¿Qué es la
iniciativa? Muy en síntesis, es la prontitud a la hora de hacer algo.
Iniciativa es acción rápida, pero –cuidado– no se trata de hacer por hacer,
como ahora explicaré, aunque primero veamos dónde nace la iniciativa y luego
cómo desarrollarla, donde trataré lo que es y lo que no es.
Los niños y la
iniciativa
El ser humano nace
con muchísima iniciativa. De hecho, los niños pequeños son puros exploradores,
sobre todo hasta que desarrollan el lenguaje. Sin embargo, los adultos a veces
nos cargamos esa actitud exploradora y esa capacidad de tener iniciativa: de ser
rápidos a la hora de actuar. Además, la iniciativa parte siempre de un
cuestionamiento, por lo que incentivarle a hacerse preguntas y responderlas es
vital para que el niño conserve y acreciente su iniciativa.
La iniciativa nace
en los primeros años de la vida de un ser humano y es cierto que si en el
proceso de socialización se ha cercenado esta capacidad, luego es más difícil
desarrollarla de adulto, aunque por supuesto no es imposible. Y no es fácil de
desarrollar porque es intrínseca al ser humano, una puerta que se abre desde
dentro, nunca desde fuera.
No obstante, hay
procesos que ayudan a acrecentarla. Veamos cómo:
Capacidad de
observación. Se trata de desarrollar una actitud ante la vida de observar
el entorno. De estar despiertos. El ir tan rápido en todo nos hace estar muy
dormidos a mundo más próximo. En suma, se trata de estar con los ojos abiertos
y observar.
Cuestionamiento
interno. No se trata de cuestionar a los demás, sino a uno mismo; de
preguntarte lo que te interesa o no, y si quieres participar. También
preguntarte cómo puedes hacer las cosas de otra manera y cómo puedes hacerlas
mejor. Con estas preguntas, surge la prontitud a la hora de actuar.
Si uno no
se cuestiona internamente, llegará otra persona que sea quien te proponga hacer
alguna otra cosa, con lo que perdemos la oportunidad de tener iniciativa.
Primer paso que se
ha de dar. Tras el cuestionamiento interno, hemos de preguntarnos cuál es
el primer paso para poner en acción esa iniciativa que nos parece atractiva.
Este proceso, una vez dado el paso, estimula las endorfinas, potenciadoras del
bienestar. Antes de continuar, quiero aclarar que el excesivo cuestionamiento a
veces nos puede llevar a dudar o a paralizarnos ante tanto análisis. Si es la
duda quien nos paraliza, lánzate. Como se suele decir: “mejor pedir perdón que
pedir permiso”.
La vida es ensayo y error, y lo normal es que no pase nada, al
menos en el campo de iniciativas, también, digamos normales.
Con la iniciativa
solo hay que tener cuidado con “los tontos motivados”, hablo de personas que no
se cuestionan nada, ni tienen habilidades, ni… pero van a toda prisa a hacer
las cosas. Por eso para desarrollar la iniciativa, insisto, hay que desarrollar
la observación y el cuestionamiento. Este es el equilibrio.
Cómo educar en
iniciativa
Para educar en
iniciativa o promover la iniciativa en nuestro entorno, primero hemos de
desarraigar o no cultivar “la indefensión aprendida”, que es sentirnos
indefensos, que no depende nada de nosotros. Hemos de tener en cuenta que “la
indefensión aprendida”, valga la redundancia, se aprende, es decir la
transmitimos con comentarios a los niños o empleados tipo: tú no opines, tú
eres muy pequeño para… tú no tienes formación para… A menudo a los niños les
tratamos más como tontos que como niños. Hay que ser muy cuidadosos con estas
frases y comentarios, ya que al final el niño se cree que él no puede, ni sirve
lo que pueda hacer.
“La indefensión
aprendida” también influye en los adultos fruto de estar rodeados de malas
noticias. Ante tanta mala noticia y catástrofe se puede llegar a tener la
sensación de que, se haga lo que se haga, nada va a cambiar ni a mejorar. Por
tanto, hemos de tener cuidado con los mensajes que nos hacen creer que estamos
indefensos.
La clave para una
educación en la autonomía y la iniciativa es lanzar mensajes de “inténtalo”,
“sí puedes” o “tienes permiso para equivocarte”, y sobre todo no cortarlos con
explicaciones ridículas. Si en un momento determinado la iniciativa del niño no
es adecuada, lo correcto es posponerla y explicarle por qué.
Es cierto
que el sistema no favorece la iniciativa ni de los niños ni de los
emprendedores.
Claves para
despertar nuestra iniciativa y la de los demás:
Sé valiente.
Entrena tu iniciativa en cada oportunidad en el día a día. Ejemplo, vas a hacer
un viaje con amigos, crea tú el grupo de whatsapp.
Estás en casa y no
te ocupas de ayudar, prueba con hacer una tarea doméstica. Eso es iniciativa.
Se trata de hacer
cosas que no estás acostumbrado a hacer en el día a día sin que nadie te lo pida.
Y como siempre apunto, comienza por cosas pequeñas, así el día que se presente
una oportunidad en la que sea importante tener iniciativa ya estarás entrenado
y se te ocurrirá de manera espontánea.
Con los niños y
adolescentes es muy importante promover una educación que potencie el que sean
personas autónomas. Se consigue enviando mensajes a los niños y adolescentes de
que sí pueden y con explicaciones adaptadas a su entendimiento, tal y como ya
he avanzado. Asimismo, se ha de darles responsabilidades desde edades tempranas
adaptadas a sus posibilidades.
Los adultos podemos
trabajar la iniciativa buscando noticias positivas, así como modelos y
referentes que nos animen a actuar y a ver la vida con buenos ojos. Y sobre
todo no pierdes la oportunidad de lanzarte ante cada pequeña iniciativa, que te
hará más feliz a ti y seguramente a las personas que te rodean.
Haz que las cosas
sucedan. ¡Buena suerte!