domingo, 16 de abril de 2017

El Cultivo De Lo Autentico


La compasión, nuestra capacidad de conectarnos con el sufrimiento propio y de los demás junto a la motivación sincera de aliviarlo y prevenirlo, es instintiva en los seres humanos cuando el que sufre es alguien cercano. Sin embargo, las tradiciones contemplativas sugieren que es posible ampliar nuestro círculo de cuidado y compasión más allá de lo instintivo. 

Cuando la compasión surge en nuestro corazón, nuestra mente se libera del odio, de los juicios negativos y de la preocupación obsesiva por uno mismo, constituyendo una fuente natural de paz interior y exterior.

La compasión es un proceso que se desenvuelve en respuesta al sufrimiento. Comienza con el reconocimiento del sufrimiento, el cual da pie a pensamientos y sentimientos de empatía y preocupación por el bienestar de quien sufre. A su vez, esto motiva a la acción que alivia el sufrimiento.

Los seres humanos tienen una capacidad natural para sentir y expresar la compasión. Sin embargo, el estrés diario, las presiones sociales y las experiencias de vida pueden limitar la expresión plena de esta capacidad. Cada uno de nosotros puede elegir nutrir y desarrollar nuestro instinto compasivo, tal como una planta puede ser cultivada desde la semilla.

Este proceso requiere paciencia, cuidado, así como también las herramientas apropiadas y un ambiente propicio.

El cultivo de la compasión va más allá de sentir más empatía y preocupación por los demás. El cultivo de la compasión hace surgir la fortaleza para estar con el sufrimiento, el valor para actuar con compasión y la resiliencia para prevenir la "fatiga por compasión". 

Estas cualidades facilitan y apoyan, a su vez, una serie de cambios positivos, desde mejorar las relaciones interpersonales hasta hacer una diferencia positiva en el mundo.

Los contactos entre personas o grupos dan lugar, tarde o temprano, a desacuerdos más o menos declarados, según sea lo que está en juego, las afinidades y las capacidades de las personas para comunicarse. La experiencia cotidiana demuestra que el éxito de un encuentro (en el sentido de interacción, intercambio, contacto) va a la par con la creación de un clima de confianza y que, en el mejor de los casos, los encuentros con éxito pueden provocar unos lazos de amistad auténticos y duraderos, cuya confianza caracteriza y condiciona la estabilidad.

Cuando lo que se plantea es un encuentro intercultural, el riesgo de discrepancias incluso de disensiones aumenta, debido a los malentendidos interculturales, y surge, a menudo con acuidad, la dificultad de llegar a una relación de confianza. ¿Por qué la confianza es un factor determinante para el buen transcurso de los intercambios interculturales? ¿De qué depende su aparición y preservación?

Es decir, ¿cuáles son las condiciones para la confianza?

Para conseguirlo, hay que examinar previa y sucesivamente algunos problemas teóricos generales de la comunicación y, concretamente, aquellos que plantean las situaciones interculturales. 

Esto permitirá, finalmente, abordar la cuestión teórica de la confianza en las relaciones interculturales.

Este no es un juego de palabras sino una reflexión para tener la valentía de ser el verdadero YO, si se es alegre, expresarlo, si es creativo, hay que cultivar la creatividad, si es malgeniado hay que buscar mecanismos para controlar ese sentimiento, pues lo único que trae es amargura, y hasta una enfermedad.

Hugo W  Arostegui


El Término Visceral


Las vísceras, también llamadas entrañas, forman parte del aparato respiratorio o del aparato digestivo, como los pulmones, el hígado, el corazón o el páncreas. La noción de visceral, por lo tanto, está vinculada a estos órganos, aunque suele utilizarse de una manera simbólica.

Lo visceral aparece vinculado a una reacción emocional muy intensa, que brota de lo más profundo del interior de la persona (de allí esta denominación). Se trata de algo que el sujeto casi no puede evitar, ya que está encarnado en su interior y que escapa a la razón o la lógica.

Las reacciones viscerales suelen concretarse sin ningún tipo de filtro o control. Por eso es común asociarlas a la violencia o al exabrupto, lo que muchas veces provoca un profundo arrepentimiento en quienes las sufren.

El término visceral remite a lo que tiene relación con las vísceras u órganos internos. 

De modo figurado suele remitir a formas de ser descarnadas y que se caracterizan por una profunda emotividad; en este sentido el término guarda relación ante todo con cuestiones psicológicas. En el ámbito discursivo ordinario es esta segunda acepción la que predomina, dejando el otro a cuestiones propias del ámbito de la medicina. En cualquier caso, la relación entre ambos conceptos se fundamenta en el hecho de hacer referencia a algo vital y de gran relevancia, algo que dista de ser superficial y capaz de ser ignorado.

La tríada visceral tiene que ver con la inteligencia del cuerpo, con el funcionamiento básico vital y con la supervivencia. El cuerpo tiene un papel importantísimo en todas las formas de trabajo autentico porque devolver la conciencia al cuerpo afirma la cualidad de la presencia.

El cuerpo existe en el aquí y en el ahora, en el momento presente, lo que es fundamental para poder realizar un buen trabajo de desarrollo personal.

Cuando en realidad se habita el centro del cuerpo, éste da una profunda sensación de plenitud, estabilidad y autonomía o independencia. Cuando se pierde el contacto con esa fuerza, la personalidad intenta “compensar” proporcionando una falsa sensación de autonomía. Para encontrar esa falsa sensación de autonomía la personalidad crea lo que en psicología se llama mecanismos de defensa. 

Los tipos de personalidad de esta tríada procuran resistirse a la realidad (creando límites para el Yo, basados en tensiones físicas).
Estos tipos de personalidad tienden a tener problemas de agresividad y de represión; bajo las defensas de la personalidad llevan muchísima ira.

El trastorno de personalidad antisocial (TPA), a veces llamado sociopatía, es una patología psiquiátrica. Las personas que la padecen no pueden adaptarse a las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Si bien puede ser detectada a partir de los 18 años de edad, se estima que los síntomas y características vienen desarrollándose desde la adolescencia. Antes de los 15 años debe detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad.


