La rispidez, en sentido amplio, se aplica a todo aquello que
es contrario a lo suave, resultando áspero, molesto, tenso e hiriente, pudiendo
aplicarse a las cosas, a los hechos, a las ideas, al carácter,
a las palabras, a las relaciones entre individuos o a los sentimientos.
Ejemplos: “Estas sábanas son muy ríspidas, prueba agregarles
suavizante en el enjuague”, “Las montañas ríspidas hacían el camino
intransitable”, “La rispidez del camino rompía los neumáticos”, “Se vivió un
momento ríspido cuando la mujer golpeó a su novio delante de todos”, “Sus ideas
son tan ríspidas que resulta ofensivo”, “Su carácter ríspido lo vuelve
solitario”, “Sus palabras ríspidas la hicieron llorar” o “Sus ríspidos
sentimientos lo han llenado de odio”.
Es bastante frecuente que la rispidez acompañe cualquier
tipo de debates, donde se enfrentan diferentes posiciones, y no se logra un
diálogo constructivo, sino que cada uno intenta hacer prevalecer su opinión,
por ejemplo: “Los diferentes candidatos políticos se enfrentaron en una ríspida discusión sobre
los mejores modos de mejorar la economía del
país” o “Fue muy ríspido el enfrentamiento entre los partidarios de legalizar
el consumo de drogas y los que se oponen a ello”.
La vida cotidiana, observada por las ciencias sociales, en especial la psicología y la sociología, está conformada por situaciones que vivimos a diario, acciones que realizamos frecuentemente en el contexto de nuestro entorno. Las relaciones interpersonales, vivencias, sensaciones y experiencias que atravesamos todos los días como miembros de la comunidad son parte de la vida cotidiana.
En nuestro devenir diario, la vida cotidiana forma nuestra personalidad desde la niñez a través del ejemplo de nuestra familia y educadores, en la transmisión de valores y principios. Muchos factores influyen en ello como los medios de comunicación, la tecnología, los amigos, el contexto social, económico y político, y la época actual.
La vida cotidiana es parte de la rutina natural de nuestro devenir bio psico social. Si nos atrevemos a usar creativamente nuestra libertad practicando nuestras convicciones, la vida cotidiana deja de ser una rutina esclavizante.
La vida cotidiana, observada por las ciencias sociales, en especial la psicología y la sociología, está conformada por situaciones que vivimos a diario, acciones que realizamos frecuentemente en el contexto de nuestro entorno. Las relaciones interpersonales, vivencias, sensaciones y experiencias que atravesamos todos los días como miembros de la comunidad son parte de la vida cotidiana.
En nuestro devenir diario, la vida cotidiana forma nuestra personalidad desde la niñez a través del ejemplo de nuestra familia y educadores, en la transmisión de valores y principios. Muchos factores influyen en ello como los medios de comunicación, la tecnología, los amigos, el contexto social, económico y político, y la época actual.
La vida cotidiana es parte de la rutina natural de nuestro devenir bio psico social. Si nos atrevemos a usar creativamente nuestra libertad practicando nuestras convicciones, la vida cotidiana deja de ser una rutina esclavizante.
Se trata de reconocer nuestros comportamientos, nuestra
conducta adaptada a las circunstancias, los roles que desempeñamos en las
distintas situaciones que atravesamos, la proyección de nuestras necesidades,
observándonos y autocalificándonos para tratar de entender si nuestra realidad
diaria se corresponde con nuestros intereses y anhelos. O si estamos viviendo
una cotidianeidad ajena a nosotros, impuesta por el afuera, por las
expectativas de los otros, o por el mandato familiar y aún de la sociedad de
consumo.
Escudriñar la vida cotidiana es inmiscuirse en el modus vivendi del
individuo y desenredar lo aparente para discernir lo simbólico en cada estilo
de vida, con la capacidad de poder diseñar un proyecto de vida que revolucione
nuestra vida cotidiana.
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