundo que no se detiene y que continúa, minuto a minuto, en su constante tránsito en el que sepultamos el pasado, consumimos el presente y de no ser un tanto precavidos con nuestras acciones diarias, hipotecaremos también el futuro.
Así estamos, este es el mundo que entre todos construimos, somos, como se diría en ámbitos  judiciales, partícipes necesarios, nada de lo que habitualmente sucede, sucedería sin nuestra complicidad ya sea por lo que hacemos o, lo que sin duda resulta peor, lo que deberíamos hacer y no hacemos, todo aquello a lo que “le sacamos el cuerpo” y que con un simple “movimiento de hombros” pareciera que dijéramos “aquí no pasa nada”.
Todo lo que tenemos, lo que podamos haber encontrado cuando llegamos, representa lo que ha sido posible realizar entre todos, tanto lo que han podido legarnos quienes ya no están con nosotros, como todo aquello que con nosotros aportando, o a pesar de nosotros, cuando “nos escapamos por la tangente” hemos podido realizar como integrantes de esta comunidad de humanos que en definitiva somos.
Estamos asumiendo la responsabilidad de ser capaces de “dejar este mundo en el cual vivimos” mucho mejor “de lo que pudiese haber estado cuando lo encontramos” no nos servirá de nada intentar eludir responsabilidades culpando a otros por lo que pudiésemos encontrar que no nos guste, el resentimiento no hace historia, debemos asumir “nuestra cuota parte” y constituirnos “en hacedores” de una sociedad que sea capaz de cobijar a nuestros hijos.
Este es el mundo que entre todos elaboramos.


Esencialmente


“La esencia da cuenta de aquellas características sin las cuales un ser no sería quien es, características que determinan que algo sea invariablemente de una manera específica y no de otra.

Aristóteles fue quien usó por primera vez el concepto, ligándolo a lo que define una cosa.

Es decir que el filósofo griego definió a la esencia de un ser como a aquello que se considera que es en relación consigo mismo. Por lo tanto la definición de una cosa establece la esencia de ella, lo importante y trascendente, lo que no cambia ni se transforma.

Se opone al concepto de accidente, es decir, a lo superfluo o superficial.

Para la filosofía, accidente es aquello que si bien pertenece a una cosa, no es permanente, invariable, necesario ni  constante como es la esencia.

Los seres concretos tienen algo inteligible y estable, rasgos de su naturaleza que hacen que ese ser sea de determinada manera y no de otra, que algo sea lo que es y no sea otra cosa.

A eso se refiere la esencia, a lo que no es contingente, a lo que le pertenece de modo tal que si no lo tuviera llegaría a aniquilarse.

De este modo, en la esencia del ser humano está implícito su ser racional como uno de los fundamentos constitutivos del hombre.

Sin embargo no es de su esencia el pertenecer a una raza determinada, tener determinada altura o color de piel, rasgos que son accidentales y accesorios sin los cuales el hombre no dejaría de ser hombre”.


El Burrito Cordobés



Ante tantas cosas que tengo por delante, todas con el rótulo de “tareas a realizar” que prácticamente al apilarse unas sobre otras ocultan mi mesa de trabajo a un punto de no tener la menor idea de por cual empezar, téngase presente de que mi labor profesional es la de asesoramiento en gestión de empresas y que en esta época del año se suelen analizar los resultados obtenidos en el ejercicio cerrado al 31 de diciembre, hace solamente dos días atrás, para luego trazar las previsiones para el ejercicio en curso, ajustar las cuentas de resultados, hacer el balance de situación con la correspondiente liquidación de impuestos.

 No voy a dramatizar sobre algo que me gusta mucho realizar y que además tengo la mayoría de los datos sujetos a analizar totalmente cerrados y listos para presentar, esto no quiere decir que no estén diseminados por varios lados, que tapen literalmente mi escritorio, que sueñe con ellos por las noches ni que me invada, como me invade, una tremenda pereza que se manifiesta justamente a la hora de tener que ordenar la tarea.