Las personas que padecen este trastorno sufren un mal de índole psiquiátrico, un grave cuadro de personalidad antisocial que les hace rehuir las normas preestablecidas; no saben y no pueden moldearse a ellas. A pesar de que saben que están haciendo un mal, actúan por impulso, cometiendo incluso delitos graves. Es común que se confunda este trastorno con otras patologías parecidas, como podrían ser la conducta criminal, el comportamiento antisocial o la psicopatía

Pero son trastornos, aunque relacionados, de diferentes características, con otros tratamientos y consecuencias.

Nuestras Miserias


“No debemos temer nuestras miserias, cada uno de nosotros tiene las suyas”

La reflexión sobre nuestras miserias, aquello que solemos dejar para otro momento, y ese momento que pocas veces llega pues, en realidad, somos nosotros mismos, lo soy yo, quienes debemos respondernos aquellas cuestiones que gravitan –a veces, gritan- en nuestra interioridad, claro está, si aún está en nosotros, es decir, si recreamos asiduamente nuestro diálogo interior, activando el juicio crítico y siendo conciencia.

El aburrimiento es el estado natural de los seres inteligentes, como el gato, y el estado definitivo de muchos de los demás. 

Saber salir del aburrimiento es el reto que tienen ante sí los inteligentes.

Sacudir el polvo de nuestras conciencias nos lleva a respirar mal. De ahí a la asfixia sólo hay algunos pasos. No sería la primera vez que tratando de limpiar nuestra conciencia, nos ahogásemos.

Para evitar el aburrimiento. Lavarse a conciencia, como el gato, nutre y repara las sinapsis de nuestra mente oculta, al parecer. Y convierte un instante vacío en la plenitud ante nuestros ojos.

Purificarnos. He ahí la cuestión. ¿Sabemos lavar nuestros pecados?

Lo que nos han enseñado y lo que hemos ido aprendiendo, a veces, difiere bastante. La verdad es que los occidentales tendemos a ocultar el polvo debajo de la alfombra. Y a tirar la alfombra por la ventana, pero ese es otro tema.

Nos han enseñado, generalmente, a cargar con nuestras miserias, pero no tanto, a limpiarlas. Y así, si ponemos algún empeño en ello, nos cuesta establecer qué hemos obtenido partiendo de donde partíamos.

Esto es, la limpieza de nuestro espíritu es algo que, quizá consideremos, no nos atañe personalmente. Sí en lo colectivo, como sociedad, pero no como individuos. Esta es una de las lacras del mundo occidental.

El abandono del sentido de la pérdida. Ya no sabemos perdernos, no digamos encontrarnos. La noción de pecado se pierde, las culpas se diluyen, ¿qué nos queda? La conciencia de fin, de arribo al final de una época.

Puede que no haya sido tan buena idea la de socializar el pecado, las culpas. Que cada palo aguante su vela. Esa máxima que ha regido buena parte de nuestra historia es lo que deberíamos recuperar.

Si queremos sobrevivir como cultura. El individuo está muriendo y no sabemos qué lo sustituirá. ¿Retrocederemos a estadios de barbarie o daremos un gran salto adelante? La suerte de la limpieza está echada.


Hugo W Arostegui

sábado, 15 de abril de 2017

Filosofía: Navegar En Los Confines Del Saber


Ha de entenderse que la filosofía no es un cuerpo de doctrina de estándares ciertos e infalibles.

Entonces nos preguntamos: ¿qué viene a ser la filosofía si no ofrece ningún tipo de conocimiento, ni contiene verdad alguna sobre el mundo o la realidad?
¿Cuál es la naturaleza de sus elucubraciones y de cómo le sirve al hombre en los asuntos de orden práctico?

Llama la atención en la actualidad el uso que se hace de la filosofía. 

A veces se tiñe del color de las necesidades e inquietudes humanas en el sentido de que sirve para paliar en algo el sufrimiento por la pérdida de un ser querido o por la angustia del desenlace que trae consigo una enfermedad terminal (un grupo de profesionales hace terapia emocional a un grupo de pacientes, con enseñanzas filosóficas, por ej.). 

Nadie discute la utilización de la filosofía con fines positivos. Se corre el riesgo de un uso espurio y agresivo con intenciones de manipulación y engaño, como sucede en ocasiones.

No se sabe hasta dónde la proliferación de filosofías contribuye a la solución de problemas de vida.

Sin embargo, se piensa que en la medida en que sugieran indicaciones útiles y se ajusten, en cada caso, a situaciones particulares pueden contribuir a la mejor comprensión de los procesos.

No existe proyecto educativo, institucional, empresarial o político que no lleve por justificación una filosofía que traza el perfil de lo se quiere y de cómo conseguirlo. 

Una filosofía que señala los límites de lo que se puede y las restricciones a tener en cuenta para no incurrir en arbitrariedades o en acciones que desdigan de los propósitos. En estos casos la filosofía interviene para señalar los grandes y perentorios asuntos que atañen con el desarrollo libre y sin condicionamientos del individuo.

Se trata de apuntalar mejor la cuestión y de dilucidar de qué se trata. Por ser un ejercicio racional y de compresión conceptual, que conlleva una crítica de las formas en que se puede incurrir en error, esta actividad de dilucidación no es cualquier cosa.

Partiendo de las incertezas humanas el individuo encuentra la encrucijada que es el principio y el fin de sus inquietudes: “sólo sé que no sé nada y al comprender que no sé nada, se algo”


Hugo W Arostegui .

Qué es Irascible:


Irascible es un adjetivo que podemos emplear para referirnos a quien es muy propenso a irritarse o enfadarse. La palabra, como tal, proviene de latín irascibĭlis, que significa “susceptible de encolerizarse”. En este sentido, sinónimos de irascible son irritables, coléricos o iracundos.

De allí que la calificación de irascible recaiga específicamente en las personas que demuestran facilidad para desarrollar sentimientos de indignación o enojo frente a ciertas situaciones o ante determinadas personas: “Cuando María está en sus días se pone muy irascible”.

Irascible, pues, solo puede ser aquel que se encuentre, por alguna razón o circunstancia determinada, predispuesto hacia su entorno: “Desde que su madre lo reprendió en la calle, anda muy irascible”.

