miércoles, 24 de enero de 2018

Eduquémonos



¿Ciencias y letras? ¿Por qué nos empeñamos en separar disciplinas? ¿Por qué seguir insistiendo en el falso mito de las dos culturas? Recordemos que la primera acepción de la palabra cultura en el diccionario de la RAE es la siguiente: Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Saber razonar, desarrollar la creatividad y adquirir un pensamiento crítico son parte de la educación y la cultura y, en esta tarea, las ciencias y las letras deben aportar sus especiales particularidades, sin prejuicios ni recelos, sin enfrentamientos, complementándose.

En las siguientes líneas quiero dar unos pocos ejemplos de cómo la literatura bebe de las matemáticas, y de cómo algún teorema matemático se ha basado en estructuras poéticas. Se pueden aprender ciencia leyendo una novela, y un texto literario puede enriquecerse, por ejemplo, a través de un toque matemático. 

¿Empezamos?
Es muy habitual afirmar que cualquier civilización (incluso extraterrestre) podría comunicarse a través de las matemáticas, que tendrían la particularidad de ser un lenguaje universal. El protagonista de El Planeta de los Simios de Pierre Boulle utiliza precisamente esta técnica para captar la atención de Zira, la mona científica de la historia:

¿Cómo no se me había ocurrido utilizar este medio tan sencillo? Tratando de recordar mis estudios escolares, tracé sobre el carné la figura geométrica que ilustra el teorema de Pitágoras. No escogí este tema por casualidad. Recordé que, en mi juventud, había leído un libro sobre empresas del futuro en el que se decía que un sabio había empleado este procedimiento para entrar en contacto con inteligencias de otros mundos.

Así, el astronauta John Brent consigue establecer contacto con la científica, que lo descubre como un ser inteligente gracias a sus conocimientos de geometría.
¿Qué sería de Gulliver en la historia de Jonathan Swift sin algunos conocimientos del cálculo de proporciones? Su relación volumétrica respecto a la de los liliputienses aparece calculada de manera explícita en la novela:
[…] el Emperador estipula que se me conceda una cantidad de comida y bebida suficiente para mantener a 1.728 liliputienses. Algún tiempo después, habiendo preguntado a un amigo de la Corte cómo se las arreglaron para fijar una cifra tan concreta, me dijo que los matemáticos de su Majestad, tras medir la altura de mi cuerpo usando un cuadrante y descubrir que era más grande que el suyo en la proporción de doce a uno, concluyeron por la semejanza de sus cuerpos que el mío debía contener, al menos, 1.728 de los suyos y consecuentemente requeriría tanto alimento como se necesitaba para mantener el mismo número de liliputienses.

Observemos, por si alguien no se ha dado cuenta, que 1.728 es precisamente 12 x 12 x 12.

En la obra de Julio Verne abundan las referencias científicas. En La isla misteriosa el ingeniero Cyrus Smith da una magnífica, y bien razonada, lección de geometría: utiliza como parte importante de la trama el teorema de Tales de proporcionalidad de triángulos:

Había que completar los elementos de las observaciones de la víspera, mediante la medición de la altitud de la meseta panorámica sobre el nivel del mar. […] Acabo de construir dos triángulos semejantes, ambos rectángulos. El primero, el más pequeño, tiene por lados la vara perpendicular y la línea entre la estaca y la base de la vara, y por hipotenusa, mi radio visual. El segundo, tiene por lado la muralla perpendicular cuya altura queremos medir y la distancia de su base a la vara, y por hipotenusa, también mi radio visual, que prolonga la del primer triángulo. […] Cuando hayamos medido las dos primeras distancias conociendo la altura de la vara, no tendremos más que hacer un cálculo de proporción para saber la altura de la muralla, sin tener que medirla directamente.
Pasemos a la poesía. Se piensa que el trovador provenzal Arnaut Daniel fue el creador de una forma poética denominada sextina; siendo su Lo ferm voler qu’el cor m’intra  la primera sextina de la historia de la literatura. Una sextina es un poema formado por seis estrofas de seis versos cada una de ellas, que finaliza con una contera de tres versos. Cada línea pertenece a uno de los seis grupos de rimas identidad de acuerdo con el esquema:
ABCDEF – FAEBDC – CFDABE – ECBFAD – DEACFB – BDFECA – ECA;
es decir, solo hay seis palabras que riman (las hemos denotado A, B, C, D, E y F; dependerán de cada poema) que se intercambian según se indica arriba. En términos matemáticos se trata de una permutación de orden seis, es decir, cuando se hacen seis iteraciones (y no antes), se reencuentran las palabras de rima en su forma original. Observar que, en cada cambio de estrofa, la palabra que ocupaba el sexto lugar pasa al primero, la que se situaba en el primero va a parar al segundo lugar, la que iba en el quinto puesto se traslada al tercero, la que ocupaba la segunda posición pasa a la cuarta, la que estaba en la cuarta va a parar a la quinta y, finalmente, la palabra situada en tercer lugar pasa a ocupar el sexto lugar de la estrofa.

El escritor Raymond Queneau se preguntó si era posible generalizar la estructura de la sextina, reemplazando 6 por n, para escribir un poema de n estrofas, cada una formada por n versos, todos terminados por las mismas n palabras, intercambiadas por una permutación de orden n, generalizando la configuración inventada por el trovador. Queneau enunció y demostró un bello teorema, usando la teoría matemática de congruencias, afirmando que no siempre es posible escribir una n-nina y determinando para que valores de n un tal poema se puede construir: no es posible por ejemplo, componer 4-inas, 7-inas, 8-inas, 9-inas, 10-inas, 12-inas…

¿Sigues pensando que las matemáticas y la literatura no se dan la mano? Innovar es también atreverse a salir de nuestro cascarón protector para cruzar fronteras y aprender de manera diferente. Lo importante, como explica de manera exquisita Gabriel Celaya, es educar mezclando, con criterio, ingredientes diversos:

Educar es lo mismo
Que poner motor a una barca…
Hay que medir, pesar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Para eso,
Uno tiene que llevar en el alma
Un poco de marino…
Un poco de pirata…
Un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia
Concentrada.
Pero es consolador soñar
Mientras uno trabaja,
Que ese barco, ese niño
Irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
Llevará nuestra carga de palabras
Hacia puertos distantes,
Hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
Esté durmiendo nuestra propia barca,
En barcos nuevos seguirá
Nuestra bandera
Enarbolada.


El Corset De Una “Constitución” Monárquica



El lendakari del Gobierno vasco, Iñigo Urkullu, no perdió la oportunidad ayer para sacar rédito de la situación en Cataluña y lanzar un mensaje «conciliador» entre el órdago lanzado por los secesionistas y la respuesta del Estado. 

No obstante, el foco de crítica estuvo puesto sobre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y no así sobre el presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, ni sobre su asalto a la ley. «Hay que abrir la puerta a una solución política negociadora», consideró en el Pleno de Política General celebrado en el Parlamento Vasco, «dado que ni la imposición, ni la vía judicial, y mucho menos, la vía penal, es la solución al conflicto» del proceso soberanista.

