martes, 5 de noviembre de 2019

Realidad De Los Mitos


"Enfocado en lo que tiene de vivo, el mito no es una explicación destinada a satisfacer una curiosidad científica sino un relato que hace vivir una realidad original y que responde a una profunda necesidad religiosa, a aspiraciones morales, a coacciones, a imperativos de orden social e incluso a exigencias prácticas."
Bronislav

Dice Mircea Elíade que el mito es una realidad extremadamente compleja, que podría abordarse e interpretarse de diferentes maneras, a menudo complementarias. EL mito contaría, en general una historia sagrada que relata un acontecimiento sucedido durante un tiempo primordial, la edad de oro, el fabuloso tiempo en el que todo comenzó. En este sentido, el mito cosmogónico es "verdadero" puesto que la existencia del mundo está ahí para demostrar que el mito ha sucedió y sucede: el mito de la muerte existe puesto que la mortalidad humana así lo prueba.

Existirían, sin embargo, dos categorías de narraciones mitológicas, las que se refieren al "tiempo primordial" cuyas historias suponen una modificación sustancial del mundo cotidiano y los relatos cuyos acontecimientos no implicaron una consecuencia drástica para la condición humana.

Respecto a la primera de estas categorías es posible afirmar que el tipo mítico conforma una realidad fuera de la realidad, transfigurada por la intervención de Seres Sobrenaturales. En algunas culturas, el individuo, al participar de la experiencia que lo pone en contacto con este saber mitológico se inserta e integra en ese tiempo fabuloso haciéndose contemporáneo de los acontecimientos evocados.

"Vivir" los mitos supone una experiencia religiosa puesto que se diferencia de la experiencia de la vida cotidiana. La religiosidad de la experiencia mítica se debe a la actualización de los acontecimientos fabulosos, exaltantes y significativos; se asiste nuevamente a las obras creadoras de los Seres Sobrenaturales. Los mitos "revelan" que el mundo, el hombre y la vida tienen un origen y una historia sobrenatural y que esa historia es significativa y ejemplar.


Excepticos


Si voy a mi oficina es únicamente para tener el privilegio de volver luego a casa paseando con Gödel
Albert Einstein (1879-1955), físico germano-estadounidense

 ¿Quién era esta persona a la que Einstein tenía en tanta estima? Pues únicamente el lógico más brillante desde Aristóteles, muy posiblemente la mente más preclara del siglo XX, y sin ningún género de dudas una de las personas que cambió nuestra concepción de la realidad.

Mucho más joven que Einstein, Kurt Gödel era de los pocos a los que el gran maestro de Ulm consideraba entre sus iguales, y ciertamente se encontraba entre los muy pocos con el empaque intelectual para permitirse darle la réplica en sus legendarias conversaciones sobre física y matemáticas. Gödel compartía con Einstein su genialidad y su oposición a las líneas de pensamiento dominantes en la época.

Al igual que la Teoría de la Relatividad demolió la idea de un espacio y un tiempo independiente, absolutos, e inmutables, sus Teoremas de Incompletitud cambiaron el rumbo de la filosofía y las matemáticas, demostrando la inherente inaprehensibilidad del concepto de verdad matemática absoluta y completa. Y al igual que Einstein se alejó de la mayoría de comunidad física al oponerse a la teoría cuántica como modelo final del Cosmos, Gödel hizo lo propio al aferrarse a sus ideas platónicas sobre las matemáticas.

La vida de Gödel nunca fue simple, empezando por la relación afectiva con la que se convertiría en su mujer (que contó con la oposición de la familia de Gödel), continuando por la anexión de Austria por la Alemania Nazi (que motivaría finalmente su huida cuando estalló la Segunda Guerra Mundial), y terminando con el deterioro de su salud mental en sus últimos años en los EE.UU. De esta última época se cuentan historias acerca de sus temores paranoicos (que finalmente acabarían por causarle la muerte por inanición), pero prefiero quedarme con la genial anécdota de su nacionalización estadounidense.

Siendo alguien que se tomaba las cosas realmente en serio, aunque se pudiera tratar de meras formalidades, decidió estudiar en detalle la Constitución de los EE.UU. para su examen de nacionalización. El día antes del mismo llamó a Oskar Morgenstern -brillante matemático de origen alemán, padre de la Teoría de Juegos- muy nervioso; había descubierto una inconsistencia lógica en la Constitución por la que se podía instaurar una dictadura en los EE.UU. Morgenstern intentó calmarle, temeroso de las consecuencias que un comentario sobre eso podría tener sobre sus posibilidades de nacionalizarse. Al día siguiente el propio Morgenstern y Einstein acompañaron a Gödel, intentando distraerle para que olvidara el asunto. El juez Philip Forman, impresionado por el dúo de genios que hacían de padrinos les permitió quedarse durante el examen. En el desarrollo del mismo le pregunto a Gödel “Vd. tenía la nacionalidad alemana hasta ahora, ¿no?” -“Austriaca” le corrigió Gödel; “Es igual” -prosiguió el juez- “aquello fue durante una horrible dictadura, pero afortunadamente eso no puede pasar aquí“; “¡De ninguna manera, yo puedo demostrarle que sí!” afirmó Gödel, que comenzó a explicarle el mecanismo que había descubierto. 