La persona irascible, de esta manera, se caracteriza por identificar constantemente, en los otros, señales o actitudes que justificarían un enojo, como una ofensa, una injusticia o un atropello contra su persona: “No lo contradigas en su trabajo, porque se vuelve irascible”.

Irascible en Filosofía

Platón, en el “Mito del carro alado”, consideraba que el alma de los hombres se dividía fundamentalmente en tres partes: la racional, la irascible y la concupiscible, representadas en un carro conducido por un auriga y tirado por dos caballos, uno blanco, bueno y obediente, y otro negro, malo e indócil. Cada una de las tres partes tenía un significado específico:

La parte racional (el auriga) estaba enfocada en las actividades del intelecto y el pensamiento, que son las que conducen al conocimiento;

La parte irascible (caballo blanco), por su parte, estaba vinculada con las pasiones nobles, como la voluntad, la valentía y la fortaleza;

La parte concupiscible (caballo negro), por otro lado, era la que se refería a los apetitos bajos del hombre, es decir, los asociados al deseo y el instinto. 

Decimos que alguien es irascible cuando se enoja muy fácilmente, es decir, alguien sugiere una mínima cuestión negativa sobre él o algo en lo que no está de acuerdo y entonces no tardará en demostrar su enojo, su enfado. Probablemente para alguien que no dispone de esta característica esas cuestiones no sean detonantes de enojos pero para el irascible sí lo serán y lo manifestará con gritos, golpes, insultos, entre otras maneras de expresarse.

La ira es básicamente el sentimiento, la emoción que domina a la persona que se muestra irascible. Incluso, la ira, es realmente fácil de reconocer físicamente en alguien porque se producen modificaciones consistentes en su expresión facial y corporal. Así, quien siente ira mantendrá su ceño fruncido, sus dientes apretados, no sonreirá, e incluso, en los casos más graves de ira se podrán desarrollar ataques violentos a otros individuos o bienes materiales, dependiendo de la motivación de la ira.

Sin dudas la ira es una de las emociones más típicamente humanas y casi todos, sin excepciones, solemos experimentarla alguna vez en la vida, con mayor o menor intensidad, pero todos la transitamos.
La ira es una de las tantas maneras a través de las cuales las personas manifestamos que algo no nos gusta o nos cayó realmente mal.

Ahora bien, es importante que destaquemos que hay personas que son irascibles porque esa característica ya está arraigada en su personalidad, en tanto, hay otras personas que pueden volverse irascibles ante el padecimiento de alguna afección o enfermedad, o experimentar la irascibilidad con determinadas personas que ciertamente le despiertan enfado.

Lo más complicado al respecto de la ira se da en aquellas personas que son irascibles por naturaleza y entonces a la mínima cosa que les sucede o que les provoca alguien la sacan a relucir, y en algunos casos, de maneras ciertamente extremas y violentas.

Los expertos en la materia señalan que le hace bien al cuerpo y al alma descargar la ira pero siempre en la medida en que no se haga daño a nadie. Por caso, en aquellas situaciones en las que se sabe positivamente que no se la domina se recomienda la realización de alguna psicoterapia para atenuarla.

... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/general/irascible.php


Ínfulas: Que Las hay… Las hay

Decimos que alguien “tiene ínfulas” cuando muestra presunción, vanidad o aires de grandeza de una manera desproporcionada y generalmente sin motivo alguno; aparentando cierto “estatus social” o importancia que no le corresponde.

Las ínfulas eran unas cintas que se usaban en la antigua Roma y que los personajes de alta clase se colocaban en la cabeza a modo de diadema, de la que colgaban otras dos tiras conocidas como “vittae” (de color púrpura o blanco).

A mayor número de tiras y mejor calidad en el acabado de las mismas, más importancia, prestigio o relevancia del personaje que las vestía dentro de la sociedad.

El significado de esta expresión es tener mucho orgullo o vanidad. Según José Mª Iribarren: 

"La ínfula era una venda o tira a manera de diadema, de la cual pendían, una por cada lado, dos cintas llamadas vittae. Solía ser ancha, de color blanco y de púrpura, retorcida a manera de guirnalda, y con ella se cubría toda aquella parte de cabeza en que hay cabellos hasta las sienes, atándosela últimamente por detrás con las vittae. Los sacerdotes paganos y los reyes la usaban como distintivo de su dignidad, o a modo de diadema".

También nos explica en su libro que: "con las ínfulas se adornaban los altares y los templos, y particularmente las víctimas que conducían al sacrificio, y se graduaba la importancia de ellas por el número y riqueza de las ínfulas que llevaban. De donde se formó el proverbio primitivo de víctima de muchas ínfulas, que luego se aplicó a los hombres."

Iribarren, José Mª; El porqué de los dichos. Gobierno de Navarra. Departamento de Educación, Cultura, Deporte y Juventud. Novena edición. Octubre 1996, pg. 22.

Podemos aspirar a ser grandes, pero debemos lograrlo con y entre la gente. La verdadera grandeza no necesita la humillación del resto.

El problema de tener ínfulas de grandeza es que nos pone en el plano de la competencia o en una absurda rivalidad.

Nuestros retos son con cada uno de nosotros. La misión no consiste en subir a la cima solo para gritarlo a todos los vientos. Si nos ponemos a alardear, lo único ‘grande’ que conseguimos es caer en el error de la prepotencia.

Brillar siempre será bueno, pero no podemos “encasillarnos”.

Muchas veces alguien lucha de manera desmedida por llegar a ser el jefe de la oficina, por tener el mayor número de millones en sus cuentas bancarias o por vestir con los últimos ‘gritos’ de la moda.

Suele suceder que cuando se alcanzan tales instancias, los únicos ‘alaridos’ que escuchamos son los de nuestras conciencias, las cuales nos ponen frente a los espejos de la soledad, la tristeza o la depresión misma.

Deberíamos saber que con el solo hecho de tener salud, ya tenemos el brillo terrenal ganado. Lo demás, entiéndase el trabajo, el dinero, el amor o la estabilidad, llegan por añadidura.

Hugo W Arostegui


Trasplantar Inquietudes


La inquietud o desasosiego es, según una teoría postulada por Liebert y Morris en 1967, uno de los componentes principales de la ansiedad. El otro componente sería la emocionalidad. Esta última se refiere a los síntomas fisiológicos tales como sudar, sufrir palpitaciones o tener alta la presión arterial.

