La aspiración es una palabra que
tiene varias acepciones, una de ellas es la que se encuentra relacionada con la
de idea personal, las personas tienen metas y objetivos que quieren cumplir,
que se encuentra muy ligado a la idea de los deseos que tiene una persona para
si misma.
En este sentido las aspiraciones pueden ser de diferentes temas, como
por ejemplo en las salariales, que tal vez es en la que más se escucha al
momento de ir a una entrevista de trabaja, que la persona que está pensando en
contratar suele preguntar cuáles son las aspiraciones salariales que tiene el
postulante; y es allí donde la persona tiene la responsabilidad de ser sincero
consigo mismo y decidir si sus aspiraciones salariales se encuentran realmente
relacionadas con lo que la empresa se encuentra proponiendo.
Pero las aspiraciones también
pueden ser de otra índole, como cuando una persona tiene ganas de mejor su
trabajo, su lugar de vivienda, o cualquier tema en su vida personal, y es allí
donde las personas deben decidir y plantearse metas y tiempos reales para poder
cumplirlas en un plazo determinado. Las personas irán evolucionando en su vida
y cada vez irán encontrando nuevas aspiraciones.
El progreso científico y tecnológico característico de la
sociedad postmoderna ha hecho
posible la producción a gran escala de cualquier tipo de satisfactores de
necesidades.
Este fenómeno ha influido para que, en todos los estratos socioeconómicos,
tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, se incrementen de
manera sustancial las aspiraciones de consumo en comparación con otros momentos
de la historia de la civilización humana
.
Otro elemento, éste de orden subjetivo, que contribuye al
incremento de las aspiraciones de consumo es la creencia, muy común en la
cultura postmoderna, de que obtener el mayor ingreso monetario posible
contribuye a la felicidad ya que permite alcanzar las aspiraciones de consumo.
No obstante, la abundante investigación científica sobre el tema de la relación
entre ingreso y felicidad no permite aceptar o rechazar de manera definitiva
esta creencia popular.
Pero en última instancia, la televisión no hace más que
retratar el estilo de vida de la sociedad postmoderna, en la que el acto de
consumo ya no tiene por finalidad única ni inmediata la satisfacción de
necesidades físicas de supervivencia de la especie; ahora el consumo se
presenta como una experiencia placentera que contribuye a la felicidad de las
personas.
Esta idea es muy fuerte y predomina en todos los estratos
socioeconómicos no obstante que algunos estudios, como los de O'Guinn y Shrum
(1997) y Belk y Pollay (1985), han demostrado que el bienestar derivado de un
mayor consumo es, en el mejor de los casos, pasajero.
Schopenhauer (2003: 176–177 y
312), dice que la voluntad:
“En sí, implica la ausencia
de todo fin, de todo límite, porque es una aspiración sin término. Cada fin
realizado es el punto de partida de un nuevo deseo, y así indefinidamente. La
manifestación de la Voluntad es un perpetuo fluir de deseos. La Voluntad, en
todos los grados de su manifestación, desde el más bajo hasta el más alto,
carece de objetivo final, porque su esencia es querer, sin que este querer
tenga nunca un fin, y que, por lo tanto, no alcanza una satisfacción
definitiva. El querer va hasta lo infinito”
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