Además creo que merece cierta consideración el hecho innegable de que de todas mis tareas pendientes de realización algunas de ellas ocupan casi toda la atención de mi mente en una manera tal que pareciera que me condicionan el pensamiento, entonces claro, la conclusión no puede ser otra que la de admitir que lo primero es lo primero, es por esta razón de que estoy escribiendo en mi notebook, voy a publicar este artículo como base de partida para la realización de todos mis asuntos pendientes.
Esta es la razón del encabezado de este artículo, no voy a avanzar sobre los granos de maíz como las gallinas de mi niñez, tomando la tarea que tengo por delante una por una hasta terminar todo lo que tengo para hacer, sino que voy a sentarme a tararear una canción que me consuela y me trae mucha paz en medio de tantos desafíos.

Escuchen e imaginen como si viniera de lejos este burrito cordobés:

“Tranquilo al trotecito, tranquilito en el andar, total no tiene apuro, apuro por llegar, uy uy uy,      no lo apures, uy uy uy, no lo silbes, total no tiene apuro mi burrito cordobés.”


Imágenes Condicionadas


En esta búsqueda constante y si se quiere también un tanto dramática de nuestros orígenes como “criatura humana” lo cual a nuestro entender constituye un “derecho natural” en nuestra condición de ser, existe algo altamente distorsionador en nuestro “punto de partida”, que si no lo consideramos, bien que nos puede llegar a confundir el verdadero propósito de esta búsqueda el cual sin lugar a dudas es el poder encontrar nuestra “identidad” en este confuso escenario en el cual nos movemos y expresamos las “criaturas humanas.”
Nos estamos refiriendo de que existen fuertemente instaladas en nuestro imaginario colectivo imágenes prediseñadas que condicionan “nuestro ideario original” al haberse apoderado de todas nuestras referencias con relación a todo aquello que pudiese identificar “algún tipo de antecedente válido” que nos permitiese de algún modo una reconstrucción seria y responsable de todos aquellos que nos han precedido.
Estas imágenes prediseñadas nos muestran como “ideales virtuosos dignos a imitar” a personajes de ambos sexos que parecieran haber sido extraídos de “personajes de origen europeo” que conservan cierta reminiscencia con aquellos que solemos observar en las “guías turísticas” del mal llamado “primer mundo”
Entendemos que aquellos que han ejercido el poder tanto político como religioso, pareciera que más estos últimos, hayan encomendado a artistas de renombre, como también a literatos, que “construyan un ideal de persona” que les permita condicionar en las mentes de las nuevas generaciones un ideario acorde con las “nuevas enseñanzas impartidas”
Desde entonces nos acompañan estas figuras asexuadas, de orígenes tan difusos como incomprensibles, como seres dignos de adoración y potenciales guías de nuestro mal entendido destino.


Lo Que Será



…Y de repente sucederá igual prescindiendo de nuestro egoísmo, la gran diferencia estriba, y pienso que es algo fundamental, es que la vida debe ser vivida por cada uno,” aquí, ahora, y con nosotros.”
“…y de repente dejarás a un lado el libro que has estado leyendo, y mirarás el verdor que te rodea poblado por el canto de los pájaros, y verás crecer los pastos y florecer las flores y elevarse los árboles hacia el azul del cielo, y así sabrás entonces desde muy adentro, con total certeza -como si tú fueras eso que ahora estás viendo con esa otra mirada que te llegó de repente-, que siempre ha sido así y así seguirá siendo, sin importar lo que hagamos los hombres en la tierra, y que sea como sea los pastos crecerán, florecerán las flores y se elevaran los árboles por sobre los escombros y las grandiosas ruinas, hacia el azul del cielo, eternamente abierto…”
El Buholi

Justamente eso es lo que estaba haciendo esta mañana, sentado en el frente de mi casa, tomando un mate amargo, mirando comer a las palomas que vienen a visitarme y en esa tranquilidad que nos dan las mañanitas se me ocurre encender mi computador e ingresar a las redes sociales, una muy buena forma de tomar contacto con “todo lo que está pasando” además de tener la oportunidad de observar y aprender de todo el contenido expuesto en   esta tan  particular forma de pensar de mis amigos, 
mucho más cuando éstos amigos ostentan la “doble condición” de ser amigos y parientes.