Inquietudes al azar:

"Aburrirse es siempre responsabilidad de uno mismo, basta con un buen libro para matar el aburrimiento y alimentar el espíritu"

"Hay que ponerse grandes objetivos, pues con esfuerzo y constancia, podemos llegar a conseguir aún más de lo que nos propongamos"

"Hasta lo más aburrido se puede llegar a aprender casi sin esfuerzo de forma creativa y divertida"
"Nunca debemos dejar de aprender ni pensar que ya lo sabemos todo"

Sin Embargo…

Es habitual ver a personas que basan su día a día en perder el tiempo en nimiedades. Aburridos, sin curiosidades, algunos hasta se encierran en una relación de pareja y se aíslan del mundo, a dar sueño a las paredes mientras que, más que refugiarse en esa persona, se apoyan entre sí sin interés de crecer, de conocer, sencillamente conformándose con no caer.

Enganchados al wassap, escuchando todo el día música de discoteca, reuniéndose a tomar el sol, jugar a las cartas, fumar, salir "de fiesta"... Pero sin inquietudes. De hecho, creo que es eso lo que me ha llevado a esta reflexión. Las palabras "falta de inquietudes" son exactamente las que encajan con lo que necesitaba para definir a la inmensa mayoría de personas que conozco. Escuchar los cuatro grupos de música del momento, comprarse un móvil potente cuando no vas ir más allá del Twitter, hacerse con el último iPhone, sumarse a todas las modas absurdas que se expanden viralmente por internet... 

Compran camisetas de grupos que apenas han escuchado, porque así te las puedes dar de "rockero", de "diferente", porque inconscientemente saben que ahí están las inquietudes que te llevan a expandir tus horizontes y poder tener una charla interesante sobre estos temas con otras personas. Pero no lo comprenden. Se limitan a comprarse las camisetas y dárselas de algo que no alcanzan a comprender, a sabiendas de que "por ahí van los tiros", pero que precisamente, por falta de inquietudes, no profundizan. Pasan los años para ellos, entierran las camisetas, las pulseras, las pulseras de cuero, y a vivir una vida insulsa, con medio cerebro secándose irremediablemente sin encontrar nada que les satisfaga.

En mi opinión, son personas sencillas de manipular, que claramente, en algún momento cayeron en la masificación, y que no supieron darse cuenta, y ahora no saben como salir, porque realmente no han aprendido nada en los años más activos de nuestras vidas, y se quedan como zombies. 

Con esto de "la sociedad de la comunicación", se ha acelerado aún más esto de "madurar antes", o mejor dicho, hacer "cosas de mayores" antes de lo que deberían, ¿por qué? Por pura imitación de los mayores, como ha sido siempre.

Sencillamente en algún punto de nuestra historia, la sociedad de consumo hizo "crack", se descontroló y se llevó de un plumazo a los mayores, y poco a poco, los menores empezaron a "imitar", a aprender de sus mayores, a aprender... ¿Qué? 


Hugo W Arostegui

La Semilla Humana


En una valoración de las posibilidades de la naturaleza, el escritor Wayne Dyer expresó:

 "ES MUY FÁCIL CALCULAR EL NÚMERO DE SEMILLAS QUE HAY EN UNA MANZANA. PERO, ¿QUIÉN ENTRE NOSOTROS ES CAPAZ DE DECIR CUÁNTAS MANZANAS HAY EN UNA SEMILLA?"
.
Del mismo modo pensamos y nos interrogamos: ¿cuántas posibilidades hay en el espíritu humano de fructificar en bondad, en conocimiento, en impulso, en creatividad? El ser humano tiene en su condición espiritual la facultad del pensamiento, del sentimiento y de la acción... Semillas divinas germinando y desarrollándose en cada existencia.

Y esta, que hoy vivimos, con todo un contexto problematizado y difícil, reclama de cada uno, un nuevo enfoque para superar interiormente las dificultades. Necesita de otras capacidades y potencialidades como el desarrollo de la serenidad y la creatividad, motores dinamizadores del pensamiento y sentimiento.

Serenidad como un estado de comprensión, aceptación y reflexión de las situaciones que se nos presentan. La serenidad predispone a la creatividad en el pensamiento elaborador de ideas, favoreciendo la solución de las cuestiones de una manera efectiva. Estos dos valores (comprensión, aceptación), forman parte de la naturaleza espiritual del ser humano.

LA SERENIDAD NO ES INDIFERENCIA NI POSTERGACIÓN: SERENIDAD IMPLICA PAUSA, CESE DE VIOLENCIA, DE DESCONTROL, DE ARREBATOS. 

Es un detenerse física y mentalmente a comprender la situación, con un pensamiento de aceptación hacia la vida, hacia los seres que nos rodean, sintiendo y sabiendo que seremos capaces de encontrar el camino adecuado.

En ese momento de tranquilidad, el pensamiento trabaja aplacando el impulso que pueda ser negativo, creando en la mente un campo propicio para intuir los pasos a seguir.

Las potencialidades del espíritu se completan con la determinación de la voluntad al servicio del bien y de la evolución. De esta manera, la acción es el impulso dinamizador necesario para concretar lo gestado en los pensamientos y sentimientos.

Sería conveniente, para comenzar, direccionar las potencialidades espirituales en el desarrollo de la valoración de uno mismo y de los demás. 

Cada uno de nosotros es un ser importante en la Creación. Estamos en la vida luchando por nuestra superación, trabajamos por nuestra familia, nos preocupamos por ella, tratamos de ser buenas personas.

Con todo este buen hacer, estamos al amparo de las leyes Universales y ese amparo se manifiesta en fuerzas imponderables que fortifican nuestra mente y nuestro organismo.

Valorarnos como personas no es una postura de soberbia ni vanidad. Es saber y creer que todo ese esfuerzo cotidiano de la vida, con sus aciertos, con sus dificultades, es un aprendizaje importante y valioso.

Esta valoración necesita luego expandirse hacia otros seres, aquellos que conforman y enriquecen nuestra vida con su apoyo y compañía.