Porque la intención del político vasco es sacar «tajada» de la situación que se vive en Cataluña para posicionar sus reivindicaciones. Entre otras, establecer hoy el marco de negociaciones entre el Gobierno de Rajoy y su partido nacionalista en cuanto al traspaso de 37 transferencias para, a juicio de Urkullu, «zanjar el contencioso estatutario», que, a su juicio, lleva «sin resolverse 37 años». Y, sin rodeos, reclamó además que se defina al País Vasco como un Estado confederal que reconozca la nación vasca y se institucionalice la consulta legal a la ciudadanía. 

«Es preciso acordar con el Estado un nuevo estatus de autogobierno que sea expresión de la nacionalidad propia y diferenciada de Euskadi y que, desde la concordia, la convivencia, el respeto y el reconocimiento mutuo contenga un sistema recíproco de garantías», aseguró.

Esta «vía vasca» defendida por el lendakari no convenció ni al PP ni a EH Bildu, que no tardaron en salir a la palestra, aunque motivados por diferentes cuestiones. El principal partido de la oposición vasca cuestionó que Urkullu pueda lograr su propósito «con quienes mandan tropas a Cataluña». La portavoz, Maddalen Iriarte, acusó al PNV de demostrar que están cómodos «dentro de la sartén que maneja el PP» frente a lo que está ocurriendo en Cataluña, que ha logrado «reventar las costuras de un sistema que tiene gravísimas carencias democráticas y ha puesto contra las cuerdas las estructuras del Estado».

La respuesta del Partido Popular fue igual de tajante, pero respecto a la defensa de la unidad de España, y el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, advirtió a Urkullu de que su propuesta «conduce al mismo desierto que en Cataluña», y le instó a «sopesar las consecuencias de cambiar de compañero de viaje».



Las Conductas Agresivas



Existen niños y niñas, que en verdad, golpean a los otros, como todos lo saben; hasta se podría afirmar que todo niño que golpeó o golpeará a otro a alguna vez en su vida.

Pero hay diversos motivos que pueden conducir a un niño a golpear a otro.

1. Cuando la agresividad se dirige hacia una persona determinada (padre, madre, hermano) puede ser que la causa sea la incomprensión de los educadores o celos inconscientes cuyos orígenes deben descubrirse.  Los niños celosos son fácilmente hostiles hacia sus compañeros.   Esto es, por otra parte, lo primero que de debe de averiguar.  Si la brusquedad tiene por origen los celos, son ellos los que se deberán de evitar.  Ha menudo los celos son provocados y mantenidos por errores de la educación.
2. La brusquedad puede también ser el resultado de un ataque verbal o físico.  Podemos citar un niño acusa a otro de ladrón; como éste no conoce otro medio, ataca para defenderse de la acusación.  Es deber de los padres indicar otros caminos para defenderse y solucionar problemas.
3. Existe un tipo de agresividad “gratuita”; el niño ataca de repente y sin ningún motivo a cualquier compañero.  En este caso se puede tratar de un equivalente a alguna enfermedad o de una ausencia de control cerebral motivada por otro tipo de enfermedad.

En una sociedad como la nuestra, con tanta ambigüedad y contradicciones en el mundo adulto, los niños y adolescentes no saben qué es la verdad y qué no. Crecen confundidos porque en numerosas ocasiones los adultos les mienten para “protegerlos”. Esto puede reflejarse en expresiones comunes en las que los adultos presentan la mentira como solución y alternativa a la verdad u honestidad (por ejemplo “Es chico para contarle que murió un amiguito, no lo va a entender”, “Decile a la maestra que lo hiciste vos, aunque te lo hice yo, así aprobás”, “Shh, no digas que no me cobraron tal producto en la caja del súper, total ellos ganan tanto…”).

Hasta el primer año de vida -período en el que todo ser humano necesita la máxima atención y cuidado-, las emociones son como ríos sin cauce y necesitan del adulto para no desbordarse. Gradualmente, el bebé desarrollará estrategias para encauzar esas emociones y afianzar sus formas de afrontamiento, las que se consolidarán durante los primeros 20 años de vida. Durante este desarrollo cognitivo y emocional, surge la capacidad de discernir y evaluar por sí mismo y se desarrolla la conciencia moral, que permite medir las consecuencias de las elecciones y hacerse cargo de las acciones.

En términos generales, las mentiras y los robos integran el grupo de las llamadas “conductas antisociales o rebeldes”, en las que parece no respetarse los derechos de los demás ni las normas sociales. Los dos parámetros esenciales para medir la gravedad de la mentira son la intención que la impulsa y el efecto que ésta causa.

Se sabe que las mentiras aparecen de forma frecuente en el desarrollo normal de cualquier  niño pero, en el momento en que éstas son frecuentes y persisten en el tiempo, se puede pensar en una conducta problemática. Las mentiras pueden clasificarse como acordes al momento evolutivo, conductas rebeldes reactivas o defensivas o conductas rebeldes cronificadas -posible expresión de una patología-.

¿Cómo diferenciar las mentiras propias del desarrollo de las mentiras patológicas?
La frontera entre una mentira como fenómeno normal del desarrollo y una conducta  mentirosa reactiva a factores del contexto es extremadamente difusa. Se debe agudizar el diagnóstico diferencial en este aspecto para poder tomar las medidas adecuadas para su abordaje.
Cuando la mentira se presenta como parte del desarrollo del niño, requerirá una aproximación psicoeducativa, que será importante para evitar el viraje a esa “reactividad”, que probablemente venga acompañada de otras actitudes o conductas transgresoras.

Cuando las mentiras son reactivas, la atención debe ser mayor. Se deberá consultar con un pediatra, psiquiatra o psicólogo capacitado para identificar los factores de riesgo que facilitan la rebeldía. En estos casos, es recomendable trabajar con el niño y la familia para generar un cambio en la situación. Algunos factores que pueden precipitar la aparición de mentiras y  robos reactivos suelen ser: disfuncionalidad familiar, violencia familiar, crianza coercitiva o en exceso autoritaria, crianza negligente, modelos inadecuados de afrontamiento de conflictos, abuso intrafamiliar, entre otros.

Entender las mentiras o robos como conductas reactivas no implica justificar la conducta del niño, sino que permite abordar el tema de manera integral para obtener mejores resultados que los que se obtendrían catalogando al niño o adolescente de  “mentiroso”. Además, facilita intervenciones multidimensionales (terapia individual, familiar, vincular, eventual uso de psicofármacos o de otras medidas correctivas.)

Cuando pensamos en mentiras o robos como expresión de psicopatología hacemos referencia a la cronicidad y gravedad en relación al momento evolutivo del niño y a las formas esperables de acción, a la presencia de otras actitudes o conductas inapropiadas y al nivel de riesgo para el niño o adolescente y otros significativos.