Lo que he puesto en el encabezado de este artículo es la lectura, una amena lectura de este “pariente amigo” cuya forma de manifestar su pensamiento prácticamente “se cruzó”  con lo que justamente era una parte esencial de lo que mi mente estaba “elucubrando”

Comparto plenamente con lo expuesto y resulta muy oportuno tenerlo en cuenta sobre todo cuando la soberbia nos puede hacer creer que “somos los dueños de todo lo que acontece” algo así como si padeciésemos un “empuje” del mentado “síndrome del ombligo” que nos induzca a creer que “todo gira alrededor nuestro”

En lo personal, soy una de aquellas “raras avis” que pensamos que aunque las cosas sucedan igual, aunque “nos desentendamos” tirándonos al borde del camino, lo que tenga que suceder sucederá igual prescindiendo de nuestro egoísmo, la gran diferencia estriba, y pienso que es algo fundamental, es que la vida debe ser vivida por cada uno,” aquí, ahora, y con nosotros.”


martes, 27 de agosto de 2019

Solo Sé Que No Sé Nada


Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.
Confucio
Filósofo chino (551 AC-478 AC)

A la pitonisa de Delfos se le preguntó una vez: “¿Quién es el hombre más sabio de Grecia?”. Ella respondió lacónicamente: “Sócrates”. A su vez Platón, en la Apología de Sócrates, pone en boca de su genial maestro la siguiente frase:  “Este hombre cree que sabe algo, mientras que no sabe nada. Y yo, que igualmente no sé, tampoco creo saber”.

De ahí pasó a la tradición occidental la importancia del no-saber: “scio me nihil scire”, “scio me nescire” (sólo sé que no sé nada).
Puede hacerse sobre esta frase una consideración teórica; pero también otra práctica
Según la primera, el hombre conoce por conocer, por penetrar en la verdad universal y necesaria de las cosas, sin atender a nada más. 
Según las segunda, el hombre conoce para obrar, especialmente para obrar bien o moralmente: se trata de un conocer que no está dirigido a las cosas universales, sino a las singulares y contingentes de nuestra existencia, con las que tenemos que hacer una vida buena.
Comenzaré por la teórica. Muchos  autores  han indicado normalmente que Sócrates no quiso decir que no sabía nada de nada, sino que aquello que sabía no lo conocía con certeza cabal. Sócrates pretendía cambiar el enfoque de quienes se aferraban a su propia opinión, sin buscar argumentos más sólidos y convincentes, o sea, sin abrirse a una búsqueda inteligente y progresiva de la verdad de las cosas humanas.
Por tanto, esa frase –saber que no se sabe– indicaría el principio de un buen aprendizaje. Primero, porque empezamos a reconocer que sobre cualquier cosa no lo sabemos todo: siempre hay aspectos que se nos escapan o que, por la movilidad de lo finito, tardan en aparecer y hay que esperar pacientemente que se manifiesten. Si no se es paciente, o si uno es avasallador, suple ese hueco con el autoengaño, con la superioridad del que se cree saberlo todo: ése cataloga las cosas con los clichés de su propio interés.
Así se  ahorra el esfuerzo y la sorpresa. Frente a ese actitud dominadora, sólo cabe la frase socrática: “sólo sé que no sé nada”. El que ignora que no sabe acaba engañándose a sí mismo, sin ver sus propias carencias.

Reconocer nuestros límites y enderezar la mente hacia nuevos horizontes es el principio del que quiere aprender, poniendo los errores y los fracasos al servicio de la propia experiencia abierta y llana. 
La frase socrática le permite ir aprendiendo teóricamente. De él deberíamos decir que ejerce un aspecto de la virtud de la “estudiosidad”. Por eso, el Diccionario de la Lengua dice que  la “inclinación y aplicación al estudio” se llama estudiosidad. 

Cultivar La Empatía



La generosidad, es un valor que motiva a dar, a ayudar, a tener compasión.
Hay muchas personas que guardan en su armario cosas innecesarias, objetos que esperan tener que utilizarlos algún día y mientras tanto mantienen sin utilidad.

Pocas veces piensan que alguien más pueda necesitar eso que a ellos no les sirve, no por ahora, y que seguramente luego podrán volver a conseguir.