Generalmente reclamamos de ellos respuestas acordes con nuestras demandas o deseos, nos formamos juicios, mantenemos posturas de exigencias, esperamos que obren según nuestro criterio. 

Esta posición personalista e intolerante sólo da lugar a desarmonías, alejamientos afectivos y desencuentros.

Toda esta dinámica reflexiva y valorativa de uno mismo y de los demás, necesita tener un espacio en los pensamientos, dedicarle un tiempo diario para el desarrollo de nuestra vida interior, proyectando así nuestros compromisos morales.

Intentemos dedicar un momento del día a esta actividad que facilitará seguramente, el acercamiento de seres espirituales que nos asisten, que nos aman, que están dispuestos a través de la intuición a darnos ideas que nos ayuden, porque el pensamiento en reflexión y serenidad es campo propicio para ello.

Este es un sábado en que conmemoramos el preámbulo de la Pascua, es el momento indicado y oportuno para compartir todo lo que poseemos, lo que nos es legado desde una impronta que desconocemos pero que seguramente sentimos, lo que nos “hace diferentes” todo aquello que “nutre y germina” desde lo profundo de nuestro ser, que constituye nuestra “esencia divina” y se manifiesta en nuestra inconmensurable capacidad “de dar vida”, de permitir la abertura al mundo de lo mejor de nuestro sentir en un “toque creativo” tan singular que solamente lo humano que llevamos dentro permita aflorar.

Muy Felices Pascuas


Hugo W Arostegui

viernes, 14 de abril de 2017

Cuando Nos Sobreviene El Duelo


La biografía de cada uno de nosotros está repleta de una sucesión de pérdidas y separaciones que nos recuerdan la provisionalidad de todo vínculo o relación y de toda realidad, ya sea de manera consciente o inconsciente.

El duelo es la reacción psicológica aparecida ante una pérdida, el dolor emocional resultante tras haber perdido algo o a alguien significativo en nuestras vidas. Esta reacción psicológica no solo tiene componentes de carácter emocional, sino también fisiológicos y sociales.

Sobrellevar con la pérdida de un amigo cercano o un familiar podría ser uno de los mayores retos que podemos enfrentar. La muerte de la pareja, un hermano o un padre puede causar un dolor especialmente profundo. 

Podemos ver la pérdida como una parte natural de la vida, pero aun así nos pueden embargar el golpe y la confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión.

Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros propios mecanismos para sobrellevar con el dolor que ésta conlleva. Las investigaciones indican que el paso del tiempo les permite a la mayoría de las personas recuperarse de la pérdida si pueda contar con apoyo de su entorno social y mantenga hábitos saludables. Aceptar la muerte de alguien cercano puede tomar desde meses hasta un año. 

No hay una duración “normal” de duelo. Usted tampoco debe anticipar que va a pasar por “fases de duelo” – investigaciones recientes han surgido que la mayoría de las personas no pasan por estas fases de forma progresiva.

Si usted ha tenido una relación difícil con la persona fallecida, esto puede añadir otra dimensión al proceso de duelo. Podría necesitar reflexionar por algún tiempo antes de lograr mirar la relación con nuevos ojos y acostumbrarse a la pérdida.

Si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la pérdida y continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos, por naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas personas lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a cabo sus actividades cotidianas. Estas personas podrían pasar por lo que se conoce como duelo complicado y les podría beneficiar la ayuda de un profesional de salud mental calificado como un psicólogo que se especialice en el duelo.

¿Se ha sentido alguna vez impotente, sin saber cómo ayudar a alguien que ha perdido a un ser querido? Quizás no sepa qué decir o qué hacer, así que al final ni dice ni hace nada. Pero hay cosas que sí puede hacer para ayudar.

A veces, es suficiente con estar presente y decir “lo lamento”. En muchas culturas dar un abrazo o un apretón de manos es un modo de expresar interés. Si quien está de duelo quiere hablar, escúchelo con atención. O mejor aún, haga algo por la familia, algo que quizás ellos no puedan hacer, como cocinar o cuidar de los niños, o ayude con los preparativos del funeral si a ellos les parece bien. Esas acciones dicen más que muchas palabras.

Algunos especialistas dicen que los dolientes reciben mucha ayuda al principio, pero después de un tiempo, cuando sus amigos vuelven a la rutina, se olvidan de que siguen teniendo necesidades. Por lo tanto, mantenga la comunicación con quienes están pasando por ese trance. 

Muchos que están de duelo agradecen poder hablar de sus sentimientos cuando ya ha pasado algún tiempo.

Hugo W Arostegui


Cruzando El Umbral


Todos tenemos Umbrales que cruzar. Todos tenemos máscaras que arrancar, velos que rasgar, y cargas que dejar atrás en el camino. Tú que lees estas palabras, yo que las escribo, cada persona que nos acompaña en esta aventura humana; Nuestras sociedades, nuestra civilización global, este pequeño y hermoso planeta en el que vivimos.

En esta época convulsa, cambiante y llena de oportunidades, un Gran Umbral se yergue ante nosotros.

Si logramos cruzarlo... habremos regresado a Casa.

¿El principio es el principio?
El individuo llega al mundo y es recreado en un entorno social, religioso y familiar concreto. Por ello responderá a unos códigos y estímulos concretos, de los cuales se nutrirá. A priori serán necesarios para su supervivencia. 

Más adelante y también para su supervivencia, decidirá con buen criterio deshacerse de aquello que le sirvió  para sobrevivir a una realidad de un presente pasado. 

La inconformidad del ser humano permite sus avances, el conformismo erosiona, y la erosión transforma, es en cualquiera de sus formas que el avance es inevitable, la transformación siempre está latente. La erosión tarda años, siglos quizá. La inconformidad crea rutas de acceso.

Aflorar a la superficie laceraciones profundas que fueron sumergidas para la autoprotección del individuo, favorecerá  la toma de consciencia de lo humano en cada uno.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez si el mundo que percibimos con nuestros sentidos, lo que podemos ver, tocar, oler... es lo único que verdaderamente existe a nuestro alrededor? Nuestros sentidos marcan los límites de la realidad que percibimos cada día, más allá de lo que nuestra percepción sensorial nos muestra no parece existir nada. 