Mentiras esperables
Hasta los 4 ó 5 años el niño puede decir mentiras sin tener intención de engañar, ya que se confunde la realidad con lo imaginado. El  pensamiento es mágico, los niños hacen existir lo que desean y suprimen lo que no les gusta. Aquí, la recomendación para los padres y educadores es no precipitarse y rotularlo de mentiroso. Es la etapa en que habrá que utilizar el humor para mostrarle que exagera pero sin descalificarlo, ya que se está sembrando la confianza mutua.
A partir de los 5 ó 6 años, los niños empiezan a mentir realmente, es decir, cuentan cosas falsas a medida que van distinguiendo lo real de lo imaginario o fantasioso. En estos casos, conviene evitar la brusquedad y, de a poco, enseñarles a distinguir qué cosas son reales y qué cosas no

Mostrar los beneficios de utilizar la verdad para relacionarnos con las demás personas y cómo eso influye en la confianza y la credibilidad. Cuentos como el pastorcito y el lobo y otras versiones más actuales son herramientas útiles.
En la pubertad y adolescencia -mientras se afianzan la autonomía y el criterio propio-, las mentiras y algunos robos menores pueden responder a infinidad de razones, que deberán analizarse mientras se tiene en cuenta la singularidad de cada individuo y su contexto familiar y social más amplio.


martes, 23 de enero de 2018

El Intelecto Humano


Cuando nos encontramos con desorientación y confusión, es menester reconocer sin reservas la pobreza del intelecto humano e iniciar su nutrición y vigorización por medio de sus propios recursos, proponiendo el siguiente método: 
la naturaleza dotó al individuo de herramientas limitadas para conocer el exterior.

Esta condición natural de la debilidad intelectual del hombre debe generar la obligación individual de percibir intensa y ampliamente un objeto para entenderlo y conocerlo en su estructura fundamental, compartiendo esta percepción, entendimiento y conocimiento con los demás individuos, quienes también están obligados a tener su propia experiencia intelectual o mental en los mismos términos antes señalados y compartirla con otros individuos.

Así, compartiendo las experiencias de percepción, entendimiento y conocimiento individual de un objeto determinado, la humanidad se acercará un poco más a la certeza del conocimiento de la esencia de ese objeto. Sin olvidar la inevitable y constante transformación del objeto, es decir, la percepción, entendimiento y conocimiento que hoy se tiene de ese objeto mañana carecerá de certeza y será quizá una mentira y por este mismo ejercicio intelectual que se realice mañana hoy su certeza es nula y es una mentira. 

Por este motivo, la búsqueda del conocimiento es permanente, la propiedad del conocimiento es retrógrada.

Esta razón, de la obligación de buscar y compartir el conocimiento, es la base para fundamentar de manera sólida el considerar un crimen grave contra la humanidad la creencia falsa de ser propietario de la verdad absoluta -independientemente que cancela y obstaculiza la búsqueda del conocimiento de aquel que se crea propietario de la verdad total-, al convertir en un peligroso delincuente agresor de la humanidad al que pretende, como pastor, imponer a los demás individuos su estéril verdad producto de una creencia para muchos engañosa.

Por otro lado, y en estas mismas condiciones, el individuo que por temor y ocio no busca percibir y entender, incumpliendo su obligación de tener un conocimiento propio, se someterá inevitablemente al conocimiento de otro individuo convirtiéndose en su esclavo o en su borrego y es también un delincuente que lesiona de gravedad a la humanidad.

El sentimiento de ser propietario de un conocimiento únicamente oscurece el camino hacia las tinieblas; al contrario, la constante búsqueda del conocimiento es la generadora de la luz que ilumina un poco más el camino del hombre: es menester que el hombre reconozca la pobreza de su intelecto y así estar en condiciones de enriquecerlo.

El proceso para enriquecer el intelecto humano está en ejercitar las facultades de percepción, entendimiento, pensamiento, razonamiento y en otras más con los que la naturaleza dotó al hombre y no en la dogmática creencia en factores ajenos y extraños a su esencia; complementando este proceso enriquecedor con la actitud individual de compartir esa experiencia personal en la búsqueda del conocimiento con otros individuos que a su vez compartían esta misma experiencia.


Este intercambio de conocimientos debe estar dominado por una actitud de duda y de crítica para aproximarse a la certeza momentánea; alejado este intercambio, del dogmatismo que genera una conducta totalitaria por la falsa creencia de ser poseedor de la verdad absoluta e intentar imponerla a los demás individuos y, lejana también, a la permanente tentación del individuo de someterse por la ociosidad y cobardía convirtiéndose en el más ruin de los estados del hombre: el ser esclavo.

Nuestra Apariencia


Vivimos en un mundo, donde las apariencias y lo físico cobran un sentido bastante importante. Para nadie es un secreto que nos hemos convertido en una cultura visual, pues todo entra por los ojos y la sociedad está llena de estereotipos, que generan a su vez una presión social para todos y afectan nuestro desarrollo interior. En otras palabras, las personas están en constante búsqueda de aceptación e inclusión, y se ha considerado que esto se logra si se tiene un buen físico, es decir, si uno es bello. 

Ahora bien, ¿qué es bello y qué no lo es? A lo mejor este tema parece inclinarse hacia las mujeres, sin embargo, va dirigido a todos sin excepción: hombres, mujeres, niños, adultos, ancianos, jóvenes, personas con alguna discapacidad, enfermedad, etc. Nadie queda por fuera.

A partir de ahora entenderemos que nada ni nadie determina quién es bello y quién no; lo importante y realmente bello es aceptar nuestra apariencia, independientemente de lo que sea.

Al momento de mirarnos en un espejo surgen sentimientos y complejos que por lo general preferimos esconder y hundir en nuestra mente. Esta, es precisamente la acción que limita nuestro crecimiento personal y nos aleja del objetivo para vivir en paz con nosotros mismos, aceptarnos tal y como nos vemos.

¿Estás un poco gordo? ¿No te gusta tu nariz? ¿Sufres de alguna enfermedad cutánea de la que te avergüences? ¿Te hace falta una pierna? Respóndete la verdad, tu verdad y ahora acéptala con amor. Todo lo que consideremos un defecto lo será y será nuestro para siempre. Entonces, ¿Por qué no mejorar la relación con nuestros complejos?

El autoestima propio esta sin duda alguna, siempre expuesto a ser afectado y a su vez nuestro desarrollo interior. Lo mencionado se debe a esos estereotipos existentes que van catalogando a la humanidad y generando una cantidad de problemas como la depresión, la soledad, la anorexia, la bulimia, el rechazo, la discriminación, entre otros que pueden llevar a la muerte. 

Con respecto a esto, hay que poner un freno y ser conscientes de que estos estereotipos no determinan nada en el espíritu, ni hacen a nadie menos merecedores.

Hoy día, una persona puede creer firmemente en que por ser obesa, es imposible ser amada; o por tener la cara manchada no tiene derecho a salir sonriente en las fotografías o con la cara en alto por las calles. 

Estos simples ejemplos son tan solo dos de muchas personas que no se aceptan como son y esperan aún ser aceptados y felices. Asimismo, condicionan su vida de una manera desgraciada y se ponen límites que los vuelven infelices de inmediato.


