Por qué aprender tanto de los
errores como de los aciertos. Esta es mi propuesta de hoy, que
por cierto, suele ser bastante complicado.
El genérico que está instalado en nuestra sociedad
es generalmente que aprendamos de los errores, pues
así podemos saber en qué hemos fallado, en qué nos hemos equivocado, en qué no
somos buenos, etc.
Tras este aprendizaje toca levantarse, que es la segunda
parte y la más compleja. Después toca volver a empezar y volver a intentarlo.
Esto está genial. Aprender siempre es bueno. El
problema es que no solamente debemos focalizar el aprendizaje en base a los errores o incluso a los
pequeños fallos o desviaciones.
A mí siempre me ha gustado el equilibrio y quizás por este motivo también he
hecho mucho caso a los aciertos. De los aciertos se aprende tanto como de los errores.
Nos podemos hacer las mismas preguntas que en el caso
anterior, en esta ocasión con un sentido positivo y también podemos sacar fantásticas
conclusiones que nos permiten ser conscientes de, por ejemplo, por qué hemos
ganado, por qué hemos acertado, por qué hemos logrado el objetivo planteado,
etc.
Como me gusta decir, la vida es cuestión de dualidades.
Esta es otra dualidad más, muy potente, a la que hay que
hacer caso en ambos sentidos. Errar y acertar. En ambos es vital saber por qué.
Mi consejo sobre esto es claro: aprende de ambas cosas,
porque ambas cosas te hacen conocerte mejor, encontrar el equilibrio y ser consciente de tus fortalezas tanto como de tus debilidades.
Somos seres que provocamos que ocurran cosas, por tanto lo
coherente es analizar lo bueno y lo malo,
sacar conclusiones siempre positivas e intentar mejorar nuestros puntos
débiles y potenciar nuestros puntos fuertes.
La cultura popular ya lo decía: “Equivocarse
es de sabios“. Y es que, según un estudio canadiense publicado en
la revista Psychology and Aging, a medida que
envejecemos, nuestro cerebro aprende mejor de los errores
que de los aciertos.
Los experimentos realizados en el estudio con sujetos de 20
a 70 años de edad revelan que la diferencia de resultados entre ambos métodos
de aprendizaje es 2,5 veces más pronunciada en adultos de edad avanzada que en
jóvenes.
Los adultos mayores suelen experimentar una disminución de
la memoria relacionada con la edad, por lo que consiguen recordar más a partir
de aprender a crear recuerdos más ricos que aquellos adultos jóvenes que no
están experimentando problemas de memoria.
Todos tenemos “lo nuestro” eso está claro, lo esencial es
que aprendamos a “manejar los tiempos” utilizando todo lo que hayamos aprendido
a través de los “aciertos y errores” que capitalicemos como enseñanzas que la
vida en su transcurso nos ha deparado
Hugo W Arostegui
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