Sin embargo todo un mundo se extiende más allá de esos límites, un mundo no perceptible por medio de los sentidos de nuestro cuerpo físico (pues no se trata de un mundo físico, con las cualidades que conocemos y sujeto a las reglas que rigen el mundo de los sentidos), un universo que sin darnos cuenta visita cada noche una parte de nuestro ser.

“De ahora en adelante, cuando cruces el umbral, a ti mismo se te revelarán todos los aspectos buenos y malos de lo que hiciste. Han estado entretejidos hasta ahora en tu propio ser; estaban dentro de ti y tú no podías verlos, como no puedes ver tu propio cerebro con los ojos físicos. Mas ahora se liberarán de ti, se separarán de tu personalidad; asumirán una forma independiente que te será visible, tal como puedes ver las piedras y las plantas del mundo exterior. Y ese mismo ser, que modeló un cuerpo físico con tus acciones nobles y viles.

Esta forma que te identifica está tejida con la substancia del libro de cuentas de tu propia vida.

Eso sucederá cuando tenga que suceder, no habrá un antes como tampoco un después, al fin y al cabo no lo necesitas tú lo tienes todo.

Hugo W Arostegui

Creadores De Nuestro Día


“Crear tu día” es el poder de decisión que cada individuo posee sobre sí mismo, significa estructurar el marco idóneo a través del cual queremos que transcurra nuestro día.

La filosofía de “Crear tu día”, apela a observar nuestras reacciones y decidir qué pensar, es decir ser conscientes de cómo queremos que sucedan las cosas, no solo actuar intuitivamente sino asignarle un patrón determinado a cada incidente. Se trata de asumir la responsabilidad de nuestro proceder, tomar un papel activo y no solo circunstancial.

Esto funciona con base en formulaciones que se hacen al amanecer, es decir al despertar. 

La importancia de que sea al inicio es que las primeras horas construyen el día y determinan nuestro estado de ánimo. 

Estas formulaciones deben ser positivas y factibles, previendo escenarios que pudieran modificar nuestra rutina.

Al crear tu día, decides cómo quieres que transcurra, el significado que le darás a los eventos y encuentros que tengas, cabe recordar que no son deseos sino formulaciones factibles. 

De algún modo es una manera de puntuar nuestras experiencias, asignarles un valor, con la diferencia de que este cada día debe ser más positivo para tener una rutina más armónica y productiva.

Crear tu día es un ejercicio que requiere de disciplina, es una actividad que necesita de repetición y  constancia para obtener los dividendos deseados. 

Las formulaciones no siempre serán las mismas, estas se irán adaptando a nuestras necesidades y conforme al sentimiento que nos provoquen, la conexión emocional es el principal elemento a tomar en cuenta para tener un día ideal.

Hugo W Arostegui




jueves, 13 de abril de 2017

Responsabilidades


La responsabilidad es el cumplimiento de las obligaciones o cuidado al hacer o decidir algo, o bien una forma de responder que implica el claro conocimiento de que los resultados de cumplir o no las obligaciones, recaen sobre uno mismo.

La responsabilidad se puede ver como la conciencia acerca de las consecuencias que tiene todo lo que hacemos o dejamos de hacer sobre nosotros mismos o sobre los demás.

En el campo del estudio o del trabajo; por ejemplo, el que es responsable lleva a cabo sus tareas con diligencia, seriedad y prudencia porque sabe que las cosas deben hacerse bien desde el principio hasta el final y que solo así se saca verdadera enseñanza y provecho de ellas.

Con la responsabilidad el individuo aprende a comportarse de manera que puedan confiar en él, ya que ésta garantiza el cumplimiento de los compromisos adquiridos y genera confianza y tranquilidad entre las personas.

El ser responsable reflexiona seriamente antes de tomar cualquier decisión, pensando en los resultados y efectos que pueda afectar la propia vida o la de otros; es capaz de sentir lo que otros sienten y entender las necesidades de los demás; reconoce los errores cometidos y se muestra dispuesto a repararlos.

Todo lo expuesto es referido a la responsabilidad ética, moral y social, ésta última tienen gran relevancia en una comunidad familiar, en donde los padres tienen el deber de ser responsables en la formación de sus hijos y en la contribución de ellos en la sociedad, con el aporte de su misma experiencia de comunión y participación.

Existe otra responsabilidad que es la jurídica, donde toda persona es legalmente responsable de determinada conducta y que en parte es referida a la obligación de reparar daño moral o material causado por alguna violación.

La responsabilidad social tiene muchas interpretaciones como consecuencia de las distintas visiones que condicionan su actuar, las acciones asociadas a esta práctica se direccionan generalmente a empresas, olvidando que este enfoque resulta ser un tema estratégico para repensar en las intervenciones de desarrollo social y bienestar integral de las comunidades.

La responsabilidad social resulta ser una nueva visión, que debe estructurarse con criterios, metodologías y prácticas que permitan a las empresas, la sociedad civil y el estado, accionar de manera co-participativa en el desarrollo de los pueblos y el país. 

Algunas definiciones:

“La amplitud y la irreversibilidad de las interdependencias que se han creado entre los seres humanos, entre las sociedades y la humanidad y la biosfera constituyen una situación radicalmente nueva en la historia de la humanidad, transformándola de manera irrevocable en una comunidad de destino”.

“Sostener de manera indefinida los modos de vida y de desarrollo actuales, acompañados de una tendencia a limitar sus propias responsabilidades es incompatible con la armonía entre las sociedades, la preservación de la integridad del planeta y la salvaguarda de los intereses de las generaciones futuras.”

“La envergadura de los cambios necesarios hoy está fuera del alcance de cada uno de nosotros y ello implica el compromiso de todas las personas y de todas las instituciones públicas o privadas.”


“Tener en cuenta el interés ajeno y de la comunidad, la reciprocidad entre sus miembros, son los fundamentos de la confianza mutua, de un sentimiento de seguridad y de respeto a la dignidad de cada uno y a la justicia

Genialidades


Unos dicen que nacen, otros que se hacen. Lo cierto es que los genios siempre han intrigado a los investigadores, que han escrito cientos de páginas alrededor de ellos. 