Pero entonces, ¿Cómo podemos ser felices con nuestra apariencia?

La respuesta es aceptarla y no negarnos la verdad. 

La Lucidez Mental


Una de las mayores aspiraciones de los seres humanos es lograr vivir muchos años y en las mejores condiciones posibles. Es por ello que mantener nuestra salud física y mental se ha vuelto una de las prioridades en el andar cotidiano.
A la lucidez sólo es posible evaluarla en relación con las habilidades que cada uno desarrolló en su juventud. Por eso la vejez, aun cuando forma parte de la naturaleza, constituye uno de los grandes temores humanos.

En la actualidad, existen ejercicios y tratamientos específicos para la preservación de las capacidades cognitivas, aunque no hay estándares universales ni garantías, ya que cada persona es diferente. No obstante, se pueden tener en cuenta algunas recomendaciones:

Estimular las capacidades cognitivas durante la juventud, a través de la actividad social e intelectual, del juego y de todo aquello que estimule el ejercicio de la inteligencia y la salud mental. Realizar palabras cruzadas, sopas de letras, sudokus, ejercitar la mano izquierda cuando uno es diestro, o viceversa, ejercitar la memoria con actividades tan simples como no consultar la lista de compras mientras se está en el supermercado y corroborar sólo al llegar a la caja.

El razonamiento se estimula mediante ejercicios que trabajen la capacidad de clasificar características de los objetos, mientras que los aspectos del lenguaje y la capacidad visoespacial se ejercitan mediante la escritura, el dictado y el dibujo.

Por otro lado, el ejercicio físico y la alimentación sana, mejoran indudablemente la calidad de tus habilidades cognitivas. Por ejemplo, el consumo los alimentos ricos en Omega-3, como los pescados grasos y los aceites de lino, nuez y soja son los más adecuados para mantener las membranas celulares flexibles y sanas, ayudando a mejorar el funcionamiento de nuestro cerebro. 

De por sí, la deficiencia de Omega-3 se ha relacionado con problemas como la depresión, pérdida de la memoria, menos inteligencia, dificultades en el aprendizaje, falta de concentración, Alzheimer, esclerosis múltiple, problemas oculares, irritabilidad y tendencia al suicidio; por lo que es sumamente importante consumir alimentos ricos en este ácido graso.


La Conducta Irresponsable


¿Qué es la irresponsabilidad? Es la conducta de una persona que se caracteriza por el desorden, la poca medición de la consecuencia de sus actos y el incumplimiento de los deberes.

Ejemplos de irresponsabilidad:
La gente que no está cumpliendo el horario de trabajo por constantes llegadas tardes y faltas injustificadas.
La persona que conduce su vehículo de forma temeraria, poniendo en riesgo su vida y la de otra gente.
El mecánico de aviación que se “hace de la vista gorda” ante una falla que parecía sin importancia y luego ocurre un accidente fatal.
La persona que no tiene responsabilidad financiera y cae en un terrible endeudamiento sin que existiera una razón justificable para ello.
Etc.

Las consecuencias de la irresponsabilidad:
Se puede afectar la vida de un gran número de personas:
En el mundo se han observado muchos actos de irresponsabilidad con consecuencias fatales, tal y como ocurre en los accidentes, donde en su mayoría suceden por fallas humanas. A veces un pequeño descuido es suficiente para que una catástrofe ocurra.

Se daña la imagen personal o corporativa:
Una falla en el sistema de atención al cliente es suficiente razón para que esa empresa dañe su imagen corporativa. Una persona que cae en la irresponsabilidad va cerrando sus puertas y luego puede estar atado a la adversidad.

Se va perdiendo el control de la vida:
Debes cuidarte de los actos irresponsables, porque las reiteradas fallas personales van ocasionando una tendencia a hacer de la negligencia un estilo de vida. Esto es similar a lo que ocurre con las adicciones, todo puede comenzar como un juego, de seguir en lo mismo, se va cayendo gradas, hasta tocar fondo.

Es uno de los venenos para el desarrollo personal:
La gente irresponsable, definitivamente no puede avanzar en sus metas de desarrollo personal, porque sus mentes están tan ancladas a la mediocridad que no son capaces de ver la luz, a menos que se pueda despertar del letargo y tomar la decisión de un cambio.
Etc.

¿Cómo superar la irresponsabilidad?
Aceptando que se ha caído en la irresponsabilidad:
A veces resulta difícil determinar las fronteras entre la responsabilidad e irresponsabilidad, porque no existe un modelo de conducta perfecto y siempre ocurren pequeñas fallas. Sin embargo un buen parámetro es hacer una comparación positiva en las condiciones de vida y observar qué están logrando las otras personas, especialmente las ideas vinculadas con tu misión de vida. Es bueno tener algunos modelos en los cuales quieras reflejarte. Quizás ahí puedas llegar a la conclusión que has sido irresponsable en algunas acciones.

Define exactamente en qué te consideras irresponsable y trabaja por puntos específicos:
Tus fallas pueden ser: impuntualidad, pereza, apatía hacia tu trabajo, incumplimiento de las obligaciones financieras en tu hogar, descuido en tu estado físico, etc. Una vez que ya sabes en qué cosas necesitas trabajar, requieres un plan para solucionar cada falla.

Define un proyecto de vida que abarque todas tus facetas, cuando tienes un panorama claro de la vida que deseas para el futuro, es mucho más fácil ir trabajando en el refinamiento personal y progresivamente podrás superar los malos hábitos. La experiencia ha demostrado que la mayoría de gente que cae en la irresponsabilidad es porque están desmotivadas, no les gusta la labor que hacen o no poseen objetivos.


Cada una de tus acciones van edificando tu destino, es fundamental que aprendas a ser responsable en todo lo que haces, ahí está la clave de un cambio permanente y sustentable

Cuidémonos A Nosotros Mismos


“No debemos tener miedo a estar solos con nosotros mismos. Podemos aprovechar esos momentos para relajarnos y conectar con nuestro interior para conocernos más a fondo y satisfacer nuestras necesidades”

Cuidar de nosotros mismos, no es solo oírnos, sino también escucharnos. Saber qué queremos, qué es aquello que necesitamos, qué sentimos o qué pensamos.

La vida es demasiado ruidosa, y a veces el silencio nos da miedo, incluso la soledad nos da miedo, y es en esos momentos cuando nos encontramos con nosotros mismos.

