domingo, 24 de junio de 2018

Surgir De La Nada



Filosofía
Racionalismo
Surgir De La Nada

Los tres filósofos de Mileto pensaban que tenía que haber una –y
quizás sólo una- materia primaria de la que estaba hecho todo lo
demás. ¿Pero cómo era posible que una materia se alterara de
repente para convertirse en algo completamente distinto? A este
problema lo podemos llamar problema del cambio.

Desde aproximadamente el año 500 a. de C. vivieron unos
filósofos en la colonia griega de Elea en el sur de Italia, y estos
eleatos se preocuparon por cuestiones de ese tipo.

El más conocido era Parménides (aprox. 510-470 a. de C). (14)
Parménides pensaba que todo lo que hay ha existido siempre, lo
que era una idea muy corriente entre los griegos. Daban más o
menos por sentado que todo lo que existe en el mundo es eterno.
Nada puede surgir de la nada, pensaba Parménides. Y algo que
existe, tampoco se puede convertir en nada.

Pero Parménides fue más lejos que la mayoría. Pensaba que
ningún verdadero cambio era posible. No hay nada que se pueda
convertir en algo diferente a lo que es exactamente.

Desde luego que Parménides sabía que precisamente la
naturaleza muestra cambios constantes. Con los sentidos
observaba cómo cambiaban las cosas, pero esto no concordaba
con lo que le decía la razón. No obstante, cuando se vio forzado a
elegir entre fiarse de sus sentidos o de su razón, optó por la
razón.

Conocemos la expresión: «Si no lo veo, no lo creo». Pero
Parménides no lo creía ni siquiera cuando lo veía. Pensaba que
los sentidos nos ofrecen una imagen errónea del mundo, una
imagen que no concuerda con la razón de los seres humanos.

Como filósofo, consideraba que era su obligación descubrir toda
clase de «ilusiones».

Esta fuerte fe en la razón humana se llama racionalismo.


Un racionalista es el que tiene una gran fe en la razón de las
personas como fuente de sus conocimientos sobre el mundo.

El Valor Del Trabajo


El valor del trabajo humano no se mide por el tipo de actividad de cada uno (carpintero, profesional, campesino...), sino por el hecho de ser persona quien lo ejecuta. Entre todas las criaturas, sólo el hombre es capaz de trabajar de manera "programada y racional", en forma "consciente y libre".

Con su trabajo humaniza y ennoblece a la naturaleza, modelándola de acuerdo a sus intereses primordiales, en directa relación con su desarrollo y autopromoción integral.

Por ejemplo si para tí el trabajo es un valor que requiere y exige su ejercicio. Habrá que iniciar por la descripción que de él se tenga, la cual puede ser de una manera positiva o negativa, optimista o pesimista y que resulta ser el reflejo de la valoración que se le da.

El trabajo ofrece a cada hombre la oportunidad de crecer, desarrollar todas sus capacidades congénitas, realizarse como persona y ser cada día "más plenamente hombre". Así perfecciona su humanidad y mantiene el predominio y superioridad efectiva que debe ejercer sobre las cosas.


El trabajo desarrollado por la persona engendra, por sí mismo, el derecho al bienestar suficiente, personal y familiar, derecho que es independiente de la valoración económica, científica o técnica que tenga el trabajo realizado.

El Mañana Es Hoy


¡Qué milagros puedes lograr si tan solo dejas de coleccionar en tu almacén privado de "lo no realizado" los momentos que te has perdido! ¡Qué fácil es convertir lo gris en algo multicolor, si tan solo te importa un pepino la opinión de todos aquellos que creen que estás loco solo porque quieres cambiar tu vida drásticamente! Al final de cuentas, si de tu idea no sale nada, siempre podrás empezar todo desde el principio. Estos intentos son ilimitados, no debe darte pena buscarte a ti mismo.

Desde que tenía cinco años quería escribir textos y siempre lo aplazaba. Cada día encontraba un asunto más importante. Dinero, dinero, leer un libro en el parque, pasar cinco horas de compras probándome pantalones de mezclilla, nuevos proyectos, viejos proyectos, no quiero quedar mal con la gente, no quiero defraudar a mi familia, hay que explicarles algo a los demás, trabajaré un poco más y ya le dedicaré tiempo a mi sueño.