Durante el siglo XIX, en pleno auge del romanticismo, la figura del genio adquirió una connotación casi sobrenatural. Se decía que eran seres superdotados, predestinados. Que hablaban en secreto con las musas o que tenían una inspiración divina en sus descubrimientos y creaciones.

Con los avances de la neurología, la genética y la psicología, entre otras disciplinas, algunos de estos conceptos fueron revaluados.

Se comprendió que las características hereditarias, pero sobretodo la estimulación temprana y una educación adecuada, formaban personas con notable inteligencia. Si llegaban a la genialidad o no, dependía de su perseverancia.

En 1998 el profesor Mihaly Csikszentmihalyi escribió el libro “Creatividad”. Para elaborar el texto entrevistó a 91 personas que eran considerados “genios” en su entorno. La muestra incluía a 14 Premios Nobel. Sobre esa base pudo definir cinco características que estaban presentes en todos ellos y que tenían que ver más con rasgos de la personalidad que con habilidades intelectuales específicas. Enseguida te contamos cuáles son esos rasgos.

1. Curiosidad y determinación
Todos los entrevistados por Csikszentmihalyi mostraron tener un profundo apasionamiento por el trabajo que realizaban. Esa característica se dejaba ver en la curiosidad que los invadía constantemente. Siempre querían saber más acerca de la materia sobre la que estaban trabajando. Y eran capaces de sacrificar muchas cosas con tal de mantenerse en su labor. Todo indica que un profundo deseo de lograr sus objetivos intelectuales era el principal motor de su esfuerzo.

2. Autodidáctas o semi-autodidáctas
Con base en un estudio del profesor Dean Keith Simonton, de la Universidad de California, pudo concluirse que el grado educativo no es determinante en la vida de los llamados “genios”. De hecho, sobre una muestra de 300 casos se estableció que por regla general los más inteligentes no tenían grandes títulos, ni una educación formal prolongada. La mayoría tenía apenas títulos medios.
Lo que sí resultó revelador es que todos estos hombres y mujeres dedican gran parte de su tiempo al estudio de su materia de interés. Lo hacen por su cuenta, sin instituciones, ni calificaciones de por medio. Simplemente porque les gusta hasta el límite de lo razonable.

3. Son metódicos y autocríticos
Para el psicólogo Howard Gardner, los grandes genios de la historia tienen un patrón de trabajo similar. Son experimentales: todo lo someten a prueba y cuestionan sus propios hallazgos por más esfuerzo que les hayan costado. Siguen un esquema de ensayo error y lo llevan al extremo. Reflexionan mucho acerca de lo que hacen y siempre quieren llegar más lejos.

4. Solitarios, aburridos y hasta deprimentes
La mayoría de los genios pasan por etapas en donde son marginados de su entorno, especialmente durante la adolescencia. Al estar tan focalizados en lo que constituye su centro de interés, generalmente no desarrollan grandes habilidades sociales ni participan mucho de las actividades de grupo. A veces se vuelven obsesivos y huraños. Muchos de ellos son intratables, egoístas y maniáticos.

5. El dinero no les interesa
Los genios no actúan motivados por los premios o castigos que reciben de su entorno. Están embelesados con algún tema y su mayor gratificación es poder avanzar en la comprensión o el manejo de éste. Gran parte de ellos ha tenido que pasar por tiempos de miseria, pues se resisten a trabajar por dinero. Lo hacen solamente por convicción, por amor. Si eso supone la pobreza, finalmente no importa para ellos.
Imagen cortesía de Nere Lorco

¿De qué depende la genialidad?
Definir y delimitar en qué consiste la genialidad es uno de los conceptos más antiguos, complejos y fascinantes en la historia de la psicología. ¿Qué es lo que permite que algunos elegidos lleguen a ser grandes científicos, escritores inmortales o grandes filósofos?. Todo indica que no existe una clave única. Los estudios revelan que influyen una amalgama de factores diversos, como el talento innato,  la creatividad  y variables de personalidad como la tenacidad, perseverancia y la motivación, que en conjunto configuran las características distintivas de un genio.


Distracciones


La distracción puede ser un fenómeno absolutamente mecánico, y puede ser causado por una inhabilidad de prestar atención, una falta de interés en el objeto de la atención, un mayor interés o atracción hacia algo diferente al objeto de la atención o bien por trastornos de la atención.

Cuando hablamos de distracciones, hay que tener claro que existen muchas y en muy diversos campos. No obstante, de manera frecuente de las que más se suele hablar es de las que se llevan a cabo cuando se está al volante de un vehículo. 

Estas pueden originar no sólo la salida de la carretera del coche sino también un choque con otro automóvil, el acometer un atropello o incluso sufrir otro tipo de grave accidente. Situaciones todas ellas que pueden traer consigo desde daños materiales hasta lesiones físicas de gran alcance e incluso la muerte de las personas implicadas.

La distracción, por lo tanto, es algo que atrae la atención de una persona. Cuando alguien se distrae, deja de prestar atención a algo y la deriva hacia el nuevo punto de interés. Hay distracciones buscadas adrede, distracciones inofensivas y distracciones con consecuencias que pueden ser muy peligrosas.

En el primer grupo, podemos mencionar a los juegos o espectáculos que permiten la relajación y el descanso. En este caso, la persona busca, de manera conciente, distraerse para dejar de lado las preocupaciones cotidianas, al menos por un rato. Asistir a una obra de teatro, ver televisión o leer una revista son distracciones habituales.

En el conjunto de las distracciones involuntarias, podemos encontrar distintas acciones que no tienen mayores consecuencias. Lavar dos veces un mismo pantalón, dejar el televisor encendido al salir de la casa o no saber dónde está guardada una camisa son distracciones menores. Otras distracciones, en cambio, pueden resultar riesgosas y hasta fatales, como hablar por teléfono mientras se conduce un coche o dejar solo a un bebé en una bañera con agua.
Las redes sociales, el correo electrónico, el celular, los estímulos publicitarios, la música en distintas partes, los mensajes de texto, la televisión…
¡Estamos sometidos ante cientos o quizás miles de distracciones al día!
No es difícil pensar en que sencillamente muchas personas se distraen de sus metas y objetivos rápidamente. Cómo no distraerse con un mundo que ofrece tantas alternativas y posibilidades.