1)  Quiérete, ámate con todas tus fuerzas, valórate.  ¡Es hora de quererse! .Cada persona es un ser único e irrepetible, no hay nadie como tú, puedes tener ciertos puntos en común con otras personas,  pero también muchas diferencias que te hacen tener tu propia esencia.
2)      Aprende a expresarte. Aprende a expresar tus sentimientos, tus emociones y tus pensamientos; son la fuente de tu ser, los que te configuran como persona y permiten que tengas relaciones con los demás. Es muy difícil saber que siente, piensa o quiere alguien si no lo expresa. Puedes comenzar por hacerlo tú mismo. ¡Adelante!
3)      Conoce a tu pensamiento. Nadie más que tú mismo tiene el control sobre sus pensamientos. Tú puedes elegir qué decisión o actitud tomar.
4)      Aprende a decir “no”.  Di “no” a todo aquello que te parezca irracional, no pasa nada, solo tienes que empezar a entrenarte.
5)      Sonríe. Busca el humor, invítalo a ser tu compañero. Mejora nuestra forma de pensar, nos fortalece, protege nuestra salud…
 Dedica tiempo a disfrutar. Algún hobby que te guste, te ayudará a sentirte bien.
7)      Mantén algunas relaciones con los demás. Pueden ser familiares, o relaciones de amistad. Relacionarte con los otros es un modo de aprender e ir creciendo.
8)      Haz ejercicio. Puedes salir a dar un paseo, coger la bicicleta, ir al gimnasio… Mantenerte activo es algo beneficioso tanto para tu cuerpo como para tu mente.
9)      Aprende a relajarte. Practicar la relajación, meditación o respiración, ayuda a calmar tu mente, sobre todo en estos tiempos que corren de tanto estrés, y ruido. Conecta con tu interior. Comienza a escucharte.
10)   Ayuda a los demás. No hay mayor satisfacción que dar a los demás, te sentirás tu bien y también ellos.

“El respeto comienza con uno mismo” (Nathaniel Branden)


Desubicados



Un desubicado o desubicada es una persona que, por ejemplo dice o hace cosas que no tiene que hacer, es como si alguien estuviera en un funeral y llega uno con animo de fiesta, es un desubicado, o si alguien está hablando y otra persona lo interrumpe diciendo algo que no tiene nada que ver con lo que se está hablando...

En fin, una persona desubicada es una persona que no se ubica según la situación en que se encuentra, es más bien un tema moral, para la sociedad hacer tal y tal cosa no está bien, o decir tal y tal otra no está bien, como que vas caminando por la calle y te cruzas con una persona que va caminando desnuda, es algo que está moralmente mal en la mayoría de las sociedades, entonces esta persona seria una/un desubicada/o.

La des-ubicación, se puede encontrar en muchas expresiones, y no únicamente en la conducta de las personas, lo que entendemos por lo general como una conducta no adecuada para un determinado momento, o también una conducta que no es socialmente aceptada o adecuada.

Si no tenemos suficiente enfoque respecto a lo que queremos hacer en nuestras vidas, los obstáculos que queremos vencer, cuándo queremos esto, podemos fácilmente comenzar a ir a la deriva, y desubicarnos. 

Entonces la vida toma las riendas del ser, en vez de ser uno el que las toma.

lunes, 22 de enero de 2018

Tu Lugar En El Mundo


No Eres Como Eres por Casualidad

El universo tiene una característica muy importante, que además es muy útil a la hora de comprender mejor nuestra vida: nada es como es por casualidad, todo lo que existe tiene una forma asociada a su función.

Las sillas, por ejemplo, no tienen patas y un asiento por azar, sino para que nos podamos sentar; nuestro corazón tiene cuatro cavidades con paredes musculares para poder bombear la sangre; las raíces de los árboles son como son para captar los nutrientes de la tierra, etc. La forma de cualquier cosa está asociada a su función; este hecho se cumple siempre. Y tú no eres ninguna excepción.

Así pues, no eres como eres por casualidad. Tienes una función dentro del universo, y tu forma es perfecta para llevarla a cabo.

Tu Lugar en el Mundo: Puedes Descubrirlo a Través de tu Forma
Cuando no sabemos cuál es la función de una cosa, podemos intentar descubrirla a través de su forma. Es decir, si miramos un objeto desconocido, podemos intentar descubrir para qué sirve analizando cómo es. ¿Tiene ruedas? ¿Es grande o pequeño? ¿Tiene algún mecanismo? A través de estas y otras preguntas, podemos ir deduciendo cuál es su función.

Esto mismo lo puedes hacer contigo mismo. Puedes analizar tu forma como persona: ¿cómo eres? ¿Qué habilidades tienes? ¿Qué te gusta? ¿Qué sabes hacer mejor? Todas estas cuestiones hacen referencia a tu manera de ser, y apuntan en una dirección: tu lugar en el mundo.

Este proceso de análisis se puede dividir en dos pasos.

Paso 1 para Encontrar Tu Lugar en el Mundo: Analiza Tus Sentimientos
Los sentimientos son una parte importantísima de nuestra vida que, desgraciadamente, a menudo dejamos en segundo plano. Pensamos que la razón es mucho más sólida y fiable, cuando la realidad es todo el contrario: los sentimientos son los que realmente saben cuál es nuestro camino.

Al fin y al cabo, ¿de qué va la vida? ¿De trabajar? ¿De formar una familia? ¿De luchar para sobrevivir? Bien, un poco sí que va de todo esto, pero detrás hay un objetivo mucho más básico: sentirse bien. Esta es la finalidad principal de la vida; es lo que todos queremos conseguir.

Y los sentimientos son los que saben qué es lo que nos hace sentir bien. En el fondo, nos están marcando un camino; nos están diciendo qué tenemos que hacer para ser felices.

¿Qué te gusta hacer? ¿Qué experiencias quieres vivir? ¿De que te gustaría trabajar? ¿Con qué tipo de personas quieres relacionarte? Las respuestas a este tipo de preguntas te están indicando cuál es tu lugar al mundo.

Paso 2: Analiza Tus Capacidades
Simplemente escuchando nuestros sentimientos, podemos ver claramente cuál es nuestro lugar en el mundo. Una persona que está conectada con lo que siente no tiene nunca ninguna duda. Pero esto no siempre es fácil, ¿verdad? Por esta razón, es útil analizar también nuestras capacidades.

¿Qué se te da bien? ¿Qué habilidades tienes? Si respondes a estas preguntas, verás que tus capacidades también indican un camino: el de las cosas que sabes hacer mejor. ¡Y este camino coincide con lo que te gusta hacer! No es  por casualidad, el universo es muy sabio.

Así pues, tu lugar en el mundo es la respuesta a dos preguntas: “¿qué te gusta?” y “¿qué  sabes hacer?”.

Estás preparado para hacer aquello que más te gusta. Esto es lo que has venido a hacer a la Tierra, y lo que el universo espera que hagas.


marias









Vivencias Pasadas


“La experiencia es la madre de la ciencia”; “más sabe el diablo por viejo que por diablo”; “el pájaro viejo no entra en la jaula”… Cuando se habla de experiencia se habla de conocimiento, pero no del conocimiento adquirido a través del estudio, de la observación o de la investigación, sino de aquel que proviene de las vivencias, de la acción personal y de todo aquello que los años nos han hecho aprender a fuerza de haberlo protagonizado.