Y un día la vida me sacudió tanto que por poco perdí esa vida. Entonces se me hizo evidente que si mi mañana jamás llega, me quedaré con lo que tengo. Y me sentí frustrado y avergonzada por mis miedos y pereza. Hoy escribo mucho. No importa que no les guste a todos y no siempre hago al 100% lo que quiero. Pero todo eso es "mi hoy". E incluso cuando nada me sale bien, veo por encima de mi laptop la ventana y me doy cuenta de que estoy justo en el punto donde quiero estar aquí y ahora.

Ahora cada vez que tengo que elegir entre un viaje de fin de semana a algún lugar donde me siento bien, y la compra de un nuevo abrigo costosísimo, me hago solo una pregunta: "¿Me acordaré de ese abrigo dentro de unas décadas?".

¿Pero si mañana no llega, entonces en mis recuerdos quedará el desgraciado abrigo? No, gracias. Prefiero echar un pantalón de mezclilla y una playera en una bolsa de viaje y escapar de abrigos, zapatos de marca, y cualquier necesidad de elegir entre lo dudoso y lo obvio. Prefiero salir un día de campo, oler el aroma de pasto recién cortado y notar una nueva peca en la nariz que me salió por el sol. Prefiero dejar de aplazar el encuentro con alguien importante solo porque no tengo nada qué ponerme o porque mi cabello en este momento no tiene un corte perfecto.

Seguramente, la mayoría de la gente mencionará "cuánto dinero habrá que tener para ir al mar solo porque sí, o dejarlo todo y viajar a 500 km". Es una mentira. Estos pretextos nos sirven para rechazar el derecho de vivir hoy aquí y ahora. Es más fácil aplazar que darse cuenta de lo fácil que es llegar a cualquier punto del mundo. Incluso con posibilidades limitadas.

Solo es suficiente dejar de gastar tiempo y esfuerzo en lo innecesario y destinar la energía a tus deseos. Entonces se harán realidad. El mar, manejar un avión, saltar de un trampolín, estudiar swahili, el encuentro esperado, publicar un libro, tener un hijo... cualquier cosa enterrada en las profundidades de tu corazón, se puede volver realidad.

Lo importante es empezar ahora. Aunque sea sin un plan. Torpemente. Sin importar que los demás te vean raro. Solo hay que sentir ese viento del día de hoy y dar un paso adelante. O, en situaciones extremas, al menos acostarte en la dirección correcta.


Vivir hoy no es una propuesta psicológica. Es algo que todos debemos aprender. Y hay que inscribirse en esa universidad "del hoy" ahora mismo. Alegrarse por cada paso realizado por más pequeño que sea. Porque mañana puede no llegar jamás. Punto.

Capacidad De Pensar


La capacidad de pensar es propia del ser humano, y se va desarrollando paulatina y naturalmente con la maduración, cuando el ser humano crece y se desarrolla. Sin embargo esa aptitud natural para pensar, que significa entenderse a sí mismo y al mundo que lo rodea, usando la percepción, la atención, la memoria, la transferencia, etcétera, solucionando problemas que se presentan día tras día, recordando, imaginando y proyectando, puede estimularse mediante la educación, que actúa sobre los procesos mentales para desarrollarlos, orientarlos y potenciarlos. 

Para ellos se utilizan estrategias que estimulan la comprensión y el aprendizaje significativo, para que lo que penetre en la memoria se sitúe en la de largo plazo, relacionando los nuevos datos o hechos registrados, con conocimiento anteriores. El pensamiento se desarrolla entonces por obra de la naturaleza y de la acción externa (por educación).

El desarrollo del pensamiento puede entonces ser natural o estimulado, pero este último debe respetar según Piaget las etapas del desarrollo natural del niño. Entre el nacimiento y los dos años de vida, se produce la etapa sensorio motora, donde el niño es incapaz de internalizar ideas. Entre los 2 y los 7 años transcurre la etapa pre operacional. El niño ya forma imágenes mentales y desarrolla primero el lenguaje oral y luego el escrito. Entre los 7 y los 11 años es la etapa del pensamiento concreto, y a partir de esta edad ya puede ser capaz de abstraer.

Para Dewey, todo conocimiento para ser tenido como tal debe confrontarse con la experiencia. La mente para este autor se desarrolla, cuando se enfrenta a situaciones que debe resolver.



sábado, 23 de junio de 2018

Una Cosa Es Leer Y Otra…


Una forma  de interpretar a la lectura es como lo menciona el pensador (Pool Men), “una cosa es leer y otra es saber leer”.