Afortunadamente, el juez Forman le interrumpió, y Einstein y Morgenstern consiguieron calmar a Gödel, que poco más tarde juraría su nueva nacionalidad. Es aún un misterio qué fue lo que Gödel había descubierto. Algunos expertos apuntan que podría tratarse del Artículo V que describe cómo se cambia la Constitución, pero no pone límites en dichos cambios, aunque es difícil creer que fuera algo tan relativamente simple lo que hubiera llamado la atención de Gödel.

La fascinación de Gödel por el pensamiento puro le llevó a analizar lo que el consideraba la cuestión filosófica por excelencia: el tiempo. Su conclusión fue, como casi todo en él, extrema pero sólida en sus términos. Para Gödel el tiempo -tal como intuitivamente se entendía, con su noción de pasado y futuro- no existía. Esta idea general la plasmó en una solución a las ecuaciones de campo de Einstein que no daba lugar a un universo estático (como Einstein erróneamente postulaba inicialmente), ni a un universo en expansión (como Lemaître descubrió, de manera consistente con la observación), sino a un universo en rotación en el que era posible viajar al pasado, lo que elimina la propia noción de pasado y futuro. Y si había un universo en el que esto era así (aunque no fuera el nuestro), el papel del tiempo se derruía, ya que dejaba de ser necesario en términos absolutos, y para Gödel lo que no era necesario, no era.


Kurt Gödel murió en 1978. Fue uno de esos genios irrepetibles cuya inteligencia desbordante alumbra el Universo, y que no aparecen todos los siglos. Gödel dejó de estar entre nosotros, pero como Palle Yourgrau sentenció, “en un sentido profundo, todos vivimos en el Universo de Gödel”.


lunes, 4 de noviembre de 2019

Cuando Nos Viene La Apatía

En el lenguaje más coloquial, la apatía se expresa como un concepto mucho menos virtuoso: se le relaciona con la pereza, depresión y la actitud de abandono personal, en el más oscuro de los sentidos.

En teoría la apatía no constituye en sí una enfermedad, pero podría ser muchas veces una puerta de conexión con el círculo vicioso de la depresión, en especial si no se es capaz de vencerla, dejando que invada cada pensamiento y aplaste cada sentimiento hasta condicionar cada conducta.

Los síntomas más característicos de la apatía son:

     »Una pérdida de interés hacia las cosas que antes hacían disfrutar a la persona.
     »El sentirse triste, decaído emocionalmente o cabizbajo.
     »El abatimiento.
     »El sentimiento de indignidad.
     »La culpa.
     »La soledad del aislamiento.
     »La falta de la motivación.
     »La fatiga fácil.


La gente apática creen que son inadecuados o inútiles, atribuyen sus experiencias desagradables y sus futuros fracasos como defecto que consideran estigmático, aun en los casos en los que saben que es transitorio. Consideran que el mundo vive planteándoles exigencias que exceden su potencial y poniéndoles obstáculos que interfieren en el logro de sus metas.

Tal parece que no existe solución, pero si existe una salida para todo esto: para salir de la apatía se debe hacer uso de la voluntad, tener la voluntad para ver de otra manera las cosas. Recuerde la solución es el uso de la voluntad

Manejo Del Tiempo

El tiempo y su manejo son un asunto altamente subjetivo. Cada cultura, e incluso cada persona, trata de clasificarlo en etapas bien demarcadas, pero aun así resulta imposible hacerlo.


¿Hasta dónde llega la infancia? Antes decían que hasta los siete años cuando se alcanzaba “el uso de la razón”. Ahora sabemos que puede llegar hasta los 90 años, aunque el cuerpo no lo sepa.
Así como a veces aparecen chicos de 10 años que se hacen preguntas trascendentales sobre el mundo y su sentido, también encontramos personas de 70 años que se enojan si alguien les niega un chocolate.

Hace unas cuantas décadas las personas de 20 años estaban listas para casarse y formar un hogar. Hoy en día esto se considera un exabrupto. Si consultamos lo que ocurre en la realidad solo podemos llegar a la conclusión de que en verdad nunca es demasiado temprano, ni tampoco demasiado tarde para la mayoría de experiencias en la vida.