Es común definir la experiencia como las enseñanzas que se adquieren con la práctica y se identifica con lo vivido o ejecutado durante un tiempo largo

También se considera una habilidad; uniendo ambos conceptos se describe la experiencia como la práctica prolongada que proporciona conocimientos y habilidades por hacer algo o como el conocimiento que nos queda por las circunstancias y cosas vividas.

Un poco más técnicamente, la experiencia se refiere al carácter procedimental de las situaciones (cómo se resuelven las cosas) y no a su carácter material (que son y cómo son las cosas). Desde la filosofía hemos aprendido que la experiencia es siempre un conocimiento a posteriori y empírico.

¿Cómo aplicamos esto al entorno del management? Desde una perspectiva organizacional, o mejor dicho laboral, la experiencia es un capital de conocimiento profesional que se va acumulando año tras año y que garantiza un rendimiento excelente, lo cual puede conducir al incongruente y falso razonamiento de: cuantos más años lleves ejerciendo un cargo o haciendo una determinada tarea, mayor será el conocimiento sobre ello.

“La experiencia no tiene valor ético alguno. Es simplemente el nombre que damos a nuestros errores”
(Oscar Wilde)

Acabamos de llegar al gran error: Confundir la experiencia con la antigüedad. En un entorno meramente profesional la experiencia no es sino la habilidad personal e intransferible de transportar al presente y a una situación dada y concreta momentos similares (por analogía) vividos en el pasado y además vividos en primera persona, con la finalidad de comprobar si las fórmulas que en aquel momento se aplicaron son convenientes, o no, para solucionar las situaciones actuales.

Visto de esta manera podría ocurrir (y de hecho es mucho más frecuente de lo que imaginamos) que personas que han acumulado gran antigüedad no tengan experiencia o que otras personas estén todavía viviendo en el pasado porque son incapaces de separarse o superar sus experiencias.

Inicié estas reflexiones con unos refranes y concluyo con sus frases de prestigiosos autores: 

“La experiencia no tiene valor ético alguno. Es simplemente el nombre que damos a nuestros errores” (Oscar Wilde). 

“Una espina de experiencia vale más que un bosque de advertencias”             (James Russel Lowell). 

“Los cabellos grises son el archivo del pasado” (Edgar Allan Poe).


El Desarraigo Cultural


El ritmo acelerado de la sociedad actual, su permanente cambio, su tendencia constante a falta de solidez y permanencia, el bombardeo de información de todo tipo y los más importante, la imposición de estereotipos con el fin de favorecer un modelo social capitalista y consumista apunta a la perdida de las individualidades nacionales, formando en el mejor de los casos culturas hibridas o llegando al punto de la formación de una cultura mundial homogenizada.

Perdida o cambio de tradiciones
Desde hace mucho tiempo las personas han ido creado la cultura y esta ha formado parte de nuestras vidas, por lo que la cultura se forma según las características que tiene un pueblo, esto es, desde los rasgos físicos de la gente, hasta la forma de hablar, lo que comen, las relaciones sociales, el vestir, sus historias, sus ideas, las formas de ver la vida, sus tradiciones, sus hábitos, etcétera.

Desarraigo cultural
La realidad
La globalización es inevitable y hasta necesaria en este siglo, ya que vivimos en una sociedad en la que la proximidad global es fundamental para el desarrollo de la misma, pero hay que tener muy en cuenta que las diferencias y raíces culturales son las que permiten la individualidad y el sentido de nación, además de hacer parte de nuestra identidad.

Es por eso la importancia de la conservación de las culturas, tradiciones y etnias autóctonas, ya que gracias a estas tenemos un sentido de nación, historia, memoria e identidad.


Es necesario que las costumbres y tradiciones de un pueblo sigan siendo parte importante de la vida de los futuros habitantes para que de esta forma puedan mantener vivas las costumbres y tradiciones familiares y de la comunidad.

Alejémonos De La Soberbia


Filosofía

“Aquellos que están llenos de vanidad con la codicia penetran en una corriente que les atrapa como la tela que la araña ha tejido de sí misma. Por esta razón, el sabio corta con todo ello y se aleja abandonando toda tribulación”  (Dhammapada)

Hay días en que uno se levanta y si no tiene bien puestas las orejeras puede ocurrir que caiga fulminado por el torrente de noticias envueltas en crisis.

Más o menos, casi todos nos hemos dado cuenta de que el origen de muchos desajustes actuales que afectan a nuestras circunstancias materiales cotidianas está en males anteriores, y que esos males tienen mucho que ver con la falta de valores éticos.

Caramba, qué coincidencia.
Los que creemos en la filosofía siempre hemos pensado que son los valores éticos los que conforman nuestra identidad como seres humanos y en su cultivo está la raíz de las soluciones que se manifestarán, igual que su ausencia fue la raíz de los problemas que afloran ahora a la superficie. Puede la filosofía, también, servir para encontrar una buena brújula para navegar en las procelosas aguas de la vida.

Esto, que suena tan rimbombante, no es ni más ni menos que lo que todo ser humano ansía interiormente por naturaleza, porque todos necesitamos saber para qué hemos venido a la vida, y si no queremos declararlo así, por lo menos nos gustaría tener un pequeño manual práctico de cómo ir capeando aquellas situaciones que nos provocan inquietud, esa inquietud que no es material, y que nos demanda insistentemente una meta que nos impulse hacia adelante y nos anime a no dejarnos aplastar por las olas cotidianas que ofuscan nuestra visión del horizonte.

Hemos conocido tiempos llenos de palabras. El mundo ya ha visto a dónde nos conducen. Es el tiempo de pasar a las acciones, pero no a las que son fruto del miedo, la inquietud, la desesperanza o el resentimiento. Es tiempo de reflexionar por un momento qué es lo verdaderamente importante, y sobre todo, qué es lo que depende de nosotros mismos, algo en lo que insistieron tanto los estoicos. 

Tal vez podamos evitar el sentido trágico de nuestro momento e interpretar nuestro papel lo mejor posible, tal como nos sugirió el gran Epicteto.

Lo pasado ya pasó. Hemos de aprender a diferenciar las situaciones que no dependen de nosotros de aquellas otras en las que sí podemos ser protagonistas activos. Todo ello redundará en una mejor vida para todos. Tal vez no seamos más ricos, o no tengamos tantas comodidades materiales, pero sabremos qué camino hemos de tomar ante las adversidades. Curiosamente, en la filosofía de los textos clásicos hay recetas que todavía no han caducado. ¿Qué tal si las echamos un vistazo?

"Mejor que mil disertaciones, mejor que un mero revoltijo de palabras sin significado, es una frase sensata, al escuchar la cual uno se calma"  (Dhammapada)


Convivencia Social


Convivir significa vivir en compañía de otros.

Para convivir necesitamos una relación con otros seres humanos y con el medio.
 La convivencia social es una necesidad humana, porque el ser humano es un ser bio-psico-social, que nace tan desvalido, indefenso, que necesita otros seres humanos para sobrevivir.

