“Hoy te dejo en libertad. Hoy me olvido de mis
miedos. Hoy comienzo a valorarme. Hoy salgo adelante. Hoy te dejo de
esperar”
Solemos hacernos conscientes de la esclavitud emocional a la
que estamos sometidos cuando nuestro corazón se resquebraja. Esto sucede
cuando una relación nos duele, bien porque nos esclaviza o bien porque algo
dentro de nosotros se ha roto al tener que decir adiós.
Ante estas situaciones, sentimos que el mundo se apaga y que
una ola de dolor inmenso se cierne sobre nosotros impidiéndonos respirar. Esto es el ahogo emocional y,
su ingrediente clave, la dependencia.
Pero, a veces, llega el momento de dejar en libertad lo que
atábamos y lo que nos ata y comenzar una nueva vida, porque la esclavitud emocional ahoga.
Y es en ese momento en el que no nos vemos capaces de hacer nada sin ir de la
mano de esa persona o, simplemente, de alguien que nos guíe.
“Durante toda mi vida he
entendido el amor como una especie de esclavitud consentida.
Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo.
Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo.
Y quien ama al máximo, se
siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que
siente, y no puede culpar al otro por eso.
Nadie pierde a nadie porque nadie posee a
nadie”
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