“Volver a empezar, aún no termina el juego. Volver a empezar, que no se apague el fuego. Queda mucho por andar. Y que mañana será un día nuevo bajo el Sol. Volver a empezar”.
-Alejandro Lerner-

La rutina y los cambios
Aquello de que “Loro viejo no aprende a hablar” es válido seguramente para los loros, pero no para los seres humanos.

Estamos dotados de un cerebro con infinitas posibilidades. Es muy cierto que se hace más lento con los años, pero nunca se vuelve ineficiente del todo, excepto con la muerte.

Muchas veces nuestra vida no corresponde a lo que en verdad deseamos que sea. Es fácil dejarse atrapar por la rutina y los compromisos, y pensar que vivir es cumplir con el trabajo, sobrellevar una familia medianamente feliz y tener alguno que otro escape para la diversión.

Aunque la mayoría de nosotros ha soñado con aprender a interpretar un instrumento musical, o volverse a enamorar, o realizar un extraordinario viaje, 

Mientras la rutina permanece inalterada, trabajamos más en mantenerla intacta que en romperla. Pero la vida es dinámica y a veces, sobrevienen cambios que no teníamos previstos.

Esos momentos de cambio nos recuerdan que el tiempo no es una línea continua y ascendente. Pero también nos evocan todo lo que podríamos llegar a ser o a hacer cuando vemos que la siguiente página de nuestras vidas está completamente en blanco.

Siempre podemos renovarnos
Lo bueno de las crisis es que nos obligan a examinar los diferentes rumbos que puede tomar nuestra vida. A veces, sencillamente es imposible volver al estilo de vida que llevábamos, bien sea porque hay un factor externo que lo impide, o porque sentimos que no podemos seguir viviendo como veníamos haciéndolo.

En esos momentos de cambio es cuando puede aparecer una suerte de maravillosa locura que siempre hemos llevado dentro. Nos preguntamos entonces “¿por qué no?” ¿Por qué no ir a buscar a esa persona con la que tuvimos un distanciamiento, pero que sigue teniendo un lugar importante en nuestras vidas? ¿Por qué no dejar de una vez por todas ese trabajo que parece inventado por nuestro peor enemigo? ¿Por qué no aprender a tocar piano, como tantas veces lo soñamos? ¿Por qué no abrir los brazos a un nuevo amor y buscarlo en entornos hasta ahora desconocidos para nosotros?

Cuando de renovarnos se trata, lo único importante es tomar la decisión.

Tenemos la tendencia a apegarnos más de la cuenta al estilo de vida que solemos llevar. Nos cuesta trabajo creer que es posible vivir de una manera diferente. Desconocemos hasta dónde somos capaces de llegar cuando arde la llama de un nuevo deseo de cambio.

Nunca es tarde para vivir, ni para amar, ni para aprender, ni para soñar. En esos terrenos somos eternamente adolescentes. Ahí vive siempre el eterno aventurero valiente que todos llevamos dentro y que saldrá a buscar buena fortuna si reconocemos que mientras estemos vivos, el tiempo nos pertenece.

Los Sometidos

Se entiende por sometimiento a aquel acto mediante el cual una persona maltrata a otra, la obliga a hacer algo contra su voluntad, la fuerza, la hace sentir profundamente mal. El sometimiento parte de un sentimiento de perversión que hace que una persona (conciente o inconscientemente) se sienta superior al otro y disfrute con placer el maltratarlo. Si bien el sometimiento entre animales también existe, el peligro del sometimiento entre humanos reside en el hecho de que al ser conciente muchas veces se genera un sentimiento de adicción o de goce que el que somete desarrolla, por lo cual se vuelve el sometimiento un acto común y cada vez más exacerbado.


Se entiende por sometimiento a aquel acto mediante el cual una persona maltrata a otra, la obliga a hacer algo contra su voluntad, la fuerza, la hace sentir profundamente mal. El sometimiento parte de un sentimiento de perversión que hace que una persona (conciente o inconcientemente) se sienta superior al otro y disfrute con placer el maltratarlo. Si bien el sometimiento entre animales también existe, el peligro del sometimiento entre humanos reside en el hecho de que al ser conciente muchas veces se genera un sentimiento de adicción o de goce que el que somete desarrolla, por lo cual se vuelve el sometimiento un acto común y cada vez más exacerbado.

Los psicólogos y analistas describen al sometimiento como una actividad normal o común entre seres que pertenecen a una misma comunidad o no. El sometimiento no sólo daña la psiquis y muchas veces también el físico del que lo sufre si no que además genera una sensación adictiva de placer y de superioridad en aquel que lo ejerce. Si bien el sometimiento puede no estar basado en la violencia física, siempre supone algún tipo de violencia psicológica o emotiva desde el momento en que una persona obliga o fuerza a otra a hacer algo contra su voluntad. Además, el sometimiento implica siempre un alto nivel de degradación, humillación y negación del que es sometido.