Por otro lado, y yendo más allá de lo material, hay personas que guardan en su interior sentimientos hermosos, chistes por contar, experiencias por compartir, lecciones por enseñar, y quién sabe cuántas cosas más que podrían ayudarle a alguien a ser mejor, a sonreír
Pero pasa lo mismo que con el armario. Se guardan todo esperando “el momento indicado” para sacarlo a flote.

La generosidad, es saber qué todo momento es indicado, es tener la conciencia de que con nuestra vida podemos hacer felices a otros, podemos producir sonrisas en rostros amargados, podemos dar sin esperar nada a cambio, solamente un sincero “¡Gracias!” 

“Generosidad es un concepto que procede del latín generosĭtas y que refiere a la inclinación a dar y compartir por sobre el propio interés o la utilidad. Se trata de una virtud y un valor positivo que puede asociarse al altruismo, la caridad y la filantropía.”


Con Quién Andas


“Se puede deducir los gustos y aficiones de alguien por los amigos y ambientes que frecuenta. Del mismo modo, este refrán advierte de la gran influencia que ejerce en el comportamiento o en las costumbres de alguien las compañías de los demás, ya sean buenas o malas”.

El desarrollo de una consideración generalmente aceptada de que tal persona cuenta con un criterio lo suficientemente amplio y consolidado como para actuar con absoluta independencia de influencias externas tanto de individuos como de grupos o asociaciones hace que tal proceder en el que manifiesta sus inclinaciones o preferencias, no se perciba por los demás como un indicio de que todo lo que haga o diga pueda estar sujeto a algún tipo de presión o condicionamiento.

Ahora bien, todo cuánto hagamos, de alguna manera refleja una tendencia de comportamiento que bien puede llevar a prejuicios y confusiones en todos aquellos que suelen mostrarse un tanto proclives a destacar las aristas consideradas negativas o polémicas en nuestro accionar.

Recordemos aquel viejo dicho que sentencia en cuánto a nuestras inclinaciones:
“tanto va el cántaro a la fuente que al final ciertamente se rompe.”

“El hecho de andar con cualquier persona y ser juzgado por ello, es producto de las etiquetas y juicios creados desde la discriminación, la discriminación no es más que el deseo de los hombres y mujeres por ser mejores que otras personas, en una ilusoria competencia por obtener un estatus social, que se convierte en un grillo innecesario, y que nos hace sufrir sin necesidad, las personas no son buenas o malas, sencillamente somos todos diferentes y si podemos saltar estos prejuicios, les aseguramos que van a obtener un montón de beneficios.  


No serás exitoso por tener amigos exitosos si tu personalmente no te lo propones, al igual que no serás pobre por tener amigos pobres a menos que tu decidas dejarte caer en la pobreza”.

“Las amistades, los amigos y las relaciones, son una fuente de recursos muy positiva de apertura de nuestra mente a cosas diferentes, por el contrario en vez de ser como los otros, adquirimos la capacidad de adaptarnos y de expandir nuestra mirada más allá del mundo que conocemos, conocer diferentes costumbres, hábitos y creencias, sin duda tendremos una mente más abierta y una cultura más enriquecida”.
“Sin temor a equivocarnos, podemos decir que las costumbres y los hábitos no son contagiosos, al permitirnos conocer todo tipo personas adquirimos más de lo que estamos perdiendo, jamás dejaremos de ser nosotros en ninguna situación, por el contrario, podremos hacer añadiduras a nuestro repertorio conductual, siempre administrado por nosotros mismos”.

“Como podrás haber visto nuestro conocido refrán no es cierto, pero lo que sí es muy cierto es el hecho de que, si sabes quién eres puedes con facilidad andar con quien quieras, y hacer de cada experiencia una aventura enriquecedora, desmontar el tabú de que debes cuidar tus amistades, pasa por entender que lo bueno o malo lo escoges tú, que tu moral y juicio es tu responsabilidad y que las opiniones de los otros no pueden sesgarte para vivir tu vida. 