La lectura es un medio maravilloso del aprendizaje que nos permite acceder al conocimiento en sus distintas manifestaciones y aéreas, Serrano y Olivas (1989), aseguran que la lectura tiene una gran importancia en la generación del conocimiento y por su influencia en el desarrollo intelectual, es necesario que la sociedad en su conjunto dominemos esta linda y apreciada habilidad instrumental, que a pesar de ser algo básico, no debe descuidarse en la educación general, la lectura como medio del conocimiento se puede clasificar en De codificación de textos.-  Que es entendida como una destreza del lenguaje, porque nos permite decodificar los signos lingüísticos, una lengua se expresa en forma oral o escrita a través de los signos lingüísticos para de esta forma poder comunicar. Interpretación de la realidad.- 

Esta se da cuando somos capaces de interpretar una realidad, evaluar y emitir un juicio de valor acerca de ella, aquí estamos haciendo una lectura interpretativa de esa realidad.

La prelectura.-  Esta es una lectura explorable, que consiste en una mirada rápida y global del texto, para percatarnos de su estructura y descubrir inicialmente la importancia de su contenido. El subrayado.- Es la técnica, mediante la cual se señala, resalta o realiza los aspectos más importantes o relevantes del texto.

Lectura comprensiva.-  Consiste en comprender progresivamente  lo que se va leyendo, para lo cual debemos leer sin prisa, observando los signos de puntuación, porque a través de ello podemos descubrir el verdadero significado del mensaje que se nos transmite en el texto. Lectura comentada.-  Consiste en la lectura de un texto de manera total, párrafo por párrafo, por parte de la persona lectora y comentadora, al mismo tiempo se realizan pausas con el objeto de profundizar en las partes relevantes del documento, en las que se realizan comentarios al respecto.

La relectura.-  Esta se da cuando la naturaleza o dificultad del texto no nos permite lograr una comprensión lectora con facilidad, o cuando el gozo de leer ha sido tan agradable, surge entonces la necesidad de realizar una relectura, con el objetivo de comprender mejor definitivamente el texto o simplemente para volver a disfrutarlo cuando es interesante.

Lectura crítica y creativa.-  Cuando ya hemos sido capaces de comprender suficientemente lo que hemos leído, por lo que podemos pasar a una instancia superior y más complicada que es la lectura crítica y creativa, el ser crítico corresponde al enjuiciamiento del contenido de una lectura, desde  nuestra óptica con que la interpretemos.


Por todo lo mencionado recomiendo lo siguiente:
Potenciar el desarrollo del autoconocimiento, autocontrol y autoevaluación; generar la participación activa de las personas; realizar diálogos a fin de verificar el conocimiento; desarrollar habilidades y destrezas; evaluar el conocimiento y, de esta manera, lograr razonamientos lógicos y ordenados sobre un determinado tema.

Agilidad Mental


La agilidad, etimológicamente proveniente del latín “agilitatis”, es la aptitud que tiene alguien de ejecutar rápida, pronta, ligera y eficazmente tarea de índole física  o intelectual. La agilidad física es posible hallarla en varias especies animales, aún más desarrolladas que en el hombre, como en el caso de los simios o los felinos, como por ejemplo las panteras; en cambio la agilidad mental es privativa del ser humano y puede expresarse en la facilidad para hacer cálculos mentales, encontrar raudamente la solución a un problema, conseguir el material adecuado para un trabajo o hacer en poco tiempo cualquier redacción. Quien es físicamente ágil, posee elasticidad, se mueve con soltura y puede correr velozmente.

Es habitual que se establezca una confusión entre cerebro y mente. El cerebro es un órgano que se encuentra en la cavidad craneal y que presenta una gran cantidad de neuronas (células del sistema nervioso). La mente, en cambio, emerge del cerebro como consecuencia del funcionamiento de este órgano.

Agilidad Mental:
Capacidad de modificar su organización perceptual, el curso de su pensamiento o su comportamiento para adaptarse a las necesidades de cambio del medio ambiente en todos los tiempos.

Capacidad de cambiar de sistema de referencia, de planificar, de iniciar una actividad, de reflexionar de manera creativa y de adaptarse a las exigencias de los cambios.

La mente tiene tres tipos de procesos: los conscientes, los inconscientes y los procedimentales. También abarca funciones no intelectuales, funciones afectivas
.
Una de las cosas que debemos evitar para mantener nuestra salud mental correctamente y así desarrollar una agilidad mental y una memoria avanzadas es evitar golpes en la cabeza, dormir bien, y evitar el tabaco principalmente.