El sometimiento es hoy en día una forma común de actuar especialmente entre algunos grupos sociales, por ejemplo desde el hombre hacia la mujer, desde los ricos hacia los humildes, desde los que poseen conocimiento hacia los que no, etc. Sin embargo, a lo largo de la historia de la Humanidad ha desarrollado el hombre actos que implican alguna forma de sometimiento, incluso en niveles que hoy en día no son aceptables. Tal es el caso de la esclavitud o de la servidumbre, ambas dos formas de trabajo forzadas que impedían al individuo actuar libremente y que lo sometían a los deseos y prácticas violentas de sus amos o de quienes poseían poder sobre ellos. Las guerras han sido también históricamente formas 'justificadas' de ejercer sometimiento sobre las poblaciones vencidas.

Prudencia


A veces rendirse no es de cobardes, sino de valientes. Piensa que no siempre rendirse significa falta de valor, sino todo lo contrario: coraje, prudencia, inteligencia emocional. Es más, en algunas circunstancias de la vida el valor necesario para poner un punto y final es mayor que el se necesita para continuar con la historia.

Dejar de oponer resistencia puede ser una buena solución y, en ocasiones, la única salida que tengamos. Y no, no significa que nos sometamos a algo o a alguien ni que nos quedemos sin fuerza como dice el diccionario. Sin embargo, ceder ante alguna adversidad suele ser juzgado por los demás como un acto negativo que nos retrata como débiles, cuando no como cobardes.

La cobardía y la prudencia son dos actitudes distintas
Casi por inercia muchos tendemos a calificar, etiquetar y confundir actitudes que podrían explicar una misma conducta. Este es el caso de ser un cobarde y el de ser prudente. Cualquiera de las dos actitudes podrían explicar que alguien abandonara un proyecto. Sin embargo, si nosotros nos encontramos en este proyecto será más fácil que expliquemos su marcha por cobardía para evitar una disonancia cognitiva -una falta de sincronía entre lo que hacemos y lo que pensamos- molesta para nosotros.

Prácticamente toda situación novedosa, responsabilidad o cambio conlleva un miedo, menor o mayor, y todos somos conscientes de ese miedo cuando estamos ahí. Sin embargo, hay personas que por encima de ese miedo valoran que continuar es una mala opción para ellas y por ello no son cobardes. De hecho en muchos casos son valientes porque para ellas quizás era más sencillo continuar y lo complicado era no hacer lo que los demás esperaban.

“El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz”
-Séneca-

Mordidos Por La Lengua

Sabemos que la lengua no mastica, y sin embargo, es capaz de morder. A veces con palabras, otras con el tono, y a menudo, con esas frases cobardes que van de oído en oído y siempre de espaldas. Porque a quien le falta músculo en el corazón le sobra en la lengua, siempre tan ágil, siempre dispuesta a desplegar sus artes.


Resulta curioso cómo a pesar de que la palabra sea en realidad el lenguaje del cerebro y el resultado de nuestra evolución como especie, seamos capaces de utilizarla aún para hacer daño. Esa área tan afinada y sutil como es nuestro mundo emocional aún no ha cogido las riendas para aprender a ser más empáticos. Más cercanos.

Personas capaces de convivir y no de alzar cercos mediante los rumores, las agresiones verbales o los desprecios.

“La lengua es como un cuchillo afilado: mata sin sacar sangre”
-Buda

Algo que todos sabemos es que la lengua es capaz de herir con la misma intensidad que los palos y las piedras. Puede que el ser humano haya evolucionado de forma notable, no hay duda. Ahora somos entidades sofisticadas, más hábiles, más aptas y destinadas a sobrevivir en un contexto igual de cambiante y exigente que el de nuestros antepasados. Sin embargo, hay varios aspectos que nos obligan a reflexionar, a hacer un pequeño acto de conciencia.

Hace años que hemos dado ya un nuevo salto como especie. Hemos abierto el camino a la era digital. Ahora bien, más allá de potenciar aún más la conexión entre el propio ser humano y sus semejantes, las nuevas tecnologías lo que consiguen, en ocasiones, es todo lo contrario.

La lengua encuentra en este escenario un sutil anonimato para deleitarse, para 
ejercer y provocar a través de la palabra -le bastan 140 caracteres- daños auténticos. Heridas que a veces ocasionan serias consecuencias y en las que la responsabilidad queda difuminada.

¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué “mordemos con la lengua” hasta el punto  de destruir vidas ajenas?
La palabra que hiere: un dolor real

Hay momentos en que la ira nos consume. En que la tensión del momento nos hace decir en voz alta la palabra menos apropiada. La que rompe todas las piezas que conforman el corazón de la persona que tenemos en frente, y a la que por supuesto queremos. Porque tal y como suele decirse, siempre será mejor optar por el silencio en un momento de tensión, que lamentar 100 años de posterior arrepentimiento.