Podemos clasificar las necesidades humanas en:
-      Biológicas: el alimento, el abrigo...
-      Sociales: relaciones de familia, amistad...
-      Económicas: el trabajo, la vivienda...
-      Culturales: la educación.
-      Sicológicas: la necesidad de afecto, amor, relacionamiento con otros seres humanos.

Somos seres gregarios, pues necesitamos vivir en grupos con otros seres humanos.

Nuestro contexto social muchas veces nos condiciona, influye en cómo nos vestimos, la música que escuchamos, lo que comemos, lo que los varones buscan en las mujeres y las mujeres en los varones, como hablamos, lo que queremos para nuestro futuro, hace que nos identifiquemos con unos y nos diferenciemos de otros.

La Socialización es el proceso por el cual aprendemos a vivir en sociedad, a través de aprendizajes e interiorización de valores, normas, comportamientos y gustos.

La sociedad es el gran agente de socialización y cada persona con quien se entre en contacto es en cierto modo, un agente de socialización. Entre la gran sociedad y la persona individual existen grupos grandes y pequeños que son los principales agentes de socialización del ser humano.

Algunos agentes de socialización son: madre, padre, hermanos, familia, amigos, centros educativos, medios de comunicación, barrio, etc.

Cada uno de ellos, en alguna forma, nos ayuda a adaptarnos a vivir con otros seres humanos, enseñándonos pautas de convivencia, valores, etc., que hacen que interioricemos normas y podamos convertirnos en miembros cabales de la sociedad.

La cultura es toda creación del hombre, resultado de la invención social, trasmitida y conservada a través de la comunicación y el lenguaje.
 Tylor: “La cultura es un todo complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las costumbres y otras capacidades adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad”

La cultura se aprende a lo largo de toda la vida a través del proceso de socialización.


Exponer Sentimientos


A veces lo más duro de algunos sentimientos es compartirlos con otras personas. Pero el hecho de compartir tus sentimientos te puede ayudar, tanto cundo se trate de buenos sentimientos como de otros que no sean tan buenos. Además, el hecho de compartir tus sentimientos te ayudará a sentirte más cerca de la gente que te importa y a quien le importas. Cuando la gente habla sobre sentimientos, a veces utiliza la palabra "emociones".

Céntrate en tus sentimientos
No le puedes explicar a nadie qué llevas en la mochila si no lo sabes ni tú. Con los sentimientos ocurre lo mismo. Para poder compartirlos con alguien, antes tendrás que aclararte tú mismo sobre qué es lo que sientes.

Hacerte una lista sobre lo que sientes te puede ayudar. Puedes hacerla mentalmente o bien escribirlo en un trozo de papel o dibujarlo. ¿Hay algo que te molesta o te preocupa? ¿Te hace sentirte triste o enfadado? ¿Sientes esa emoción de vez en cuando o constantemente?

A la hora de intentar identificar tus sentimientos, te puede ayudar recordar cosas que te han ocurrido y cómo te han hecho sentirte. Entonces podrás decir, por ejemplo: "Me pongo triste cuando mi amigo no quiere jugar conmigo " o "Me enfado porque mi hermano siempre me gana cuando jugamos a hacer canastas". Eso te ayudará a identificar tus sentimientos, y también dará a la persona a quien se lo expliques más información sobre lo que te molesta o preocupa.

¿Por qué hablar sobre los sentimientos?
La forma en que nos sentimos por dentro es importante. Puede ser muy duro no explicarle a nadie que estás triste, preocupado o enfadado con alguien. Entonces, estarás tú solo con esos desagradables sentimientos. Y, si te lo guardas todo para ti, ¡podrías llegar a ponerte enfermo!

Pero, si hablas con alguien a quien le importas de verdad, como tu madre o tu padre, lo más probable es que empieces a sentirte mejor. Ya no estarás tú solo con tus problemas y preocupaciones. Eso no significa que tus problemas y preocupaciones vayan a desaparecer como por arte de magia, pero por lo menos habrá alguien más que sabrá qué es lo que te preocupa o molesta y que podrá ayudarte a buscar posibles soluciones
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A tu madre y a tu padre les importa lo que te ocurre y les interesa saber cuándo tienes problemas porque te quieren y quieren saber lo que está pasando en tu vida. Pero, ¿y si no quieres explicárselo a tus padres? En tal caso, siempre puedes buscar a otro adulto de confianza, como un pariente o el psicólogo escolar. Tal vez esa persona pueda ayudarte a hablar con tu madre y/o tu padre sobre lo que te preocupa.

¿Cómo puedes hablar sobre los sentimientos?
Una vez hayas decidido con quién quieres hablar, necesitarás elegir un lugar y un momento adecuado para hacerlo. ¿Debería ser un lugar recogido, o puedes hablar con tus hermanos en la sala de estar? Eso dependerá de tus preferencias, pero es importante que escojas un momento y un lugar en que podáis hablar tranquilamente sin que nadie os interrumpa. Si crees que te va a resultar difícil decir lo que tienes en la cabeza, anotátelo en un trozo de papel. Si la persona no entiende a la primera lo que intentas contarle, prueba a explicárselo de una manera diferente o ponle un ejemplo de lo que te preocupa o molesta. Si hay algo que crees que podría mejorar las cosas, explícaselo también.

Algunos niños -al igual que algunos adultos – son más introvertidos que otros. 

Esto significa que hay algunas personas que son más tímidas y les cuesta más compartir sus sentimientos. No es preciso compartir con los demás todos y cada uno de los sentimientos que tenemos, pero es importante que lo hagamos cuando necesitamos ayuda. No puedes solucionar tú solo todos tus problemas. 

A veces necesitarás ayuda. Y, entonces, hablar sobre cómo te sientes puede ser el primer paso para obtenerla.


domingo, 21 de enero de 2018

Nuestras Emociones


No podemos evitarlo, experimentamos emociones. Tienen una función educativa y evolutiva en nuestra vida. Pero una emoción intensa puede desencadenar un desequilibrio emocional.

Ante todas las emociones que podemos experimentar, las más intensas y duraderas son las denominadas “negativas”, pero no por denominarse así son malas. Experimentar una emoción negativa es una señal de alarma que nos advierte que algo no va como deseamos.

Un ejemplo es el miedo. Nuestra reacción es rápida, movilizamos una gran cantidad de energía de tal forma que la respuesta puede ser más intensa que en condiciones normales.

Las preocupaciones imaginadas pueden desencadenar emociones muy intensas. La preocupación en equilibrio es buena, es nuestra manera de buscar que puede ir mal y cómo prevenirlo. Pero la preocupación descontrolada puede generar ansiedad, que es desproporcionadamente intensa respecto al estímulo.

La ira es una de las emociones más fuertes e intensas que podemos experimentar.

Es una emoción de supervivencia, con ella aprendemos a defendernos ante situaciones que pueden hacer daño, incluso nos anima a luchar ante una injusticia.

El problema viene cuando la ira desencadena acciones de defensa tan fuertes que puede desatar violencia. Por ello, es necesario conocer su origen y saber cómo gestionarlo.

Aprender a gestionar estas emociones es fundamental para poder consolidar una buena salud mental.