Realizar actividades que nos estimulen el cerebro como leer, aprender un idioma, tocar un instrumento, desarrollar relaciones personales sanas con amigos y familiares, estos son factores vitales para mantener nuestra memoria y nuestra agilidad mental desarrollada.



Comunicación



La comunicación es el proceso y el resultado de comunicar: informar, dar a conocer, transmitir señales o tratar con una persona a través de la palabra escrita u oral. Social, por su parte, es aquello vinculado a la sociedad (una comunidad de individuos que comparten tradiciones y costumbres y que tienen ciertos objetivos en común).

Se conoce como comunicación social al conjunto de los estudios científicos que analizan todo lo vinculado al desarrollo de los procesos comunicativos en una sociedad. Entre sus objetos de estudio aparecen los medios de comunicación masivos, las formas de expresión y la construcción de la información.

La comunicación social es interdisciplinaria: abarca nociones de la antropología, la sociología, la filosofía, la psicología y el periodismo, entre otros campos del saber. También se denomina ciencias de la comunicación a la disciplina que estudia los diversos fenómenos sociales que intervienen en la comunicación.

El esquema básico de la comunicación implica la participación de dos o más actores que intervienen, según el momento, como emisores o receptores de un mensaje. Los mensajes se crean de acuerdo a un código compartido y se transmiten a través de un cierto canal. El emisor transmite el mensaje y el receptor lo recibe, decodificando sus signos. Todo el proceso se desarrolla en un determinado contexto comunicacional y según un marco de referencia.

Los expertos en comunicación social, en definitiva, estudian cómo se lleva a cabo el proceso descrito líneas arriba. Partiendo de este esquema esencial, se añaden múltiples factores que inciden en el proceso, el cual se vuelve aún más complejo cuando se desarrolla a nivel masivo (con miles o millones de emisores y receptores).


Consecuencia


"Demostrar consecuencia no tiene que ver con un tema temporal, sino con demostrar con actos potentes y claros la propia convicción"

Es muy común que le pidamos a quienes nos rodean que se comporten consecuentemente: a nuestros amigos, a quienes seguimos en twitter, los políticos, etc. Es que el “ser consecuente” es una característica que hoy es enormemente valorada, ya que nos hace confiables ante nuestro entorno en una época en la que reina la desconfianza y la paranoia. Es común escuchar que se pronuncian con orgullo frases como “siempre he pensado igual” o “mi comportamiento ha sido el mismo toda mi vida”, tanto en debates televisivos como en discusiones en las redes sociales. Pero hace un tiempo que esas frases me generan algo de ruido ¿Es realmente valorable que una persona no cambie de opinión en 30 años? ¿Qué espacio queda entonces para el crecimiento y la aceptación de los errores? 

Si vamos al significado Real (o sea, de la Real Academia de la Lengua) de la palabra “consecuente”, su segunda acepción, que se refiere a un adjetivo propio de una persona, dice:

"Dicho de una persona: Cuya conducta guarda correspondencia lógica con los principios que profesa."

Por lo tanto, la definición “oficial” de la palabra “consecuente” no habla de cuánto tiempo llevas pensando de la misma forma, sino que se refiere a cómo tus actos concuerdan con tu forma de pensar en la actualidad. 

Visto bajo ese prisma, me parece que el llevar años pensando igual no es algo de lo que uno se pueda jactar, pues si efectivamente estamos incurriendo en un error y pasamos años negándonos a escuchar otras visiones, más que actuar de forma consecuente estamos actuando de forma obstinada. 

Me parece que la verdadera clave para demostrar consecuencia no tiene que ver con un tema temporal, sino con demostrar con actos potentes y claros la propia convicción, que esos actos se condigan con el discurso que se verbaliza y que se someta a un cuestionamiento crítico constante que refuerce el valor del principio que se defiende.

Al menos para mí, el tiempo no cuenta. Al contrario, valoro profundamente cuando alguien es capaz de cambiar su forma de pensar, haciendo propias ideas y principios que le parecen más justos y valiosos.

Muy distinto es ver a una persona que constantemente aparece “cambiando de opinión” por motivos que lo benefician. Ahí el problema no es el cambio, sino el oportunismo, lo que hace ver que sus motivaciones son en verdad egoístas, lo que no suele condecirse con sus discursos llenos de buenas razones. 