Adelante, permítete andar con quien quieras sin ser más que tú”
Psicología  Reflexiones           por Sonia Ceballos


El Esfuerzo



 “La dedicación es el esfuerzo que nosotros mismos queremos y deseamos ponerle a las cosas que nos proponemos y si es así lo lograremos”  - Comentario

Cuando se trata de pretender alcanzar los objetivos que nos hayamos propuesto deberemos tener muy claro la crucial diferencia que significa ese “enorme  agujero negro” que se nos antepone en el intento, nos referimos a estar dispuesto a experimentar “en carne propia” lo que significa “ el querer ser” y “el poder ser” lo que implica  ni más ni menos que tener que superar todos los límites, se dice que “querer es poder” nuestra dedicación a lo que nos hayamos propuesto nos ha de requerir todo ese esfuerzo y seguramente mucho más.

“Es la actitud de ser firme en alcanzar un objetivo, en momentos que uno se propone llegar a un final definido por el mismo, es ese antelogro en el que se basa el hombre para formar parte de una vida con perseverancia en su mismo cuestionamiento, es querer algo que uno se autopropone, motivando así esta virtud conocida como la perseverancia y llevándola a una satisfacción o a algo ya alcanzado."


Solo aquellos que han sabido superar sus propias limitaciones, que han encontrado en ese esfuerzo adicional requerido, la fuerza y la convicción que tal determinación conlleva, saben en su fuero íntimo, de la enorme satisfacción que sólo el deber cumplido puede provocar.


Comprometidos


En nuestros contactos que permanentemente realizamos, vamos creando distintas modalidades de relacionamiento mutuo, muchos de los cuales implican acuerdos de hecho, en posiciones sobre diversos temas que hacen a la manera de manifestarnos en forma conjunta.

Resulta algo obvio mencionar que cuando acordamos compartir una determinada posición, lo que realmente está en juego es el grado de credibilidad de los actores en cuestión situación que implica un comportamiento acorde con “la palabra empeñada” asumiendo las posturas resultantes de tal acuerdo como lo que debe ser, un compromiso.

“Se dice que una persona se encuentra comprometida con algo cuando cumple con sus obligaciones, con aquello que se ha propuesto o que le ha sido encomendado. Es decir que vive, planifica y reacciona de forma acertada para conseguir sacar adelante un proyecto, una familia, el trabajo, sus estudios, etc.

Para que exista un compromiso es necesario que haya conocimiento. Es decir, no podemos estar comprometidos a hacer algo si desconocemos los aspectos de ese compromiso, es decir las obligaciones que supone. 

De todas formas se considera que una persona está realmente comprometida con un proyecto cuando actúa en pos de alcanzar objetivos por encima de lo que se espera.

En una familia, por ejemplo existen diferentes grados de compromiso, de acuerdo al rol que cada persona ocupa dentro del grupo.

Los padres tienen la obligación no sólo de proporcionar a sus hijos los medios materiales para subsistir, sino también espirituales, es decir deben acompañarlos, apoyarlos, conversar, jugar con ellos. Por otro lado, tienen un compromiso con su pareja con quien deben tener una relación de mutuo respeto, avivar el amor y cuidar todos los aspectos de la relación, ir de paseo juntos, disfrutar del tiempo de pareja, ser cariñosos y cuidarse entre sí.”


Nuestra Mente


Nuestra Mente nos define  como personas realizando una especie de “reciclado” de todo aquello que se nos introduce a través de las escenas y sonidos los cuales constituyen una verdadera invasión de los medios informativos especializados que tienden a saturar nuestro pensamiento, condicionándolo, sino estamos atentos, a una elección errónea de lo que entendamos deba ser realizado.

Una minuciosa  selección “de todo lo que nos entra” nos ayudará a saber “separar lo vital de lo trivial” poniendo un necesario “punto de equilibrio” en todas aquellas acciones que nos determinen y definan como “personas socialmente integradas y participativas”