Las emociones o sentimientos son parte de nuestra vida y nos proporcionan la energía para resolver un problema o realizar una actividad nueva. En definitiva, actúan como resortes que nos impulsan a actuar para conseguir nuestros deseos y satisfacer nuestras necesidades.

Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse. Unas se aprenden por experiencia directa, como el miedo o la ira, pero la mayoría de las veces se aprende por observación de las personas de nuestro entorno.

Las emociones o sentimientos son parte de nuestra vida y nos proporcionan la energía para resolver un problema o realizar una actividad nueva. En definitiva, actúan como resortes que nos impulsan a actuar para conseguir nuestros deseos y satisfacer nuestras necesidades.

Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse. Unas se aprenden por experiencia directa, como el miedo o la ira, pero la mayoría de las veces se aprende por observación de las personas de nuestro entorno.

Emociones como estas son parte de la naturaleza humana. Nos dan información sobre lo que estamos viviendo y nos ayudan a saber cómo reaccionar.

Sentimos las emociones desde que somos bebés. Los bebés y los niños pequeños reaccionan ante sus emociones con expresiones faciales o con acciones como reírse, dar un abrazo, o llorar. Sienten y muestran emociones, pero aún no tienen la capacidad de darle un nombre a la emoción o decir por qué se siente de esa manera.

A medida que crecemos, nos volvemos más hábiles al entender las emociones. En lugar de reaccionar cómo reaccionan los niños, podemos identificar lo que sentimos y ponerlo en palabras. Con el tiempo y la práctica, nos volvemos mejores para descifrar lo que sentimos y por qué. Esta habilidad se llama conciencia emocional.

La conciencia emocional nos ayuda a develar lo que necesitamos y queremos (o no queremos). Nos ayuda a construir mejores relaciones. Esto se debe a que el ser conscientes de nuestras emociones nos ayuda a hablar claramente sobre nuestros sentimientos, evitar o resolver mejor los conflictos y superar los sentimientos difíciles con mayor facilidad.


Algunas personas están naturalmente más en contacto con sus emociones que otras. La buena noticia es que todos pueden ser más conscientes de sus emociones. Solo hace falta práctica. Pero vale la pena el esfuerzo: la conciencia emocional es el primer paso hacia la construcción de la inteligencia emocional, una habilidad que puede ayudar a las personas a ser más exitosas en la vida.

Concordemos


“Cambiar el mundo, amigo Sancho,
que no es locura ni utopía, sino justicia”.
Miguel de Cervantes

Que el Siglo XXI se nos presentó inesperadamente con una idea inequívoca : “cambiar el mundo”, que nos exigía el compromiso de todo el colectivo humano en su puesta en marcha, apremiándonos en la búsqueda de una solución urgente ante nuestra torpeza –de todos- por encontrar una vía saludable a la crisis global que nos inquieta y atemoriza, que de ninguna manera podemos hoy excusar, es una afirmación que difícilmente puede ser hoy discutida en ningún foro, cualquiera que sea su postulado filosófico o credo. 

Incluso cuando utilizamos la expresión “salir de la crisis”, estamos pensando en la necesidad de cambiar el mundo, el nuestro y el de los otros, porque estamos hablando del mundo de todos, global, planetario, hábitat de la humanidad.

Y aunque los seres humanos pertenezcamos a posiciones ideológicas y credos diferentes, no creo que haya nadie en desacuerdo con las palabras con las que Don Quijote ilustraba a su escudero Sancho, que hacemos nuestras dando contenido a cuantas ideas exponemos en esta ventana virtual con la que queremos dirigirnos (y sumarnos en su esfuerzo) a quienes en verdad anhelan una transformación radical del ser humano y del mundo que hemos construido hasta la fecha: “Cambiar el mundo, amigo Sancho, que nos es locura ni utopía, sino justicia”. Y aunque entonces, en el Siglo XVII, en el que vivió y escribió Don Miguel de Cervantes, la justicia era locura y utopía (del mismo modo que aún hoy algunos la consideran improcedente y exclusiva para sus intereses personales y de grupo -siempre de poder) la mayoría de los seres humanos comenzamos a pensar cuánta razón tenía el caballero de la triste figura cuando comunicaba tan sabias palabras (por ello hacen justicia) a su escudero amigo.

Porque es la justicia la que nos convoca hoy para cambiar el mundo. No la justicia que se discute y se reparte en los juzgados, que esa sí es locura, sino la que reclama la fraterna igualdad -que es humanidad sin diferencias y sin fronteras y humanamente digna-; la justa distribución de la riqueza -que es justicia social, además de honesta y equitativa-; la paz y la concordia; la cooperación sin exclusión… Justicia que antaño reclamaban las utopías, como la que Cervantes nos presentó en su innovadora y sabia novela. Y otras utopías que están en la mente de los lectores con memoria agradecida e integradora.

Sin duda que la idea de “cambiar el mundo” es la buena nueva que nos trae el nuevo siglo XXI. Sí o sí. Porque no hay otra elección.  Pero “cambiar el mundo” exige pensar en unas premisas o principios o valores que piloten el cambio de rumbo de la humanidad.


Cuestiones De Género Que Permanecen



Detrás de la campaña contra la llamada "ideología de género" se esconde una visión machista y conservadora de la vida y de las relaciones entre los seres humanos. Machista porque sus activistas buscan mantener los estereotipos de género, algo evidente en el uso del rosado (mujeres) y celeste (hombres), con toda la carga simbólica que esto representa. Y conservadora porque, según sus defensores, las personas de orientación no estrictamente heterosexual –lesbianas, gays, trans…– están excluidas del "plan de Dios", por más creyentes o buenas personas que puedan ser.

Es necesario, sin embargo, valorar en su exacta dimensión el hecho de que miles y quizá millones de personas se adhieran a las banderas de ese movimiento.

Cuando se debate con sus representantes o dirigentes, hay que tomar en consideración a todas las personas que se identifican con él, de cualquier condición social y lugar del país. Este no es solo un debate entre "élites" conservadoras y renovadoras. No se agota con criticar a personas como el demencial pastor cubano que alentó en una arenga religiosa el asesinato de lesbianas. 

Hay que hacer pedagogía constante, y permear los discursos radicales.
Es innegable que, por las dificultades que todavía implica en la convivencia social –más allá de las cuestiones religiosas–, muchos padres y madres temen que sus hijos sean homosexuales. 

Al mismo tiempo, no se puede dejar de tomar en cuenta que la versión tradicional "varón/celeste-mujer/rosado" la consideran más "segura" para, supuestamente, garantizar la heterosexualidad, y que representa una protección frente a posibles abusos en la escuela.

Frente a todo esto, el gran desafío es explicar –y convencer de– por qué el enfoque de igualdad de género –no la "ideología"–, así como la adecuada información sobre los otrora temas tabú, otorga mayores garantías a la integridad y a la mejor realización –incluso profesional– de sus hijos e hijas, además de que no alienta ninguna orientación sexual, sino que predomine el respeto.