Es que a fin de cuentas, si lo que se busca es un valor tan potente como el bien y la justicia, me parece absolutamente razonable el hacer modificaciones a nuestra forma de pensar, de opinar y de actuar a medida que vamos aprendiendo de nuestras experiencias. Me parece que son cambios necesarios para crecer como seres humanos y para acercarnos a aquellos valores por los que estamos luchando. 

viernes, 22 de junio de 2018

Esperanza


Tener esperanza es creer que el destino puede cambiar. Es confiar en que se va a tener suerte. Es estar convencido de que hay soluciones. Es un sentimiento positivo relacionado con la espera. Tener esperanza impide que caigamos en el desánimo, en la depresión y que demos algo por perdido. Cuando la pierdes, dejas de involucrarte con tu objetivo, pierdes el interés y no inviertes el esfuerzo, el trabajo ni la creatividad que requiere la situación.

Esperanza viene del latín “sperare”, que significa esperar. Tener esperanza es esperar soluciones. Entre las fortalezas humanas que nos permiten estar fuertes frente a la debilidad emocional, se encuentran el optimismo, las habilidades sociales, la honestidad, la ética, valores como la perseverancia, la capacidad de disfrutar y fluir y la esperanza. Martin Seligman, el padre de la psicología positiva, definió esta corriente como “el estudio científico de las experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos, mientras previene o reduce la incidencia de la psicopatología”.

Esperanza y psicología positiva forman parte del mismo equipo. Durante muchos años, la psicología se ha dedicado a estudiar por qué enfermamos, la vulnerabilidad del que se deprime o tiene ansiedad, y a aliviar el sufrimiento y tratar la enfermedad.

Su objeto de estudio ha sido lo que no funciona. La revolución de la psicología positiva ha sido investigar lo contrario: ¿Por qué hay personas que en situaciones adversas, con problemas graves, con pocos recursos, siguen manteniendo un espíritu positivo, siguen sonriendo y son capaces de disfrutar de lo que tienen en lugar de añorar lo que les falta.

Autores como Seligman y Mihály Csikszentmihalyi han entendido que tenemos mucho que aprender de las fortalezas, de las experiencias positivas y de lo que nos protege frente al daño y el dolor. Y que esas habilidades y actitudes de las personas “sanas” pueden servir de modelo de conducta y generar nuevos patrones para las personas vulnerables al sufrimiento.


Tener esperanza puede ser un hecho activo o pasivo. Puedes confiar y esperar que todo cambie o puedes intervenir y protagonizar el cambio. 

Perpetuos Navegantes



Yo fui joven también, tuve muchas dudas, muchos obstáculos que me parecían insalvables, y en algunos momentos perdí la confianza en mí mismo, sobre todo cuando el entorno que me rodeaba no entendía mis “razones”, porque algunas de ellas tan solo parecían falsas ilusiones.Es difícil para todos encontrar nuestra propia senda, la que nos lleve hacia el lugar al que nosotros queremos ir. Es muy cansado escuchar a los que de buena fe te dicen: “vamos, hombre, no pasa nada”…

Rodéate de aquellos que admiten que algo pasa, aunque no sepan el qué, de los que quieren acompañarte en tu camino hasta que tengas la fuerza necesaria para afrontar las últimas etapas solo. Al final el hombre siempre estará solo para decidir por sí mismo y eso siempre genera vértigo.

Mis malas épocas se han sucedido también con otras buenas, han dado paso a momentos de calma en el espíritu, he sufrido las tormentas que zarandean el alma y siempre he acabado recalando en un puerto, tal vez no el prefijado, pero en el que he tenido tiempo de recuperar el ánimo y la ilusión, para volver a echarme al mar con más experiencia y más garantía de una singladura más tranquila.

Somos perpetuos navegantes, y nunca apartamos la mano del timón. Cada día nuevo es una nueva oportunidad de generar otra ilusión, recuperar alguna que pensábamos haber abandonado y que ahora es cuando de verdad estamos listos para afrontarla. Cada cosa tiene su momento. Cada reto su dificultad. 

Pero lo que al final nos va a dejar satisfechos, es saber que hemos puesto en cada momento todo lo que teníamos dentro, que hemos luchado hasta el final, y que el éxito o un fracaso momentáneo son pequeños instantes en una vida que siempre nos van a reforzar las alas para volar…


Hacer Lo Que Debemos


Desde que iniciamos nuestra vida, tenemos dos caminos para conseguir o lograr lo que nos proponemos: el del deber o el del querer y también agregaría uno más, el del poder. Lamentablemente la mayoría toma la vía del deber, inclinándonos por la creencia de que es el camino correcto y además el único. 