Pensar ‘en positivo’ es hoy un concepto que pertenece al lenguaje corriente. Utilizamos a menudo frases que nos recuerdan que la calidad de los pensamientos determina la calidad de la vida. Sabemos que alimentar pensamientos sombríos y autolimitadores se suele traducir en realidades oscuras y frustrantes, y a la inversa.
Somos lo que pensamos y por eso es muy importante reeducarnos a nosotros mismos para sustituir las ideas negativas grabadas en nuestra mente quién sabe cuándo, por otras impregnadas de positividad y elegidas libremente. Se trata de hacer limpieza de pensamientos y creencias que nos atascan el crecimiento interior y el derecho a vivir mejor.
Los pensamientos crean la realidad. Si esta afirmación te suena rara, fíjate en que todo lo que nos rodea fue un pensamiento en la mente de alguien antes de convertirse en algo real. Coches, ciudades, inventos, carreteras. Todo existió como pensamiento antes de ser tangible.
La energía mental es una fuerza muy poderosa. Los pensamientos atraen energías que le son afines, multiplicándolas. Este proceso hace que los pensamientos marquen la pauta de lo que ha de ser creado.
El impulso de las emociones los mueve y los proyecta hacia fuera, haciéndolos salir del mundo interno hacia el mundo externo. Cuanto más intensas y claras sean tus emociones, antes se creará lo que tienes en mente.
“Son nuestros pensamientos lo que nos hacen lo que somos. Nuestra actitud mental es el factor X que determina nuestro destino. Emerson dijo: “Un hombre es lo que él piensa durante todo el día”. ¿Cómo él podría ser otra cosa? Yo sé ahora, con una convicción que no admite duda, que el mayor problema que usted y yo encaramos en realidad, casi el único problema, es la elección de los pensamientos acertados. Si somos capaces de esta elección, estamos en el camino que conduce a la solución de todos nuestros problemas.

Marco Aurelio, el gran filósofo que gobernó el Imperio Romano, resumió esto en ocho palabras; son ocho palabras que pueden determinar nuestro destino: “Nuestra vida es la obra de nuestros pensamientos”. Sí, si tenemos pensamientos felices, seremos felices. Si tenemos pensamientos desdichados, seremos desdichados. Si tenemos pensamientos enfermizos, caeremos probablemente enfermos. Si pensamos en el fracaso, seguramente fracasaremos. Si nos dedicamos a compadecernos, todo el mundo huirá de nosotros”.

Cuando nos sentamos a escribir nuestro pensamiento cual si fuese una esponja “nos demuestra todo lo que ha absorbido” es nuestra mente la que pone orden en todas esas cosas dictándole a nuestro intelecto todas las emociones contenidas que pretendemos transmitir.


lunes, 26 de agosto de 2019

Solidarios

En las noticias que aparecen en los medios de comunicación se aborda el tema de la solidaridad con bastante frecuencia (la propuesta de ayuda al tercer mundo con el 0,7% de PIB nacional o el problema de los refugiados son dos claros ejemplos).

Si bien la solidaridad es un valor ético, en ocasiones se lleva a término de manera cuestionable (por ejemplo, cuando la ayuda que se otorga obedece más a razones de imagen y no como un compromiso auténtico).

La solidaridad implica inicialmente una ayuda desinteresada a los demás. Sin embargo, en ella hay un claro componente de utilidad. De hecho, si ofrecemos nuestra generosidad nos vamos a sentir mejor con nosotros mismos y, por lo tanto, vamos a salir ganando de alguna manera.

Por último, la solidaridad es una consecuencia lógica de la dimensión social del ser humano. En este sentido, tenemos el impulso natural de satisfacer nuestras necesidades pero al mismo tiempo sentimos empatía por los demás y este sentimiento es el origen de la acción solidaria.

Publicado por Hugo w Arostegui en 17:12 
Se conoce con el término de solidaridad a aquel sentimiento o también considerado por muchos un valor, a través del cual las personas se sienten y reconocen unidas y compartiendo las mismas obligaciones, intereses e ideales y conformando además uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la ética moderna. A instancias de la Sociología, el término solidaridad goza de una especial participación en dicho contexto, siendo, como dijimos, un sentimiento que supone la unidad de los lazos sociales que unirán a los miembros de una determinada sociedad.

De este modo se dice que una acción es solidaria cuando está orientada a la satisfacción de las necesidades de los otros y no a las propias. Así, la idea de solidaridad expresa el apoyo a una causa ajena. En ese sentido, se trata de un tipo de ayuda o colaboración que viene precedida por un sentimiento de empatía por las circunstancias de los demás.

La solidaridad se puede entender desde una perspectiva individual y colectiva y, por otro lado, como un fenómeno sociológico relacionado con la dimensión moral del ser humano.