Cuando una persona quiere triunfar y ser muy exitosa, por lo regular empieza por plantearse un objetivo o una meta.

Luego, si deja que las distracciones la dominen, acabará realizando actividades no acordes con dicho objetivo, y hasta olvidando sus sueños por completo.

Esto es terrible para la vida de las personas, y mucho más lo es, para la humanidad en general. Los grandes éxitos de personas como Albert Einstein, Alan Turing y Thomas Alva Edison, trascendieron a la raza humana y sus legados se aprovechan hoy día tras día.

Tu éxito no se encuentra ajeno a esta situación. Que triunfes en la vida, puede significar en un futuro, el beneficio o perjuicio de muchas personas… Quizás millones.

El principal enemigo del éxito, es la distracción. Distraerse y desconcentrarse causa procrastinación (perder el tiempo, postergar y dilatar actividades).

Y la persona que procrastina, tiene en sus manos las llaves que le abren la puerta al fracaso  total. Es más, parece que en vez de llaves y puertas, tuviesen un teletransportador hacia la mayor miseria.

Aspiraciones


La aspiración es una palabra que tiene varias acepciones, una de ellas es la que se encuentra relacionada con la de idea personal, las personas tienen metas y objetivos que quieren cumplir, que se encuentra muy ligado a la idea de los deseos que tiene una persona para si misma. 

En este sentido las aspiraciones pueden ser de diferentes temas, como por ejemplo en las salariales, que tal vez es en la que más se escucha al momento de ir a una entrevista de trabaja, que la persona que está pensando en contratar suele preguntar cuáles son las aspiraciones salariales que tiene el postulante; y es allí donde la persona tiene la responsabilidad de ser sincero consigo mismo y decidir si sus aspiraciones salariales se encuentran realmente relacionadas con lo que la empresa se encuentra proponiendo.

Pero las aspiraciones también pueden ser de otra índole, como cuando una persona tiene ganas de mejor su trabajo, su lugar de vivienda, o cualquier tema en su vida personal, y es allí donde las personas deben decidir y plantearse metas y tiempos reales para poder cumplirlas en un plazo determinado. Las personas irán evolucionando en su vida y cada vez irán encontrando nuevas aspiraciones.

El progreso científico y tecnológico característico de la sociedad postmoderna ha hecho posible la producción a gran escala de cualquier tipo de satisfactores de necesidades.

Este fenómeno ha influido para que, en todos los estratos socioeconómicos, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, se incrementen de manera sustancial las aspiraciones de consumo en comparación con otros momentos de la historia de la civilización humana
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Otro elemento, éste de orden subjetivo, que contribuye al incremento de las aspiraciones de consumo es la creencia, muy común en la cultura postmoderna, de que obtener el mayor ingreso monetario posible contribuye a la felicidad ya que permite alcanzar las aspiraciones de consumo. No obstante, la abundante investigación científica sobre el tema de la relación entre ingreso y felicidad no permite aceptar o rechazar de manera definitiva esta creencia popular.

Pero en última instancia, la televisión no hace más que retratar el estilo de vida de la sociedad postmoderna, en la que el acto de consumo ya no tiene por finalidad única ni inmediata la satisfacción de necesidades físicas de supervivencia de la especie; ahora el consumo se presenta como una experiencia placentera que contribuye a la felicidad de las personas.

Esta idea es muy fuerte y predomina en todos los estratos socioeconómicos no obstante que algunos estudios, como los de O'Guinn y Shrum (1997) y Belk y Pollay (1985), han demostrado que el bienestar derivado de un mayor consumo es, en el mejor de los casos, pasajero.

Schopenhauer (2003: 176–177 y 312), dice que la voluntad:


“En sí, implica la ausencia de todo fin, de todo límite, porque es una aspiración sin término. Cada fin realizado es el punto de partida de un nuevo deseo, y así indefinidamente. La manifestación de la Voluntad es un perpetuo fluir de deseos. La Voluntad, en todos los grados de su manifestación, desde el más bajo hasta el más alto, carece de objetivo final, porque su esencia es querer, sin que este querer tenga nunca un fin, y que, por lo tanto, no alcanza una satisfacción definitiva. El querer va hasta lo infinito”

miércoles, 12 de abril de 2017

La Discreción


La noción de discreción se relaciona casi exclusivamente con el modo de comunicación que se puede establecer entre dos partes.

Entendemos por discreción a la práctica mediante la cual determinado tipo de información es mantenida en secreto o transmitida de manera prudente y cautelosa de acuerdo a lo que solicite la fuente de información.

La discreción es un elemento de gran importancia a la hora de establecer vínculos de confianza entre dos personas que se conocen y comunican entre sí.

Seguramente si un amigo nos cuenta algo que quiere se mantenga en reserva hasta que el decida, y nosotros lo contamos, se molestará, pero además sentirá que hemos herido su confianza y ya jamás nos contará nada importante porque no confía en que somos capaces de guardar el secreto.

La mayoría de las relaciones de amistad demandan confianza y muchas veces la base de esa confianza es ser reservado con algunas informaciones que se conocen.

Ser discreto es ser una persona que no comunica aquellos datos o informaciones que han sido especialmente catalogadas como secretas por otra persona.

En muchos casos, la discreción tiene que ver quizás no con una solicitud explícita de una de las partes si no con el criterio particular de cada individuo que supone la no transmisión de ciertos datos debido a razones éticas y morales (por ejemplo, la enfermedad de una persona).

Claramente, la discreción permite que se establezcan lazos de confianza entre las diferentes partes ya que de no existir la misma se pueden generar confusiones, entredichos y discusiones fácilmente.

Hoy en día, gracias a los avances comunicativos (que permiten el traspaso de información en cuestión de segundos) se vuelve significativamente difícil el mantenimiento de niveles de discreción en determinados espacios como lo puede ser por ejemplo el espacio laboral o profesional.

Sin dudas, la tecnología cambió de plano la manera de actuar y comportarse en algunos contextos que, por la relevancia que ostentan y la alarma que pueden generar, requieren de discreción y prudencia.

Discreción es el valor de las personas reservadas en el buen sentido de las palabras.

A veces somos tan abiertos con otras personas, que incurrimos en riesgos que ni siquiera sabemos que existen.