Nos enfrentamos a tomar esta decisión porque simplemente no encontramos otras alternativas, culpamos a las circunstancias que nos rodean, además de que nos dejamos guiar por otras opiniones que llegan a convencernos de que si escogemos el camino de lo que queremos no tendremos un futuro prometedor, lamentablemente entendemos demasiado tarde, que los únicos responsables de elegir el camino correcto, somos cada uno de nosotros.

En los inicios de la filosofía, al hombre le daba temor preguntarse el porqué de las cosas que sucedían, por tal razón la mayoría de los filósofos se dedicó a observar su entorno y contemplar todos los acontecimientos desde su más mínimo detalle tanto en la naturaleza hasta en el comportamiento de los seres humanos. Con respecto a este último, Aristóteles y Sócrates hablaron de la felicidad perfecta y de lo que era una virtud.

Para Aristóteles, la felicidad perfecta consistía en hacer lo que le causara más placer a un ser humano, en su caso, era la contemplación, le gustaba pasarse horas en esta actividad y descubrió que eran los momentos más felices de su vida.

Para Sócrates, aquel ser humano que era capaz de encontrar su virtud o areté, era el ser más dichoso del mundo, en otras palabras, aquella persona que sabe para qué es bueno será feliz desempeñando esa actividad o lo que sea que fuere.

A qué viene lo anterior, que desde hace muchísimos años el ser humano descubrió como ser feliz eligiendo el camino del querer. Pero entonces ¿Qué sucedió? ¿Por qué el cambio repentino de decir “quiero hacer esto” a debo hacer esto” o más aun “solo puedo hacer esto”?

La respuesta, pues simplemente dejamos de hacer lo que queríamos porque consideramos el deber como un mandato, una regla que debo de cumplir para lograr mis metas; debo trabajar para tener una linda casa, debo tener una buena figura para que alguien se fije en mí, debo comportarme según me dicte mi entorno social para ser aceptado(a), etc., y la lista puede continuar y encontraremos miles de cosas que anteponen el “debo”.

Ahora hagámonos la siguiente pregunta: ¿Lo que hago es lo que realmente quiero hacer? A lo largo de nuestra vida, cuantas cosas hacemos cuando ni siquiera tenemos ganas ni el ímpetu de hacerlo, aquí es donde entra el “hago lo que puedo”, lo que significa que hemos entrado en una etapa de conformismo personal “hago lo que puedo porque no debo hacer más”, sin embargo, todas estas frases son las que se utilizan cotidianamente en el léxico de cada persona, si ponemos atención, escuchamos estas frases día a día, se han heredado de generación en generación y le hemos inculcado a las generaciones futuras lo que deben hacer mas no lo que quieran hacer.

Podemos poner como ejemplo a los estudiantes que están por salir de un bachillerato, personalmente me ha tocado escuchar a sus padres decir; que si eligen ser músicos, artistas, cantantes, o profesiones que no son muy comunes; se morirán de hambre; cabe mencionar que si sus progenitores se dedican a la medicina o a la abogacía, pretenden que sus hijos sigan ese mismo camino sobre todo por comodidad laboral, ya que no batallaran para conseguir algún trabajo, tendrán buenas influencias debido al legado de sus padres. 

En este momento, estas personas que están por salir de su bachillerato se verán influenciadas para tomar la decisión que deben más no la que quieren.

Debido a lo anterior, frecuentemente los seres humanos están acostumbrados a que les faciliten el camino a sus metas y si dentro de esto, está el no hacer lo que se quiere, hará lo que debe por comodidad. Lo anterior en palabras de Ortega y Gasset, quien decía que el ser humano se ha vuelto desagradecido y comodino, por eso lo llamo el “hombre masa”, quien solo espera a ver quién le facilita las cosas para poder hacerlas aunque no lo quiera.

Tenemos que comprender que el deber y el querer, no significan lo mismo. El deber es una palabra autoimpuesta por nosotros, por la sociedad en sí; hemos comprado la idea de que el deber es más importante que el querer y que es una regla que debo cumplir.