El plano individual

Si alguien toma la decisión de ayudar a otra persona o a un colectivo necesitado está realizando una acción altruista y generosa, ya que renuncia a una parte de su dinero o de su tiempo para destinarlo a quien más lo necesita. Hay muchas formas de ejercer este tipo de acciones: a través de una simple limosna, ejerciendo como voluntario en una entidad social, enviando una cantidad de dinero a una ONG o haciendo una donación económica significativa como la que la realizan algunos filántropos.

El plano sociológico

El sociólogo francés Emil Durkheim hizo una distinción entre la solidaridad mecánica y la orgánica. La primera se refiere a la colaboración propia de los clanes primitivos, en la que los individuos establecen lazos comunitarios y sentimientos colectivos que propician la ayuda mutua. La solidaridad mecánica, en cambio, es propia de las sociedades complejas y se lleva a término entre individuos que no son semejantes sino que tienen diferencias significativas.

Algunas valoraciones sobre el concepto

El concepto de solidaridad nos recuerda que existe su cara opuesta, la insolidaridad. Las dos tendencias forman parte de la condición humana y en algunas ocasiones se presentan al mismo tiempo, por ejemplo en la guerra (la guerra en sí misma implica la destrucción del oponente pero en ella se producen acciones altruistas y desinteresadas).

La idea de solidaridad la encontramos en diversos contextos. Así, en la mayoría de tradiciones religiosas hay propuestas afines a la solidaridad (recordemos la compasión o la caridad del cristianismo). Si nos situamos en las coordenadas de la reflexión ética encontramos debates sobre el concepto (por ejemplo, la discusión sobre el altruismo versus egoísmo). Por otra parte, en la propia idea del estado se puede percibir un sentido de la solidaridad (por ejemplo, las acciones promovidas por la administración que tienen como objetivo ayudar a los más desfavorecidos).

En las noticias que aparecen en los medios de comunicación se aborda el tema de la solidaridad con bastante frecuencia (la propuesta de ayuda al tercer mundo con el 0,7% de PIB nacional o el problema de los refugiados son dos claros ejemplos).

Si bien la solidaridad es un valor ético, en ocasiones se lleva a término de manera cuestionable (por ejemplo, cuando la ayuda que se otorga obedece más a razones de imagen y no como un compromiso auténtico).

La solidaridad implica inicialmente una ayuda desinteresada a los demás. Sin embargo, en ella hay un claro componente de utilidad. De hecho, si ofrecemos nuestra generosidad nos vamos a sentir mejor con nosotros mismos y, por lo tanto, vamos a salir ganando de alguna manera.

Por último, la solidaridad es una consecuencia lógica de la dimensión social del ser humano. En este sentido, tenemos el impulso natural de satisfacer nuestras necesidades pero al mismo tiempo sentimos empatía por los demás y este sentimiento es el origen de la acción solidaria.

El Valor Persona


Todos y cada uno de nosotros posee determinadas cualidades que la distinguen del resto de los mortales, como portadores de una identidad única e insustituible, todo lo que hagamos o dejemos de hacer será algo que difícilmente pueda pasar inadvertido, es esa impronta individual la que nos hace esencialmente vitales en nuestra capacidad de potenciar esta condición de ser “una fuente de agregar valor” a todo aquello que pudiese estar sujeto a nuestra intervención.
“El verdadero valor de una persona no se encuentra en su inteligencia, ni en sus talentos, ni en sus habilidades, ni siquiera se encuentra en sus principios…
El auténtico valor de una persona, el más valioso, el que es exclusivo, inconfundible, el que es innato al gran ser humano, es esa capacidad tremendamente generosa de situarse en el lugar del otro, de olvidarse de uno mismo, de sustituir el YO por encima de todo a al TÚ como una misma parte.
De postergar ser el centro del universo por empatizar con tus semejantes.
De sustituir la falsa necesidad de nuestro ego por la bondad de prestar ayuda a los demás.
De desatender nuestros arduos deseos por atender las necesidades de los que de verdad te necesitan en ese momento.
Esa cualidad, que es tan escasa en la actualidad, es la que más valor tiene, porque en un mundo tan superficial y caótico como es el actual, donde cada cuál camina en soledad y mira por si mismo, es realmente difícil encontrar a personas que no solamente se preocupen por ti sino que se ocupen de hacerte sentir feliz.
Sentir empatía requiere de un grado de atención cuantioso, de un esfuerzo extraordinario de observar al otro.
Seamos más humanos y desarrollemos nuestra empatía, situémonos en el lugar del otro e intentemos comprenderlo en cada situación. Las relaciones humanas funcionarían mucho mejor si practicáramos la escucha activa desde nuestro corazón y apreciáramos de verdad los sentimientos y necesidades de los demás.
Pregúntate todos los días, ¿qué puedo hacer hoy para que los demás se puedan sentir mejor?”      