Con ello queremos decir que todos, absolutamente todos, disponemos de ese poder. El de hacer daño a través de la lengua. A través de la palabra. Ahora bien, cuando decimos “daño” no hablamos solo de una simple metáfora. Porque el dolor emocional causado a través del lenguaje es real.


Soberbios



La palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros, es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.

La soberbia se diferencia del orgullo en que éste último es disimulable, apreciado cuando surge de virtudes o de causas nobles, y la soberbia manifiesta el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo, del ego. Se puede decir que el orgullo puede derivar para la soberbia. 

La soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a sí misma.

Popularmente, se llama también soberbia a la rabia o al enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad. Y es considerado por la teología católica uno de los siete pecados capitales.

Manifestaciones del orgullo en grado de soberbia
Si una persona manifiesta algún tipo de rebeldía cuando no quiere obedecer, su orgullo se ha transformado en soberbia.
Si una persona es autoritaria al mandar, tiene envidia de los valores de los demás, critica a los envidiados, es una persona con soberbia.
La mayoría de los momentos con malhumor en la convivencia familiar y la mayoría de los enfados derivan de un orgullo individual que se ha transformado en soberbia.

Las personas con soberbia nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.

Frases sobre la soberbia
"El oro hace soberbios, y la soberbia, necios." Proverbio

"Un día será el mundo con su impersonalidad soberbia contra mi extrema individualidad de persona, pero seremos uno solo." Clarice Lispector

"La soberbia es el vicio de los ignorantes." Leonardo Murialdo

"Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría." Salomón

"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder." José de San Martín


Seamos Amigos


“La amistad es lo más noble y hermoso. ¿Qué puede haber que brinde más fuerza a nuestra existencia? Constituye el tesoro más preciado que nos brinda la vida. Uno podrá tener mucha fama o riquezas, pero la vida que se transita sin amistades resulta árida y desconsolada. Acaba siendo una existencia egocéntrica, orientada a desviarnos del camino correcto.”

“Nacimos en este diminuto planeta situado dentro de un vastísimo universo, para compartir este preciso momento de la vida cósmica. Entre los siete mil millones de personas que habitan esta Tierra, constituye un raro hallazgo encontrar a alguien con quien poder establecer un lazo humano transparente y libre de opacidad. Alguien con quien uno pueda expresarse tal como es, auténtico y sin temores, para gozar de una comunicación profunda, de corazón a corazón, sin tener que enredarse en explicaciones que todo lo complican.”

“En todos los casos, recuerden que la clase de relaciones humanas que se establezcan dependerá sólo de ustedes. No interesa ‘cómo son los demás con uno’, sino ‘cómo es uno con respecto a los demás’. Nunca sean esa clase de personas que sólo está en las buenas y desaparece en cuanto surge el menor contratiempo. Sean cuales fueren las circunstancias, por favor, permanezcan siempre junto a sus amigos, con lealtad invariable.”

“Las relaciones humanas muchas veces son como la imagen que nos devuelve el espejo. A veces, uno piensa: ‘Ah, si él fuese menos agresivo, yo podría abrirme más’, ‘si ella no fuese tan hostil conmigo…’. Pero, al mismo tiempo, esa otra persona también se está preguntando: ‘¿Por qué tendrá que ser tan cerrada? Si se abriera un poco más, yo podría hablarle de un modo más amable…’. De ahí la importancia de que sea uno mismo el que entable el diálogo. Si, a pesar de eso, los tratan con frialdad, consideren que la persona realmente digna de lástima es la que actúa de esa forma. Por supuesto, hay situaciones en que los sentimientos superan toda posibilidad de control. En el corazón se producen movimientos y cambios que, a veces, no conseguimos manejar. Entonces, ¿qué hacer? 

Mi consejo es que no cambien sus principios de rectitud, que mantengan firme su individualidad, con la postura de no transigir, aunque los demás cambien. Aunque los ofendan o los defrauden humanamente, tengan la fortaleza y la integridad de jurarse que jamás harán sentir a otros como les ha tocado sentirse a ustedes.”

“Si bien uno se siente muy herido en sus sentimientos cuando le sucede algo así, tiene la posibilidad de entablar nuevos lazos de amistad con otras personas. Lo que no quisiera es que su corazón se cerrara y dejaran de creer en los demás. 

Es verdad que si uno no confía en nadie, tampoco correrá el riesgo de ser traicionado ni tendrá motivos para temer a la traición. Pero terminarán encerrando su vida en los estrechos confines de su propio mundo. En realidad, sólo el que ha pasado por los dolores más amargos puede abrazar a la gente con auténtica generosidad. Por eso no me canso de decirles que tengan fortaleza de espíritu. 