Querer, significa tener una capacidad de elección y de ejercer voluntariamente mis deseos o de rectificarlos, decidir qué es lo más importante para mí y para cumplir mis objetivos, tomar en cuenta la viabilidad de lo que quiero realizar, las oportunidades y todo lo que tenga que ver con el entorno de mi meta.

¿Y qué sucede con el poder? Bueno, el poder tiene que ver con las circunstancias que rodean mi objetivo, a veces se presentan situaciones que no dependen de nosotros y que hacen que cambiemos de metas o de caminos, lo primordial en este caso, es que no desistamos en ningún momento de lo que queremos, sin embargo, cuando utilizo, el “yo solo puedo…” para quedarme conforme, solo estamos limitándonos de saber de qué somos capaces, hasta donde somos aptos para llegar a conseguir lo que deseamos.

Lo importante hasta este momento es que ya se observe la diferencia entre el querer, el poder y el deber. Ahora ya sabemos que de acuerdo a lo anterior, la frase más importante es “lo que quiero es…” debemos dejar a un lado lo que los demás quieren para nosotros, debemos pensar en que es lo más importante para lograr mis objetivos pero sin afectar lo que realmente estoy dispuesto a hacer.

Y ahora, ¿Cómo vamos a pensar en lo que queremos? En primer lugar debemos discriminar lo que debes hacer de lo que quieres hacer, cambia el tengo o el debo por el quiero, si ya estás en algo que debes hacer, busca el lado bueno y aprende a querer lo que haces, aprende a cumplir lo que realmente debes y que te corresponde solo a ti y por último, no desistas, si fallas en hacer algo que quieres, sigue intentado, no hay límites.


Estresados


El estrés ha sido definido por la OMS como una “Epidemia Mundial”. En el año 2020, las cinco enfermedades mundiales más comunes tendrán como factor subyacente el estrés (Murray y López, 1998), siendo una de ellas la depresión.
Las encuestas muestran que el 80% de los trabajadores siente o ha sentido estrés en su empleo.

Cuando no sabemos cómo manejar nuestro estrés, creamos un insostenible estado interior que deriva en trastornos de ansiedad. El 14% de la población mundial padece este trastorno (porcentaje que crece a un ritmo vertiginoso), y casi la mitad de los adultos han sufrido al menos un trastorno del estado de ánimo a lo largo de su vida.

Cabe destacar que, a nivel biológico, miedo, estrés y ansiedad son esencialmente lo mismo, solo cambia la forma en la que los interpretamosCuando estrés, ansiedad y miedo son perpetuados, las probabilidades de sufrir depresión aumentan dramáticamente.

El consumo de antidepresivos se ha triplicado en los últimos 10 años, y en el año 2020 la depresión severa se situará como la tercera causa de enfermedad en el mundo.

Las más recientes investigaciones en neurociencia señalan que nuestro estado psíquico está directamente relacionado con nuestro estado de atención.

El acto de centrar y enfocar nuestra atención es un importantísimo proceso biológico diseñado para cultivar salud y equilibrio en nuestras vidas: promueve la creación de nuevas conexiones neuronales e incluso el crecimiento de nuevas neuronas, lo que se conoce como neurogénesis, un proceso que no posee limitaciones de edad (contrariamente a lo que muchos piensan).

Hoy sabemos que el origen de nuestra opresión interior/psíquica es básicamente una fijación mental. Ya sea a través del recuerdo de un evento pasado doloroso/traumático o las elaboraciones imaginarias acerca de un futuro potencialmente negativo, vamos creando y reforzando los correlatos neurales que conducen al sufrimiento.

Cuando el terapeuta no sabe cómo guiar a sus pacientes en la adquisición de habilidades que les permitan hacer frente a la constante opresión que la fijación mental ocasiona, suele recurrir a los psicofármacos, que alteran el estado de atención de forma antinatural, no suelen ofrecer una solución real al problema y generan innumerables efectos secundarios.

Cada vez que nos centramos obsesivamente en los pensamientos dolorosos, enviamos una orden directa al cerebro para que construya los indeseables circuitos neuronales que nos mantendrán fijados en esos pensamientos. Allá donde nuestra atención se dirige, las neuronas responden al instante. O dicho de otro modo: si perdemos el control sobre nuestra atención, perdemos también nuestra voluntad y nuestra capacidad de elegir conscientemente la forma en que respondemos ante los eventos que surgen momento a momento (ya sean pensamientos, emociones o eventos del mundo exterior).