Dignos De Confianza



Se dice que una de las tareas más nobles y gratificantes que podamos realizar es aquella mediante la cual podemos asumir la custodia de nuestros semejantes.

A lo largo de nuestra vida todos hemos tenido la oportunidad de relacionarnos con personas que nos han brindado lo mejor de sí cuyo ejemplo de amor desinteresado y dedicación permanecen fuertemente asidos al sitial de los mejores recuerdos de nuestra memoria.

Estos personajes que bien pueden haber sido nuestros parientes, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc. etc. han intervenido en nuestras vidas cual si fuesen ángeles y de hecho lo han sido, tal como si fuesen asignados para “estar presentes” en aquellos momentos en que quizás, sin darnos cuenta, más les necesitábamos.

Que podamos vivir de tal manera para que nuestras acciones nos habiliten para voluntariamente asumir nuestra responsabilidad de “ser guardas de nuestros hermanos” constituirnos en “los ángeles de la guarda” de todo aquel que por la causa que fuese se encuentre necesitando la “labor protectora” de nuestra custodia y servicio.

Que siempre tengas un Ángel a tu lado
velando por ti en todo lo que hagas,
recordándote que debes seguir creyendo
en días más luminosos encontrando la
forma para que tus deseos y tus sueños,
te lleven a lugares más bellos.

Dándote esperanza, que es más confiable
que el sol, otorgándote la fuerza de
la serenidad como guía.

Que siempre tengas un Ángel a tu lado,
alguien que te sostenga si te caes
estimulando tus sueños, inspirándote
felicidad, tomándote de la mano y
ayudándote a superar las dificultades.

Todos los días nuestras vidas se
encuentran en permanente cambio,
las lágrimas aparecen tanto
como las sonrisas.

A lo largo de los caminos recorridos, que la
distancia sea más placentera que solitaria.
Que recibas dones que nunca terminen,
alguien maravilloso a quien amar y un
amigo del alma en quien confiar.


La Segunda Milla


"los dioses tienen el más excelso de los dones: la posibilidad de formar un mundo de la nada"

La vida en su transcurso es como el agua que se enriquece en su constante movimiento, cuando el agua se detiene, se estanca, cuando el agua se estanca se escurre entre las grietas de las sequías del pasado y luego languidece y se evapora cuando es agredida por las inclemencias del presente.

Así somos nosotros, nuestra vida cobra sentido cuando fluye en pos de su consolidación como “criatura humana,” lo mejor del hombre solo puede ser considerado cuando alcanza los niveles que de alguna manera “justifican” la razón de su existencia, cuando “se descubre a sí mismo” en ese fluir constante hacia el “esfuerzo supremo” de la excelencia.

En la lectura de las enseñanzas que han preservado su vigencia a través de los siglos se nos enseña que cuando nos sentimos “golpeados en la mejilla” por los avatares o dificultades que encontramos en nuestro camino, lejos de “detenernos en la lamentación y la búsqueda de consuelo” lo que debemos de hacer es “presentar la otra mejilla” y continuar adelante.

Esta “segunda milla” es mencionada como ese “esfuerzo adicional” tan vital como necesario para consolidar esa constante determinación que hace la gran diferencia entre lo que pueda ser considerado “normal” para nuestra mejilla “tan vulgar como la que puedan enfrentar otras personas” y la rebeldía de no aceptar ninguna claudicación de nuestra voluntad por alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.


Vamos a continuar que sí se puede.