Y, si no, fíjense en el Sol: no toda la luz que irradia se refleja en las estrellas que brillan gracias a su luminosidad. También hay muchos rayos que llegan a lugares donde la luminosidad no tiene utilidad alguna. ¡Cuánta luz desperdiciada!, uno podría pensar. Pero el Astro Rey sigue inmutable, irradiando todo ese caudal de brillo sin escatimar nada. 

Alguien rechazará la luz de amistad que le ofrecen, por qué no, pero es probable que esa persona se aleje del camino de ustedes. Sin embargo, lo que quiero que rescaten es otro aspecto: que cuantas más luces ofrezcan a los demás, más brillará la vida de ustedes mismos. 

Lo importante es que sigan avanzando por el camino que hayan elegido transitar, sin pensar en lo que puedan decir los demás. Mientras se mantengan imperturbables, fieles a ustedes mismos, llegará un momento en que los demás comprenderán el sincero esfuerzo que han estado realizando. 


Encuentros Causales


Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad” Jorge Luis Borges

Nuestra vida se encuentra repleta de encuentros con los demás, ya sea con un familiar, un amigo, nuestra pareja o incluso un desconocido. Andamos continuamente encontrándonos con los otros, 

interaccionando con ellos, sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre la naturaleza y riqueza de estos contactos. Ya sea un pequeño instante, como largas horas conversando, cada uno de estos encuentros, lleva consigo mucha riqueza y crecimiento si nos detenemos a observarlos.

Dos personas se encuentran, dos mundos se encuentran
El encuentro entre dos personas, ya sea a través de la amistad, el amor o cualquier otro motivo, es algo complejo. Cada persona es un mundo, un misterio, con sus experiencias pasadas, sus características personales y sus miedos. Las relaciones con los demás por lo tanto son un misterio, un enigma.

Cuando dos personas se encuentran, es como si se creara un nuevo mundo a partir de ellas, con tan solo reunirse, una nueva existencia aparece, y es a través de este fenómeno cuando ambas personas comienzan a cambiar y transformarse, fruto de la relación que ha comenzado entre ellas. Así lo señalaba el famoso psiquiatra suizo Carl G. Jung, “El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman”. 

Y aunque en el comienzo tan solo se reúnan las periferias o superficies de éstas, si se gana intimidad o se vuelve más cercana, poco a poco pueden llegar a unirse sus centros o profundidades. Es decir, ya no son una persona y otra, desde el momento en el que se relacionan se forma como un compedio de todas sus interacciones, la esencia de la relación en sí misma.

La importancia de las interacciones
Cada persona responsable de un encuentro colabora con una palabra, una frase, un gesto o su silencio. Lo importarte es que nunca dejamos de comunicarnos, porque aun cuando no lo pretendemos y callamos, ya estamos enviando un mensaje al otro con nuestro silencio. Y sin embargo, muchas veces pasa desapercibida la riqueza de todo esto. Ya sea un encuentro agradable como uno desagradable, todo lo que sucede nos influye, permitiéndonos crecer de una u otra manera. Lo importante es que nos demos cuenta, que vivamos la interacción, y saquemos el jugo que ésta nos ofrece para avanzar en nuestro aprendizaje.

No es solo preocuparnos qué hay de bueno o malo en el otro, sino de ver cómo nos afecta, y qué podemos extraer de todo ello hacia nosotros. Sumergirnos en ese encuentro, y aprovecharlo para ir creciendo, dándonos cuenta de dónde erramos, cómo acertamos, que enseñamos o nos enseñan, siendo capaces de apreciar la belleza de la interacción, la capacidad de compartir.

Lo importante no es trabajar solo con nuestra experiencia, sino enriquecernos con la que nos enseñan, y aprovechar el momento para disfrutar de esa vivencia, positiva o negativa, pero que si somos conscientes jamás nos dejará indiferente porque aprenderemos de ella.


domingo, 3 de noviembre de 2019

Uno Somos Todos

Somos seres sociales, vivimos en un mundo rodeado de personas y de otros seres vivos. Cada paso que demos, cada sonrisa, cada mal gesto o bonito detalle, repercutirá en los otros. Y así a la inversa. Por esto, es crucial desarrollarnos en sociedad, solidarizar y por sobre todo ser empáticos, en nuestro diario vivir, los detalles pueden ser tan simples, y la recompensa maravillosa.


Compartimos con ustedes 12 hermosas frases, de grandes personajes, quienes han proclamado con su voz un verdadero sentimiento de amor por la humanidad:

1. “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.”
Martin Luther King, Jr.

2. “Solo puedes proteger las libertades de este mundo al proteger la libertad de otros hombres. Solo puedes ser libre si yo soy libre.” Clarence Darrow.