La voluntad actúa a través de la atención. Nuestra atención dirigida magnifica, estabiliza, aclara y da predominancia a un pensamiento sobre muchos otros pensamientos. Y al hacer esto, las neuronas que responden a lo que atrae nuestra atención se activan con más fuerza que las activadas en respuesta a la distracción.

El acto de prestar atención contrarresta fisiológicamente las influencias supresoras de las distracciones cercanas, y la voluntad es la virtud que hace posible esta transformación.


La Consciencia


La consciencia es un concepto que entendemos intuitivamente, pero que es difícil o imposible de describir adecuadamente en palabras. Se puede decir que consciencia es el estado subjetivo de apercibir algo, sea dentro o fuera de nosotros mismos. 

No existe ninguna definición consensuada de la consciencia. Pero consciencia significa experiencia subjetiva, o sea, lo opuesto a objetividad. En algunos escritos la consciencia es considerada sinónimo de mente. Pero la mente incluye procesos mentales inconscientes, y puede definirse como el funcionamiento del cerebro para procesar información y controlar la acción de manera flexible y adaptativa. 

La consciencia tiene contenidos, pero aunque pueda tener una enorme variedad de contenidos no puede tener muchos al mismo tiempo. La consciencia no es un fenómeno pasivo como respuesta a estímulos, sino un proceso activo de interpretación y construcción de datos externos y de la memoria relacionándolos entre sí. 

Se ha equiparado la consciencia a la vigilia, pero estar despierto no es lo mismo que ser consciente de algo en el sentido de apercibirse de algo. En el sueño podemos apercibir imágenes mentales visuales o auditivas. 

Los actos voluntarios y la toma de decisiones son aspectos importantes de la experiencia consciente. Por ello, uno de los significados más comunes de consciencia es que es un sistema de control ejecutivo que supervisa y coordina las actividades del organismo. 

Para el profesor de psicología de la Universidad de Princeton, Philip Johnson-Laird, el cerebro es un sistema organizado jerárquicamente que procesa información en paralelo y cuyo nivel más alto que controla la conducta corresponde a la consciencia, aunque interacciona con varios subsistemas inconscientes. 

Se ha considerado a la consciencia íntimamente relacionada con la memoria operativa, la atención y el procesamiento controlado. La memoria operativa es importante para la solución de problemas, la toma de decisiones y la iniciación de la acción. La relación con la atención es clara: prestar atención a algo es ser consciente de ese algo. El ejemplo más clásico de atención selectiva es el conocido como “efecto cocktail party”, por el que seleccionamos información interesante en medio de un gran ruido de fondo. 

También se ha considerado la consciencia como sinónimo de auto-consciencia. Pero como se puede ser consciente de muchas cosas que no son la propia persona, hoy se estima que la auto-consciencia es una forma especial de la consciencia. 

Todo el mundo sabe lo que es consciencia, dicen el fallecido premio Nobel Francis Crick y su colaborador alemán Christof Koch, pero mientras sepamos tan poco de ella, lo mejor es no dar ninguna definición que pueda inducir a errores o que sea restrictiva, o ambas cosas a la vez. 

En la bibliografía anglosajona se utilizan dos palabras distintas que en español se suelen traducir por consciencia. La primera es “awareness”, que yo traduzco por apercepción; la segunda es "consciousness" que se traduce por consciencia. 

Esta diferenciación es importante, ya que existe la expresión en inglés “unconscious awareness” que se traduciría por “apercepción inconsciente”, lo que sería imposible si la palabra “awareness” se tradujese por consciencia, como suele hacerse. 

Algunos autores definen la apercepción como un estado en el que tenemos acceso a cierta información que puede usarse para controlar la conducta. La consciencia está siempre acompañada de apercepción, pero la apercepción no tiene por qué estar acompañada por consciencia. 

Se pueden distinguir dos tipos de consciencia. La consciencia primaria, que es la experiencia directa de percepciones, sensaciones, pensamientos y contenidos de la memoria, así como imágenes, ensueños y sueños diurnos. La consciencia reflexiva es la experiencia consciente per se. Este tipo de consciencia es necesaria para la auto-consciencia, que implica darse cuenta de ser un individuo único, separado de los demás, con una historia y un futuro personales. 

La consciencia reflexiva incluye el proceso de integración, o sea, de observar la propia mente y sus funciones; con otras palabras: conocer que se conoce. En realidad, la experiencia consciente en el humano adulto normal implica tanto la consciencia primaria como la consciencia reflexiva.