La buena noticia es que también es posible
ejercitar el cerebro para mantenerlo sano y aprovechar su potencial, incluso
mejorarlo.
El cerebro humano tiene una capacidad asombrosa para
adaptarse y cambiar, incluso en la vejez. Esta capacidad se conoce como neuroplasticidad.
Gracias a ella, si se estimula de forma adecuada, el cerebro puede formar
nuevas conexiones neuronales, alterar las conexiones existentes y adaptarse a
lo cambiante.
Gracias a la neuroplasticidad del cerebro es posible
aumentar la capacidad cognitiva, mejorar la capacidad de aprendizaje y mejorar
la memoria.
Cuando hacemos
ejercicio físico también se ejercita el cerebro. De hecho,
tratar bien a nuestro cuerpo nos ayuda a procesar y recordar la información.
El ejercicio físico aumenta la oxigenación cerebral y reduce el riesgo de
sufrir trastornos que provocan pérdida de memoria, como la diabetes o las enfermedades
cardiovasculares. Además, el ejercicio también aumenta los efectos químicos
cerebrales útiles para proteger las neuronas.
Cuando hay falta de sueño, el cerebro no puede funcionar a pleno
rendimiento. Capacidades como la creatividad,
las habilidades para la resolución de problemas, el pensamiento crítico y otras
habilidades intelectuales se ven seriamente comprometidas.
Además, el sueño es fundamental para el aprendizaje y la
memoria. Las investigaciones demuestran que el sueño es
necesario para la consolidación de la memoria, que ocurre en
las etapas profundas del sueño.
Diversos estudios demuestran que una vida llena de vida
social y diversión tiene importantes beneficios cognitivos. De hecho, las
personas somos seres altamente sociales, y no podemos prosperar de forma
aislada. Es más, las relaciones sociales estimulan nuestro cerebro, es la
interacción con otros el mejor tipo de ejercicio cerebral.
Las investigaciones muestran que el tener relaciones
significativas y un fuerte sistema de apoyo son vitales no solo para la salud
emocional, sino también para la salud del cerebro. En un estudio reciente de la
Escuela de Salud Pública de Harvard, por ejemplo, los investigadores
encontraron que las personas con las vidas
sociales más activas tenían la tasa más lenta de deterioro de la memoria.
Divertirse también es bueno para el cerebro. Si la risa es
la mejor medicina para el cuerpo, también lo es para el cerebro.
Cuando llegamos a la edad adulta, nuestro cerebro ha
desarrollado millones de vías nerviosas que ayudan a procesar la información
rápidamente, resolver problemas del día a día y ejecutar tareas habituales con
un mínimo de esfuerzo mental. Pero si nos centramos
en hacer siempre lo mismo no estamos dándole al cerebro el estímulo que
necesita para
seguir creciendo y desarrollándose.
La memoria y
la capacidad intelectual, como la fuerza muscular, requieren ser usadas si no
se quieren perder. Por lo tanto, hay que
trabajarlas y proponer nuevos retos para mejorar la capacidad de procesar y
recordar la información.
Las
mejores actividades cerebrales para hacer ejercicio mental son las que rompen
la rutina y nos desafían para desarrollar nuevas vías cerebrales.