3. “Las grandes oportunidades para ayudar a otros rara vez llegan, pero las pequeñas, nos rodean todos los días.” Sally Koch.

4. “Ser libre no es sólo desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás.” Nelson Mandela.

5. “La solidaridad es la ternura de los pueblos.” Gioconda Belli.

6. “El lazo más fuerte de simpatía humana debería ser unir a las personas de todas las naciones y todas las lenguas.” Abraham Lincoln.

7. “El propósito de la vida humana es servir, mostrar compasión y tener voluntad de ayudar a         otros.” Albert Schweitzer.

8. “Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y no uno detrás del otro.” William Shakespeare.

9. “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.” Eduardo Galeano.

10. “He comprendido que mi bienestar sólo es posible cuando reconozco mi unidad con todas las personas del mundo, sin excepción.” León Tolstoi.

11. “Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad.” Oliverio Girondo.

12. “Cada uno de nosotros es todos los hombres.” Sergio Pitol.


Únicos E Indivisos

No hay una prevención respecto de cómo encarar las relaciones amorosas y la convivencia, de manera sana. Las personas se enganchan en una pareja y se ilusionan con que todo va a estar bien.


Pero al poco tiempo suelen surgir diferencias. Cuando la situación se ha vuelto insostenible y acuden a terapia, de a poco se empiezan a dar cuenta, a reconocer todas las cosas que han venido sufriendo quién sabe desde qué cantidad de tiempo y que no registraban. Este solo hecho de darse cuenta de qué es lo que pasa, ya produce un alivio.

Aquello de la "entrega total" en el amor no es sano. Cada uno debe mantener su individualidad. Que ame profundamente al otro no significa que le pueda permitir que avasalle su terreno. Respetar los espacios del otro también es respetar lo que el otro quiere y apoyarlo en eso. Porque en la medida en que el otro esté bien, pueda desarrollarse y seguir compartiendo con su pareja, ese vínculo va a estar bien. De lo contrario, será un vínculo que destruye, que enferma.

Hay que tratar de que la vinculación no sea a través de la carencia que tiene cada uno, sino a través del amor. Si tengo carencias, no debo buscar que el otro las supla sino trabajar yo en mi propia persona. Esto contradice el mensaje que expresan las canciones románticas: "tú eres el sentido de mi vida, lo que completa mi ser, sin ti no puedo vivir..." 

En realidad no debe haber un apego, una dependencia, sino dos individuos que juntos tienen un proyecto en común. Es un vínculo más sano. El otro no es su bastón, no es su apéndice. Si el vínculo se termina, no se va a terminar la vida ni la posibilidad de ser feliz. Habrá un duelo, pero eso se supera.
No hay una prevención respecto de cómo encarar las relaciones amorosas y la convivencia, de manera sana. Las personas se enganchan en una pareja y se ilusionan con que todo va a estar bien.

Pero al poco tiempo suelen surgir diferencias. Cuando la situación se ha vuelto insostenible y acuden a terapia, de a poco se empiezan a dar cuenta, a reconocer todas las cosas que han venido sufriendo quién sabe desde qué cantidad de tiempo y que no registraban. Este solo hecho de darse cuenta de qué es lo que pasa, ya produce un alivio.

Aquello de la "entrega total" en el amor no es sano. Cada uno debe mantener su individualidad. Que ame profundamente al otro no significa que le pueda permitir que avasalle su terreno. Respetar los espacios del otro también es respetar lo que el otro quiere y apoyarlo en eso. Porque en la medida en que el otro esté bien, pueda desarrollarse y seguir compartiendo con su pareja, ese vínculo va a estar bien. De lo contrario, será un vínculo que destruye, que enferma.

Hay que tratar de que la vinculación no sea a través de la carencia que tiene cada uno, sino a través del amor. Si tengo carencias, no debo buscar que el otro las supla sino trabajar yo en mi propia persona. Esto contradice el mensaje que expresan las canciones románticas: "tú eres el sentido de mi vida, lo que completa mi ser, sin ti no puedo vivir..." 

En realidad no debe haber un apego, una dependencia, sino dos individuos que juntos tienen un proyecto en común. Es un vínculo más sano. El otro no es su bastón, no es su apéndice. Si el vínculo se termina, no se va a terminar la vida ni la posibilidad de ser feliz. Habrá un duelo, pero eso se supera.


Nos Une La Diversidad

Con el resurgir, por un lado, de los prejuicios racistas, integristas y fundamentalistas y, por otro, con la acentuación de los procesos de deshumanización y de destrucción de las riquezas ecológicas y culturales del planeta, vuelve a resultar necesario reflexionar sobre la clásica cuestión de la unidad y diversidad del género humano (Daraki 1984). En este sentido, creo que el pensador francés Edgar Morin ha desarrollado, a lo largo de su extensa obra, interesantes reflexiones al respecto, algunas de las cuales expondré a continuación. 


Unidad biológica de la especie humana y crítica al humanismo idealista

La biología ha puesto de manifiesto cómo todas las poblaciones humanas descienden de un mismo grupo inicial (monofiletismo), poseen un origen común. A partir de esta unidad originaria, se produjo una diáspora y un proceso de diferenciación y de enfrentamiento entre culturas. La noción de hombre pasó de este modo (según Morin 1982: 188-189) a depender de un «doble conocimiento»: por un lado, existe un «saber natural», un «reconocimiento espontáneo», de la pertenencia del otro, del extranjero, a la misma especie que yo; por otro, se le niega al otro el calificativo de hombre, reservándolo sólo para los miembros del grupo y, en casos de conflicto y enemistad, el otro es calificado de «perro», «cerdo», etc., insultos que pretenden reducirlo al estado animal y excluirlo de la humanidad --reducido a animal, se justifica que sea tratado como tal--. La unidad de la especie humana ha sido continuamente cuestionada a lo largo de la historia por el etnocentrismo, el sociocentrismo y el racismo. 

Frente a estas tendencias, el humanismo ha afirmado la idea de la unidad del hombre y ha considerado al hombre como un ser superior, digno de honra y respeto y poseedor de un elenco de derechos (derechos humanos) inalienables. Las ideas humanistas de unidad del hombre y de derechos humanos, en tanto que suponen una defensa de la igualdad y de la libertad de todos los hombres y en tanto que han servido de fundamento para diversas reivindicaciones y luchas emancipatorias (abolición de la esclavitud, emancipación del proletariado, liberación de los pueblos colonizados, etc.), son elogiables y han resultado positivas.

Ahora bien, la idea humanista de la unidad del hombre es, según Morin, criticable, entre otras razones, porque no ofrece «un fundamento bioantropológico de la unidad humana» (Morin 1982: 191).

El humanismo considera que, por esencia, el hombre no pertenece a la naturaleza; lleva a cabo una «divinización del hombre», lo separa de la naturaleza y lo concibe como un sujeto absoluto en una naturaleza, mero universo de objetos, que ha de ser conquistada y dominada. Lleva a cabo esta escisión porque es deudor del paradigma disyuntor que separa y opone el anthropos biológico del anthroposcultural. 

El humanismo idealista funda al hombre aislándolo de la naturaleza; no funda la unidad del hombre en la idea de naturaleza humana, en la unidad biológica de la especie homo, sino que la postula por derecho y de modo ideal. La idea de la unidad del hombre postulada por el humanismo es una noción ideal, constituye «una tentativa abstracta y jurídico-moral para fundar la unidad del hombre al margen de toda consideración biológica, es decir, de la idea de naturaleza humana» (Morin 1982: 190).

Al prescindir de la idea de naturaleza humana, la idea humanista de unidad del hombre adolece de «una especie de vacuidad física y biológica» (Morin 1982: 190). Al ser biológicamente vacío, el humanismo rellena su concepto de hombre con la imagen y el prototipo de hombre preponderante en el Occidente moderno, produciéndose así «la identificación de la idea del hombre con el concepto supuestamente racional del hombre blanco, procedente del mundo occidental, técnico, adulto, masculino; de suerte que el «primitivo», el no industrial, el joven, la mujer, etc., figuraban como tipos inacabados, no consumados, imperfectos, pervertidos o decadentes de la humanidad» (Morin 1982: 190). De este modo, la supuesta unidad e igualdad de los hombres termina autodestruyéndose y la imagen de hombre concretizada sirve a la explotación y al dominio de unos pueblos sobre otros, de unos hombres sobre otros u otras (mujeres).

Según Morin, al humanismo idealista le subyace el temor a que la biología pudiese, como pretende el racismo biologicista, revelar diferencias jerarquizantes entre los hombres y las «razas». Este temor inconsciente --e infundado-- le conduciría a rechazar la dimensión biológica y a afirmar que el hombre es esencial y fundamentalmente cultura y que mediante ésta se superan las posibles diferencias biológicas y se establece la igualdad de todos los hombres sujetos de derechos humanos. 

Sin embargo, según Morin, contrariamente a lo que puedan creer el humanismo idealista y el racismo biologicista --inconscientemente el primero y con pretensiones científicas el segundo--, lo que la biología moderna pone de manifiesto y proclama es la unidad biológica (no sólo morfológica, anatómica y fisiológica, sino también genética, cerebral y psicoafectiva) de la especie humana.
Es, pues, posible dar «un fundamento bioantropológico de la unidad humana». 
No se puede prescindir de la idea de naturaleza humana, es decir, de la idea de «unidad biológica de la especie humana».